ALGUIEN REALMENTE TEMIBLE

Han pasado cinco días desde que llegue a Italia y en todo este tiempo he comenzado a tomar el control de todos los negocios de mi abuelo, al principio los socios con los cuales trabajaba no parecían tan convencidos de que yo me hiciera cargo, sin embargo, les demostré que soy tan apto como mi abuelo para estar al frente de todo, aunque, a decir verdad, no me importaba si estaban en desacuerdo, simplemente tomaría lo que por derecho me corresponde según palabras de Bellini. También he ido a visitar a mi abuelo quien permanece en estado crítico como desde el primer día en que llegue, por otro lado, Giulio se ha mantenido callado durante todo este tiempo no dejándome otra alternativa que deshacerme de él.

—Ya estoy cansado de que ese maldito no hable, hagámosle una última visita. —Les comento a Bellini y Flavio una vez que llegó de resolver unos cuantos problemas con unos revoltosos que deseaban tomar control de nuestro territorio.

Entramos a las mazmorras y al final de un largo pasillo, abro la reja donde se encuentra Giulio quien se ve bastante desmejorado, tiene tantos golpes que solo parece un pedazo de carne donde una vez estuvo su cara, sin mencionar que mis hombres lo han torturado a tal extremo en un intento por hacerlo hablar que ya no queda nada de ese arrogante hombre que me abrió los ojos.

—Pero que mal te ves Giulio y pensar que alardeabas de ser el nuevo Il grande capo, créeme que para llegarle a los talones a mi abuelo se necesita más que solo palabrería, pero dime ¿ahora si piensas hablar? —En cuanto me escucha hablar levanta la mirada y aún puedo ver un poco de arrogancia en sus ojos amoratados.

—Nunca niñito, lo mejor que puedes hacer es prepararte para cuando el verdadero heredero de todo esto te haga pagar con creces lo que le has robado.

—¿En verdad? No sabes cuánto estoy esperando porque ese momento llegue. —Sonrió socarronamente.

—Eres tan arrogante como el idiota de tu padre, y tan estúpido como tú verdadera madre que confió en quien no debía, en cuanto a la zorra de tu madre suplente creo que no heredaste nada por más que trates de alardear. —Sin pensarlo dos veces comienzo a darle de puñetazos.

—No te permito que hables así de mis madres, si bien no conocí a Katherina frente a mí la respetas y sí, ella confío en la m*****a de Maritza la cual no le llegaba ni a los talones, por otro lado, en cuanto a mi madre Lilibeth es mejor que te laves la boca cada vez que quieras hablar de ella.

—Esa pobre zorra que solo está con tu padre porque se ha visto obligada durante todos estos años, es una lástima que esa imagen de la casita feliz que tienes de tu familia sea una farsa, tu supuesta madre nunca ha podido amar realmente a tu padre y mucho menos a ti. —Cuando estoy por contestarle escucho como alguien corta cartucho seguido de un disparo el cual da en la pierna sana de Giulio, todos mis hombres y yo nos giramos, veo a mi madre con un arma en su mano y una mirada que nunca le había visto durante todos estos años, parece otra persona, alguien realmente temible.

—Así que tú eres el bastardo que le metió esas ideas a mi Alexandre. —Afirma mi madre mirando con desprecio al hombre que llora de dolor amarrado en su silla.

—Eres una m*****a perra, sabía que eras una bruja debajo de esa cara tan angelical que mostrabas al mundo, pero aun así te queda grande el nombre de La reina de la mafia, no eres nada com… —Escupe Giulio.

—¡Te he dicho que respetes a mi madre! —Levanto mi puño y le suelto un golpe donde tiene la nueva herida de bala, haciendo que se retuerza peor que hace unos instantes.

—Y lo que no sabías es que puedo llegar a ser peor cuando alguien se mete con lo que más amo, hablabas de Katherina por lo que supongo que también conociste a los Salvatore o ¿me equivoco? —Me sorprende escucharla hablar sobre esto, ya que en ningún momento escuché su llegada.

—Prefiero morir antes que hablar.

—Veo que eres un perro bastante fiel. —Le respondo rápidamente.

—Bien, si ese es tu deseo mándale saludos de mi parte al ruso, quien ya te está esperando en el infierno, donde pronto te alcanzará el supuesto heredero de todo esto. —Escucho la voz de mi madre y en cuestión de milésimas de segundo veo como la sangre comienza a emanar del pecho de Giulio a la altura de su corazón en cuanto la bala impacta en él, su cara demuestra miedo y dolor ante su inminente muerte, después de unos segundos Giulio da su último respiro.

—¡¿Por qué lo hiciste?! No debiste ensuciarte las manos con una escoria como ésta. —Le reclamo a mi madre en cuento me repongo por la repentina muerte de Giulio.

—No podía dejar que mi bebé cargara con esta muerte, además ese hombre no estaba dispuesto a hablar. —Sin pensarlo dos veces se abalanza sobre mí y me abraza, para después obligarme a bajar la cabeza y llenarme la cara de besos.

—¡Basta madre!, ¿Qué van a decir mis hombres de mí?

—No serían capaces de decir nada. —Acto seguido se separa de mí y observa a todos con una mirada bastante bondadosa, algunos cuantos tenían una expresión un tanto burlona, pero en cuanto se percatan de como los mira mi madre mudan sus expresiones y bajan la mirada avergonzados, mientras otros tantos la miran con evidente admiración, ahora entiendo perfectamente porque el abuelo la nombró La reina de la mafia, puede pasar de ser alguien temible a alguien realmente amable tanto así que nunca podrías desconfiar de sus verdaderas intenciones.

—¡Señora Carluccio!, que bueno verla y como siempre esperando el momento oportuno para aparecer. —La saluda Bellini quien le tiende la mano.

—A decir verdad, es que no es grato verte en estas condiciones, sabes a lo que me refiero; por cierto, veo que aún recuerdas el caso de Moretti. —Contesta después de estrecharse la mano con Bellini por unos segundos.

—Claro que lo entiendo; y como olvidarlo si fue gracias a ese último traidor que muchas desgracias comenzaron, pero también con el finalizaron; que alguien se encargue de limpiar esto. —Ordena a nuestros hombres para después salir de aquí y dirigirnos a la sala.

—¿Qué haces aquí madre? —Pregunto en cuanto nos quedamos a solas, ella me mira y frunce los labios.

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