AMARA La princesa del rio
AMARA La princesa del rio
Por: Azul
1. Encuentro en el rio

Amara es una joven hermosa, de piel blanca, con un hermoso cabello castaño que le llega hasta su cintura, ojos verdes esmeralda y un rostro angelical, ella tiene una vida tranquila al lado de su padre, alejados de todos, a su padre nunca le ha gustado que ella se aleje mucho de la cabaña, ni que hable con extraños, pero siendo una joven inquieta y rebelde, siempre se las ingenia para escapar de la vigilancia de su padre y nadar en el rio o escalar árboles.

William disfrutaba del hermoso paisaje, cabalgando camino a su castillo del norte, acompañado por su amigo y capitán de la guardia Soren. Iban solos, para no despertar sospechas, ya que habían estado investigando y siguiendo pistas para desenmarañar lo que acontecía en el reino. Su madre había protestado hasta el cansancio, argumentando lo peligroso que podía ser, que para eso tenían guardias, pero William objeto, que un verdadero líder, sabe cómo cuidar de su pueblo y quería resolver este asunto en persona, su padre tampoco estaba muy convencido, y también sabia, que cuando a su hijo se le metía algo en la cabeza, no había poder humano que lo hiciera cambiar de opinión.  Este viaje de incognito le permitía al príncipe ser tratado por los demás como una persona normal, además de disfrutar el hecho de no estar encerrado en el castillo de sus padres con tantos protocolos y reglas de etiquetas, como futuro rey tenía muchas obligaciones dentro de palacio, por lo que esta escapada, aunque no fuera un viaje de placer, le parecía maravillosa,  eran 2 días de camino de un castillo a otro y  había disfrutado convivir con campesinos de los pueblos por donde pasaron, pasar desapercibido era una experiencia que estaba disfrutando mucho, lo acompañaba su fiel amigo y capitán de la guardia, Soren era su amigo desde la infancia, el padre de este había sido capitán de la guardia por muchos años, y ahora el legado había pasado a su hijo, eran compañeros de entrenamiento y de juegos, pero sobre todo eran amigos.

Él era el príncipe heredero del Reyno de Cyra, heredero de un país otrora grandioso y próspero, eran famosos por sus excelentes cosechas, pero estaban atravesando una temporada difícil, un grupo de bandidos se habían dedicado a robar o quemar sus cosechas, los granos y semillas empezaban a escasear, por eso estaba tratando de resolver los saqueos y asaltos en su reino. El consejero de su padre, Cedric le había recomendado casarse con Yelena, la reina viuda del reino vecino, esto podría salvar a su pueblo, estaba evitando a toda costa unirse con ella en matrimonio, no creía en el amor, ni le importaba mucho eso de casarse por amor, sabía que sus deberes, como futuro rey, eran primero, desde pequeño había aprendido que debía prepararse para ser un buen gobernante, no importaba con quien se casaría, si esto significaba una mejora para su pueblo, el amor solo existía en los libros de cuentos.

La reina Yelena, a pesar de ser hermosa físicamente, a él le resultaba desagradable, era conocida por ser cruel y déspota con su pueblo y existían rumores que ella practicaba la hechicería, la única vez que William se había reunido con ella, por una visita que ella les hizo a sus padres, le pareció que de ella emanaba un aura oscura y malvada, por eso estaba tratando de resolver los saqueos y asaltos en su reino, casarse con ella era su última opción.

William era un joven alto, de cabello rubio y ojos azules, un rostro atractivo, herencia de su madre, con brazos fuertes y un cuerpo musculoso, bien formado gracias a todo el entrenamiento que había recibido, de carácter duro y algo mal humorado, tenía una buena relación con sus padres a pesar de las exigencias que la realeza demandaba.

El reino estaba en riesgo, aunque habían redoblado la vigilancia en las fronteras, las cosechas eran robadas, quemadas o simplemente desaparecían, si esto continuaba así, muchos estarían en riesgo en el siguiente invierno.

Todavía les faltaban un par de horas para llegar al castillo, así que decidieron descansar cerca de un arroyo, estaban refrescándose cuando escucharon un dulce canto, era la voz de una mujer, el príncipe no entendía porque esa voz, le provocaba un sentimiento cálido en el pecho, algo despertó en su interior y sintió la necesidad de saber quién era, se puso de pie para buscar de donde provenía tan melodiosa voz.

- Tiene una linda voz- dijo Soren- pero talvez sea, fea, calva y sin dientes, -dijo soltando una carcajada, mejor sigamos nuestro camino

William no respondió, solo siguió caminando buscando a la dueña de tan dulce canto, por lo que a Soren no le quedó más remedio que seguirlo de mala gana, al llegar a la cuenca del rio, observaron a una joven delgada, de cabello castaño, que se despojaba de casi toda su ropa y se zambullía al rio, disfrutando de un baño refrescante, William no se había movido de lugar, estaba de pie cerca del arroyo petrificado,

- Will…William- le susurro Soren, pero el príncipe no respondió, parecía hipnotizado, sus ojos brillaban, su boca estaba abierta, aquello parecía una visión, la joven estaba nadando en el rio, en un pequeño estanque que se formaba en la curva del rio, empezó a flotar con la cara al cielo lo que les permitió ver su piel blanca y finas facciones, ella parecía absorta en su mundo, tarareando una melodía, sin darse cuenta de los espectadores involuntarios que disfrutaban de la vista que les ofrecía.

Ella nado a la orilla y empezó a salir, el delgado camisón que llevaba puesto quedo adherido a su cuerpo como una segunda piel y dejo a la vista sus curvas, cuando parecía que iba despojarse de su ropa mojada, William se giró dándole la espalda a la joven y giro a su amigo,

 - no-no es de caballeros espiar a una doncella- dijo William tragando en seco y con la voz entrecortada, a lo que Soren respondió con un codazo, iba a responderle algo más, cuando escucharon caballos acercándose, estaban de espaldas a la joven, pero el sonido de los jinetes parecía provenir, de donde estaba la doncella.

-A dónde vas tan apurada, preciosa- Al girar se dieron cuenta que eran al menos cinco jinetes, y tenían a la chica rodeada, tenían muy mal aspecto, como los bandidos que les habían descrito con anterioridad, William vio los ojos a su amigo ¿serian estos los tipos por los que habían viajado a estos rumbos?

Estos veían de manera libidinosa y descarada a la asustada chica, que apenas había alcanzado a ponerse otro camisón de manta, que se transparentaba al tocar su piel mojada, los bandidos le decían una serie de vulgaridades; Ella quiso marcharse de allí, cuando uno de ellos, con barba y cabello rojo, bajo del caballo y la tomo del brazo, la atrajo hasta pegarla a su cuerpo, ella hizo un gesto mezclado de asco y rabia,

-Suéltame!!!  Cerdo asqueroso- gruño la joven, mientras le clavaba la rodilla en la entrepierna, el abusivo la soltó, cayendo al sueldo con un gemido de dolor, lo que ella aprovecho para correr por el lado poco profundo del rio, que era la única salida libre que le quedaba, pero freno en seco, cuando levanto la mirada dos hombres más estaban cruzando el rio por el mismo lado, corriendo hacia donde ella estaba, se sintió desfallecer al pensar que no tenía salida, cuando uno de ellos grito

 -Caballeros, esa no es manera de dirigirse a una dama- la tomo suavemente del brazo, - tranquila te protegeremos- dijo William, en ese contacto de sus manos y en el momento sus miradas se cruzaron, una corriente eléctrica los envolvió, fue una conexión instantánea , era la primera vez que se veían, pero se miraron como si ya se conocieran, volviendo en sí, él se colocó delante, cubriéndola con su cuerpo, ante el ataque de los bandidos.

-Ella viene con nosotros-dijo otro de los bandidos, al que le faltaban un par de dientes

-Sobre mi cadáver-respondió William

-Te das cuenta que están en desventaja - dijo el pelirrojo, que estaba recuperado del rodillazo en su entrepierna, - somos 5 y ustedes 2- dijo con una sonrisa sínica

- somos tres – dijo Amara saliendo detrás de William

- que haces- dijo William, dirigiendo su mirada al mismo tiempo que todo el grupo presente, los bandidos soltaron una sonora carcajada

- dame una espada- dijo ella sin inmutarse, - yo puedo defenderme

Los bandidos seguían riendo y el pelirrojo le dijo entre burlas- yo te doy una, cariño, una niña con una espada, eso quiero verlo- dijo entre risas burlonas, mientras tiraba una espada a sus pies.

Ella sin dudarlo tomo la espada y se puso en posición de combate, William asombrado como todos los demás se acercó a ella sin dar la espalda a los bandidos – ¿estas seguras de que quieres hacer esto? – a lo que ella solo asintió, sin dejar de dirigir miradas llenas de rabia a los tipos frente a ellos

Los bandidos se abalanzaron sobre el trio sin previo aviso, pero los 3 respondieron al ataque con suma destreza, Soren y William luchaban con dos bandidos cada uno, mientras el pelirrojo estaba en una batalla digna de los mejores espadachines con la chica, ahora entendía que ella SI sabía lo que hacía, ella esquivaba sin dificultad sus mejores estocadas, es más ella ya le había herido el brazo y la pierna, este enfurecido intento empujarla y  hacerla caer, la chica logro evitar la caída, y el pelirrojo cayo de bruces al lodo,  lo que lo enfureció aún más, como el rufián tramposo que era,  saco una daga y la lanzo hacia la chica, William había observado el movimiento y se interpuso entre la daga y ella, el príncipe cayó herido entre los brazos de la joven, que lo veía incrédula, no entendía porque este apuesto desconocido estaba arriesgando la vida por ella, no tuvo mucho tiempo de atenderlo ya que el traicionero pelirrojo se abalanzó hacia ellos, ella salto para ponerse de pie y en un movimiento rápido clavo su espada en el vientre del bandido, que soltó un grito de dolor, mientras rodaba por el suelo,   los dos compinches, que aún quedaban en pie, se detuvieran sin poder creer lo que veían sus ojos, la niña había vencido a su compañero.

- M*****a niña, ahhggg……. q-quién eres? - dijo el bandido con dificultad, antes de cerrar los ojos

-La niña con espada… que te dio una paliza- dijo sonriendo y girando hacia donde estaba el príncipe herido

Ustedes dos, - interrumpió Soren – viendo que los dos bandidos que quedaban en pie, querían salir corriendo, - deténganse, y tiren sus armas, sino quieren tener la misma suerte que sus compañeros.

Después de atar a los bandidos, se dirigió a su amigo que era atendido por la muchacha.

William estaba consciente, aunque su herida no se veía nada bien, tenía una daga clavada en el brazo izquierdo, a pesar de la situación, él no podía dejar de verla, ella quería disimular el nerviosismo que su mirada le ocasionaba, sin mucho éxito.

-Mírame a los ojos- dijo ella, y los ojos verdes de ella se posaron sobre los azules del príncipe, ella tenía que ser rápida, pero se distrajo en ese azul de los ojos del príncipe, y se quedaron así unos segundos.

Soren los veía sin entender y carraspeo un par de veces, antes de sacar a la pareja del trance en el que se encontraban

¿Quién eres, como te llamas? – reacciono William

-Respira profundo- fue la respuesta que ella dio y el frunció el ceño sin entender, en un movimiento rápido, ella tiro de la daga y la extrajo del brazo, el lanzo gemido de dolor y la sangre empezó a brotar- debemos detener la hemorragia -dijo y rasgo una parte de su vestido, lo amarro al brazo de él, haciendo un torniquete y cubriendo la herida.

-No me has dicho quién eres- insistió William

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