3. El hechizo del rio

Al amanecer la fiebre había cedido, William abrió los ojos, intento incorporarse pero un mareo se lo impidió, tenía mucha sed, respiro profundo e hizo un esfuerzo, logro sentarse en la cama, todo le daba vueltas, aun no estaba en condiciones de poder levantarse, pero de todos modos lo intentaría, puso los pies en el piso de madera de la cabaña, pero sus piernas no respondieron, justo en el momento en que iba entrando Amara, la chica corrió para intentar sostenerlo, pero él era más alto y pesado que ella, en su intento de sostenerlo ambos cayeron al suelo, William logro girarse un poco para no aplastarla con su peso, quedando los dos abrazados de costado, con sus mejillas rozándose, a milímetros de tocar sus labios, él no se atrevió a moverse para no asustarla, ella intento sacar su brazo de debajo del costado de William, pero este movimiento hizo que sus labios se rozaran brevemente, ella abrió los ojos como platos, y empezó a gruñir furiosa

- muévete, idiota… eres un necio irresponsable- le gritaba mientras daba puñetazos con su mano libre- de nada sirvió pasar la noche entera cuidándote, si tú te arriesgas así.

-Pasaste la noche cuidándome? -dijo con una sonrisa

-N-no, no, fue en decir, no me cambies el tema, y MUEVETE

Seguían en la misma posición y William no pudo contenerse más, unió sus labios a los de Amara, por unos segundos, pero no pudo disfrutarlo como creía porque de inmediato, soltó un gemido de dolor al sentir la rodilla de ella clavarse en su entrepierna, esto lo hizo moverse, lo que Amara aprovecho para levantarse.

-Eres un idiota, no te atrevas a tocarme de nuevo, o no tendré la misma consideración que ahora

-Con-consideración? – exclamo el, tratando de recuperar el aliento

-Por menos que eso, he enviado a otros al curandero del pueblo, así que si… si estoy siendo considerada contigo- espeto y salió dejándolo en el piso.

Alastar entro al poco tiempo, cargando consigo algunas hierbas, cuando lo vio sentado el suelo, intento ocultar una sonrisa de satisfacción

- le enseñe a defenderse bien, ¿verdad? - y ahora si no oculto una carcajada mientras lo ayudaba a levantarse-mi hija, es una mujer que sabe darse a respetar, -dijo mientras lo ayudaba a sentarse en la cama- le advierto que mi único propósito en la vida es protegerla contra quien sea y no me importa mancharme las manos.

A William no le quedo más que asentir avergonzado- no es mi intención lastimarla señor, fue, fue un mal entendido- aunque entendió la amenaza de Alastar, le pareció que tenía bien merecida esa reprimenda, - me gustaría ir afuera y refrescarme un poco, por favor

Salieron juntos de la cabaña y le pidió a Alastar que lo dejara sentarse en una de las sillas del pórtico, estaba seguro que Amara no entraría a visitarlo después del pequeño incidente.

Una fuerte lluvia se desato, obligando a los tres a ingresar a la cabaña, Alastar le ordeno al príncipe a volver a recostarse, y le dijo Amara que le trajera una taza de té caliente, ella obedeció y de mala gana se la dio a William, quien aprovecho para rozar su mano, sus miradas se cruzaron, y aunque había chispas en esas miradas, ella se alejó rápidamente. La lluvia, continuo por todo el día y toda la noche, al amanecer Alastar salió a revisar como estaba el caudal del rio, Amara había querido acompañarlo para no quedarse con William a solas en la cabaña, pero su padre le ordeno quedarse, afuera la lluvia no se había detenido y no quería que ella se enfermara.

Ella estaba en la cocina preparando la comida, William se acerco y ofreció ayudarla, ella se negó y le alcanzo una taza de té medicinal, que él debía beber, de nuevo sus miradas se cruzaron y el le sonrió, ella corto el contacto y le dio la espalda, pero también sonrió, Alastar ingreso en ese momento

-Lo que me temía – dijo quitándose la capa mojada que llevaba- el rio se está desbordando… no creo que el agua llegue hasta acá, pero es imposible cruzar hacia el castillo… su amigo no podrá venir, ni usted salir-dijo dirigiéndose a William, quien intento disimular una sonrisa por la noticia.

Pasaron cinco días, aunque ya había dejado de llover, y el rio había comenzado a retroceder, aun no era posible salir o llegar a la cabaña, William ya podía moverse mejor y ayudaba en todo lo que podía, sin perder oportunidad de estar cerca de Amara y observarla cuando ella no se daba cuenta, el interés del príncipe por la joven iba creciendo cada vez más,  siempre que sus miradas se cruzaban, ambos sentían una conexión especial, aunque ella se negara a aceptarlo y fingía estar molesta con el cada vez que lo descubría viéndola, pero a solas sonreía y disfrutaba de ese juego de miradas entre ambos.

Amara aviso a su padre que saldría un momento a recolectar algunas hierbas que necesitaban. William salió pero ya no la alcanzo, entonces subió a un árbol que estaba cerca de la cabaña, ya no logro verla… se sentó en rama y estuvo allí esperándola, por largo rato, cuando la vio llegar, con un sesto de fruta y otras hiervas, con el rostro y las manos llenos de tierra, llevaba el cabello despeinado y el vestido sucio con un nudo en medio de las piernas, que dejaba apreciar sus rodillas y parte de sus muslos, dejo de respirar, le parecía lo más bello y sensual que había visto jamás.

Amara lo vio sentado y soltó un suspiro, este hombre sí que era necio

- ¿qué diablos haces allí? … en serio que pareces un niño, necio e irresponsable- el no respondió, ella se dio cuenta que le veía las piernas y se apresuró a arreglar su vestido

-Ehmmm, ya me siento mejor y tu padre me permitió descansar acá un momento- replico el, tratando de desviar la mirada, aunque realmente estaba embelesado, admirando la belleza de la chica.

-Amara!!!! Mira como vienes- refunfuño Alastar - ¿subiste al árbol de manzanas de nuevo?, te advertí que no lo hicieras, me he cansado de repetirlo… por Dios Amara, deja eso en la mesa y ve al estanque a limpiarte, la comida ya está lista- dijo mientras ingresaba a la cabaña

-Puedo acompañarte- dijo William descendiendo del árbol y conteniendo una risita- al parecer no soy el único necio por acá- dijo por lo bajo, ganándose una mirada asesina de Amara

-Claro que no- replico Amara- yo no puedo estar cuidándote

-Yo puedo solo- dijo William poniéndose de pie, saliendo tras de ella

-Sígueme, entonces…si puedes – y acelero el paso

-te sigo- te seguiría al fin del mundo pensó él

A unos metros de la cabaña, había una pequeña posa artificial, que habían formado, colocando varias piedras a manera de dique, al lado de este había un pequeño molino, muy bien elaborado

Amara se sentó entre las piedras, con el agua llegando hasta sus rodillas y con sus manos empezó a limpiar su rostro, cuello y manos, William la siguió e intento hacer lo mismo, pero fingió que no podía mover bien el hombro izquierdo donde tenía la herida- me ayudas – le dijo a Amara poniendo cara de cachorro.

Amara puso los ojos en blanco y se acercó de mala gana a ayudarlo

-Discúlpame por lo que paso en la cabaña, el otro día - dijo el con un tono suave- no sé qué me paso, yo normalmente controlo mis acciones, ante todo soy un caballero… pero, ahhhhh -Amira le estaba limpiando el hombro lastimado e intencionalmente le dio un tirón, que provoco que él se quejara

- lo siento, no sé qué me paso- dijo ella, imitando lo que él acaba de decirle

- ¿Siempre eres tan salvaje? -gruño el

- ¿Decídete, soy un ángel, una princesa o una salvaje?

William la vio, tratando de entender sus palabras, Amara, se sonrojo… había hablado de mas

- ¿Ángel?... princesa del rio… Sabía que no lo había soñado- suspiro el- tú me abrazaste durante la noche… creí que lo había soñado

-Que yo te abrace?, ni en tus mejores sueños…. te ayude porque querías levantarte y TÚ me abrazaste a mi- los ojos verdes de Amara parecía que disparaban rayos

-No sirve de nada que lo niegues, ángel, si quieres abrazarme puedes hacerlo cuando quieras- dijo y extendió sus brazos ofreciéndole un abrazo, poniendo cara de inocente.

Contra lo el que creía, ella se acercó fingiendo aceptar su abrazo, sintió un fuerte tirón que lo tomo por sorpresa y en un abrir y cerrar de ojos estaban los dos debajo de agua, ella se puso de pie con mucha agilidad e intento salir del agua, mientras reía muy divertida,  pero él la tomo por la cintura y la volvió a hundir en el agua, él se puso de pie sin dejar de sostenerla, el agua les llegaba a la cintura,  ella luchaba por liberarse de sus brazos, sentía el pecho de el en su espalda y su respiración en la nuca

- este es el aroma que recuerdo- dijo él suspirando en su nuca.

Amara se estremeció al sentir la respiración de él tan cerca, aun en contra de ella misma, le gustaba esta sensación, se quedó quieta disfrutando del momento, el agua estaba fría, pero a ninguno de los dos parecía importarle.

-No sé qué esto que siento- le susurro William al oído- será el hechizo del rio… pero quiero estar cerca de ti… no me importa si muero en el intento- dijo mientras la giraba para quedar frente a frente, Amara no pudo reaccionar, solo sintió los labios del príncipe sobre los de ella, quería luchar, quería defenderse, pero las mariposas en su estómago y ese hormigueo que sentía en todo el cuerpo, eran más fuertes, no supo cómo, ni porque, subió sus manos y estas se enredaron aferrándose al cuello de William, él se separó un segundo para verla a los ojos,  ella abrió la boca para decir algo, pero sus labios la atraparon de nuevo, su lengua se encontró con la de ella, parecía que ambos se habían estado buscando por mucho tiempo y sus labios celebraban haberse encontrado al fin, era un beso apasionado, pero dulce a la vez, el tiempo se detuvo, él la abrazo con más fuerza pegándola aún más a su cuerpo, ella se sentía flotar, las caricias y los besos parecían no tener fin.

Amara!… Amara! -la voz de Alastar, llamándola desde la cabaña, la volvió a la realidad

-D-de-debemos regresar- intento recuperar el aliento, sentía el rostro encendido, se separó de él unos pasos

William se pasó la mano por la frente, y sonrió asintiendo con la cabeza, no quería hacerlo, no quería separarse de ella, pero tenía que detenerse porque si seguían así el ya no sería capaz de controlarse, Amara provocaba en él sentimientos que no creyó sentir jamás y le era muy difícil contenerse

-no podemos quedarnos un poco más? – suplico, atrayéndola de nuevo y besándola con suavidad.

-no… no señor, usted tiene que descansar- le dijo apartándose, salieron del agua y caminaron hacia la cabaña

Al llegar, Alastar, vio a los dos empapados, iba a decirle algo a Amara, pero William intervino

- es mi culpa señor, resbale y Amara intento ayudarme, solo conseguimos caer juntos al agua.

Amara dirigió su mirada hacia William y este le regaló una sonrisa y un giño de complicidad, Alastar frunció el ceño, no le gustaba lo que veía, este muchacho debía irse ya de su casa.

- Te prestare algo de mi ropa, no es tan fina como la tuya, pero servirá- refunfuño Alastar- entren quítense esas ropas mojadas

William se vistió, seguía repitiendo en su mente ese glorioso momento en el rio, tendría que decirles quien era en realidad, pero temía que Amara no lo tomara bien

- Creo que ya tienes las fuerzas para irte- la voz de Alastar lo saco de sus pensamientos- puedes llevarte mi ropa si quieres.

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