6. Enfrentamientos

[Lilian Caballero]

Cuando llego a casa me recuesto sobre mi cama, estoy exhausta. Me desvisto poco a poco, me quito los aretes y los dejo en el joyero que me regalo Miguel en mi cumpleaños. Lo recuerdo aún con cariño, no sé si aún sienta algo por él, tal vez sólo es nostalgia, realmente no lo sé, hace ya dos años que se fue. Me meto a la ducha. Cuando salgo, me pongo mi camisón de seda para dormir. Termino de secarme el cabello y voy a la cocina para llenar mi jarra con agua, me gusta tener siempre agua junto a la cama ya que por las noches a veces me da sed por el calor del clima de San Pedro.

En eso, escucho el timbre de la puerta sonar, voy hacia allá, miro por el visor, es Roberto. Mi mente comienza a preguntarse qué hace aquí, suena el timbre de nuevo. Dudo si abrir o no.

—¿Qué quieres Roberto? —espeto desde este lado de la puerta.

—He venido a visitarte, ¿puedes abrir? – me pide y no puedo evitar fruncir el ceño.

—No —digo en voz alta.

Escucho una risita.

—¿Por qué? —dice él, miro hacia abajo traigo puesto el camisón de dormir no puedo abrirle así, esta prenda es demasiado provocativa, un cosquilleo en mi bajo vientre aparece con sólo pensarlo, mi cuerpo me traiciona, ¡Santo Dios! —Lily, ábreme por favor, ¿estás ahí? —insiste.

Estoy ansiosa, ¿qué hago? ¿le abro o no?

—Es que no puedo —digo titubeando.

—¿Por qué? —pregunta con insistencia, ¿es que acaso es abogado? —¿estas bien o es que no quieres abrir? Si es lo segundo me iré ahora – me dice seriamente.

—¡Espera! —suelto de repente —dame diez minutos y te abro.

—¿Estás con alguien? —pregunta haciendo la voz más gruesa.

—Nooo —contesto enseguida —es que me cambiare de ropa, traigo mi camisón – le respondo.

Una nueva risita se escucha del otro lado de la puerta, frunzo el ceño.

—¿Es corto? – me pregunta de manera picara.

—¿qué? —No te lo diré —espeto con enfado.

—¿Por qué no? —su tono de voz es de picardía, me hace sentir cosquilleos por todo el cuerpo —pienso que te ves linda, quiero verte así, ¿puedo? – cuestiona como el atrevido que es.

Ahora siento mis mejillas calientes, sacudo mi cabeza, no me puedo permitir flaquear frente a él. No después de restregarme en la cara lo feliz que es a lado de su novia, haciéndome quedar mal frente a mis amigos y mis padres.

—Espera, ahora vuelvo – respondo con molestia.

No pienso darle el gusto, corro a mi habitación, me pongo un pijama de ositos con una blusa blanca de tirantes. Abro la puerta. Pero no veo a nadie, creo que ya se fue. Me dispongo a cerrar la puerta de nuevo cuando su mano me lo impide, me sobresalto.

—Pensé que ya te habías ido —digo rápidamente explicándole.

Dibuja una sensual sonrisa en su rostro que hace que mi corazón comience a bombear de manera frenética. Se recarga sobre el marco de mi puerta y pone sus manos en los bolsillos de su pantalón. Su vista me recorre de arriba abajo.

—Me gusta tu pijama también, aunque me hubiera gustado más haberte visto en camisón – su sinceridad me incomoda y lo aniquiló con la mirada, ¿es que acaso no tiene vergüenza?

—¿Qué quieres? —suelto en tono seco.

Roberto entra hasta el interior del departamento, se sienta sobre el descansa brazos de uno de los sofás. Me acercó un poco, pero tomo mi distancia con él.

—Supongo que tu padre ya te dio la noticia —su mirada es de completa astucia, me mira como si fuera un depredador y yo su presa.

—¿Sobre la dirección del hospital? – cuestiono.

—Ajá – me dice.

—Si hace rato me lo dijo —respondo con simpleza.

Roberto saca del bolsillo interno de su saco una caja de terciopelo negro, es delgada y pequeña. La miro con curiosidad, él me la ofrece, la tomo mirándolo con un signo de interrogación imaginario en mi mente.

—Es un regalo para la nueva directora del hospital de primera generación Los Ángeles —casi puedo percibir el sentimiento de orgullo que desborda por sus palabras, abro la caja, es un reloj de mano, es delicado, exquisito, es de cuarzo con oro rosa. Lo miró pasmada.

—Esto es demasiado, no puedo aceptar algo tan costoso —le digo regresándole la caja, pero él no la toma.

—Déjalo, es un obsequio que quiero hacerte, además no es gratis —arqueo una ceja —quiero mis gracias por ayudarte a obtener el puesto – dice con aquella sonrisa seductora.

Casi se me cae la mandíbula hasta el suelo.

—Pero si yo no te lo pedí, ni si quiera deseo ser directora del hospital, lo haré solo por mis padres – le aclaro en el momento.

Roberto me analiza con la mirada.

—Cualquiera de los doctores que trabajan ahí quisieran estar ahora en tu posición, ¿Por qué tu no? — me mira como si intentara descifrarme, se pone de pie y se acerca a mí.

Lo miro, sus ojos oscuros brillan.

—Por qué no tengo las mismas aspiraciones que ellos —suelto con algo de decepción en mi voz.

—No entiendo —quiere acercarse, pero doy un paso atrás.

—Bueno, es que yo no quería estudiar medicina, yo lo hice porque en mi familia todos han estudiado esta carrera, ahora ya me gusta ser médico, pero no me interesa estudiar una especialidad, ni ser directora del hospital, quiero ser sólo la Doctora Lilian – afirmo con honestidad.

Roberto aprieta los labios.

—Pero tú eres muy buena en lo que haces, por ti, mi sobrino Diego vino a este mundo sin complicaciones, por ti Ana está viva — pronuncia cada palabra con energía.

—Yo sólo hice mi trabajo – respondo.

Pone sus manos en mis brazos.

—Lily, tu eres una doctora muy talentosa, jamás debes pensar que eres menos, eres una mujer brillante, la más hermosa que he conocido —no sé por qué, pero mil emociones desbordan por cada poro de mi piel.

—Roberto… ¿Por qué a veces eres tan odioso y a veces eres tan…

—¿Tan qué?... ¿sexy?... ¿guapo?... ¿irresistible?... —pongo los ojos en blanco y él suelta una carcajada —acepta que para ti soy irresistible Lilian, te gusto, me deseas.

¡Es un arrogante!

—Aún no me has dicho por que me propusiste como directora del hospital —cambio de tema enseguida.

Vuelve al descansa brazos, sus facciones se vuelven frías de nuevo.

—Pensé que eso te haría feliz, es mi disculpa por lo de hoy —frunzo el ceño —sé que Andrea fue a buscarte – dice un poco mas serio.

—No te preocupes, he sobrevivido a la visita de tu loca novia —sonrío —con lo que si no puedo, es con el hecho de que mis padres, Ana, Arturo, mis amigos y compañeros de trabajo hayan visto esas notas donde me hacen quedar como si yo fuera una… —hago una pausa, Roberto desvía la vista —no sabes la vergüenza que sentí cuando mis padres me preguntaron si tú y yo teníamos una relación —camino hasta la puerta y la abro, el recuerdo me hace hervir de coraje —Roberto, por favor, te pido que respetes a tu novia, aunque sea falsa y no vengas a buscarme a altas horas de la noche, ahora vete – soy firme al momento de decírselo.

Se posiciona frente a mí.

—Lily, si tú me lo pidieras terminaría con Andy ahora mismo para estar contigo, cuando te conocí, eras una chica más que llamaba mi atención, pero conforme te observaba me intrigabas más, quería saber de ti, conocerte, pero tú me rechazabas – dijo con aparente sinceridad.

—¿Ahora soy yo la culpable? Tú no sabes todo lo que yo sufrí cuando Miguel me dejó, se fue a vivir a Alemania sin si quiera intentar que nuestra relación funcionara, no lucho por nosotros ahora vienes tú queriendo que entregué todo por ti como si nada, que te pida que termines con tu novia, no Roberto, yo jamás te pediré que termines con Andrea para estar conmigo, si no la quieres ese es tu asunto, sólo tú te engañas, pero yo no estoy dispuesta a entregarle mi corazón a alguien que no está dispuesto a luchar por él —espeto con furia —vete de mí departamento, no quiero verte – le demando.

Nuestras miradas se cruzan. Ahora estoy tan enojada que me importa un bledo si fui muy seca con mis palabras.

—Me iré, pero recuerda que cuando me veas con alguien pensarás en que tu pudiste haber estado en su lugar —veo cómo se va, cierro la puerta antes de que tome el ascensor, ¿Por qué sus palabras me ocasionan este sentimiento de dolor en el pecho? ¿Es que acaso el me gusta?, no, no puedo, todo mundo sabe que él tiene novia y que pronto se comprometerán, entre nosotros no puede haber nada.

[Roberto Abad]

Unos días después…

Estaba en mi oficina revisando los proyectos que tenemos en marcha, hoy me sentía distraído, como si algo me molestará. Tenía la vista fija en la pared, de vez en cuando, la imagen de Lily se proyectaba en mi mente, no podía mentirme a mí mismo, ella era quien ocasionaba esta incomodidad en mí. La otra noche cuando fui a su departamento al final me comporté como un cretino. Ella estaba en todo su derecho de reprocharme y en cambio yo, continue molestándola. ¿Por qué seré tan imbécil con ella?, quisiera por una vez expresarle todo lo que me provoca estar a su lado, ella es tan bella, tan delicada, cuando estamos cerca quisiera abrazarla y besarla, pero siempre termino echando todo a perder.

Saco la foto de Clara que tengo guardada, ella era la única que comprendía mi manera de ser. Suspiro. Antes veía su fotografía todos los días, actualmente, ya no tanto, eso me causa cierta incertidumbre; ahora quien inunda mis pensamientos es Lilian, pero es que su personalidad es lo opuesto de lo que me atrae de una mujer, no sé por qué ella me atrae tanto, a mí me gustan las mujeres seguras, sofisticadas, ambiciosas, pasionales y Lily en cambio es divertida, sencilla, simple. Joder. Lili es una mujer muy alegre eso me gusta de ella, pero cuando me ve su sonrisa se desvanece y me decepciona su reacción. Aunque viene de una familia pudiente es sencilla, no vive con lujos, su departamento es muy simple y su confesión sobre que no tiene más ambiciones de escalar en su trabajo me causa desagrado, ¿Cómo puede existir una persona tan desinteresada?

Esto no está bien, una relación entre ella y yo no sería factible, siempre estaríamos discutiendo. Yo soy un hombre ambicioso que no se conforma con nada, calculador, frío, analítico. Nuestra personalidad es totalmente opuesta.

Mi padre entra sin avisar en la oficina, frunzo el ceño, su semblante es frío, está enfadado, lo conozco porque siempre que viene a visitarme se anuncia con mi secretaria primero.

—Necesitamos hablar Roberto – me dice evidentemente molesto.

—Adelante siéntate —le invito.

Me mira fijamente a los ojos.

—Nunca me ha gustado entrometerme en los asuntos personales de ustedes mis hijos y lo sabes, pero esta vez tengo que hacer una excepción, la última vez que Arturo se fue de la empresa muchos de nuestros clientes cancelaron sus contratos con nosotros, y estuvimos en la mira de todos, perdimos mucho dinero, ahora… —carraspea — con este chisme que salió sobre que tienes una amante, algunos de nuestros clientes han estado llamando por que no quieren tener inconvenientes con la entrega de sus obras, lo voy a decir solo una vez Roberto porque siempre he pensado que eres lo suficientemente inteligente para saber que es lo correcto, decídete de una vez o por Lily o por Andrea, porque si esto se sale de control volveremos a perder millones, si eso pasa… me veré en la necesidad de pedirle a Arturo que regrese a Grupo Rocamonte – me advierte en tono supremamente molesto y preocupado.

Me pongo de pie al instante dando un golpe en la mesa con el puño cerrado.

—Nooooo… —gruño —Arturo se fue por que quiso, no puede regresar, así como si nada después de que nosotros volvimos a levantar la constructora – digo sin aceptar aquello.

—Entonces comienza a comportarte de manera adecuada frente a nuestros clientes, tu madre y yo esperábamos que pudieras acercarte a Lily nos parecía buena chica para ti, pero creo que ella ya sabe qué tipo de persona eres – dice con seguridad y eso, me molesta mas de lo que podrá saber.

Aprieto la mandíbula y lo miro con desdén, hace mucho tiempo que no me regañaba de esta manera.

—Entre la doctora Lilian y yo no hay nada papá, para que lo sepas planeo pedirle matrimonio a Andrea – digo con seriedad.

—Adelante, sabes que te apoyamos siempre que todo sea para tu bien Roberto – dice ahora en tono mas tranquilo.

Mi padre sale de la oficina. Ahora tendré que hablar con Andrea sobre un posible compromiso de solo pensar en lo empalagosa que se pondrá me causa nauseas. Estoy convencido de que debo olvidarme de Lily a como dé lugar si es que quiero conservar la dirección de Grupo Rocamonte, tengo que evitar a toda costa que Arturo regrese a la empresa porque sé que una vez dentro, el tomará el control de nuevo y yo quedaré a un lado. Mi padre cree que Arturo es mucho mejor en los negocios que yo, le demostraré que no.

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