VII

En menos de un parpadeo habían pasado dos semanas, toda su dinámica había cambiado por completo de manera repentina. Había terminado definitivamente su relación con su novio y trataba de aparentar estar bien delante de las personas esforzándose para reír.

La primera semana logró mantener la fachada, pero al pasar el tiempo no pudo esconder más lo que estaba soportando ni lo que arrastraba tras de ella. Varias veces sus amigas habían intentado subirle el ánimo sin cambiar nada.

Su ex seguía volviendo a verla intentando reconciliarse y tratando de convencerla con obsequios, la semana anterior a esa había llegado con un ramo de rosas y ella lo ignoró, se había acabado, eso era todo para ellos.

Durante el último par de días había comenzado a asistir a terapia para sobrellevar mejor las cosas, pero no retomaba del todo el control en su vida. Las sesiones eran para permitirle volver a dormir, cosa que le había sido difícil desde el funeral.

Durante las noches tenía inexplicables sueños confusos y no conciliaba poder permanecer en cama.

había estado soñando cosas similares todas las noches, un campo verde lejos de ella y rodeada de una llanura gris de los yermos, intentando avanzar pero una cadena en su cuello se lo impide atándola al oscuro abismo de una tumba abierta, y tiene miedo de atreverse a mirar que hay dentro.

Cerca de la décima tercer noche desde la muerte de Haley, en la tumba abierta del abismo vio a Lucyan, envuelto por las cadenas que lo atan desde los brazos, estaba suspendido en la oscuridad y llevaba envuelta en su cuello la cadena que salia arriba hasta la tierra frente a los pies de Sophie y llegaba al cuello de ella como un collar.

La noche anterior había sido su hermana hecha de piedra lo que estaba en la entrada de la tumba al abismo, sentada en la orilla contemplado la llanura desierta.

«Recuerda que debes dejar ir, tienes que aceptar que se ha ido» resonaron las palabras de la terapeuta en su cabeza, todo lo que su sueño orientaba era que había permanecido atada a un peso emocional ligado con su hermana.

Lo inexplicable era la presencia de Lucyan en ellos, atado al otro extremo de esa cadena colgante sobre las fauces de ese abismo. Nada tenía sentido desde que vio por última vez a Haley en aquél ataúd.

Su calidez ya no estaba por ninguna parte, sencillamente su corazón se había ido, todo por cuanto vivía riendo y feliz por siempre, se había acabado. Veía como poco a poco, lenta y gradualmente la vida se marchitaba apagando todas las luces que vuelan a su alrededor.

Llevada lentamente por sus pies, caminaba desde su habitación hasta la ventana en la sala donde se sentó a mirar las nubes, sus movimientos eran apagados y lentos, no podía sentir nada en absoluto, solamente un nudo pesado en su pecho.

Volvió a caminar sin rumbo llegando a la cocina, cuando estuvo frente al grifo para llenar de agua un vaso lo miró de forma distante, estaba perdida, su mirada se hallaba hacia ningún lugar específico incapaz de enfocarse en nada.

La noche anterior había despertado con lágrimas en los ojos tras su pesadilla y no pudo volver a dormir.

Dejándose caer lentamente se hincó de rodillas, reposando su frente en el borde de la mesa, cerró sus ojos y quedó allí sin moverse, al fondo se escuchó como el tono de llamada de su teléfono rompía el silencio, lo dejó sonar hasta que terminó la llamada.

Cuando tomó su teléfono vio que un aviso en él le decía "memoria llena" ya había recibido muchos mensajes y aún no contestaba a ninguno. Cuando comenzaron a llegar más mensajes los borró todos y se quedó en el sillón en su sala escuchando los nuevos que llegaban, uno a uno los fue escuchando, sus amigas le habían dejado otros quince mensajes.

—Sophie, soy Doria, yo... Bueno, solo quiero saber cómo te encuentras y saber que estas bien, Lana y yo nos preocupamos mucho por tí, estamos de verdad muy preocupadas, llamamos, ¿sí? Queremos saber cómo estás.

Ya iban algunos días desde que dejó de hablar con sus conocidos, la depresión en la que había caído la hizo aislarse de todos. Durante esos últimos días no había ido al estudio y sus amigas la llamaban cada día esperando que conteste.

La tarde comenzaba a caer cuando alguien tocó a su puerta mientras estaba recostada junto a la ventana abrazándose a sus rodillas, se giró en silencio donde estaba para ver en dirección de la puerta sin moverse de su lugar hasta que escuchó a alguien hablarle.

—Sophie... —murmuró una voz femenina al otro lado de la puerta—, ¿podrías decirme si me oyes?... —Reconocía la voz de Lana y por un segundo su reacción fue la de hablar para contestarle, pero de inmediato se detuvo.

Guardó silencio con una expresión indecisa sin lograr hablarle, se aferró a sus rodillas envueltas contra su pecho sintiendo que se ahogaba evitando sollozar.

—Sophie, se que estás ahí... —dijo nuevamente Lana—, y si no vas a responder está bien, pero aun así espero que me escuches. Nos preocupas mucho... Hace mucho que no te vemos salir de tu departamento. —Sophie estaba en silencio sintiendo que las cosas se hacían pesadas, permaneció como se hallaba mientras su amiga hablaba al otro lado de la puerta.

»No sé qué decir o hacer para que te sientas mejor, no sé cómo suavizarte las cosas, lo que pasaste fue una dura pérdida lo sé, también sé que lo último que quieres es que venga para recordarte algo como eso, pero... Escucha Sophie, tú de verdad nos importas y nos duele verte así.

—Intentaremos estar ahí para lo que necesites sin importar que... Si necesitas algo, puedes decirnos... Así que por favor, no sigas con esto tú sola, puedes contar con que te apoyaremos. —Para ese momento Sophie se hallaba mordiendo la tela de su manga para silenciar los sollozos.

Escondía su cara en las rodillas antes de volver a mirar hacia la puerta y levantarse para ir a abrir, dudó por un instante, pero abrió mientras aún tenía algunas lágrimas bajando por su mejilla. Lana se hallaba frente a ella cuando Sophie la rodeo con los brazos.

La dejó allí unos segundos mientras reaccionaba devolviendo el mismo gesto para Sophie. La acunó en sus brazos envolviendo con fuerza su agarre.

—Escuché de las chicas que te invitaron a vernos en el café de siempre, deberíamos ir —susurró después de un rato con voz materna, Sophie le asintió sin responder mientras la seguía abrazando.

***

La campanilla de la puerta sonó atrayendo a atención de las dos mujeres que se hallaban sentadas en una mesa charlando algo cabizbajas cuando vieron entrar por la puerta a Sophie, se hallaba junto a Lana.

Vestía con unos jeans negros y un suéter rojo, traía un abrigo de color marrón y un gorro de tela similar. Todavía se veía algo deprimida cuando llegó a la mesa donde sus amigas la esperaban. Parecía que verla les mejoró el semblante.

—Lamento la tardanza —murmuró con voz ronca, no parecía haber hablado en días. Haciéndose lugar en la mesa junto a Lana, dio un suspiro antes de verlas a todas por igual, se hallaban expectantes mirándola, era como si esperaran para hablar con temor de decir algo que fuera contraproducente.

»Perdón por tenerlas preocupadas —susurró encogiéndose un poco en su abrigo.

—Descuida... Aquí estamos —contestó Lucy.

—Queremos que mejores. —Lana se hallaba dándole un sorbo a su café antes de comenzar a buscar algo en su celular—. Pensé que podríamos ir a dar un corto paseo, si no te opones.

—¿Qué piensan hacer? —Por un segundo se quedó mirando a las mujeres que se vieron con una mirada de duda entre si antes de responder.

—Bueno, no pensamos nada concreto aún, pero... Creo que un paseo no suena mal —le respondió Doria acomodándose en donde estaba sentada.

—Esta bien... —decía sin mucho animo y permaneciendo con la mirada perdida dejándola volar lejos.

—Eso no va a servir —se quejó Lana, pasando una mano por su melena rubia—. Doria tú la oíste, ¿no? La escuchaste decir ese "esta bien" —La morena delante de ella asintió, luego se volvió hacia Sophie—. Lo dices como si no fueras un ser vivo, estas un poco apagada de tu conciencia.

—Perdón... ¿Qué quieres que haga? —se excusó Sophie escondiendo su decaimiento.

—Que nos dejes ayudar, desde lo que paso con tu hermana casi no has hablado del tema.

—Lana tiene razón deberíamos salir mas seguido entre nosotras, talvez eso ayude, además Lucy vive cerca de tí, podemos ir a pasar tiempo contigo en su departamento —le decía Doria envolviendo su índice en un mechón de su oscuro cabello.

—Si en mi depa... ¡Oye! ¿Por qué en mi departamento? —se quejó cuando captó bien lo que iba a decir.

—Tú vives más cerca, son vecinas.

—Pero no quiere decir que puedan todas las veces, mi casero me echará si recibo una queja más, no me opongo a que sea en el mío, pero no puede ser siempre.

—Oigan estamos hablando de Sophie ¿recuerdan? —habló Lana antes de volverse hacia Sophie—, aún debe ser difícil hablar sobre volver al estudio.

—Creo que aun es un poco temprano para sacar a conversación ese tema —respondió Sophie—, ahora mismo no quiero tocar ese diálogo.

—Hablemos de otra cosa, cualquier cosa, pero algo que pueda distraerte de no pensar en eso. Hablemos de algo más como... —Se quedó pensando un momento antes de completar la frase—. ¿Has pensado que hacer para este fin de semana?

—En realidad no pensaba hacer nada. —Se miró los dedos de las manos.

—Excelente, debes mantenerlo así. No hagas planes esta semana —se apresuró a decir Doria—, nosotras nos haremos cargo de llenar tu agenda, no reserves planes porque te mantendremos ocupada.

—¿Qué?, pero... —El sonido de su teléfono la interrumpió y se detuvo a ver de quién se trataba—. Lo siento, es mi ex de nuevo... —dio un suspiro y frunció los labios al ver que le había escrito de nuevo.

—¿Qué dice? —preguntó intrigada Lana. Sophie ignoró el mensaje y guardó su teléfono.

—En este momento no tengo tiempo de escuchar sus quejas, ha estado pidiéndome que volvamos y después de lo que ha pasado no tengo los ánimos para dirigirle alguna atención al tema, tampoco cómo decirle otra de tantas veces más que ahora no me interesa estar con nadie.

—Bueno... Pero fuera de eso, deja que nos encarguemos.

—Vas a superar esa pérdida, serán muchos pasos que tienes que dar uno a uno.

—De acuerdo, ¿y qué harán?

—Te enseñaremos como seguir adelante y veras que en cuestión de tiempo volverás a ser la misma. Quizá deberías reconsiderar solucionar las cosas con tu ex.

—Una relación aunque sea solo por el momento puede ser una buena distracción que te ayude a superar el dolor por la pérdida de tu hermana. —Doria le colocó una mano en el hombro—. No es algo que una persona pueda afrontar sola.

Sophie pensó en ese momento en como se encontraba Lucyan cuando lo vio por última vez, sufriendo y derrotado, había pasado mucho tiempo desde eso.

No quiso pensar en lo que ocurrió en ese momento ni la extraña emoción que sintió, despejó su cabeza de todo cuanto pudiera relacionarse con él. Accediendo a lo que sugerían sus amigas Sophie aceptó ir con ellas y tratar de comenzar a hacer algo para superar la situación.

Seria mas fácil decirlo que hacerlo, un par de horas mas tarde les había pedido a sus amigas que continuaran otro día, se excusó con que debía atender algo más y que era algo que debía ir a hacer sola. Decidió ir a ver la tumba de su hermana, desde su funeral no había ido en todo ese tiempo y pensó en que quería decirle algunas cosas.

—Solo será unas palabras y ya... —se decía estando en su auto acelerando para irse—, solo unas... —se repetía como si fuera un mantra para convencerse, pero cuando sus apagados ojos se dirigieron a la fotografía que llevaba en el retrovisor donde estaban ellas dos más jóvenes sintió como se humedecían sus ojos y las lágrimas surgían de nuevo.

Al detenerse en el cementerio comenzó a caminar entre las tumbas con la mirada baja, se sentía hundirse cada vez más mientras comenzaba a recordar los últimos momentos con su hermana, haberla perdido sin poder decirle adiós y verla en esa camilla tan pacífica y despreocupada al final. Se sentía perdida sin ella.

Cuando llegó a su lápida pudo observar que había algunas cuantas rosas nuevas en ella, algunas un poco más marchitas que otras, había una por cada día que había pasado desde su muerte. En el suelo hay huellas frescas de un único par de zapatos delante de la tumba. No sabia quién podía haber estado allí ya que no vio a nadie cuando llegó.

Agachándose a ver de cerca la inscripción en la tumba la leyó susurrando para ella.

—Haley Novak, amada esposa, hija y hermana... —Posando los dedos en ella se dedicó a observarla en silencio hasta que se puso de pie—. Haley... Te extraño —murmuró quedándose allí hasta que oscureció.

***

Un largo tiempo después se hallaba de regreso en el estudio grabando una canción nueva al repertorio en que estaba trabajando. Al salir de la cabina después de terminar se quitó los audífonos y se acercó a la consola donde estaba Dante y junto a él estaban Lana y Doria.

—¿Cómo quedó? —preguntó cuando ellos se voltearon a ver entre si y se dibujaba una sonrisa.

—Quiere saber que cómo quedó —él se giró a las chicas, Lana alzó un pulgar en respuesta—, te diré cómo quedó, estás de vuelta princesa. —Él parecía complacido—. Eso fue hermoso, la voz preciosa de una estrella vuelve a la vida hoy señores.

Se giró en su silla a mirar a dos hombres que estaban en un sillón al fondo. Ellos se levantaron mirando a Sophie inexpresivamente.

—Es bueno escuchar eso, admito que me estaba preocupando un poco por el tiempo que nos retrasamos con retomar acción, pero... En fin, hoy salió bien. —La leve sonrisa de el hombre elevó el ánimo de Sophie, quien suspiró como si hubiera soportado la tensión por mucho. Minutos después los hombres se habían ido.

—¿Sabes?, es bueno que ya estés de vuelta con nosotras —le habló Lana cuando estaban sentadas en una esquina hablando. Durante algunos minutos observaban las fotos que Sophie había tomado en los días pasados, Doria se sumó a ellas para ver las fotos.

—Se te da bien la fotografía —comentó observando como pasaba una tras otra.

—Salí con mi cámara para distraerme y después he comenzado a tomar fotos de las cosas que veía, siempre me ha gustado la fotografía desde pequeña, creí que eso me ayuda a relajarme —contestó Sophie.

—Es una buena foto, deberías dejar tu carrera y dedicarte al arte fotográfico —le dijo con tono de broma.

—No me haces gracia —le respondió, después de media hora habían acabado. Más tarde ese día se encontraban reunidas para pasar la noche en su departamento.

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