Capítulo 4

PRESENTACIONES

BALTHAZAR

Adelante mi visita al rancho por que quería salir de esto, toda la semana estuve rumiando mis penas por venir a este lugar, ni siquiera quise salir de cacería con los chicos a buscar una mujer.

El rancho puede parecer un lugar idílico y mágico, así lo veía mi madre. Pero, no puedo verlo así cuando mi madre murió en esa casa, amando esos caballos, amando estas tierras, cuando murió mi padre y yo no pudimos volver. Hasta ahora.

El viernes mi rutina cambió y tuve que delegar muchas cosas de las que tenía prevista desde un principio hacerlo yo. No es que no confíe en nadie es que soy demasiado obseso del control y prefiero hacerlo yo.

Alquile una camioneta Ford Ranger Raptor de color azul, llegue a eso de las siete de la noche en un vuelo privado y ya me esperaba la camioneta con el dueño de la empresa y firme unos cuantos papeles para llevármela, luego maneje alrededor de dos horas y media para llegar a la mitad de las highlands, cuando llegue a la hacienda Las Colinas, todo estaba oscuro excepto una pequeña luz en la casa grande, eran casi las diez de la noche así que no le di importancia y abrí, las puertas de este lugar nunca tenían llave hasta que todos terminaban de llegar y como era viernes supuse que algunos trabajadores habían salido de juerga.

La casa se veía como siempre con las luces apagadas y lo prefería así, sentía una opresión en el pecho al recordar a mi madre caminar, bailar o tararear alguna canción.

Camine hasta la cocina y la opresión en mi pecho se fue por arte de magia al encontrarse un pequeño y redondo trasero metido en la nevera, ¿eso eran bragas de encaje negro?

Carraspee y vi su reacción al verme, creo que quería hablar en su mente en cambio dijo en voz alta que era un asesino y casi me parto de risa, era muy difícil estar serio a su alrededor. La interacción que tenía con ella era lo más emocionante que me había pasado en mucho tiempo.

—Hágame el favor de decirme que diablos hace aquí y ¿quién es usted? —pregunta molesta.

—Soy Balthazar Lennox y estás en mi hacienda, o tal vez me equivoque de hacienda —levanto las cejas y ve mis maletas y el traje y como que une los puntos.

Se relaja un poco aún así no baja la guardia pero, me tiende la mano y se la recibo educadamente sin dejar de ver su cuerpo descubierto.

—Mucho gusto Balthazar, soy Cassidy y yo cuido el rancho— se presenta.

—¿Siempre vas vestida así para trabajar?

—Solo cuando el calor es insoportable— replica.

No puedo evitar acercarme como un lobo a una oveja.

—¿Aquí no trabajan hombres? —pregunto intrigado viendo a todos lados.

—Trabajan…. Están en el bar de Boomer.

No se porque pregunto, aun así ella me responde.

—Entonces tenemos la casa para nosotros — mi voz suena baja y peligrosa.

—Estamos solos— me confirma, al parecer su desnudez no es un problema para ella.

Y no tendría porqué serlo, es mucho más baja que yo como por dos cabezas, tiene ojos rasgados y es de piel tan blanca como la nieve, su cabello oscuro liso y largo resalta muchísimo y tiene estos regordetes labios rojos natural que provocan morder, estoy a un suspiro de besarla, rozó mis labios con los suyos en provocación y suelta un sonoro jadeo que me tiene loco. Parece una muñeca frágil, una delicada flor de curvas pequeñas y malditamente hermosa, ese rostro inocente en forma de corazón pide ser corrompido.

Cuando estábamos en nuestro mejor momento, escuchamos una algarabía afuera, ella se cuela debajo de mi brazo y corre a lo que creo es el cuarto de la colada, cuando unos seis hombres irrumpen en la cocina.

—¿Quién eres tú? —pregunta un hombre un poco más bajo que yo con cara de muy malas pulgas.

—¿Qué hace aquí, amigo? —preguntan dos barajas repetidas al mismo tiempo un poco espeluznante si me preguntan.

—¿Eres sordo?— pregunta alguien más que está hasta el final que no logro ver bien.

Me cruce de brazo y no salí detrás de la barra para que no me vieran duro como una roca, a los pocos minutos sale de nuevo Cassidy con unos pantalones de yoga y una camiseta.

—¿Este tipo te hizo algo? — pregunta el hombre que hablo primero, supongo que pregunta porque ella está roja como un tómate.

—¡No! — exclama más fuerte de lo que debería y todos alzan las cejas sorprendidos —él es Balthazar Lennox, hijo del dueño del rancho las colinas— responde más calmada.

—¡Eres nuestro jefe! —dicen los gemelos.

—Solo vengo por unos días. Si puedo me iré el martes.

—Bien, no me gustan los extraños— exclama cada vez más malhumorado el hombre.

—¡Duncan! —lo regaña Cassidy— ya basta, es ridículo y te vas a quedar sin trabajo.

—Este, no puede quitarme nada.— me señala cuando habla.

—Este— replique enfadado— se llama Balthazar, señor Lennox para ti y puede hacer tu vida un verdadero infierno, amigo.

Se escucha un colectivo "uuuuuu" de parte de todos hasta Cassidy, el hombre que ahora se, se llama Duncan parece que nunca nadie le ha contestado así, se cruza de brazos y endurece la mandíbula, pero mantiene la boca cerrada.

—¡Bueno, ya basta! —Cassidy se ve irritada —vayan a dormir, mañana le toca a los gemelos quedarse en el rancho, los demás están libres.

—¿Solo llevaremos a los dos caballos? —pregunta uno de ellos.

Cassidy asiente y todos se dispersan y se van, ella es la única que queda conmigo en la cocina.

—Ven, Ceci arregló un cuarto para ti.

—Ceci..., ¿dónde está? —recuerdo a la adorable mujer.

—Vive a un par de granjas y viene tres veces por semana para limpiar la casa, en cuanto se entero de tu visita acomodo el mejor cuarto de la planta alta desde ayer.

Eso saca una sonrisa sincera y comienzo a caminar detrás de la mujer que hace rato besaba, debo estar volviéndome loco. Yo no hago estas cosas.

Llegamos al piso de arriba y estamos caminando y veo la primera puerta a la derecha y casi puedo escuchar a mamá cantando una de sus canciones, aprieto el paso y caminamos hasta el final del pasillo, a mano izquierda está lo que era mi cuarto antes.

—Aquí te quedas tú.

—¿Tú vuelves a bajar?

—No, duermo justo al frente.

Y sin más se gira y se mete en su habitación, no me dio tiempo ni de preguntar si quería pasar o tal vez terminar lo que empezamos en la cocina.

Seguro se me safo un tornillo o algo.

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