MICHELLE—¿Qué paso con mis acompañantes? —pregunto disimuladamente sobre el paradero de su alteza.—El Príncipe regreso a Ishrán porque lo solicitaba el rey Rivas. Los caballeros se marcharon con él, pero dejaron a Selina para que te escoltara —responde Analu. Su semblante serio no me dice más nada.—El Príncipe es un desconsiderado. En todo el mes que estuviste durmiendo no se apareció, ¡Y así dice amarte! ¡Yo que tú le restriego en la cara una vez más tu inexistente amor! ¡Eso le enseñara a apreciarte, Hermana! —espeta Priscy con aparente rabia. Me sonrojo al escuchar pronunciar en la boca de otra persona que El Príncipe me ama.—Priscy, cuida lo que dices. Michelle no debe enterarse del poco interés del Príncipe hacia ella —rebate Delila con suma seriedad.—¡Pensé que me defenderías! —refunfuño. Delila es tan cambiante. Puede ser amable y cruel en intervalos de segundos.—¡Yo opino que se está haciendo el interesante! —Isabela levanta la mano para hablar. Quiero morirme—. Como sab
MICHELLEEntramos a Ishrán. Hay cientos de pancartas anunciando la aparición de las diosas ancestrales. De los techos cuelgan guirnaldas confeccionadas con flores de distintos colores, en las calles los bazares regalan comida y venden productos para orarles a las diosas. Los mercaderes están haciendo negocio con esto, es increíble. Lo más disparatado es que los pueblerinos lo compran; veo a muchos con rosarios, hierbas y velas. La celebración es claramente evidente. Todos sonríen y lucen emocionados. No reparan en esconder su felicidad.—No sabía que la gente adorara tanto a mis hermanas —comento con el rostro cubierto bajo la capucha negra.—Yo tampoco… —dice algo perdida—. El sabio me contó que son consideradas las creadoras de este mundo.—Pero ellas no lo crearon.—¿No? Bueno, eso fue lo que escuche. —Nacimos con un gran poder mágico y con el tiempo se nos consideró una deidad; sin embargo, no éramos más que magas. Me pregunto si así será con todos los seres que se les confiere e
MICHELLECuando llegamos al castillo, Selina me dice que dejemos las túnicas en la entrada. Me deshago de la prenda que había ocultado hasta ahora mi uniforme. No negaré que me siento libre.Selina me conduce a la habitación del sabio. Al entrar lo encontramos en la misma posición de siempre, sentado en el sillón hojeando un libro. Sonríe ampliamente al verme.—Michelle, ha llegado el día de tu partida. He de suponer que estas contenta —cierra el libro.—Sí, no puedo creer que al fin me voy —hago una pausa y prosigo—. ¿Usted sabía que yo era la reencarnación de la diosa Ilse?—¡Chiquilla! ¡No soy un oráculo! —exclama risueño mientras acaricia su barba abundante—. Intuí que tenías un gran destino; aun así, mis teorías no se acercaron ni un poco a la verdad. Quede impresionado con la noticia; pero basta de hablar de ello, Marcus debe estar en camino, se le aviso que estarías en mi oficina.Selina se interpone entre nosotros y extiende el brazo de forma extraña frente al sabio.—Sabio… a
MICHELLEYa adentro, el castillo es un chiquero. Hay raíces de árboles por todas partes. La pintura de las paredes está caída, los objetos están desperdigados por doquier y la humedad está presente. Al parecer se abrió un hueco en el techo y la lluvia ha estado regando a las plantitas que se han colado en el interior. Hay charcos empozados y suelos recubiertos de hierba. Siento que todavía estamos en el bosque, el suelo de mármol es apenas visible.—¡Esto es un asco! —exclama Gracie.—¡Isabela, te dije que debías amaestrar sirvientas! ¡¿Cómo limpiaremos todo este desastre?! —Priscy se jala los cabellos rubios.—¡Cállense! ¡No ven que tenemos visitas! —Delila las regaña. Aún no sale de modo Destrucción. Suelto un suspiro y su rostro se vuelve angelical—. Príncipe, te llevaré donde están los tesoros.—Primero el portal —dice tajante.—Oh, cierto. Debes querer despedir a nuestra Michelle —posa la cabeza sobre la mano. Su gesto da a entender que le ha causado ternura su petición.El Prínc
MICHELLEAlguien mece mi brazo, mis ojos se abren y veo a la persona causante de que mi siesta haya sido interrumpida.—Michelle, ya estamos en descanso —me informa Lina, parada aun lado de mi pupitre.—Que sueño tenía. Ayer no dormí casi nada —levanto los hombros y me estiro.—Porque te acuestas muy tarde —menciona burlándose de mis ojeras—. Voy a la cafetería, ¿Quieres algo? —niego con la cabeza.—Te espero en el pasillo —me levanto del asiento y salgo del salón.Apoyo los codos sobre la baranda de concreto. Observo a los estudiantes en el campo de futbol, a los grupos de amigos que se reúnen en las bancas a chismosear y a los que se dirigen a comprar su merienda.Ha pasado un año desde que desperté del coma. Me caí del tercer piso y tuve una grave contusión. Durante el tiempo que estuve dormida, mi alma viajo a otro mundo. A un mundo mágico y medieval. Viví aventuras inolvidables, conocí gente maravillosa y me enamoré. Aún puedo recordar todas aquellas vivencias. Me pregunto si no
MICHELLE—¡Michelle! —llama mi mejor amiga. La observo un poco agitada—, ¡Te estaba buscando! ¡Ya va a empezar!—¿Ya? Pero quiero ver las otras presentaciones. A nosotros nos toca más adelante, así que no creo que haya apuro —espeto, esperando que Lina se convenza y me acompañe.—Tienes razón —responde despreocupada—. Yo también las quiero ver. Además, hemos conseguido el mejor lugar, si nos vamos ahora, seguro nos lo roban —hace un puchero.—¡Exacto! En el receso regresamos a nuestros lugares.Algo que me encanta y disfruto mucho es la semana conmemorativa de la escuela, en la cual, se celebra el aniversario del colegio y se realizan distintos eventos sociales. Lo que más me gusta es el reinado, cada promoción escoge una reina y realizan una barra animadora. A esto se le suma el arreglo
MICHELLEPestañeo lento y diviso un rayo de luz que me ciega la vista. Abro los ojos de a poco; y cuando por fin los termino de abrir, me percato que estoy rodeada por grandes árboles coposos. Advierto el vasto horizonte con el sol en lo más alto del cielo turquesa. La hierba debajo de mis piernas me causa cosquillas.—¿Estoy en el paraíso? Parece que morí de verdad —comento en voz alta mientras una sombra arriba mío me nubla el sol.—¿Estás bien? —pregunta una voz masculina y me doy cuenta que un chico aproximadamente de mi edad, está observándome. Me quedo un rato viéndole, sus ojos azules clavados en mí me hipnotizan, su cabellera rubia le cae a los hombros y brilla con el sol. Posee facciones delicadas que le dan una apariencia de chico de alta clase. Vuelvo en mí, rápidamente me reincorporo.
MICHELLEPaso las rejas, no puedo creer lo que mis ojos me muestran. Definitivamente, viaje a la época medieval. Suelos empedrados, casas de madera y mampostería, pequeñas callejuelas que nacen de la calle principal, la cual, es un tumulto de gente que no se detiene, la mayoría se reúne en pequeños bazares, donde venden distintos productos, extraños a mi parecer. Todos visten ropas extrañas. Las mujeres vestidos largos y plegados con mangas largas y coronas decoradas con flores. Los hombres, por otro lado, utilizan jubones y algunos andan en capuchas.Mi ropa desentona con el lugar, creo que estoy mostrando mucha piel. Ahora entiendo porque el guardia me miraba como bicho raro.—Llamas mucho la atención —comenta Thrall y noto un tono burlesco en su voz.—Mi ropa. Aquí se visten muy raro.—¿En tu pueblo no se visten como nos