Mi primer empleo

Capítulo I

Mi primer empleo.

– Era un día soleado, bajo un árbol tratando de obtener la mayor sombra posible, se encontraba un joven de unos veintidós años de edad, se encontraba en una pequeña plaza de Nueva York, no recordaba su nombre, estaba exhausto, estaba casi por culminar su carrera de derecho en la universidad, y estaba buscando algún bufete de abogados donde podría hacer las pasantías, pero la mayoría de las firmas a las cuales había acudido, no había tenido un resultado positivo, creo que es por culpa de los antecedentes de mi padre, un famoso abogado, que después de haber sido el abogado más importante de nuestro país, cayó en un declive por culpa de un trastorno que le generó un caso de asesinato, lo que casi nadie sabía era que el caso tenía una semejanza increíble con el asesinato de mi abuela, la madre de mi padre, por lo que al ver el caso, supo que era el mismo criminal que había cometido el acto, allí supo que estaba defendiendo al hombre que había matado a su madre, pero para empeorar todo el asunto, lo supo varios días después cuando el hombre que había defendido había salido libre.

– Era un hombre importante, de mucho dinero y muchos contactos, así como la mayoría de hombres a los que defendía mi padre, se fue con cero casos perdidos en su haber, pero al saber lo que había hecho, generó un trastorno de personalidad disociativa, ya murió hace un par de años, pero solo tener el apellido Bech hace que se le recuerde, si hubiera tenido un apellido más común las cosas no saldrían tan mal para mí, pero es lo que hay, además estoy feliz de llevarlo, la trayectoria de abogados reconocidos ha sido importante en mi familia, por eso en mi familia solo habían dos profesiones, o médicos o abogados, ya la primera estaba casi obsoleta, a pesar de que curse hasta el octavo semestre de Medicina en la universidad, pero como no era lo que mi madre quería, ella quería que yo pusiera el apellido de la familia de nuevo en el mapa, pero como abogado. Así que cuando tuve el octavo semestre aprobado, abandone la carrera y estudié derecho, me fue muy bien, fui el mejor promedio, aunque durante el acto de graduación, decidieron darle el promedio al segundo lugar, debido a que la chica era la hija de uno de los hombres más influyentes de Estados Unidos, y además un hombre que donó mucho en materia de fondos para la universidad, y a las personas les gusta cuando haces eso.

– Yo he crecido solo, mi padre murió un par de años después de haber descubierto lo que hizo, su enfermedad la mató rápidamente, y no era porque las personas que estaban en su cabeza lo mataran, no… lo hizo el no comer, era un hombre con pocas personalidades, tenía solo tres, pero cada vez que una parecía decía que ya había comido, hasta que llegó al punto de una desnutrición extrema, hicimos lo que pudimos, pero no podíamos pagar el hospital y los medicamentos, la familia creía que era el pago por haberlos traicionado y le dieron la espalda, yo soy algo así como el hijo de la parca de la familia, por eso tampoco me quieren. Cabe acotar que el Rector de la universidad dónde estudié, es miembro de mi familia, no por parte del apellido Bech, incluso muchos se cambiaron el apellido al saberlo, porque las personas creen que el trastorno de personalidad disociativa es una enfermedad hereditaria, aún no queda del todo claro si viene en los genes o no, pero la realidad es que nunca me he sentido o fuera de mi cuerpo o que alguien lo posee o de hacer cosas que no me acuerde, o hablar con alguien y que me responda mirándome al espejo, a no ser que exista una persona real, aunque si le dio esto a alguien me dirá que si estoy seguro que ese alguien es real.

– En fin. Todos creen que soy un loco psicópata maniaco, que el día de mañana va a salir corriendo en calzones por toda la oficina, y por eso nadie quiere contratarme, pero el problema es que estoy en mi faceta como aprendiz, ya me gradué pero si nadie me da mi primer empleo no podre siquiera tener dinero para seguir viviendo, hasta ahora pude sobrevivir con el poco dinero que me dejo mi padre, y mi madre, que por cierto, también falleció, unos pocos años después de que mi padre se enfermará y muriera, ella se dio al abandono, y a pesar de que si obtuvo ayuda de su familia, decidió no comer más como su esposo y darse a la suerte de Dios, pero bueno… Ustedes dirán que me estoy volviendo loco hablando con unos pocos perros acerca de mi vida personal, pero ya ni amigos tengo porque nadie cree que pueda hacer las cosas bien, y creo que si sigo acá en esta tienda de mascotas hablando con ustedes no me van a dar absolutamente ningún empleo. Y más si añadimos que he hablado en primera y tercera persona… En fin las personas siempre juzgan antes de conocer, adiós cachorritos.  

Este era Norman Bech, un joven que como pueden ver, era sumamente inteligente y excepcional, pero que por culpa de sus antecedentes clínicos, o mejor dicho los de sus padres, nadie quería trabajar, pero ya veremos si esa suerte cambia. Estaba al frente de una tienda de mascotas hablando con los animales que allí se encontraban a la venta, algo que a pesar de lo que queramos creer no es muy sano, a excepción que te gusten tanto los animales como al joven Bech. 

Norman estaba entusiasmado porque tenía su entrevista número 500, era un número alto para un estudiante que obtuvo el primer lugar de puntos en una respetable universidad de Estados Unidos, pero que como pueden notar fue suplantada, por Melinda Rosch una típica chica hijo de hombres millonarios y poderosos capaz de cambiar el mundo, solo por complacer a su hija, hicieron muchas cosas, y pagaron mucho dinero para que fuera su hija la que tuviera el premio público al primer lugar, algo con lo que la universidad estuvo muy de acuerdo, a pesar de defender que mantendrían el primer lugar al joven que lo había obtenido Norman Bech, esto hizo que Melinda le tomará más odio al joven Bech porque siempre fue mejor que ella en muchos aspectos, pero principalmente el académico.

Sin embargo el día que le dieron el reconocimiento a ella, y a no a él en público sintió que había ganado por todas las batallas que había luchado, era como una sensación de ganar la guerra a pesar de haber perdido todas las batallas, claro como si eso fuera posible… Sin embargo, cuando salieron a buscar su primer empleo como aprendices, se dio cuenta de que su promedio era importante, sin embargo obtuvo trabajo mediante un contacto de su padre en una de las empresas más importantes del país, y trabajaba como consultora jurídica asociada, así que se sintió mejor sabiendo que ella contaba con el apoyo de su padre, y que el joven Bech, había perdido de nuevo sobre ella.

Se sintió muy bien como lo vio como lo echaron a patadas de la misma empresa dónde ella estaba trabajando, se sintió muy fuerte al lado del joven Bech. Esta era una rivalidad que al parecer no iba a tener fin.

Por otro lado, a Norman no le importaba que le ocurriría a Melinda después de graduarse, incluso no le importaba en absoluto lo que le sucediera a ella, era un joven que si la veía en apuros iría a ayudarla pero solo hasta ese punto, y tratando de no inmiscuirse mucho en el asunto, por lo que se podría decir que el joven Bech era un hombre que si veía a alguien en apuros iría a socorrerlo, por lo que no era considerada una mala persona ni mucho menos.

Era importante para los jóvenes egresados en la universidad conseguir su fase de aprendiz en el menor tiempo posible, debido al hecho de que las cosas no le estaban saliendo bien a joven Bech, se estaba quedando sin opciones, caminó por la calle de Nueva York que daba a las principales oficinas dónde se encontraban los Bufetes de abogados más importantes del país, entró en uno de los edificios, tenía una cita en la Torre Wordprint debido a que su cita de trabajo se haría en esta torre dónde habían varios Bufetes de abogados, por lo que se quedó en el piso 11 a pesar de que el edificio era muy alto, tenía alrededor de 111 pisos, sin contar la planta baja y los estacionamientos, ni los niveles subterráneos.

El joven entró, tenía su cita para las 11 de la mañana en el piso 11, en la oficina del señor Hetming, un hombre que era un respetable abogado, y un excelente amigo de su padre en tiempos anteriores, por lo que era algo inconcebible, que solo le hubiera agendado la cita, cuando en otro tiempo con solo recibir su llamada lo hubiera colocado en el mejor puesto de la empresa, pero eso ya no le sucedía al joven Bech, por lo que tenía que abrirse un camino él solo, así que eso estaba intentando de hacer, pero las personas que lo rodeaban no le ayudaban mucho.

Llegó al piso dónde estaba la oficina de Hetming & Asociados, uno de los bufete de abogados más importantes del país, que en muchos aspectos había crecido gracias a la ayuda del señor Bech. Entró a la oficina, enseguida solo pudo ver a una chica hermosa, rubia, vestida con una camisa blanca, muy profesional, y una sonrisa esplendida, la asistente del señor Hetming. 

– Buenas tardes, mi nombre es Norman Bech, vengo a hablar con el señor Hetming, tengó una cita concertada con él para eso de las once de la mañana, llegué un poco antes solo por si acaso. – mientras decía esto, el joven Bech observó su reloj, un pobre reloj que había comprado en un mercado callejero, pero que servía para lo importante como cualquier otro reloj, dar la hora –. No tengo ningún problema en esperar unos pocos minutos, ya que llegué media hora antes. 

– El señor Hetming, salió el día de hoy, me dijo que la cita contigo se tendría que posponer para otra ocasión, que se siente muy apenado al respecto. – Respondió la asistente con una sonrisa profesional y sin dejar de lado su factor humano, a pesar de que cuando miró al chico le dio un poco de asco por ser un joven en condiciones de trabajo críticas. 

– Me parece una falta de respeto del señor Hetming, pero está bien, entiendo los oficios del trabajo, entonces será hasta una próxima ocasión. – Se despidió el joven Norman, pero al caminar en dirección a la salida, se topó con alguien que estaba entrando en la oficina, un hombre alto, de unos cuarentitantos años de edad, un hombre que por como vestía se podía decir que asquerosamente millonario. Enfiló por el pasillo en dirección a la asistente del señor Hetming:

– Buenas, soy el señor Oxfong, quien tenía una cita agendada con el señor Hetming a eso de las nueve de la mañana, pero estaba ocupado en otras cosas, así que me demore un poco, espero que aún pueda verla.

– Sí, no se preocupe, el señor Hetming se encuentra esperando su visita, pase por acá por favor. – Respondió la asistente mientras que dirigía al hombre entre los pasillos de oficinas, que estaban repletos de Hetming & Asociados.

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