Capítulo 3: Estando con Zion.

Capítulo 3: Estando con Zion.

[Paulette Baudelaire]

« Buena esa profesor, juntar dos ingresos para pasear en toda la escuela. Pienso y suspiro ».

—¿Estas cansada?. —  Me pregunta y aun no lo puedo ver teniendo el antifaz.

— Sí. —  Siento que nuevamente me carga entre sus brazos.

— Pero tú también estas cansando. —  Me levanto el antifaz para verlo a los ojos

— No más que tú… (Me guiña el ojo)…ponte el antifaz o vamos a perder nuestra calificación. —  Me baja el antifaz y  recuesto mi cabeza contra su hombro.

Siento que cada paso de él se vuelve más pesado, antes de que se pudiera desmoronar hasta conmigo encima se detiene.

— Llegamos. — Resopla, con cansancio me baja y toca la puerta.

—¡Entre!. —  Se escucha una voz vieja pero muy masculina atrás de la puerta.

Zion me toma por los brazos y siento con las manos que unas sillas están frente de mí. Por lógica estoy al frente del director.

— Vienen por la firma, ¿no?. —  Siento que el aire de la oficina se mueve.

— Venga, quítate un momento el antifaz. —  Antes de que pudiera quitármelo ya me lo quita Zion con delicadeza, pasa su brazo por mis hombros.

—¿Cómo se llaman?. —  Pregunta el director con una mirada inquisitiva hacia nosotros.

— Paulette Baudelaire y Zion Agreste. —  Respondo con firmeza pero a la vez con delicadeza.

— Bien tengan. —  El director extiende su brazo con una pequeña hoja de papel en su mano.

— Gracias. —  La tomo pero se nos queda mirando nuevamente.

—¿Sucede algo director?. — Pregunta Zion con voz desafiante.

— Oh, nada en realidad solo pensaba que hacen bonita pareja. — Sonríe al decir la última palabra.

—¿Pareja?. — Arrastro la palabra que tiene más impacto en mí.

— Oh, sí. — Asiente el director.

— Bueno gracias. —  Responde Zion rápidamente y nos retiramos.

— Toma. —  Zion me entrega el antifaz.

Me lo pongo y nos ponemos en marcha para regresar al salón.

***

— Bien ya tienen sus 10% en su calificación final. —  Nos dice el profesor a Zion y a mí.

— Ya son las 12:21 p.m. casi es hora de almorzar. ¿Podemos ir a la cafetería? —  Pregunta Zion al profesor buscando aprobación.

— Sí, bueno, de 18 parejas ya han venido 14 y casi está terminando la clase así que… si pueden ir. — No entiendo la petición de Zion por salir más temprano.

« Bruta, recuerda que lo invitaste a comer. ¡Diablos!. Me riño mentalmente ante aquel error.».

—Bueno, ¿me acompañas?. —  Zion extiende su mano cariñosamente, guiñándome el ojo.

—No tengo otra opción. —  Tomo su mano pero se acerca a mi oído.

—Ahora no puedes escapar de mí. —  Al verme de nuevo sonríe perversamente.

«¿En qué me he metido?».

Tras de llegar a la cafetería, tomo una bandeja y me dispongo a seleccionar mi comida.

—¡Hey!, no me esperaste. — Me reclama Zion con un puchero.

—Bueno, el que no llora, no mama. —  Me acuerdo el viejo refrán de mi abuelo.

—¿Qué?, entonces… lloraré por ti. — Me dice Zion con voz ronca.

—Para mamarte. — Me susurra en la cara viéndome a los ojos llenos de lujuria. Empieza a llorar falsamente.

—Jajaja, no llores. — Me carcajeo en su cara, los dos nos terminamos riendo.

—Bueno, veo que la están pasando bien. —  Llega un chico de aspecto muy rudo.

Alto, blanco, rubio rubí, como un niño de papi, pero muy engreído.

—¿Qué, tenemos aquí?. — Pregunta Zion muy desafiante.

—Amigo, vamos no te he visto en días. —  El rubio sonríe y abraza a Zion.

«¿Días?, pero Alma me dijo que…».

 Mis pensamientos son interrumpidos por el brazo de Zion pasando por mis hombros.

—Suéltame. —  Le digo moviendo mis hombros.

—La señorita ya hablo, por cierto ¿Cómo te llamas?. —  El rubio me mira inquisitivamente.

—Mi nombre es Paulette y ¿el suyo?. —  Arqueo una ceja.

—Ray. — Me toma la mano y la besa.

—Sabes, que su pronunciación en español es “Rey”, que significa emperador, soberano, monarca o su majestad. — Sonrió por mi basta inteligencia.

—Oh, si su majestad Ray, me encantaría que me llamaras así. —  Se acerca a mi cautelosamente como sí el cazador tuviera a su presa exactamente donde quería.

—Oh, jamás te llamará así. —  Me aparta Zion furioso.

— A demás nos vemos luego, Ray. — Empezamos a caminar pero yo volteo hacia atrás y Ray me guiña el ojo despidiéndose con la mano.

—¿Por qué fue todo eso?. —  Pregunto confundida pero a la vez aliviada por no tener que lidiar con un insinuador.

—Porque me invitaste a mí a comer, solos… tú y yo. — Elige una mesa pegada a un ventanal, se sienta frente de mí.

«Volvimos con las frases de doble sentido».

 —¿Qué tal la Universidad?. —  Pregunta llevándose un  sándwich a la boca.

—Inesperada. —  Digo sin ninguna emoción.

— ¿Y…tú?. — Pregunto para no ser tan cortante.

—Mmmm…excitante. —  Sonríe sinceramente con los ojos cerrados con sí estuviese recordando algo.

—¿Perdona, excitante?. — Me atraganto un poco con la banana que estaba comiendo.

Me mira con una sonrisa maliciosa, como si hubiera logrado su cometido.

« Pinche chico sabroso».

—Eh… Si. —  Termina agarrando su jugo de melón y llevándoselo a la boca.

—Todo contigo es muy inesperado. —  Volteo cruzándome de brazos haciendo un puchero.

—Gracias, tomaré eso como un cumplido. — Ni se inmuta, solo sigue comiendo.

«¿Es qué, este no entiende las indirectas?.».

—Así, como tú también. —  Toma mi yogurt y lo destapa.

—Hey, no tienes…( Me impide)…

— Shh…(Pone su dedo índice lleno de yogurt en mis labios)… recuerda no necesito ningún derecho cuando estoy contigo. — Me quita su dedo y se lo mete a la boca.

—Eh…si necesitas derechos. —  Quedo removiendo el yogurt que quedo en mis labios con mi lengua. Él se muerde el labio.

«¿Qué diablos?. ¿Qué intenta hacer?».

Mientras que me pregunta, que intenta hacer el muy condenado empieza a comerse MI yogurt con sus dedos. Me quedo observando cada movimiento que hace, como se lleva sus dedos al yogurt y después a su boca y lentamente como sus dedos se alejan de la comisura de sus labios.

No parece  nada desagradable, sino al contrario es elegante con cada movimiento que hace.

—Puedes seguir comiendo. — Me recuerda, porque es como si hubiera entrado en un tipo de trance.

—Pero…en mí. — Sin tiempo de reaccionar, me besa, todo lleno de yogurt, al tocar sus labios con los míos siento el agridulce sabor que tiene su boca, la suavidad de sus labios, cada caricia es como un mangar, provocándome una palpitación.

Lo alejo de mí, me limpio el yogurt depositado en mis labios tras del beso.

—¿Te gusto?. — Pregunta muy complacido.

—Eh…—  No articulo ninguna palabra.

« Y otra vez nos sonrojamos, bien hecho Pau. Me riño, al no poder verlo a los ojo.

Jamás bajes la mirada Pau.».

Así que lo más calmada que puedo estar le observo con una mirada desafiante. Él se sorprende pero ni se inmuta, me toma por mi mentón  vuelve a besarme, apasionadamente.

Las caricias de nuestros labios son cada vez más excitantes, pasa su lengua por mi labio inferior, se la muerdo.

—Mmm. —  Gime muy bajito.

Me separo y nuevamente mi limpio.

—¿Qué?, ¿Por qué?... (Yo lo interrumpo a él)…

—Shh, uno esto no se volverá a repetir, dos fue un gusto almorzar contigo y tres tenemos clase de finanzas en 10 minutos. — Me dispongo a terminar el yogurt que me había quitado, él se queda pasmado por lo que le acabo de decir.

— Eh… Ajem tienes… razón terminamos de almorzar y vamos. — Con cuerda con lo que dije. Empieza a comer.

***

—No me toque. —  Le reclamo ya que me quiere agarra la mano.

—Tsk, son puras excusas. — Refunfuñe.

Llegamos a la clases A-1, entramos casi retardados, pero gracias a Dios que aún no ha llegado el profesor.

Me siento al lado Alish, lejos de Zion, no he podido hablar con ella. Intento comenzar una conversación

—Hola, ¿Cómo estás?, ya sé que nos presentaron pero soy Paulette Baudelarie. —  Le extiendo la mano parece una chica tímida pero buena persona.

—Un gusto Alish North. —  Me acepta el apretón de manos.

—Bueno, ¿Desde hace cuánto estudias acá?. —  Pregunto con una sonrisa sincera.

—Eh… desde hace 2 años, mis padres decidieron, inscribirnos acá para manejar bien el negocio familiar. —  Explica con determinación.

— Oh, yo me inscribí para independizarme de  mi familia. —  Me mira confundida pero sigue hablando.

—Yo soy la menor, bueno… me sacaron de última y… a veces es motivo de burla. — Me dice.

—Pero, ¿de quién?. —  Pregunto intrigada.

—De…(Empieza juguetear con un mecho de cabello para desviar mi atención)… mis hermanas. — Le cuesta un poco terminar la oración.

—¿Yo puedo hacer algo?. —  Pregunto entristecida.

—Si alejarte de mí Dionisio. — Me riñe una chica que no conozco.

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