La propuesta

—¿segura que no tienes problemas si espero aquí contigo? — se lo pregunta hacia su mejor amiga mientras alimenta a su hermana por medio del biberón que contiene la formula.

—Por supuesto que no Chris, aparte sé que el jefe te querrá ver a primera hora — informa de con una sonrisa al tomar la caja blanca que hay en la mesa.

—Gracias Libi…— susurra débilmente al fijar su vista en su hermana pequeña que descansa entre sus brazos, brindándole una sonrisa la cual su hermana responde con ese brillo en sus ojos.

Se encuentra de nuevo nerviosa y todo se debe a aquel hombre que ocupo todos sus pensamientos en la noche anterior.

Dante Spencer…

Se forma involuntaria se lleva la mano que sostenía el biberón de su hermana a sus labios recordando la suavidad de aquel beso, la textura cálida y firme de los labios de Dante y como todo su cuerpo buscaba de forma involuntaria el calor abrazador que le proporcionaba el cuerpo de su jefe, su mente se había hundido en las profundidades del deseo…

Escucha el gemido de protesta de su hermana pequeña que trata detener su biberón, pero es inútil y pide ayuda sacándola de sus recuerdos.

A Libi solo le contó algunas cosas de la vela, como se sintió al llegar a aquel lugar, que bailo con Dante mientras otras estaban pendientes de él.

Debo de admitir que no está mal…

Había mencionado su amiga con pesar.

Pero eso no quiera decir que con eso deje de ser un play boy.

Concluyo de esa forma, recordándole que Dante Spencer esta fuera de su alcance y solo podría obtenerlo en sus más profundos sueños; y con eso último se conforma, en esos momentos lo más importante son sus hermanos, que la más pequeña pueda crecer de la misma manera que ella creció a lado de sus padres feliz, aunque ella no tenga a sus padres la tiene a ella y a su hermano, el cual en esos momentos debe de estar extrañándola y deseando salir del hospital, pero no puede tenerlo con ella aún más porque las rehabilitaciones las dan únicamente en el hospital y su hermano las necesita para volver a ser un niño normal.

Diez mil dólares…

Ese fue el precio que Dante Spencer quiso pagarle por la compañía; y ese dinero servirá para pagar los exámenes de su hermano, la dos primeras rehabilitaciones que le hicieron apenas la semana pasada y tal vez le sobre para comparar algo de comida a la pequeña que la necesita.

Necesita un trabajo…

—Cristina déjame a tu hermana mientras pasas con el jefe — la llama Libi al extender sus brazos y recibir a su hermana, tomando ella la caja rectangular blanca donde se encuentran todas las cosas que el señor Spencer le dio para la velada.

Se encamina hacia la puerta de la oficina, donde toca y escucha de nuevo un pase, entrando ella con sumo cuidado.

—Veo señorita Lennox sí que es muy puntual —

—Deseaba entregarle esto — se lo informa al posar la caja sobre su escritorio.

—Pero si es tuyo — se lo hace saber confuso, ¿le está regresando las cosas?

—Hasta el momento que termino la vela — se lo dice de manera amable, ella no desea quedarse algo que no es suyo y mucho más cuando le pagaron por ser compañía.

—No entiendo Cristina, ¿no te gustaron? — se lo pregunta Dante al levantarse del asiento y ver mejor a esa mujer, haciendo una mueca de disgusto por el vestuario que porta ese día, muy diferente a la noche anterior de nuevo el cabello azabache es sujetado por una coleta y el cuerpo que todos los caballeros babearon la noche anterior oculto por esas telas sin color y holgadas.

—Si me gustaron, el vestido es muy hermoso… pero…—

—¿pero? ¿qué? — la interrumpe sin comprender.

—No me pertenece, sé que alguien más le dará un uso adecuado — concluye al bajar la mirada y de nuevo como la primera vez que estuvo en ese lugar se concentra en el balanceo constante de las pelotas de metal.

¿uso adecuado?... ¿mejor que el que le daría Cristina?, ¡Quien! lo duda.

Un silencio incomodo se hace presente en la habitación perfectamente amueblada para un hombre de aquella categoría, muebles de madera fina y oscura, cuadros tal vez de pinturas finas, su vista recorre las figuritas a su alrededor, una que en especial le llama la atención es la Torre de Niza que a su lado tiene la figura de un monito sosteniéndola para que no se caiga a causa de la inclinación famosa de ese monumento.

—¿prefieres efectivo o cheque? — escucha la pregunta de Dante al llamar su atención de nuevo.

—Efectivo por favor — responde.

—Entonces tendrás que bajar a caja para que te den lo correspondiente — informa de manera formal al saber que el que Cristina se quede con el vestido y lo demás es una pérdida de tiempo, prefiere poner en práctica el plan que elaboro toda la noche.

—Gracias señor Spencer — agradece de todo corazón que Dante le facilite las cosas, si fuera cheque sería más sencillo, pero él sabría donde lo gastaría y no desea que nadie se entere de sus problemas.

—Con este documento podrá cobrar su dinero — se lo hace saber al entregarle el papel correspondiente donde Cristina estira su mano y lo acepta, sin ambos rozar sus dedos.

—Gracias…— vuelve a agradecerlo para girarse y encaminarse hacia la salida del lugar.

—Cristina, ¿Qué harías con medio millón de dólares? — pregunta abruptamente al ver que Cristina se detiene antes de abrir la puerta.

¿medio millón de dólares? Se pregunta Cristina sintiendo su corazón latiendo a prisa.

Podría pagar las deudas que ha adquirido a causa de las tarjetas de crédito, pagar las rentas que debe del departamento donde vive, y principalmente pagar las terapias que debe y las que faltan de su hermano y con ello le sobraría un poco de dinero para mantenerse un poco estable mientras encuentra un trabajo lo antes posible.

—¿entonces te interesa? — le pregunta Dante,

¿interesarle?... ¡por supuesto!, pero…

—¿Qué tengo que hacer? — pregunta insegura sin darle la cara al hombre de ojos castaños al encontrarse todavía de espalda.

—Eso es fácil — responde con una sonrisa al ver como Cristina se mantiene lejos de él escuchando su propuesta— solo tienes que ser mi amante durante tres meses — concluye con una sonrisa aún más ancha que abarca todo su rostro perfecto.

—¡¿Qué?! — exclama y pregunta al girarse y enfrentar aquel hombre.

¿Está loco?

—Creo que la mitad de un millón de dólares lo vale — se justifica sin borrar esa sonrisa, lo único que tiene en mente es que la desea, y no se detendrá ante nada por conseguir a Cristina Lennox en su cama.

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