Un sol deslumbrante entraba por la ventana de la habitación, la noche anterior se había tumbado en la cama y se había quedado dormida al instante, se estiró perezosamente mirando el reloj en la mesita de noche al lado de su cama faltaban cinco minutos para las cinco. Se levantó tranquilamente se lavó los dientes y se bañó. Luego de ponerse otra falda de un blue jean ajustada que le llegaba más debajo de la rodilla y una camisa tres cuarta de tela de hindú que parecía que se la había pedido prestada a Políta la gordita se sentó en la mesa de la cocina, tenía flojera de cocinar así que abrió la nevera sacando una botella de leche y agarrando un paquete de seriales de la despensa junto con un plato.
- un desayuno especial – dijo sonriéndole a la caja Special K.
La puerta fue golpeada por cuatro toques firmes, nadie iba a visitarla tan temprano, aunque si lo pensaba bien nadie la iba a visitar, no tenía amigos ni muchos conocidos en la ciudad. Nerviosa pensó en no abrir pero se acercó cuidadosamente a mirar por el ojo de la puerta a ver de quien se trataba – rayos –pensó.
Él hombre en la puerta volvió a tocar – Dayla sé que estas allí, posiblemente estabas sentada en la mesa comiendo esos malditos cereales que te gustan tanto y ahora estas detrás de la puerta decidiendo, rayos ¿cómo este maldito viejo me encontró?
- Se te olvida que nunca maldigo o digo malas palabras – corrigió– ¿qué haces aquí Miguel?
- hablar, traje verdadera comida – la morena volvió a ver por el ojo de la puerta y el hombre levantaba una bolsa de papel.
Abrió la puerta derrotada, aquel hombre había sido un padre y tutor para ella al llegar a ese país pero era a la última persona que quería ver en ese preciso momento.
Él hombre pasó se quitó la bufanda y el abrigo poniéndolos en el perchero junto a la puerta, caminó a paso ligero y se sentó junto a la silla donde estaba sentada Dayla con su desayuno especial.
- te conozco bien – sonrió mirándola.
- La morena permanecía junto a la puerta mirándolo fijamente.
- mira te traje unos pastelitos de pollo con crema de cebolla como los que solíamos comer.
La morena caminó recelosa sentándose en donde estaba sentada minutos antes, el hombre sacó los dos pastelitos pegándole un mordisco a uno, el otro lo colocó encima de la bolsa de papel y lo empujó con la mano hacia donde estaba su plato.
- ¿a qué has venido Miguel? Porque no creo que después de casi dos años quieras venir a verme precisamente para comer pastelitos de pollo.
- ¿no puedo venir solo por querer comer pastelitos?
- No, no puedes – respondió enojada.
- ¿Por qué no?
- ¿vamos a comenzar a hacernos preguntas infinitamente a las cuales no vamos a contestar y comenzaremos a mentirnos?
- ¿por qué eres tan fría conmigo? He venido en son de paz.
Suspiró dándose por vencida, lo conocía desde hacía mucho y sabía que no valía la pena seguir con ese juego – ¿de qué quieres hablar a ver?
- solo quiero saber ¿cómo éstas, que has estado haciendo, cómo ésta tu salud?
- bien no me quejó – respondió metiéndose una cucharada de cereal en la boca.
- ¿segura? – dijo metiéndose el último bocado de pastelito.
- Completamente – aseguró.
- ¿en qué trabajas? – preguntó parándose de la mesa a recorrer la estancia.
- ayudante de contaduría.
- ¿tú ayudante de contaduría? – volteo a mirarla mientras revisaba la despensa de la cocina.
La morena seguía comiendo sus cereales tranquilamente mientras él la interrogaba.
- ¿qué tiene? Solo hay que aprenderse las fórmulas y las clasificaciones de las cuentas lo demás es un paseo.
- por supuesto ¿qué es esto? – Tomó una de las cajas de pastillas que estaba sobre la nevera.
- pastillas – respondió levantándose, poniendo en plato en el fregadero y abriendo la despensa colocando la caja de cereal.
- ¿te estas drogando?
- esas no son drogas
Volvió a la mesa, agarró la botella de leche y volvió junto a él – ¿me darías un permiso? – el hombre se hizo a un lado permitiéndole meter la botella dentro de la nevera.
- ¿para qué tomas eso?
- ansiedad
- ¿desde cuándo?
Esa visita la estaba le estaba poniendo los nervios de punta y ni siquiera había ido a trabajar, necesitaba acabar cuanto antes con ella, le quitó la caja de las manos sacó un blíster, exprimiendo una pastilla se la metió en la boca y tragó.
- desde que Evan desapareció.
- ¿desapareció? ¿Estas convencida de que él desapareció? ¿Sabes si está vivo? ¿Has tenido alguna noticia de él? ¿Alguno de su cuadrilla ha intentado contactarte?
- esta conversación se acabó, gracias por la visita ya es hora de irme a trabajar y es tu hora de tu irte.
Él hombre caminó hacia la entada, se colocó su chaqueta y tomó la bufanda abriendo la puerta y saliendo
- ¿sabes que puedes venir a trabajar con nosotros cuando quieras verdad? Puedes entrar por la puerta grande y salir cuando quieras no tienes nada que ver con él ni porqué esconderte – dijo estando afuera
- lo tendré en cuenta – respondió cerrando la puerta frente él.
Faltaban diez minutos para 700 cuando entró a la oficina, el piso estaba casi vacío, se sentó en su escritorio haciéndose la mentalidad de que ese sería un buen día y si no era así tendría que soportarlo hasta que encontrara como callar al jefe.- Deberías buscar algo sucio y hacerlo público – sugirió la conciencia – claro para que él le diga a cualquier persona nuestro paradero y vengan buscando a mi magnifico marido – pensó con fastidio – ¿aún lo llamas marido? Ese imbécil nunca sirvió para nada, podías hacerle lo mismo a Arturo, desaparecerlo. La morena sacudió la cabeza estaba volviéndose loca, tomó una carpeta de la gaveta del escritorio y la calculadora, poniéndose a sacar cuentas.- ¿Dayla? – la pelirroja asomaba la
Luego de estar adentro fue directamente al baño, se encerró en uno de los cubículos sentándose en el váter. Sonrió al pensar las condiciones en las que estaba – ayer entraste porqué tu jefe te violó con tu consentimiento y hoy estas aquí porqué le fracturaste la nariz, buen trabajo estas prosperando ¿Qué será mañana, lo mataras? – querelló la conciencia. Se llevó las manos a la cabeza suspirando, tenía que llamar a Miguel él la ayudaría – claro, también te hará miles de preguntas sobre Even, te disuadirá de volver, mamá y papá y un montón de mierdas que tú sabes que…- Miercoles déjame pensar – dijo en voz alta soltando al fin las lágrimas. Después de haberse descargado de la frustraci&o
Luchó un buen rato en contra de dormirse, teniendo poco éxito. Podía escuchar todo a su alrededor, pero sus ojos estaban pesados se sentía como si estuviera volando – benditas pastillas – pensó ¿Cómo se le había ocurrido tomarse tantas? Si una la relajaba sin problemas.- Leila ¿estás bien? Chica despierta que me estas preocupando – escucho decir a la rubia. Su nombre no era Leila pero ¿qué caso tenia corregirla? Intentó abrir los ojos pero los sentía más pesado que la última vez que lo intentó, pero podía hablar o eso creía.- Estoy bien, solo son las pastillas que me tomé para la ansiedad – dijo con voz condensa pero lenta.- Vaya, eso me tranquiza un poco, está bien descansa estoy aquí a tu lado por si necesitas algo.&
Tom se retiró y Dayla quedo con la hermosa rubia la cuales sentó a su lado y le entrelazó el brazo. Le caíste bien a mi primo, no suele invitar a nadie a estar con nosotros, me siento emocionada creo que seremos buenas amigas, ¿quieres tomar algo? – Alise hablaba con fruición.- No creo que sea buena idea aún estoy un poco mareada por las pastillas.- Cierto, las pastillas – afirmó – pero podemos tomar algo que no sea alcohol, quiero conocerte eres muy hermosa, me gusta tu color de piel, yo siempre me bronceo y nunca quedo de tu color, amo ese tono, es como un canela pasión. La morena sonrió ante el comentario, Alise parecía una chica extrovertida y vivaz, tendría que tener unos veinte pocos años, aunque ya se había dado cuenta que debía ser muy cautelosa a la hora de decirl
Alise volvió a donde estaban ellos parados y éstos dejaron de hablar, la conciencia le gritaba a Dayla que lo que quería hacer era un terrible error, que lo que necesitaba era apegarse al plan, guardia baja y pasar desapercibida y aunque hasta ahora ese plan no había salido bien pero era lo más sensato. Piero estaba en el clan de Even, fuera culpable o no andaba en las movidas, lo había conocido hace un tiempo no tenía la certeza de que era una persona de fiar. La pareja la acompañó a su automóvil, la morena se montó sin decir una palabra, la proposición del chico le daba vueltas una y otra vez en la cabeza, nueva vida, nuevo comienzo había dicho, eso era lo que pedía desde hacía muchos años.- ¿Qué tienes planeado hacer mañana? – preguntó la rubia toc&aacut
La adrenalina del momento se le estaba agotando, comenzó a sentir un fuerte dolor de cabeza y ganas de vomita; Una ambulancia pasaba cerca se detuvo al ver la la multitud uno de sus ocupantes bajo al auxilio del accidente, este hizo seña y otro par de sujetos bajaron de la ambulancia a ver que sucedía y miraron a la chica parada al lado del auto sujetándose con una mano en el auto destrozado, las personas alrededor hablaban todos a la vez así que uno de los hombres de la ambulancia alejo acercándose a ella- Señorita ¿Se encuentra bien? La conciencia que reaccionaba más rápido que ella dijo en su mente - Mi automóvil acaba de dar vueltas en el aire zopenco, ¿te das cuenta cómo está? ¿Cómo jodelines vas a preguntar si estoy bien? – Estoy bien – respondió la c
La pelirroja salió de la habitación dejando a Dayla y al hombre solos. La morena echó la cabeza hacia atrás apenas poniendo la cabeza en la almohada tenía un fuerte dolor de cabeza propiciado por el golpe, cerró los ojos y respiró profundo, se sentía nostálgica necesitaba escuchar la voz de su padre diciéndole que todo estaría bien.- Sé en lo que estás pensando, los encargados del hospital los llamaron pero ninguno contestó, por eso me llamaron a mí, no sabía que me tenías como familiar – ella cerró los ojos con más fuerza tratando de evitar que cayeran las lágrimas.- Nena – dijo el hombre parándose de sillón, ubicándose a su lado y tomándole la mano – quiero que sepas que estoy a tu lado, confía en mí para lo que necesites.
Era la tarde del segundo día luego de muchos exámenes Dayla fue trasladada a su casa acompañada por Aileen y Piero. Miguel aún no confiaba en el chico y así que le había ordenado a la chica que cualquier cosas extraña que viera en él no tuviera repelos en clavarle una bala en la cabeza.- Gracias por traerme pero no es necesario que ninguno de los dos estén aquí – dijo cuándo apagaron el auto en el estacionamiento del departamento – puedo cuidarme sola.- Puedes verlo como un apoyo – contestó Piero alejándose – subiré a ver si esta todo despejado – le dio un giño a Dayla entró por la puerta del edificio.- ¿confías en él? – preguntó la pelirroja cuando ya no se veía.- Nos presentaron hace años, no tengo dudas de que en ese