Capítulo tres: Cínico

Habían logrado alejarse de los lobos unos cuantos metros, por lo que Arwen podía ayudar a la rubia y seguir corriendo como locas. Bianca dejó salir un quejido de su boca, tocándose la frente que sangraba levemente, a lo lejos se escuchaban los aullidos y gruñidos de los lobos, que sorprendentemente habían dejado atrás. Sin dilatar la espera y probar a la suerte, Arwen se acercó a Bianca,  pero el lobo azabache ya estaba  a su vista y fue el primero en alcanzarlas. Solo un segundo bastó para verlo en el aire cuando este se lanzó hacia ellas, con sus fauces abiertas de par en par mostrando esos dientes grandes y filosos listos para desgarrar el cuello pálido y quebrantable de la rubia (Que estaba tirada en el suelo) quien en respuesta ante lo que iba a pasar gritó, sin poder evitar que una lágrima cayera pos sus ojos, lamentándose a sus adentros morir a esa temprana edad y meter a ambas en esa situación. Espero el golpe, aun con los ojos cerrados por el miedo conto hasta tres, tomando valentía y paciencia para abrirlos, pero no pudo estar más impresionada al ver como la mandíbula del lobo se había encajado en el brazo de Arwen, quien estaba delante suyo, cubriéndola con su cuerpo. La cobriza se había interpuesto entre el lobo y su mejor amiga, mientras protegía su cuerpo y cara con los brazos siendo uno de esos dañados severamente por los colmillos del lobuno. El sentir las cálidas y espesas gotas de sangre recién salidas de su carne cortada, caminar alrededor de su brazo dejándose llevar por la gravedad, había sido lo más raro y asqueroso que pudo sentir en su vida. Los caninos del lobo aún enterrados en su piel rota se sentían fríos y molestos, y lo fue aún más cuando el animal comenzó a sacudir la cabeza para desgarrar mucho más su piel, apoyando sus patas firmemente en la tierra para mantener su postura dura y tensa. Un grito ahogado salió de su garganta al tratar de quitar al lobo de su brazo, estirando el que tenía libre por el pasto en busca de un arma con la cual defenderse, encontrando una roca que no pesaba más de un kilo, y haciendo un esfuerzo descomunal logró tomarla con su mano antes de golpear la cabeza del lobo negro logrando que este por fin le suelte el brazo con un quejido lastimero. Bianca al ver a su amiga libre, salió de su protección y le tomó la mano sana para comenzar a correr nuevamente, pero está vez en dirección a un árbol visiblemente escalable, la rubia subió primero para sujetar con firmeza a Arwen y ayudarla a subirse sin dificultades, la cobriza jadeaba y se quejaba por lo bajo al rozar su brazo con la corteza exterior del árbol cuando subía por sí sola algunas ramas, apenas pudieron estar fuera del alcance cuando el lobo salto al árbol dispuesto a atraparla.

—Dios, Arwen…estás sangrando mucho.—Murmuró mirando la herida en forma de mordida que tenía su brazo, muy cerca de la muñeca. Bianca miró para todos lados al escuchar el sonido de suaves pisadas rápidas y los arbustos moverse bruscamente, aunque solo podía apoyarse contra una rama incómoda y esperar a que esos lobos no supiesen trepar árboles. Lo terrorífico era ver como el líder de la caza rasgaba sus garras en el árbol por tratar de subir una y otra vez con energías de sobra. 

—No es nada ¿Tienes tu teléfono?—Preguntó mirando a su alrededor, Bianca miró su chaqueta y sonrió al sacar su celular medio intacto por la secuencia recién vivida—Genial, trata de marcar el número de la policía o a tu padre, en estos momentos son los únicos que pueden llegar aquí sin perderse, cuando lleguen ahí pediremos a la ambulancia…estoy segura que no me desangraré.—Medio ordenó tomando un pedazo de tela que acababa de romper de su remera y ponérsela sobre la herida para detener levemente el sangrado mientras que con el otro pedazo se hacía un torniquete—Si ves que paso más de ocho minutos con esta cosa avísame…no quiero perder mi mano por esto y realmente no estoy tal lúcida como para contar los minutos yo misma. 

—Esta bien, no te preocupes yo me encargare de eso. Solo…no te duermas.—Tomó su celular sin mirarla, probando suerte para ver si prendía, dio un grito cuando este se encendió mostrando que aún andaba, y sin desbloquearlo apretó para llamar en caso de emergencia pues era el acceso más rápido para momentos como esos. Mientras tanto, Arwen distraída dirigió su mirada casualmente bajo el árbol, tratando de enfocar su visión en algo, pues su vista desde hace unos segundos comenzaba a ser borrosa, por lo que, con esfuerzo logró enfocar bien al objetivo en movimiento, que no era más ni menos que el lobuno  asesino, sintiendo el miedo volver a su ser cuando sus miradas de diferente naturaleza chocaron nuevamente, haciendo que su corazón de un revuelco asustado al ver como el animal sin apartar su mirada cínica de  ella tomaba  como agua el pequeño charco de sangre que se había formado en el suelo con las grandes  cantidades de gotas que salían de su herida—Arwen…¡Arwen! No te duermas.

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