46.Arreglos sin romper
Cuando abrí los ojos la mañana siguiente, fui consciente de dos cosas. La primera, Nicolás no me había despertad con ninguna clase de atención y la segunda que ya había llegado el momento de hablar. No sabía cuál de las dos me aterrorizaba más, pero era necesario. Una vez me había dicho que no podía desatar el nudo sin saber cómo se había formado, y el de nosotros iniciaba en aquellas palabras no dichas.

Me levante con pereza, queriendo retrasar la conversación. En momentos como esos quería que la tierra me tragase y que no me escupiese nunca.

Me duche y quise morirme cuando al abrir la malea que me había empacado Tom no había ninguna prenda que me cubriera más allá de los pechos. Al final me puse unas bragas y me envolví en una bata de satín que me llegaba a la mitad de los muslos. No quería hablar con Nicolás medio desnuda, pero no podía hacer más nada.

Me fui directa a la cocina, un lugar donde debía encontrarlo y así fue. Vestido con un chándal y el pelo revuelto de la cama, Nic
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