Decepciones y casos complejos

Capítulo II

Decepciones y casos complejos.

El joven Norman Bech se quedó estupefacto mientras observaba la situación que ocurría frente a él, la asistente le había dicho que el señor Hetming no estaba en el lugar, que no había esperado por él, cuando tenía una cita concertada a un tiempo mucho mayor, por lo que se quedó desconcertado, además de que estaba muy molesto por el hecho de que el señor Hetming lo hubiera defraudado después de haber sido uno de los mejores amigos de su padre, así que estaba realmente furioso.

Se dio la media vuelta y se sentó al frente del escritorio de la asistente del señor Hetming, esperaba que ella llegara, le tenía que decir un par de cosas antes de irse, porque no iba a dejar que el señor Hetming saliera tan impune de esto, no al menos que el pudiera hace algo para corregirlo, o al menos para que supiera que él no era un tonto que podía darle la espalda cada vez que quisiera, así que iba a esperar decirle unas cuantas cosas, debido a que la reputación de la cual gozaba el señor Hetming era en parte a su padre. 

Pero el problema surgió cuando la pequeña asistente del Señor Hetming apareció en el vestíbulo de recepción, al verlo sentado en la sala de espera se acercó sin perder ningún ápice de su amabilidad para decirle muchas cosas. Se acercó y lo primero que preguntó fue:

– Señor Bech ¿Por qué sigue aún acá? Ya le dije que el señor Hetming no podrá atenderlo el día de hoy, que él se pondrá en contacto con usted para agendar una nueva cita en cuanto tenga algo de tiempo, me ha dejado ese mensaje para usted.

– Sí, el señor Hetming no se encuentra, pero ese hombre que acaba de entrar también iba a verlo a él, no hay problema si tiene que retrasar mi cita un poco para atender a un cliente importante, pero que me haya dicho que no se encontraba solo por el hecho de que no quiere verme para poder tenderme una mano, eso es algo indignante para alguien de su estirpe. ¿No se supone que es el gran Hetming? Debe de ser que ya olvido quién fue el hombre que lo ayudó a llegar a ese punto dónde se encuentra el día de hoy, a no ser un poco por las cosas que me han pasado el día de hoy lo toleraría, pero el problema es que estoy tan molesto que no puedo darme el maldito tupe de controlar mis emociones, por esa razón estoy muy molesto, así que lo mejor es que el señor Hetming salga y venga a verme para poder decirle todo esto de frente a él, para así sentirme mejor. 

– Lo siento, lo mejor que puedo hacer es llamar a las personas de seguridad para que se lo lleven a usted de este lugar para que las cosas no sean lo suficientemente negativas, así que lo mejor que podemos hacer, es que usted se retire de inmediato sin ningún problema, yo no le diré nada de lo sucedido al señor Hetming, y tal vez pueda encontrarse con él en un rato, así las cosas estarán mucho mejor el día de mañana. ¿Le parece Señor Bech? – Le dijo la secretaria, siendo igual de amable desde el primer momento en que entró al lugar, esto hizo que al joven se le bajaran un poco los ánimos para que pudiera conversar de nuevo con ella.

– Lo siento, sé muy bien que usted no tiene la culpa de nada que me haya sucedido, por eso le pido disculpas además de hablarle de una forma deshonesta, así que lo siento mucho por eso lo mejor será que me retiré, sé que el señor Hetming no querrá volverme a ver de luego, pero lamentablemente tendrá que hacerlo muy pronto, cuando lo haga va a tener que pedirme disculpas por este momento, además si queda algo de su carrera como abogado. Dígale eso por favor. 

Y al terminar sus palabras llenas de rabia, salió del lugar, camino por el pasillo llenó de decepción que incluso un hombre que había tenido éxito gracias a su padre, estaba en este momento negando ayudarle porque era un hombre que creía que él también se volvería loco, y lo haría si todo marchaba de la misma manera, si no lograba conseguir su puesto como aprendiz en un bufete, el que fuera, tendría serios problemas para conseguir trabajo en el futuro y ya la pequeña fortuna que le habían dejado sus padres para poder vivir un tiempo se estaba agotando, incluso desde hace muchos años atrás había dejado de darse lujos innecesarios, como comer en la calle por ejemplo, o ir al cine, o ir a alguna fiesta, desde hace mucho tiempo atrás había dejado todo eso de lado, había empezado a hacer muchas otras cosas, había leído tantos libros que era imposible decir que no era un hombre de cultura, también había aprendido otros idiomas de forma autodidacta, cualquiera que lo conociera a profundidad sabría que este hombre era un trabajador excelente, pero nadie le daba la oportunidad de hacerlo.

Espero a que llegará el ascensor, observó el edificio, realmente era de lujo, muchas personas trabajaban en este lugar, pero muy pocas eran las dueñas realmente de las oficinas y bufetes que se encontraban acá, Norman creía que nunca entraría acá de nuevo ni siquiera para un caso, aunque mientras esperaba el ascensor pensaba consigo mismo. 

– “Tengo que crecer, tengo que lograr que todos aquellos que el día de hoy me han decepcionado, solo por ser el hijo de mi padre, todos aquellos que me han despreciado, algún día todo este edificio será mío, seré uno de los hombres más importantes del mundo, me cueste lo que me cueste, todas las personas no dieron ningún miramiento en detenerse y hacerme sentir como una basura humana, pues bien, no hay problema por ello, pero se los haré pagar, todos tendrán que pagar por sus palabras.” – Se dijo.

El ascensor llegó, iba subiendo, pero como él quería darle una última mirada a todo el edificio antes de irse, decidió subirse, cuando se abrieron las puertas, una hermosa mujer estaba con un hombre bien vestido, ambos tenían en sus manos folios, por lo que a simple vista se podía decir que eran abogados de pisos superiores. 

– Michelle, sabes que este caso no tiene solución, es uno de los casos más complejos que existen, por esa razón nadie quería tomarlo, lo que hiciste fue un suicidio al aceptarlo. – Dijo el hombre mientras miraba con expresión preocupada a la joven.

– ¿Vas a entrar o no? – La chica solo se dirigió a Norman que se encontraba un poco estupefacto observando la escena que tenía delante de sí.

– Eh… – Aún estaba un poco fuera de sí, pero más que todo por la belleza de la chica, era una mujer hermosa, era estatura promedio, su cabello era rubio, su mirada con sus ojos grises y penetrantes, eran hermosos, su nariz perfilada, además de que su aura era tan imponente que se podía decir que era la dueña de cualquier bufete, sin embargo se podía decir que no tenía ni siquiera veinticinco años, era una mujer sumamente joven –. Sí, perdón…

Norman subió en el ascensor mientras que la mirada de la chica y del hombre que estaba al lado de ella. 

– Michelle no trates de evadir todo lo que te estoy diciendo, últimamente has escogido casos muy difíciles, y hasta ahora ninguno tiene una solución viable, por eso te digo que lo mejor que podemos hacer, es hablar con ellos y regresarle el dinero. – volvió a hablar el hombre que estaba visiblemente preocupado al respecto. 

– Oliver, puedes hacerme el favor y calmarte, no estamos logrando mucho más con tus actitudes, lo mejor que podemos hacer es concentrarnos en el caso y tratar de resolverlo, sé que es difícil, pero es tan difícil como todo los casos que hemos tenido, debe de haber alguna forma de lograr dar con el verdadero culpable, además Oliver, es una disputa entre dos vecinos, no podemos hacer nada si solo nos quedamos acá hablando al respecto, lo mejor será ir a la oficina y hablar del caso. 

– Está bien, pero que me dices del caso de dónde nos enfrentamos a la Jueza Gor, sabes lo implacable que es, por lo que sé nadie ha ganado un caso dónde ella sea la juez, siempre gana la fiscalía, y el perro estaba haciendo ruido. – Esto hizo que el joven Bech se riera de repente por le pareció que en realidad el caso era muy sencillo, y lo era, pero la jueza que estaba llevando el juicio era muy parcial y siempre encontraba la forma de darle los casos a la fiscalía, pero Norman no sabía esto, sin embargo, era tan cómico que era un invitación a reírse del tema. Pero esto molesto muchísimo al Hombre –. ¿Te estás riendo al respecto? ¿Crees que es muy divertido? 

– En realidad lo es, te estás dando cuenta, de que el caso es absurdo. – Dijo Michelle. 

– Sí pero con la Fiscal Sicilia, y la jueza Gor a la cabeza de todo, ¿crees que ganemos el caso? – Dijo de nuevo el hombre sin quitarle la mirada al joven, una mirada llena de odio. 

– En realidad es un caso fácil, no importa quién sea la jueza o la fiscal, si se hacen las cosas bien, el resultado será el correcto. Es por un ladrido de perro, eso suele pasar muy a menudo actualmente, pero la realidad es que existe un límite para los ladridos de los perros y que son medidos en decibeles, en este país existe el derecho a la libre expresión, y el ladrido de un perro es su habla, los animales tienen los mismo derechos que los seres humanos actualmente, por lo que debes de alegar que es un ser vivo que estaba reclamando su derecho a la libre expresión, o que no supero el volumen permitido en los decibeles, es todo. – Le respondió Norman muy convencido de aquello que estaba diciendo. 

– Me gusta eso de que es su libertad de expresión, además también tiene que ver con el libre desenvolvimiento de la personalidad de un individuo, así que lo que suceda después será interesante, incluso se reformularán leyes al respecto… Oye chico eso me gusta mucho, por otro lado, ¿A qué piso vas? No te he visto marcar ninguno. 

Entonces Norman se percató que de verdad no había marcado ningún piso, por lo que empezó a miro la tabla y estaba marcado el piso 110, sabía que lo bufetes de abogados en esos pisos era de renombre, y se le ocurrió la idea de solo echar un vistazo, pero lo que ocurrió fue aún más vergonzoso. Al marcar el piso 111 el último piso, el botón no encendió, por lo que el joven lo marcó varias veces más, y para sorpresa suya en ninguna de las ocasiones encendió la lucecita de color rojo. 

– Está dañada la puerta de ese piso, hoy son las reparaciones debes de quedarte en el piso 110 y subir, nosotros también vamos para allá. – Le respondió Michelle. Esto hizo que el joven Norman muriera de pena, sin embargo eso no fue lo peor de todo –. Allí solo queda un bufete de abogados y es el mío. ¿Qué quieres hacer allá? 

– ¿Eh? ¿Perdón? – Norman tragó saliva – No sabía que allí quedaba su despacho. – Pensó rápidamente en algo que pudiera convencerla de que no hacía nada malo, (aunque realmente no lo hacía) pero nada se le venía a la mente hasta que ¡Pum! Una idea, dijo lo primero que le vino a la mente – Vine a buscar trabajo. – Luego se dio cuenta de que solo había dicho la verdad.

– ¿Trabajo? – Intervino de inmediato Oliver – No he lanzado ninguna convocatoria de trabajo, además no queremos a ningún inepto como tú en nuestro despacho. 

– Yo no creo que sea un inepto, además logró resolver un caso que para ti era imposible, así que lo mejor es que no tengas en mente creer que eres mejor que él. – Dijo Michelle mientras estaba con su mirada fija en las puertas del ascensor debido a que ya casi iban a llegar al último piso –. Sígueme, ya veremos si eres apto o no para el trabajo en mi despacho, además necesitamos toda la ayuda posible, debido a que no nos encontramos en el mejor momento y lo sabes Oliver. 

– ¡No Michelle, no nos encontramos en el mejor momento, además no creo que alguien que hayas conocido en el ascensor sea mejor que yo como abogado, además tampoco creo que sea la gran cosa, si siquiera siendo el hijo del gran Bech lo contrataría, aunque si pensaría en hacerlo, pero no podemos porque tenemos sobre nosotros tantos problemas que es imposible saber que las cosas nos saldrán un poco bien! – Dijo Oliver visiblemente alterado, y mirando con rabia tanto al joven que tenía delante de él, como a Michelle, que estaba tan pasiva como cuando la vio por primera vez Norman al abrirse las puertas del ascensor.

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