Capitulo 3

26/07/2026 - Cambridge, Massachusetts.

[Visión de Iuri Stevens]

- ¿Volverás a llamarme? - pregunta la morena de ojos verdes a la que ni siquiera le pregunté su nombre.

Anoche fue mi última noche aquí, en media hora viajaré de vuelta a casa y asumiré la presidencia de la empresa, mis padres tendrán su jubilación soñada. Ya faltan siete años, ¿ha cambiado algo allí?

-Creo que tu amigo te ha dicho que no me quedo con nadie más de una vez -digo con frialdad mientras pesco mi ropa extendida en el suelo.

Cada vez que uno de ellos viene a preguntarme si le llamaré o quedaré de nuevo, me acuerdo de cuando tenía doce años. Pensaba que esa era la edad en la que todo el mundo perdía su "BV" (boca virgen). Había una chica en mi clase, se llamaba Marina, era la más guapa de sexto curso, tenía el pelo rizado y los ojos azules. Un día vino a hablar conmigo, me dijo que le parecía muy guapa e inteligente, me pareció extraño, pero siguió hablándome y entonces empecé a pensar que quizás era verdad. A primera hora de la mañana me dijo que quería estar conmigo, esto fue un viernes -si no me equivoco- me dijo que me encontrara con ella detrás de la escuela cuando terminaran las clases. Recuerdo lo emocionado que estaba, iba a tener mi primer beso. Ah... qué ilusión.

Cuando llegué al lugar, todos los de mi clase estaban allí, esto me puso aún más triste, mi mente juvenil no podía entender lo que realmente estaba pasando, sólo decía que debía salir corriendo de allí. Esos chicos ya me habían hecho varias bromas, si me veían buscar los libros en el armario me tiraban de la ropa interior, una vez lo hicieron con tanta fuerza que necesité una pomada para un sarpullido. Pero allí estaban, todos mirándome y riéndose. Hasta que apareció ella, y en un tono completamente diferente al que utilizaba para hablarme, sin una pizca de compasión habló:

 - ¿De verdad creías que alguien como yo estaría con alguien como TÚ? - todos se rieron y yo me encogí, agarrando la correa de mi mochila - Mírate en el espejo monstruo, mira esos granos en tu cara que parecen volcanes, ese horrible pelo desordenado - en ese momento la recuerdo tocando mi pelo y diciendo lo suave que era, ¡mentirosa! - Apestas como un empollón meado. ¡Jamás pondría mi boca en tu boquilla! Me da asco sólo de pensarlo.

Y mira cómo estoy hoy, intentan conquistarme, me atrapan y luego quieren una segunda vuelta. Sólo que ahora soy yo quien los desestima.

Todavía recuerdo que después de ese discurso intenté salir del círculo, pero la banda me lo impidió. Apareció Devid y besó a Marina allí mismo, delante de mí, un beso del que se podía ver el goteo de babas. Cuando pararon, se volvieron hacia mí y empezaron a tirarme huevos a la cara, los que me retenían se apartaron y se unieron a ellos para tirarme huevos y llamarme virgen fea.Menos mal que en esa época mis padres no estaban en casa durante el día, y siempre me colaba por la puerta de atrás para que la señora Lueni no me viera. Ah... malos recuerdos, cómo quería sacarlos de mi mente.

Pero estos recuerdos no duelen tanto como las palabras de Aya.

Durante estos siete años, Aya no paró de ir y venir en mi mente, gracias a las verdades que me echó en cara hace siete años, hoy soy una persona muy diferente a la que ella conoció. Ella logró destruirme de una manera que ninguna otra persona pudo. No quería saber nada de ella, pero sé que mis padres la cuidaron y que hoy debe ser capaz de mantenerse por sí misma, nuestra historia ni siquiera ha comenzado sino que ya ha llegado a su fin; ya no quiero sentir nada por ella. Como sólo tengo veinticinco años, a los treinta conseguiré que cualquiera tenga hijos. No quiero volver a amar a nadie como la amé a ella. Sé que ninguna mujer, salvo mi madre, me quiere, y sólo su amor me basta. No me engaño con las dulces palabras que dicen las mujeres con las que me quedo, ellas saben quién soy y sólo quieren el dinero y el estatus que obtendrían al tener una relación conmigo.

- Creía que era diferente... - dice ella, haciendo un mohín.

- ¿Por qué pensabas eso? - pregunto, dándole la espalda y poniéndome la parte superior del traje.

- Me trataste como a una princesa, solo llamándome gatita, un apodo tan cariñoso...- la llamé así solo porque no sabía su nombre.

- No confundas las cosas, soy un hombre, no un niño. Ahora vístete, te dejaré la cuenta del motel pagada, si quieres comer antes de irte solo tienes que pedirlo, te lo dejaré pagado también.

Termino el nudo de mi corbata y salgo de la habitación, dejándola sola, bajo las escaleras y el coche ya me está esperando en la entrada del hotel.

Vuelvo a casa.

[Nueva York, Manhattan, Upper East Side - Vista de Aya Millenis]

- ¿Qué te parece si salimos a beber? - sugiere Leandro - Hace más de un año que no lo hacemos - comenta mientras ordena los papeles de su escritorio.

Hace más de un año que no salimos todos juntos en un programa, Leandro sigue llamando, pero tanto mi hermana como yo estamos ocupados, ella por su trabajo, ¿y yo?

- Iré al orfanato -respondo, sonriendo.

- Lo entiendo, no puedes estar mucho tiempo lejos de ella.

- No- Estoy de acuerdo con su afirmación - Me gusta mucho.... Hoy iré con mi hermana.

- Bueno, entonces aprovecharé para llevar a mi gato de paseo. Oh no... Ella también está en el orfanato, parece que ahora me excluye de sus programas. Me siento sola. - oh drama, contengo las ganas de reír.

- No seas tan melodramático, ese no es tu fuerte -

- Tienes razón, esperaré a que vuelva, supongo que una película a las ocho no es mala idea.

- Es una buena idea, y hace mucho bien, mantener el romance en el matrimonio es muy saludable.

- Sí, lo es. Entonces, nos vemos mañana Aya.

- Adiós -me despido de él con la mano y vuelvo a organizar los papeles.

Después de guardar todo, tomo mi bolso y salgo de la habitación y camino hacia el estacionamiento de la empresa, realmente el tiempo ha pasado volando, hace tres años que trabajo aquí. Leandro tiene un año y medio, pero ya ocupa el puesto de director del sector de desarrollo económico, y ahora yo soy su secretaria.

Llevo dos años visitando el orfanato de Sion, Luana es la directora allí, pero para desgracia de todos, cuando ella entró, el orfanato empezó a pasar por muchas dificultades, el gobierno le dio la espalda y las fiestas sociales para las donaciones ya no funcionaban, nadie quería ayudar a un orfanato que no tiene ningún prestigio positivo, la anterior directora malversaba el dinero y maltrataba a los niños. Hace dos años, una niña fue abandonada en el orfanato, hoy cumplirá dos años, me gustaría mucho poder adoptarla, pero no puedo porque soy soltera.

Salgo de la caja metálica y conduzco hasta el aparcamiento de la empresa, me subo a mi Audi A4 plateado y conduzco hasta la casa de mi hermana, el trayecto dura unos diez minutos.

- Pensé que no volvería a salir de la empresa -habla mientras sube al coche y arroja una enorme bolsa en el asiento trasero-.

- ¿Y perderme el cumpleaños de mi pequeño? ¡Nunca! - le digo, y en cuanto cierra la puerta del coche, arranco.

No llevaré nada como tarta o cosas para la fiesta, hay muchos niños allí y no sería justo hacerlo sólo para uno, así que sólo llevaré un pequeño regalo. Mi hermana trajo ayer regalos para todos, sólo para darme la excusa de que hoy sólo le tocará a uno.

- ¿Qué has comprado?

- Una muñeca barbie, de esa película, Castillo de diamantes.

- Me encanta esa película, es una de las mejores.

- Estoy de acuerdo, también compré el DVD y se lo voy a llevar a los niños de allí para que lo vean.

- Qué casualidad, voy a llevar palomitas y refrescos, ya podemos simular una sala de cine para ellos.

- Va a ser muy chulo.

- Sí, y mañana iremos a una fiesta, tienes que encontrar marido pronto, Luana me dijo que había algunas parejas con el ojo puesto en la pequeña -hace una pausa y ambos suspiramos-. Lástima que los amigos de Leandro desistieran en el último momento.

En este momento me descojono, desistieron porque después de un mes no quería pasar a la siguiente fase. Llevo año y medio intentando conseguir un marido para poder adoptar a Heloysie, pero con cada hombre que conozco, el fracaso siempre llega al mes. No le conté a nadie por qué se rindieron, y doy gracias de que tampoco lo hicieran, ni siquiera podía soportar que me tocaran los brazos. Sentía que esas manos no me pertenecían, no puedo explicarlo, no tengo ningún trauma, pero no entiendo por qué no puedo hacerlo, no tengo el ideal de casarme virgen como siempre quisieron mis padres, pero creo que en el fondo siento que no he encontrado a la persona adecuada y eso debe ser lo que me frena.

Recuerdo cómo fue la conversación con el primer pretendiente:

** - ¿Quieres ir a mi casa o a la tuya? - me pregunta Luan ya dentro del coche, estábamos en el restaurante hablando de su visita al niño el lunes.

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