Capítulo Cuatro: No merece la pena..

“Saber que hay detrás de cada persona, te enseña a ver quiénes son en realidad”

—Joven Brown y señorita Thompson ¿me pueden explicar qué pasó? y ¿por qué el joven Nicolae tuvo que ir a la enfermería?

—Él comenzó sin razón alguna y lastimó a Fanny al empujarla— Espeta Leónidas al director.

—Bien, revisaré las cámaras de vigilancia. Estás mostrarán cómo fue que pasó todo y quién será el responsable— ambos aguardamos mientras el director movía algunas cosas en su computadora. Luego de un par de minutos podemos ver la imagen de la cafetería, y luego nosotros ahí. La escena se adelanta hasta el momento donde Leo está charlando pacíficamente con el chico, quien no tiene una expresión linda en su cara. Toma una rebanada de pastel y sucede lo de hace un rato.

—Al parecer cometimos un error al aceptar al joven Nicolae en esta institución, aquí no se permite esta clase de conducta— El director sale de la oficina, no sin antes pedirnos que no nos movamos de su oficina.

—Es un maldito, ¿cómo se atrevió a empujarte de esa forma?— puedo ver como tiene sus manos hechas puño, es tanta la presión que su rostro está rojo de la rabia.

Acaricio tiernamente sus manos hasta que dejan de estar tensas, Leo me observa fijamente, pone su mano sobre la mía.

—Lo siento, fue mi culpa querida— niego con la cabeza, un suspiro entrecortado sale de mi garganta.

— ¿Qué fue lo que pasó allí?

—Le pregunté si le gustaba el arroz con leche— hace una mueca y sin poder impedirlo una enorme carcajada se me escapa.

—Gracias por defenderme— menciona. Iba a replicar algo cuando el director volvió a entrar.

—Bueno. En el expediente del joven Nicole dice que presenta problemas de violencia— el hombre de traje y cabello cobrizo gira su cabeza hacía los lados en señal de negativa.

—Será expulsado, no quiero a un busca pleitos en mi escuela— Si bien lo que dice no me sorprende, el Director Parker puede ser una excelente persona, compresible y fácil, pero se toma muy en serio las reglas.

—Mientas tanto joven Brown, lamento decirle que tendré que suspenderlo tres días— abro los ojos con sorpresa.

— ¡¿Qué?! Él solo me defendió no merece que lo suspenda— Exclamo indignada.

—Si no le doy una sanción se perderá el orden, le aseguro que no le afectará, usted señorita Thompson debería ir también a enfermería para que le revisen el golpe en la cabeza.

—Insisto director, Leo solo me defendió.

—Fanny, tranquila, solo es una suspensión— se encoge de hombros.

— ¿Podemos retirarnos?— pregunté con un nudo en mi garganta.

—Pueden ir a sus hogares, no ha sido una buena mañana y no quiero que les afecten los comentarios de los demás— asentimos con la cabeza.

Leo y yo salimos de la oficina del director, Pamela se encuentra en una esquina y trae en sus manos nuestras mochilas.

—Los estaba esperando para entregarles esto, lamento mucho lo que pasó, la maestra Nora me comentó todo y fui por sus mochilas.

—No te preocupes, todo está bien.

— ¿Te duele mucho la cabeza?— La pelirroja pasa su mano exactamente en donde me golpe causándome una ligera sensación de ardor.

—Duele, quita tu dedo de ahí— hago una mueca.

—Ups perdón.

Nos despedimos de la pelirroja y caminamos hacía la salida.

Leo se encargaba de recogerme en la salida y por las mañanas camino hacía el instituto, la verdad no es una gran distancia, mi casa queda a unos 15 minutos caminando del instituto.

— ¿Qué le diré a mamá?— Bufo.

—La verdad, yo me bajaré contigo y ambos le explicaremos.

—No sabes cuánto lo siento Fanny— vuelve a pedir perdón.

—Tranquilo, con algo de hielo y una aspirina pasará.

Cuando el auto se estacionó frente a mi casa tragué en seco, ni siquiera se porque me siento tan nerviosa, mamá ha sido muy comprensiva conmigo desde la muerte de Daniel.

—Mamá ya volví— medio grito entrando junto con él a mi casa. Mi madre aparece confundida por el horario, pero al ver a Leo embarrado con pastel y a mí con la mano sobre la cabeza frunce el ceño.

— ¿Qué sucedió?

—Lo que pasó fue que...

—Estábamos en la cafetería y llegó un peligris que estaba de re chupete caminé hacia él para invitarlo a dar una vuelta por el mundo de las estrellas y maravillas pero se enojo me embarro pastel Fanny le grito él la empujó golpeándose la cabeza y yo lo molí a golpes el director me suspendió y a él lo

expulsó— Ambas miramos con la boca abierta a Leo quien respiraba dramáticamente tratando de recuperar el aliento, pues dijo todo eso sin detenerse en ningún momento.

— Okey, ¿quieren un poco de té?— Compartí miradas con mi mejor amigo y observamos a mi madre como si fuese, ¿un alíen?

—Con tres de azúcar por favor— Lo fulminé con la mirada mientras mi mamá se dirigía a la cocina.

—Empiezo a creer que tu madre me ama.

—Y yo empiezo a creer que es un extraterrestre que tomó la forma de mi madre— nos miramos y empezamos a reír como locos.

[...]

El tiempo se pasó muy rápido, ya era sábado, en los días anteriores el suceso de la pelea quedó en el olvido, la mayoría felicitó a Leo por su intromisión.

Dentro de una hora quedé de verme con Alan en su casa. Me di una larga ducha y me coloqué algo lindo, unos jeans claros, una camisa color salmón y unas zapatilla de tacón negras. Recogí mi cabello en una coleta alta dejando algunos mechones por los lados. Me maquillé más de lo normal y me aseguré de dejar mis labios de un color rojo sangre.

La campanita de mi celular suena, avisándome de un nuevo mensaje.

Mensaje de texto.

Para Fanny, de Leo: ¡Suerte!, derrite el hielo.

Sonrío para mis adentros y guardo todo en mi pequeño bolso.

—Mamá iré a dar una vuelta con Pamela, regreso más tarde.

—Esta bien querida, cuídate y no se metan en problemas por favor. Hasta luego tesoro.

—Está bien.

Susurré lo último. Papá llegaría de viaje dentro de una semana y estaba muy ansiosa por ello.

Empecé a caminar esperando que pasara un taxi, para mi buena suerte no transcurrió más de un minuto cuando le hice señas a uno. Subí, le dí la dirección y el auto avanzó.

Decir que estoy nerviosa realmente es poco, ese chico ha sido mi sueño durante mucho tiempo.

"Pero los sueños tienden a terminar"

Negué con mi cabeza y me concentré en el camino. Llegamos después de unos veinte minutos, le pagué al taxista y bajé del auto.

Su casa era realmente hermosa. Respiré profundo y toqué la puerta. Una mujer de complexión robusta me abrió.

— ¿Que se le ofrece?— preguntó de mala forma.

—Busco a Alan.

—Mmm, pasa— me escaneó de pies a cabeza y me dejó pasar.

—Está en la sala— Masticaba chicle de una forma muy ruidosa, se escabulló por los pasillos dejándome sola.

¿Y donde m****a esta la sala?

Empecé a caminar, iba a gritarle cuando lo escuché. Al parecer estaba hablando por teléfono.

Me acerqué más, y sin intenciones escuché lo que decía.

—Claro, está por llegar a mi casa— me agaché un poco.

—La niñata esta muy buena, la mejor de la clase de biología, me la voy a tirar esta noche— una rabia inmensa empezó a correr por mi sistema.

—No lo se, no me importa si es virgen o no, sabes que solo la usaré por una noche y después dejará de existir para mi ¿Que si se resiste?, usaré el plan B, aún tengo de la droga que usé con Aida hace una semana, no recordará nada.

Sentí que algo se había roto en mi interior, mis ojos ardían e intentaba no derramar ni una sola lágrima.

¡Tonta, tonta, tonta y mil veces tonta!

Él solo iba a jugar contigo, que esperabas.

Él enojo me llenó por completo, sin importar que aún siguiera hablando por teléfono, entré a ese pequeño despacho, le quité el celular y lo tiré al suelo pisoteándolo con mis zapatillas.

— ¡¿Pero qué m****a haces?!— me gritó eufórico.

— ¡Eres un maldito hijo de p**a malparido! — tomé impulso y le di con todas mis fuerzas una patada en sus partes, este gritó y se dejó caer al suelo, le volví a dar otra patada a un costado.

— ¡Que poco hombre eres!

No lo pensé dos veces cuando levanté un hermoso florero y tiré el agua grumosa por las flores sobre él.

—Wow, que buen gusto— comenté dejándolo en su lugar, el diseño gritaba que era exclusivo.

Cogí mi bolso que había caído a un lado y salí lo más rápido dejando a un Alan adolorido en el suelo.

Eres una tonta Estefanía, ¿qué pensaste? que te propondría matrimonio.

Mis lágrimas empañan mi visión, ni siquiera se como regresar caminando a casa, no quiero tomar un taxi, no deseo que me miren así.

Saco el celular de mi bolso y llamo a la única persona que siempre ha estado para mí.

Llamada telefónica.

—Ya se ya se, ¿quieres un consejo de como...

Un sollozo mío lo interrumpe.

— ¿Fanny?, ¿qué pasa?

—Leo ven por mí — musito entre lágrimas.

—Si ese cabron te hizo algo te juro que...

—No me hizo nada solo, solo fui una tonta, por favor ven por mi no se como regresar.

—Tranquila, respira, envíame tu ubicación, llegaré en unos minutos.

—Date prisa— Murmuré. Le mandé mi ubicación y me senté en una pequeña banca puesta en una esquina de la banqueta.

Me siento igual que cuando te dicen que tu banda favorita se separará y no volverán a estar juntos.

«Que patética Estefanía»

Pierdo el tiempo llorando como una niña, cuando me doy cuenta de que alguien me abraza por detrás.

— ¿Estás bien?

—Solo llévame a casa Leo.

—No puedes llegar así, iremos a la mía, hasta he estés más tranquila.

Me conduce hasta su auto y entramos, en el camino no hice más que observar la ventanilla y todos los autos que pasábamos.

Al llegar Leo me preparó un té y se sentó a un lado de mi.

—Lo escuché hablando por teléfono, él solo quería jugar conmigo por una noche— cerré mis ojos sintiéndome impotente.

—No quiero sonar egoísta pero, sabías en cuál territorio y con que lobo te estabas metiendo.

—Pensé que, realmente no pensé, también mencionó que si me reusaba, iba a drogarme, y no recordaría nada después— me acerqué más a él, sentí sus músculos tensarse.

—Ese maldito va a pagar cada lágrima derramada por ti.

—Me siento como una...

— No lo digas, él no merece la pena ni lo vale. Te quiero.

— Yo también te quiero Leónidas.

—Joder, me cambiaré el nombre.

Reí y le di un beso en la mejilla.

— ¡Vamos por un helado, mueve tu trasero perra!— Una carcajada salió de mi garganta, él sí que sabía cómo animarme.

Leo era en gran parte, mi felicidad. 

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