Capítulo 4

Como Javier estaba al pendiente de Adelaida, Vittorio se encargó de conseguir las habitaciones en el hotel al que llegaron y obviamente solo reservó dos suites, cuando le entregó la llave a Javier le dijo:

            –Estamos en el mismo piso, nuestras habitaciones están una frente a la otra, así que cualquier apuro no dudes en llamarnos, ahora voy con Adela a un centro comercial cercano que vimos cuando veníamos para acá.

Adelaida y Javier se miraron en silencio, hasta que quedaron solos y Adelaida comentó:

            –¿Son ideas mías o tenemos la misma habitación?

            –No son ideas tuyas, tranquila lo resolveremos, ahora vamos, necesitas recostarte.

            –¡Qué vergüenza! Les pido perdón a todos, no sé por qué hoy no resistí el ayuno.

            –Bebiste anoche, no comiste hoy y en la construcción la temperatura estaba como en cuarenta grados, fue demasiado y no tenemos que perdonarte nada.

Al llegar a la habitación Javier la ayudó a acostarse y se sentó en un sofá cercano a observarla, en ese momento la veía tan frágil que lo conmovía y le vino a la mente la idea de que si a ella le sucediera algo grave no sabría a quién avisar.  ¿Adelaida tenía a alguien que se preocupara por ella?, ¿alguien a quien notificar si se enferma?, o ¿realmente estaba sola en el mundo?

De vez en cuando ella se removía en la cama y él se acercaba alarmado, no se reconocía a sí mismo, tan atento y preocupado por una mujer.

Adela y Vittorio llegaron con bolsas para cada uno, contenían desde ropa para dormir hasta ropa ligera para regresar a Italia al siguiente día.

Adelaida dormía profundamente y pasadas algunas horas, Javier rendido se acostó a su lado y cuando se despertó en la mañana ya Adelaida estaba levantada y vestida para el regreso, se sentó en la cama y le preguntó cómo se sentía, ella sonrió y le respondió:

            –Me siento bien y debo agradecerle todas sus atenciones.

            –No hay de qué, me alegra que estés bien, ¿ya desayunaste?

            –Aún no, estoy esperándolo.

            –De acuerdo, dame unos minutos por favor.

Adela y Vittorio tocaron a la puerta, Adelaida les abrió y se saludaron, los invitó a  pasar y cuando preguntaron por Javier les contestó:

            –Está tomando una ducha, acaba de levantarse.

Javier salió del baño con solo una toalla cubriéndolo de la cintura para abajo y Adela exclamó riendo:

            –Javier ya no estás en edad para que yo te vea semidesnudo y la última vez fue hace mucho.

Adelaida solo observaba su torso desnudo aun con algunas gotas de agua, sus brazos tan bien definidos, su hermosa espalda, bajó más la vista y vio su bien formado trasero –“Ay no, se le ve más firme que el mío, tengo que hacer ejercicios, yoga o algo” – pensó Adelaida quien ya sentía que el calor recorría su cuerpo y subía descontrolado, cerró los ojos y se fue a la terraza de la habitación, mientras oía a Javier disculparse:

            –¡Adela! ¡Vittorio! No sabía que estaban aquí, perdonen.

            –Por mí no te preocupes, venimos a buscarlos para desayunar y saber a qué hora quieren regresar para solicitar el avión –explicó Vittorio.

            –¿Les parece a las diez? Podemos desayunar y salir al aeropuerto.

            –De acuerdo.

***

Al estar de vuelta en Italia acordaron la hora en la que se juntarían para asistir a la gala benéfica de esa noche, se despidieron cordialmente y Adelaida fue con Javier a almorzar, ya que él le dijo que no permitiría que se saltara ninguna comida porque realmente se había preocupado al verla tan decaída, ella se estremeció, le agradeció y lo siguió al amplio comedor de la villa, una vez instalados en la mesa, Adelaida quiso saber:

            –¿Adela y usted se conocen desde hace mucho?

            –Vittorio y Adela me conocen desde que era un niño de cinco años.

            –Oh, no me lo hubiera imaginado.

            –Vittorio es mi asesor y socio en todos mis negocios.

            –¿Dónde viven sus padres jefe?, ¿están en Los Ángeles?

            –Yo no sé quiénes son mis padres –la voz de Javier sonó ronca, profunda y triste.

            –Perdone, no debí preguntarle, lo siento mucho.

Continuaron la comida en silencio, Adelaida profundamente afectada y consternada por la revelación de Javier Durán y él aterrado de sentirse tan abierto con Adelaida al punto de decirle su mayor secreto sin pensarlo.

Terminaron y salieron del comedor sin volver a hablar, cada uno se fue a su habitación. 

A las nueve en punto, hora acordada previamente para encontrarse, se reunieron en la entrada de la villa, él de esmoquin negro muy sobrio, elegante y espectacularmente bello, según la impresión de Adelaida cuando lo vio.

Ella en un precioso y largo vestido de organza en degradé, desde un gris muy claro en los hombros hasta un gris oscuro e intenso más cerca del dobladillo, radiante de belleza, Javier estaba muy impresionado, al fin habló:

            –Estás bellísima. –La miraba embelesado mientras le ofrecía su brazo.

Adelaida sonrió, agradeció el halago y lo tomó del brazo para salir del lugar.

***

El salón de la gala estaba lujosamente decorado, las mesas vestidas con mantelería muy fina, predominaban los colores blanco y dorado, grandes candelabros iluminaban el ambiente. A los pocos minutos de entrar se toparon con la elegante y hermosa pareja formada por Adela y Vittorio, se halagaron mutuamente y las damas se apartaron porque Adela le dijo a Adelaida:

            –En esta gala, esos dos aprovecharán de hacer negocios, así que nosotras nos podemos apartar y disfrutar de un buen desfile de modas si nos sentamos en un sitio estratégico, ya que esta es la ocasión apropiada para que luzcamos nuestros mejores trajes.

            –Sí, ya he visto varios que llamaron mi atención.

            –Ven, sentémonos aquí, vemos a todos y todos nos ven. ¿Cómo te has sentido?

            –Ya muy bien, perdón por preocuparlos.

            –No fue nada querida, hoy no dejaremos pasar ninguna bandeja –comentó graciosamente Adela.

            –Adela, Javier me dijo que los conoce desde que tenía cinco años y que él no sabe quiénes son sus padres.

            –Es cierto, es una historia un poco larga, pero creo que tenemos tiempo, te contaré: Vittorio y yo nos conocimos hace treinta y cuatro años, nos enamoramos inmediatamente, por mucho tiempo intentamos tener hijos, luego los médicos anunciaron que yo no podría concebir nunca, entonces decidimos adoptar, pero no queríamos un bebé recién nacido, queríamos un niño un poco más grande y que realmente necesitara un hogar, nos hablaron de un lugar en América con muchos niños sin familia y fuimos hasta allá, cuando vimos a Javier nos llamó la atención su mirada triste, aunque a la vez era muy dulce, no sonreía y estaba siempre como apartado de todos, apenas hablaba, lo elegimos enseguida, tratamos de cumplir con todo lo que nos exigían, sin embargo, cada vez surgía algo nuevo, nosotros no queríamos desistir, por lo que logramos un tutor legal americano y así nos permitieron encargarnos de ingresarlo a una institución donde lo educarían y cuidarían mientras crecía, lo visitábamos cada mes y en vacaciones y fechas festivas obteníamos un permiso especial para que estuviera con nosotros, pero siempre en Estados Unidos, terminamos comprando un apartamento en Miami para esas ocasiones.  Nunca pudimos formalizar la adopción, no obstante, Javier es como un hijo para nosotros y él respondió como esperábamos, fue un joven muy responsable, excelente estudiante y muy respetuoso, estamos muy orgullosos del hombre en que se ha convertido.

            –Pero su vida amorosa no ha sido muy estable, cuando lo conocí tenía una chica por día.

            –Debes reconocer que es sumamente guapo y ha ganado más dinero del que podría gastar en diez vidas, por lo que no le resulta nada difícil conquistar cuantas chicas desee, aunque creo que la causa de todo su comportamiento amoroso es que era muy niño cuando se enamoró de la hija de una empleada, yo siempre he dicho que ella lo alentó porque se notaba que bebía los vientos por ella y esa chica siempre lo apretujaba y lo besuqueaba, el día que su novio la visitó, Javier llegó de su paseo con Vittorio y la encontró besando a ese muchacho en el pasillo fuera del apartamento, Vittorio dice que sintió como Javier comenzó a temblar, luego corrió a su habitación y lloró desconsoladamente por horas, yo la despedí de inmediato ya que sabía que Javier no podría volver a verla.  Nos costó mucho que se recuperara y no le conocimos nunca una novia hasta ahora.

Adelaida sintió un impulso de sinceridad, pero solo dijo:

            –No soy su novia formal.

            –No etiquetes su relación, Vittorio y yo nunca nos casamos.

Anunciaron que servirían la cena y las parejas se unieron para pasar a su mesa; un par de horas después una orquesta comenzó a interpretar música bailable y Vittorio invitó a  Adela a la pista de baile, Javier lo imitó invitando a Adelaida a bailar, sus manos se unieron, ella puso su otra mano en su hombro y él con su brazo libre rodeó su cintura, se acercaron sus cuerpos y comenzó una danza melódica que los trasladó a un mundo de fantasías donde sus movimientos eran cada vez más sensuales, sus pulsos más rápidos y sus respiraciones entrecortadas develaban que había surgido el deseo entre ellos y que era cada vez más intenso.

Tras bailar varias piezas con la misma sensación, hubo un tácito acuerdo entre Javier y Adelaida, se despidieron de Adela y Vittorio, después se dirigieron a la villa, en la puerta de la habitación de Adelaida ella abrió, pero antes de entrar giró hacia Javier y le ofreció su boca entreabierta, él no dudó ni un instante ya que tenía mucho tiempo esperando ese momento, la envolvió con sus brazos mientras se apoderaba de esa boca que ella le ofrecía sin reservas, no hubo palabras, sus cuerpos se entendía perfectamente y se provocaban un inmenso placer, la noche no parecía suficiente para todo el deseo que sentían el uno por el otro.

Al fin, satisfechos, se durmieron abrazados y así los sorprendió la mañana, Javier la despertó cubriendo su rostro de besos, volvieron a amarse con frenesí, con ese deseo insaciable que sintieron la noche anterior, el timbre del teléfono los hizo recobrar la cordura, Javier respondió y Adelaida lo oyó decir:

            –No tenía idea de la hora, en treinta minutos estaré en tu oficina.

            –¿Qué pasa?

            –Debo verme con Vittorio, se suponía que nos reuniríamos a las ocho y son las diez, voy a cambiarme y saldré de inmediato, nos vemos en la noche y saldremos a cenar, no dejes de desayunar te lo ruego.

            –Bueno, tú eres el culpable de que aún no haya desayunado –acusó riendo.

Javier salió de la habitación y Adelaida volvió a acostarse, repasaba mentalmente lo sucedido y fue muy diferente a lo que había trazado en su plan.  Claro que eventualmente tendría sexo con Javier, pero iba a ser eso “solo sexo”. Por el contrario lo que había vivido fue mucho más intenso, en sus besos había devoción, delicadeza y pasión, estuvo tan pendiente de que disfrutara, tan cuidadoso y fuerte al mismo tiempo que la hizo sentir muy especial, ahora no se sentía capaz de hacerle daño, no quería salir de su vida, le gustaba mucho el hombre que estaba conociendo durante ese viaje, era amable, educado y sensible a pesar de su aparente arrogancia.

Salió de la cama y pidió que le llevaran el desayuno al cuarto, luego se cambió y se fue al área del jardín, disfrutó del agradable clima, leyó un poco y ya en la tarde comió algo de fruta antes de regresar a la habitación, seguía pensando en el origen desconocido de Javier Durán.

Javier le avisó cuando iba en camino, por lo que comenzó a arreglarse para esperarlo, durante la cena le comentó de los nuevos proyectos que tenía con Vittorio, ya que la fuente principal de sus ingresos es el desarrollo de nuevas empresas por lo que en los próximos días tenían que revisar una buena cantidad de planes de negocios, propuestas y solicitudes de inversión que recibían cada cierto tiempo, las analizaban y se reunían con los responsables, de esa forma decidían a cuál o cuáles empresas impulsar, siempre a cambio de participar en las mismas, por lo que formaban parte de muchos negocios en Europa y América que eran realmente exitosos y muy rentables.

De vuelta en la villa, Javier se encargó de saborear cada rincón del cuerpo de Adelaida quien se estremecía y gemía de placer, nuevamente se disfrutaron plenamente, sin reservas y sin prisas. Ella se entregó intensamente, sus miradas se cruzaron varias veces y en sus ojos brillaba el placer que sentía, él la recibió y dio todo de si por no perder ese brillo que noto en su mirada y que lo elevaba haciéndolo buscar más y más formas de hacerla gemir. Pero pronto recibió recompensa porque Adelaida lo hizo llegar a límites de gozo no conocidos por él, se rindió a ella totalmente. Adelaida hizo vibrar su cuerpo llenándolo de caricias y Javier se sintió como nunca, cuando cayeron sudorosos uno al lado del otro, cada uno pensaba que al fin había encontrado a la persona que quería en su vida para siempre.

Para el fin de semana harían una excursión las dos parejas, visitarían la Costa Azul de Francia, llegarían a Mónaco para luego ir a Saint Tropez, Cannes y terminar en Niza lugar de nacimiento de Adela y del que estaba muy orgullosa, les contó que gracias a Niza también amaba a Italia ya que hay mucha influencia italiana en esa ciudad, los llevó a recorrer varios lugares emblemáticos y dormirían en un pintoresco hotel donde disfrutarían de una abundante cena ítalo-francesa.

La siguiente semana también fue muy atareada, pero esta vez Javier involucró a Adelaida porque había muchas chicas con emprendimientos muy prometedores y él quería conocer las impresiones de ella con respecto a sus propuestas, resultó muy interesante para los socios el punto de vista de la chica y pronto estaba inmersa en las discusiones para establecer las estrategias a seguir en el desarrollo de esas nuevas empresas.

Javier y Adelaida no hablaban de lo que estaba sucediendo entre ellos, no se declaraban sentimientos, solo vivían su pasión, saciaban sus deseos y continuaban su relación cordial, aunque más estrecha, con más complicidad, se tomaban de la mano, se miraban y sonreían, Vittorio y Adela comentaban entre ellos que formaban una linda pareja, pero no se atrevían a decirlo, cuando les tocó despedirlos Adela abrazó a Adelaida y le señaló:

            –Espero volver a verte muy pronto querida Adelaida.

            –Gracias por toda tu atención Adela.

            –Javier cuídate mucho, regresa pronto por favor y trae a Adelaida –dijo Vittorio.

            –Javier –dijo Adela en el oído de él– creo que esta sí es.

Javier sonrió y besó a Adela en la frente, le dio un fuerte abrazo a Vittorio y tomó de la mano a Adelaida para subirse al avión que los regresaría a casa.

***

Catalino los recibió muy contento, les anunció que había preparado un menú especial de bienvenida y le agradeció efusivamente a Adelaida cuando ella le entregó varias bolsas con obsequios que le había traído. En un momento a solas le dijo:

            –Querida, llegaste y triunfaste, cuando el jefe llamó y me dio las instrucciones estuve sentado un buen rato sin poder cerrar la boca.

            –¿Cuáles instrucciones?

            –Ya todas tus cosas están en su habitación.

            –¿Qué?

            –Eres oficialmente la mujer del jefe, ¡qué exitazo!

Adelaida se sorprendió, no esperaba ese cambio, Javier no le mencionó nada solamente dispuso que vivirían juntos y ya.  Aunque a decir verdad, estaba que saltaba de gusto, pero debía aclarar un par de cosas, por eso fue a buscar a Javier enseguida:

            –Me enteré por Catalino que mudó mis cosas a tu habitación.

            –Así es, se lo pedí hace varios días, es absurdo que vivamos en la misma casa y durmamos separados, quiero amanecer contigo cada día.

            –Tengo dos condiciones.

            –Dímelas.

            –La primera es que sigo siendo tu chofer, no me quedaré aquí sin hacer nada.

            –De acuerdo –accedió sonriendo, ¿y la segunda?

            –No vuelvo a llevarte a “el sitio”.

            –No necesito volver a “el sitio”, no te preocupes por eso.

            –¿Somos exclusivos?

            –Yo no te compartiría con nadie.

            –Perfecto, ya somos dos.

            –Vaya forma de establecer una relación, jamás lo hubiera imaginado así –exclamó Javier.

Adelaida lo miró y sonriendo seductoramente se acercó a él y le preguntó:

            –Entonces… ¿estamos estableciendo una relación?

Javier asintió y ella lo besó largamente.

***

Cuando volvieron a la oficina se despidieron y Adelaida se ubicó en la salita de espera, allí llegó la espectacular morena que una vez pretendió que Adelaida manejara para ella y le dijo:

            –Aclárame algo chofer, ¿llegaste tomada de la mano de Javier Durán y se despidieron con un beso?

            –Sí, aclarado –respondió Adelaida y se alejó de la morena.

La mujer, no conforme, se fue directamente a la oficina de Javier Duran, al entrar le reclamó:

            –¿Qué fue eso con tu chofer?

            –Ahora es mi mujer.

            –¿Tu qué?

            –Sé que me escuchaste perfectamente.

            –Renuncio.

–Eres una empleada muy eficiente, pero no puedo retenerte contra tu voluntad, así que acepto tu renuncia.

–Eres un imbécil, vamos a ver cuánto te dura el nuevo capricho –exclamó y, una vez más, salió taconeando fuertemente por el pasillo.

Javier la oyó y pensó: “Adelaida no es un capricho, es mi mujer, mi amor y mi vida”.

***

Adelaida se había ido a la cafetería, desde que Javier le mencionó que no sabía de sus padres ha tenido la idea de averiguar, por su cuenta, qué pasó con ellos, sabía que necesitaba más datos y no podía pedírselos a él, así que decidió hablar con Adela y la llamó de una vez:

            –Hola querida Adelaida ¿cómo estás?

            –Todo muy bien Adela, quiero comentarte algo y saber tu opinión sincera.

            –Con gusto, te oigo.

            –Quiero averiguar sobre los padres de Javier, creo que merece saber su origen para estar más tranquilo.

            –En realidad nosotros no lo intentamos lo suficiente, preferíamos dedicar todo nuestro esfuerzo en hacerlo feliz.

            –Los entiendo perfectamente. ¿Tienes algún dato que pueda ayudarme a iniciar una investigación?

            –Te enviaré por mensaje el nombre de la institución donde estuvo desde antes de conocerlo, con su dirección, no sé si está la misma encargada porque era mayor ya, pero puedes comenzar por allí, ¿puedo pedirte un favor Adelaida?

            –Sí, por supuesto.

            –En caso de que descubras algo desagradable, ¿podrías no decirle a Javier?

            –Por supuesto, yo también prefiero dejarlo en la ignorancia si lo que descubra podría hacerle daño.

            –Muchas gracias Adelaida, mantenme al tanto.

            –Lo haré, hasta pronto.

Adelaida recibió los datos y se dispuso a investigar por internet y a recopilar toda la información posible sobre la institución para menores donde Adela y Vittorio vieron a Javier por primera vez.  Les escribió por todas las direcciones y contactos que encontró, haciéndose pasar por asistente de una firma de abogados que buscaba a Javier Durán, un posible heredero que había sido víctima inocente de personas sin escrúpulos, esperaba obtener resultados muy pronto.

***

Cuando regresó a la oficina de Javier la estaba esperando el encargado de las finanzas, quien la hizo pasar a otra oficina y le pidió que firmara una serie de documentos, ante lo cual ella preguntó:

            –¿Para qué es todo esto señor Maldonado?

            –Para que esté registrada en las cuentas del señor Durán y no tenga ningún inconveniente al usar las tarjetas de crédito o la chequera.

            –¿Yo voy a usar sus cuentas?

            –Sí señorita Puentes, tendrá acceso a todas las cuentas personales del señor Durán.

Esa demostración de confianza dejó a Adelaida agradablemente sorprendida, se disponía a ir a la oficina de Javier para agradecerle cuando recibió la llamada de Marcela.

            –Hola Marcela, ¿estás bien?

            –Sí, estoy bien, pero llevo mucho tiempo sin tener noticias tuyas.

            –He tenido muchas diligencias y estuvimos fuera del país.

            –¿Cómo así?, ¿ustedes volvieron a viajar juntos?

            –Sí Marcela, soy su chofer dentro y fuera del país.

            –Y ¿qué cuentas? ¿Ya lograste interesarlo?

            –Para nada, no te imaginas el desfile de mujeres.

            –Tendrás que insinuarte si quieres que se fije en ti.

            –Eso he pensado, así que ese será mi próximo paso.

            –No te estarás arrepintiendo ¿verdad?

            –Claro que no, es solo que es tan frío y distante conmigo que no he tenido oportunidad de nada, pero haré lo que dices, me insinuaré.

Marcela colgó la llamada y dejó a Adelaida con un sabor amargo en la boca, se sentía mal por mentirle, pero después de lo sucedido con Javier no tenía ninguna intención de alejarlo.

           

           

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