Dejando todo atrás.

Ethan, sólo pensaba en Rachel, la chica que había conocido en la playa, y que ahora lo estaría esperando en su apartamento. Trataba de decidir cómo actuaría, qué le diría, pero sobre todo, cómo borraría esa profunda tristeza que tenía en su mirada. Sentía que todo había pasado tan rápido, aunque lo que menos necesitaba en ese momento era pensar bien las cosas, prefirió dejarse llevar. La diferencia de edad entre ambos era mucha, pero la atracción era muy fuerte.

 Llegó a la casa de la playa y se paró frente a ella por unos instantes. Estaba algo nervioso, luego continuó. Entró y no escucho ruidos ni conversaciones. Quitó la correa a su perro, quien de inmediato se dirigió a la cocina, luego subió las escaleras hasta su habitación, y encontró a su esposa Emily leyendo un libro en la cama. Sin pronunciar palabra alguna se sentó para quitarse los zapatos, prepararse y darse un baño.

—¿Cómo la pasaste hoy? —preguntó Emily con ironía.

—Aburrido, incómodo… —respondió Ethan con voz calmada y luego añadió —: Me imagino que esa es la respuesta que esperabas.

—Esperaba algo más… impactante, pero creo que es suficiente castigo, por no dejarme hacer la fiesta que tanto había planeado —contestó Emily con una sonrisa.

—¿Sabes qué? —dijo Ethan mirándola a los ojos—, ya me cansé de ésta mentira, de tus castigos y de que seas tan malcriada, es mejor que terminemos aquí, no creo que nuestra situación pueda mejorar, basta de terapias, basta de paciencia, es momento de separarnos.

Emily, soltó el libro, no podía creer lo que escuchaba, pensaba que ella no se merecía eso, sólo quería celebrar por todo lo alto el cumpleaños de su esposo, definitivamente él no la comprendía.

—¡No puedes hacer esto, no te lo acepto! —exclamó Emily levantando la voz.

—No hagas un drama, te lo he repetido muchas veces, no me gustan tus castigos. Estás ciega, sólo quieres cumplir tus caprichos y ya no estoy dispuesto a soportarlo. —Con voz segura pero calmada Ethan le respondió a su esposa, que se alteraba cada vez más—. Voy a bañarme, me cambio y luego me iré.

Ethan se fue al cuarto de baño, tardó sólo unos minutos, salió, se vistió ante la mirada atónita de Emily, que seguía llorando pero sin saber que más decir. Todavía no podía creer lo que estaba haciendo, miró a su esposa, ella le devolvía una mirada fría, sus lágrimas corrían por sus mejillas silenciosamente.

Se quedaron unos momentos contemplándose el uno al otro, Ethan quería salir lo más pronto posible de esa habitación y le dijo en voz baja.

—Voy a hablar con los chicos.

Terminó de vestirse y salió de la habitación dejando a Emily inmóvil de la impresión en la cama. Fue a la habitación de Matthew, llamó a la puerta, pero nadie respondió, así que siguió hasta la habitación de Sarah y tocó la puerta.

—¿Si? —respondió Sarah.

—¿Puedo entrar?…, necesito que hablemos —dijo Ethan.

Sin embargo, no había terminado bien la frase cuando una preocupada Sarah abrió la puerta.

—Claro papá, pasa… ¿qué sucede? —preguntó Sarah, mirándolo con curiosidad.

Ethan pasó y se sentó en la cama, con su mano le indicó a su hija que lo acompañara. Cuando Sarah se sentó a su lado, Ethan tomó su mano.

—Siento mucho tener que decirte esto pero… —Ethan no terminó de hablar

Sarah sabía exactamente lo que iba a decir y continuó sus palabras.

—Mamá y tú se van a separar, ¿cierto? —Sarah apretó con fuerza la mano de su padre y sus ojos brillaron y se nublaron de lágrimas.

—Sí —respondió Ethan, aunque era casi un susurro—. No puedo seguir así. No quiero dejarlos, pero... —Tuvo que callar para evitar decir, ya no la amo y luego añadió—: Es mejor separarnos. Cuando me instale les aviso, ya sabes que puedes llamarme cuando quieras o cuando me necesites. Te amo a ti y a tu hermano, eso nunca cambiará, espero que comprendan. Pasé por la habitación de Matthew, pero creo que no está.

En ese momento se abrió la puerta y era precisamente Matthew el que entraba a la habitación.

—Lo siento papá, no soy tan valiente como Sarah —dijo Matthew mirando a su hermana con una tierna sonrisa—. Escuche a mamá y tuve miedo de lo que venías a decirme. —Matthew tenía lágrimas en los ojos.

—No hijo, yo lo siento de verdad —aseguró Ethan de corazón.

Ethan se levantó, abrazó a su hijo y no pudo evitar que también se le escaparan algunas lágrimas. Sarah se unió a ellos y los tres se fundieron en un fuerte y largo abrazo. Secó las lágrimas de sus hijos para luego secar las suyas.

—No tengo palabras para decirles lo que me siente tener que irme, pero no puedo seguir alargando ésta situación, como le dije a Sarah, luego les paso donde estoy, por ahora no tengo nada definido; llámenme si me necesitan, no dejen de comunicarse conmigo, voy a tomarme unos días, probablemente viaje por una semana. Cuando regrese tramitaré el divorcio, para mí, es una decisión definitiva.

—Eso le comente a Matthew ésta tarde, mamá fue muy injusta hoy contigo, hasta la comida y el pastel no eran de tu agrado. Invitó a su hermana y a ese tonto para fastidiarte, no me extraña que hagas esto hoy —afirmó Sarah.

A Sarah le temblaba la voz, estaba enojada con su madre. Matthew todavía con lágrimas en los ojos, asintió con la cabeza, también estaba dolido por lo que había pasado.

—No quiero que se enojen con su madre, pero les doy las gracias porque eso demuestra que me conocen y me quieren. Hay muchas cosas en una relación, que pueden hacer que las personas se comporten de esa manera. Les encargo mucho a Bob —dijo Ethan con una pequeña sonrisa—. Los amo, ténganlo siempre presente.

Ethan se despidió muy triste de sus hijos, y salió de la habitación de Sarah cerrando lentamente la puerta detrás de él. Se dirigió a la cocina donde se encontraban reunidos varios empleados y le pidió al chofer de su esposa que lo llevara a su oficina. Caminaron hacia el auto y emprendieron rápidamente su camino. Ethan sacó su celular y le escribió a su nueva amiga.

Ethan­_20:54

Hola, ¿cómo les va?

Rachel_20:56

Todo bien, Frank dice que falta poco. Y tú ¿cómo estás?

Ethan_20:57

Bien, voy en camino. Dime de qué sabor prefieres de pastel.

Rachel_21:01

Sorpréndeme, que sea de tu gusto, pero algo especial.

Ethan­_21:03

No me quedó claro, así que te pregunto de nuevo ¿qué pedirías como deseo de cumpleaños?

Rachel_21:05

Ser libre… y tal vez un celular nuevo.

Ethan­_21:06

¿Por qué no te sientes libre?

Rachel_21:10

No lo sé, tal vez por vivir tanto tiempo con la angustia de que me regresaran a mi casa.

Ethan¬_21:11

Quiero ayudarte.

Rachel_21:12

 ¿Cómo?

Ethan¬_21:13

Me las arreglaré. Por lo menos hoy dibujaré una sonrisa en tu hermoso rostro.

 Rachel_21:15

Te espero, ya llegamos.  

Ethan, nunca creyó que sería capaz de dar ese paso, dejar todo atrás y seguir adelante y mucho menos encontrar a alguien como Rachel, se sentía muy atraído por ella, a pesar de las circunstancias. Era hermosa, inteligente, dulce, joven, sobre todo joven. Se cuestionaba sentirse atraído por una chica que podría ser su hija, nunca le había pasado. Definitivamente esa chica era especial.

Había transcurrido cierto tiempo, aunque Ethan no estaba seguro de cuanto, iba camino a la oficina, mientras estaba sumergido en sus pensamientos. Entonces notó que el joven chofer lo miraba con curiosidad y se comunicaba con alguien por su móvil, por lo que llamó a Frank.

—Voy a la oficina, te espero. —Sin decir nada más guardó su celular y continuó en silencio hasta que llegó a su destino.

Bajó del auto y se despidió con cortesía:

—Muchas gracias.

—Pero Señor, ¿quiere que lo espere? o algo —preguntó el chofer apresuradamente.

—No gracias Manuel, puedes regresar a la casa.  —Ethan cerró la puerta y se dirigió al edificio donde se ubicaba su oficina.

A pesar que era tarde, en el edificio siempre había personas trabajando todos los días de la semana, a cualquier hora del día. Cuando el joven de seguridad se dio cuenta que el que bajaba del auto era Ethan, enseguida le fue a abrir la puerta.

—Buenas noches, Señor. —dijo el joven.

—Buenas noches, Steve, así que hoy te tocó trabajar de noche —aseveró Ethan con una sonrisa.

—Así es Señor, por cierto, espero que haya pasado un feliz cumpleaños —expresó Steve rápidamente.

—Si gracias, muy amable.

Ethan se dirigió al ascensor, pero en lugar de subir a su oficina bajó al estacionamiento, y allí a unos pocos pasos ya estaba Frank esperándolo. Se apresuró a subir al auto.

—¿Vamos a su apartamento, Jefe? —preguntó Frank con picardía—. Dejé instalada a la joven, que por cierto estaba muy impresionada con el lugar.

—Primero pasemos por una pastelería. No, mejor vamos a visitar a Katherine. —respondió Ethan, sin mirar a Frank, se le notaba apenado y nervioso, luego comenzó hacer unas llamadas.

—Buenas noches, Giselle, soy Ethan…, si, bien, gracias, necesito un gran favor. Necesito que envíes unos vestidos de noche, pero para una chica joven…, si, zapatos, bolso, lo que se te ocurra…, no lo sé, tres o tal vez cuatro…, no tienes que molestarte, envíalos con alguien de confianza…, te paso la dirección…, es personal, confío en tu discreción… Gracias.

En ese momento, recordó las palabras de Rachel, diciendo que le gustaría un teléfono celular nuevo, así que, llamó a su amigo Charles, que era dueño de una tienda y además era su cliente y amigo.

—Charles, amigo mío… gracias, gracias… si lo recibí. Te llamo porque necesito otro celular, igual al mío… si, Frank pasará por allá en un rato, gracias, nos vemos. —Ethan tranco la llamada, mientras se quedaba pensando unos instantes.

—¿Estás seguro de lo que haces? —preguntó Frank mirándolo por el espejo retrovisor.

—En realidad no. Pero si me preguntas como me siento, te diría excelente —respondió Ethan a su amigo.

Llevaban mucho tiempo trabajando juntos y se tenían confianza y gran estima.

 —Hoy me separé de Emily. Frank, por fin tuve el valor de hacerlo y los chicos me entienden, ya hablé con ellos. Ahora sólo quiero seguir adelante —comentó Ethan emocionado.

—Y no me digas, esa chica te ayudó a dar ese paso. No la había visto antes, ¿de dónde la conoces? —preguntó Frank con inquietud.

—La conocí hoy en la playa —respondió Ethan con una sonrisa—. Bob me la presentó. Hoy también es su cumpleaños ¿qué te parece?

—Una locura, es muy joven, aunque muy hermosa, pero ¿crees que estás actuando correctamente? —preguntó nuevamente Frank con toda sinceridad y seriedad.

—No, sé que no, pero no puedo, ni quiero evitarlo. Me encanta esa chica y no me reproches Frank, ahora te pareces a mi madre —contestó Ethan tratando de hacer un chiste de la situación, logrando que Frank sonriera también.

—No fue mi intención, entonces… ¿a buscar el celular? —dijo Frank para terminar la conversación.

—Sí, me parece bien, mejor llamo a Katherine para no llegar tan tarde —comentó a su amigo.

Ethan llamó a su amiga Katherine, le pidió varios pasteles y aperitivos y le envió la dirección de su nuevo hogar.

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