Los Juegos De Mi Cuñado
Los Juegos De Mi Cuñado
Por: Ravette Bennett
Epígrafe

PRESENTE

ANDREW CARSON

Entre en la oficina lo mas deprisa que pude, lo primero que hago es encender el ordenador y entrar al sistema de la empresa, rápidamente me arroja la base de datos en entradas y salidas de los últimos meses, reviso mis archivos con las pruebas suficientes para hundir la empresa que nos está pisando el cuello cuando la alarma de mi móvil, el segundo, vibra, respondo con los nervios en punta. 

—¿Dónde estás? —pregunta la voz femenina al otro lado de la línea.

Sin apartar la mirada de la pantalla, comienzo a pasar todos los archivos al drive, quedan cinco minutos, por lo que me pongo de pie y me asomo por la ventana. 

—¿Desde cuándo te importa?

—Desde que eres mi sangre —responde con altivez.

Su respuesta me hace soltar una ligera aunque sonora carcajada. No le creo nada, si por ella fuera, estaría muerto en este preciso momento.

—Tengo que colgar —expreso al darme cuenta de que la carga ya está finalizada.

—Espera… es importante…

Corto la llamada y apago el móvil, lo lanzo contra la pared haciendo que este se rompa, luego busco entre los escombros la memoria y la meto a un sobre que ya tiene destino junto con el pendrive, lo sello y lo escondo en un lugar donde sé que la persona indicada lo va a encontrar en caso de ser necesario.

Guardo las cosas, bajo las escaleras, cuando el sonido de un varias detonaciones hace que detenga mi paso, a lo lejos logro divisar cómo cinco tipos entran armados, acribillan a un caminante y cambio mi ruta, no conocen tan bien esta propiedad como yo, acelero el paso por un corredor que me lleva directo a la parte subterránea de este sitio, a lo lejos comienzo a escuchar las órdenes que gritan, el cómo destruyen seguro, cada parte con tal de encontrar lo que vinieron a buscar.

Entro a una especie de habitación que me lleva a un nuevo corredor, hasta que logro llegar a una parte de la casa trasera, salgo y subo a mi auto, enciendo el motor llamando la atención de dos tipos que cuidaban la entrada y que no dudan en disparar, logro salir acelerando, el ruido del rechinar de las llantas es lo último que escucho antes de alejarme, mi teléfono móvil no deja de sonar, mi prometida Emma ha estado muy insistente.

Sigo ignorando sus llamadas hasta que los pierdo de vista, en medio de la carretera, decido devolverle las llamadas y no tarda ni dos timbres en contestar.

—Andrew, por fin —su voz melódica hace que por breves segundos me olvide de lo que está pasando.

Si me preguntaran qué es ella para mí, diría sin dudar que es luz que ahuyenta mi oscuridad, lo que necesito en mi vida, pero… siempre hay un pero.

—¿Qué sucede? —la interrogo con impaciencia.

—¿Podrías venir a mi departamento? Hay algo que quisiera hablar contigo.

Miro a través del espejo retrovisor, una camioneta negra se acerca, son ellos.

—Ahora no, Emma.

—Es importante.

—¡Maldita sea, dije que no! —exclamo lleno de rabia—. ¿Por qué tienes que ser tan exasperante? No puedo y es un no.

—No tienes que ser un cabrón, ¿qué te pasa?

Cierro los ojos, no tengo tiempo para ella, no en este momento.

—Habla —demando, cosa que nunca hago con ella.

—¿Por qué me hablas de ese modo? Jamás me has…

—¡Qué hables! Joder —le doy un golpe al volante que me hace apretar el claxon.

—¡Estoy embarazada, hijo de p**a!

Las palabras me reviven, mi corazón se acelera, la felicidad toca mi puerta, no dura mucho, porque de pronto se ve opacada con la realidad y el saber lo que tengo que hacer me deja con un mal sabor de boca.

—Es un error —digo sin mirar el móvil, que permanece en altavoz.

—¿Qué? No es un error, estoy esperando un hijo contigo…ayer tu me prometiste..

—No puedes, no puedo —niego con la cabeza—. Yo, creo que lo mejor es que te diga la verdad.

Uno de los tipos comienza a disparar y esquivo.

—Escucha, tengo que colgar —me apresuro a decir sin darle tiempo siquiera a formular más cuestionamientos.

—Andrew…

—Olvida la propuesta, no me caso contigo, olvida incluso que nos conocimos —las palabras que se deslizan de mis labios hacen que sienta púas incrustadas en la lengua—. Aborta, porque no voy a estar ahí para ti o para esa cosa.

—¿Cosa? —su voz tiembla.

—Sí, esa cosa, no lo quiero, no te amo lo suficiente, todo fue un juego, no me vuelvas a buscar —es todo, cuelgo y acelero.

Dejan de disparar, pero aumentan en número, ahora son cinco autos los que me pisan los talones. No pierdo tiempo, estoy a nada de girar hacia una curva, cuando uno de ellos me alcanza, provocando que frene con el empuje, pero entonces es demasiado tarde, caigo por un barranco cercano al lago, cierro los ojos esperando mi destino, sabiendo que he tomado la mejor decisión, y aferrándome a la mirada dulce y a la voz de Emma.

Entonces todo se oscurece.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo