Capitulo 03

Llego la hora de enfrentarme a mis responsabilidades como secretaria mi nuevo jefe estaba a unos pasos y yo estaba temblando.

Con un suspiro camine hacia la oficina y toque con los nervios a flor de piel esperaba que el no lo notara

— ¡Pase! - su voz se escuchaba muy varonil.

Tome el pomo de la puerta en mis manos y jale de ella.

— ¿Fernanda Sanmiguel? – Pregunto cuando daba mi prime paso al interior. 

¿Cómo me concentraría teniendo un jefe como él? 

Si que era guapo. 

— Sí, soy yo. - se levantó de su silla y se dirigió hacia mí, me extendió la mano y correspondí al tacto. Era cegador tenerlo tan cerca. 

— Un gusto en conocerla señorita Sanmiguel - lo tenía tan cerca que podía oler su fragancia, desconocida para mí, perfecta para él.

El señor Montero se dio la vuelta, regreso a su sitio y me ordeno que me sentara frente a él. 

— Para empezar su trabajo es llevar mi agenda, la antigua secretaria no lo hacía bien, así que sígame el ritmo. – fue directo al punto a mis deberes – También tendrá que acompañarme a reuniones, tomar notas, hacerme recordar lo que me olvido - sonrió de lado – Y lo demás lo veremos en la marcha. 

— Me esforzare por seguirle el ritmo señor Montero. – mis palabras le simpatizaron. 

Inspeccione mejor a ni jefe, no dejaba de ver a su perfecto rostro, de modo que baje a sus manos. Tenía un anillo de bodas, estaba casado. Quizás así fuera mejor, nada de distracciones. 

— Soy un hombre muy ocupado. – enfatizo las palabras con un gesto cansado - Usted tiene que agendar y redactar documentos, tenerme al día del avance de los casos y de vez en cuando darme su opinión como profesional que es. 

Ya me sentía mareada con tanto que hacer

¿Por qué habrá sido despedida la ultima secretaria? Ojalá no cometa los mismos errores. 

— ¿Mi opinión? – dije con temor. 

¿Para que querría un gran abogado de su rango mi opinión? 

Era el jefe y no es que fuera perfecto pero yo escaseaba de experiencia laboral. 

— Leí su currículum y vi que era abogada, no está mal tener una opinión de otra perspectiva. – mi currículo decía mas mentiras que verdad, con suerte no lo notaria. 

— Sera un honor ayudarlo señor

Logan me observo detenidamente, me estaba evaluando. 

— Aunque con su currículo podría tener un trabajo mejor. – trague saliva y los nervios llegaron- ¿Por qué está aquí?

Me miró a los ojos lo de él eran atrayentes, idóneos para un abogado con buena persuasión.

— Necesito el trabajo urgente. – empecé a rascarme las orillas de los dedos. Odiaba tener ese mal tic. 

— ¿Cuál es su urgencia? - Pregunto 

¿Debía contarle la verdad o debía mentirle? 

No quería ir me viera con lastimas o contemplaciones 

—  Mi madre está enferma - Me límite a decir, supongo que eso tenía que bastar, cuatro palabras que encerraban mucho.

Su mirada se volvió compasiva, justo lo que pensé que iba a pasar. Lo odiaba, porque esa clase de mirada te hacia sentir mas pequeña, frágil, como si con lo que uno sintiera no bastara. 

— Lo siento - es lo único que dijo y drásticamente cambió de tema - Su lugar de trabajo está afuera de mi despacho. Hoy tengo dos reuniones importantes y después una reunión con un cliente de Italia, cuando llegue me avisas. 

Hasta ahora no conocía nada cerca de esta empresa. 

¿Qué clase de persona no se informa en donde ira a trabajar? 

— ¿Por dónde empiezo señor? – Pregunté no quería una mente desocupada para volver a pensar en mi madre, el trabajo ayudaría. 

— Me gusta tu iniciativa. - tomo unos papeles de la gaveta del escritorio y me los entrego - Este es un caso de divorcio señala con un marcador todo lo que creas importante.

¿Me había dado un caso como inicio de trabajo?

— Sé que esto no es nada, pero empieza por allí. Llama también a Santiago y dile que lo veo en una hora en su despacho. – miro de un lado a otro, buscando algo que no encontró - Puede retirarse y adecuarse a su lugar de trabajo.

Tenía todo en mi cabeza, marcar lo más importante del caso, tomar notas, llevar una agenda, avisar cuando llegara el cliente italiano llegara, tenía todo menos quien era Santiago

— Disculpe. - me sentía tonta por preguntar - Pero, ¿quién es Santiago? 

Logan abrió los ojos sorprendidos, por su expresión caí en la cuenta que ya debería de saberlo. 

— Santiago Ferreira es el dueño de la empresa. – mis mejillas se sonrojaron por la vergüenza- El número de su despacho está en el directorio de su escritorio.

Asentí y salí tan rápido como pude. 

Mi escritorio estaba en una esquina, vacío, limpio, y con todo lo necesario para ponerme a trabajar de inmediato así que eso fue lo que hice 

*****

Salí del trabajo exactamente a las 6:00pm y me dispuse a ir a ver el departamento que hace poco había rentado con las cosas que había vendido, cogí un taxi llegué después de diez minutos, me gustaba que hubiera poca distancia entre la empresa y casa. 

No era un espacio muy grande, pero si lo necesario para dos personas, el precio era justo y aceptable a mi billetera, además no tenía mucho tiempo para buscar algo más cómodo y a la vez barato.

Luego de tanta lucha al fin habíamos egamos a un buen acuerdo y no tardamos en firmar un contrato que ella ya traía consigo. 

El doctor me volvió a recordar la operación de mi madre y que el seguro muy pronto dejaría de cubrir los gastos médicos, temblaba al pensar en el final, cerca y posible. 

Preocupación, estrés, tensión, miedo y mucho más me revoloteaba en la cabeza. 

Entre a la sala de intensivos, observé a mi madre detrás del vidrio y hasta ahí solo pude avanzar porque no podía verla perder la vida de esa manera. Sin bien el doctor me dijo que no dolía lo que le inyectaban a mi si me afligía verla cada vez más delgada y pálida. 

Tome aire cuando estaba lejos de lo que podría ser el ascenso de un futuro, que mi madre muriera. Respire profundo hasta que el pecho me dijo basta, hasta que las entrañas se estrujaran y la vista se me nublo y cuando este salió, se siento como emerger del agua, mi piel tocó de nuevo el frío aire del frío hospital. 

Mientras caminaba hacia la salida sentía unos pasos detrás de los míos una mirada que rodeaba a mi silueta y una extraña sensación de peligro me detuve y giré para que mis dudas sean despejadas, no había nadie siguiéndome, solo un hombre pegado a la pared con la vista entre una revista. La locura era lo último que faltaba para que mis problemas estén completos. 

Seguí caminando, pero la sensación de que alguien estaba tras mis pasos no desaparece, decidida a que, me estaban siguiendo, gire por una esquina y espere a que mi acosador me imite. Hubiera caído de bruces si no fuera porque mi sorpresa era mas grande mi jefe el que acababa de conocer era mi aseshador

¿Qué hacía Logan Montero siguiéndome?

— ¿Por qué me sigue? - exigí. 

—  Hola Fernanda que causalidad encontrarte aquí

Su intento por tapar su mentira me saco una sonrisa, mas no olvidaba mi curiosidad por su acoso. 

— Es muy malo fingiendo ¿Sabía?. – me acerqué unos pasos para ejercer presión- ¿Porque me sigue? – volví a preguntar. 

¿Qué se traía mi jefe entre manos? 

— Tu madre está enferma. – dijo en un susurro. 

Nada que él no supiera ya, yo misma se lo había dicho esta mañana pero ¿a qué venía ese comentario ahora? Me concentré en lo que ocurría que mi jefe me estaba siguiendo. 

— ¿Porque me sigue? – endurecí el rostro - Y esta vez no evite la pregunta.

El silencio nos inunda por unos segundos, él se masajeó el puente de la nariz, indeciso por hablar, al final lo hizo. 

— Digamos que - inclinó la cabeza a mi altura- Tengo la solución a tus problemas. 

¿La solución a mis problemas?

Su mirada reflejaba decisión, como una de esas personas que van por lo que quieren. Me asustaba.

— No sé a qué se refiere. – tartamudee. 

— Tu madre necesita una operación y tú necesitas el dinero para pagarla. 

¿Cómo sabía lo de la operación? 

Que él estuviera enterado de un tema que solo le concierne a mi familia, que se reduce a dos personas, significaba que ha estado fisgoneando con el personal que atendía a mi madre. 

— ¿Cómo es que lo sabe? – que alguien más supiera por la difícil situación por la que vivo hacía que mi garganta se cerrara. 

— Pregunte al doctor. – dijo tranquilo – Tengo a alguien que te puede ayudar, él te puede dar el dinero que necesitas pero tendrás que firmas unos papeles y cumplir algunas cláusulas. 

¿Qué? 

¿Me estaba diciendo que un desconocido me ofrecía ayuda a cambio de hacer lo que él me diga? 

¿Y qué papeles eran lo que iba a firmar si aceptaba su ayuda? 

Estaba perdida en nuestra conversación, solo unas palabras de él desataron cientos de preguntas. 

¿Cuáles eran esas cláusulas? 

¿Quién era el hombre del que me hablaba? 

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver que de verdad estaba considerando su propuesta. 

— ¿De qué me está hablando? – rogué por una respuesta. 

— Hablemos en un lugar más privado – dijo al ver que unas enfermeras pasaban por nuestro lado. 

— ¿Por que no aquí? – lo rete. 

Logan se irrito y me tomó del brazo llevándonos a una esquina del corredor, no me resistí por la esperanza de que pueda hablar con libertad si estamos a solas. 

— Mejor no hablemos ahora- me susurro al oído- Tengo algunos asuntos que resolver antes de hacerte la propuesta. 

— Necesita explicarse mejor para que pueda entenderlo. – dije molesta porque no dejaba de evitar mis preguntas. 

— Mañana en mi oficina. -ni siquiera fue una pregunta, sino una orden. 

Logan me soltó y regreso por donde vino. Lo observe hasta que su silueta desapareció cuando doblo a otro pasadizo. 

Logan se había ido, dejado miles de preguntas, y como si fuera a resolverlas por mi cuenta, una propuesta prometedora. 

¿Qué clase de condiciones estarían escritas en ese contrato? 

Por un lado, quería convencerme que si cumplía esas cláusulas mi madre tendría la operación, y por el otro lado, que tenía un límite respecto a lo que era moral hacer. No aceptaría si se tratara de ser sumisa de algún hombre ni si tenía que robar y mucho menos si tendría que manchar mis manos de sangre. 

Mañana mi jefe me revelaría la verdad del porque me estaba siguiendo, me diría que es lo que tiene ese dichoso contrato y esperaría por una respuesta. Se la daría. 

******

Llego al trabajo diez minutos antes logan y su misterio me mantuvieron desvelada toda la noche, intentando imaginar lo que contenía ese contrato, y en cada idea era una negativa. 

El ascensor se abrió y mi jefe bajo, llevaba unos papeles debajo de su brazo y un café en la mano libre.

— Hola Fernanda - me dedico una sonrisa de lado. 

— Hola señor Montero . - intentaba sonar casual, como si la noche pasada no hubiera sucedido. Logan  miro detrás de él, asegurándose de que no hubiera nadie - Hablaremos en mi despacho a la hora de almuerzo. – se fue sin decir más. 

Tortura, tortura y más tortura me parecieron las cinco horas antes del almuerzo 

Fue tanta mi espera que termine por archivar lo papeles del caso que Logan me pido que recalque, sacar copias de una nueva demanda a una empresa petrolera y llenar la engrapadora de grapas. 

Mi teléfono sonó observe el nombre de la pantalla, era el doctor de mi madre. Descolgué rápidamente con el corazón latiendo a prisa, un gran nudo en la garganta y el cuerpo contraído. 

— ¿Señorita Sanmiguel? – preguntó con voz apagada. 

— Sí, soy yo. – dije entrecortada. 

— Le hablo del hospital soy el doctor que atiende a su madre. – aclaro. 

— ¿Le ha pasado algo malo a mi madre? - Pregunté

Tome aire, preparándome para lo peor, para unas palabras que me podían derrumbar. 

— Su madre está estable pero la llamaba porque esta mañana le tuvimos que realizar unos exámenes de rutina. – explico- La obstrucción del corazón de su madre es cada vez más grande, sino operamos pronto la arteria dejará de llevar sangre y su corazón dejara de latir 

¡Mierda!

— ¿Cuándo? – exigí una respuesta que ya sabía. 

— Mañana mismo. – dicto – No queremos correr riesgo con la obstrucción.

¿Cómo es que los doctores podían dar esta clase de noticia y sonar natural? 

¿Cómo es que a veces podían ser tan fríos y monótonos? 

¿Cómo es que había dejado que mis problemas llegaran al límite? 

¿Cómo es que había decidido que mi madre me esperaría un día más y haber pasado del banco? 

¿Cómo es que no tenía el dinero para su operación? 

— Tendré el dinero para esta tarde. – esperaba que el banco no me pusiera muchas trabas para un préstamo – Usted haga todos los preparativos y yo me pasaré por la noche a firmar los papeles. 

— Esta bien señorita Sanmiguel la esperaremos. 

Colgué el teléfono automáticamente, y cuando lo hice sentí un escozor en los ojos, contenía las lágrimas como si con ellas se fueran una posibilidad, la cabeza estaba que me explotaba, la preocupación, desesperación y esperanza no dejaba cabida para otro pensamiento que no fuera mi madre en una cama de hospital. 

Me levanté del escritorio y caminé en dirección al baño, necesitaba mojarme la cabeza y pensar con claridad. 

Llegue al lavabo y sumergir mis manos en agua, cuando ya estaban llenas las lleve a mi rostro, observe mi reflejo en el espejo, era el de una mujer cansada, aunque recién comenzaba el día mi cuerpo y mente gritaban que los dejara en paz. 

De pronto escuché unos tacones acercarse, decidida a que no quería hablar con nadie y menos que me vieran en ese estado corrí para encerrarme en un cubículo. 

— ¿Viste cómo la veía? – dijo una mujer- Se la estaba comiendo con los ojos aunque todos lo hacían pero no es la primera vez que la mira así, lo he visto mirarla en otras ocasiones 

¿Y estas de quien están hablando?

— No hay que negar que es muy atractiva. - dijo otra voz femenina. 

— Tampoco es para tanto. - sonaba irritada 

¿Envidia? 

— Cualquiera diría que le tienes envidia. - acompañó con una sonora carcajada- Pero ni siquiera es para que tengas que preocuparte, Santiago nunca sale con nadie del trabajo, es su política. Tu misma lo distes por hecho cuando intentaste seducirlo y se te negó. - La chica soltó una risa que luego trato de disimular 

— Tenias que volver a recordármelo. – dijo exaltada la primera mujer. 

Luego las dos mujeres se mantuvieron en una charla trivial sobre zapatos y una nueva colección de ropa, no salí del cubículo hasta que sus risas se fueron con ellas. 

Mire a ambos lados del baño, estaba despejado. Por un momento, mientras las desconocidas hablaban escape de mis pensamientos, pero ahora que sus voces se acallaron las emocione llegaron como un tsunami, arrasando todo a su paso. Las lágrimas con las que había luchado por conservar se dejaron caer volví a mojar mi rostro y limpié con un trozo de papel la máscara de pestañas negra que caía por mis mejillas. 

Abandone el baño con unas mejillas rosadas, ojos hinchados y una preocupación en el pecho, caminaba con la mirada en el suelo, hipnotizada con las losetas que no me fije por donde iba y tropecé con un pecho duro. 

Mi cintura fue envuelta por unos fuertes brazos para que no cayera al frío suelo. 

— Ten más cuidado por donde caminas. - dijo mientras me soltaba. Aunque su voz había sonado bastante dura incluso grosera al momento de hablarme eso había quedado rápidamente en el olvido 

Nuestras miradas se encontraron y de inmediato corte el contacto visual, ahora mis mejillas estaban rojas de vergüenza, era Santiago el dueño de la empresa, lo había visto ayer en la reunión que acompañe a Logan, el era increíblemente guapo, alto, con músculos forjados, delgado, de cabello cobrizo y ojos azules, su mirada es atrapante, como cuando encuentras una de esas lagunas con el agua tan azulada que no puedes quitar lo ojos. 

— Disculpe Señor- dije nerviosa.

Santiago curvo los labios en una sonrisa pícara olvidando aquella expresión de enfado que hace segundos tenia, mientras lo hacia empecé a creer que yo era la chica a que comían con la mirada. 

¿Que cosas digo? 

Es imposible, he oído entre pasillos que es novio de una tal Carol, tal vez sea ella a quien se come con la mirada 

— Espero que eso no vuelva a suceder esto Fernanda, está más atenta - Dicho eso solo se fue 

¿Cómo es que sabía mi nombre? 

¿Acaso Logan le ha hablado de mí?

Que tonta me sentía por creer en posibilidades que no tenía que un hombre como Santiago Ferreira se fijara en mí y me sentía aún más estúpida por pensar en hombres que además me había tratado mal  cuando mi madre estaba en una cama de cuidados intensivos luchando por su vida.

Vi a una rubia de ojos azules caminar lentamente hacia mi, su mirada me dio escalofríos rápidamente 

¿Porque estaba mirándome de esa manera?

— Alejate de mi hombre – Dijo una vez que llegó a mi lado fruncí el ceño 

— Lo siento señorita, solo tropecé con el – Fui sincera aunque no sabía quién rayos era ella 

— Ya lo se todo – Dijo mirándome a los ojos - Ya verás como haré que te alejes de el y él se olvide de ti porque tú para mí no eres competencia – Se alejó mientras reirá y yo no podía estar más confundida 

¿Quién era ella?

  

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