2. Error

[Lilian Caballero]

Elegimos un restaurante cerca del edificio donde se encontraba Grupo Rocamonte. El lugar se llamaba “Los adobes” su especialidad, cortes de carne al grill. Era un restaurante de ambiente cálido, tenía una terraza en la cuál a la distancia se podía observar gran parte de la ciudad y como no, si su ubicación estaba en el último piso de una de las plazas exclusivas y más populares de San Pedro.

Enseguida nos pasaron a una mesa con la mejor vista que tenían.

—¿Vienes aquí seguido? —le pregunte ya que el mesero lo llamo “Sr. Abad” cuando entramos al restaurante.

—Si, el lugar es muy cómodo y tranquilo, además cocinan delicioso, sé que te gustará – me asegura.

Un mesero nos muestra el menú, como es la primera vez que vengo a este restaurante le pido a Roberto que ordene por mí, él lo hace gustoso, a los hombres les encanta hacer eso, creo que sienten que ese pequeño acto les aumenta el ego o la hombría. El mesero se retira y trae consigo dos copas de vino tinto cortesía de la casa.

Roberto se pone de pie y toma el cuello de la copa con sus dedos.

—Ven, te encantara la vista, desde este punto se puede observar el edificio del hospital – dice mientras camina para contemplar mejor el panorama.

Me pongo de pie y doy unos pasos hasta la protección de cristal del límite del edificio.

Es verdad, con facilidad logro distinguir el edificio del hospital de papá.

—Me gusta esta vista —suelto con una sonrisa en el rostro.

—A mí también —espeta él, pero mirándome fijamente, siento su mano en mi espalda y después baja poco a poco hasta llegar a la altura de mi cintura, su mirada se ha oscurecido y la tensión entre los dos es demasiada, algo de mi quiere salir huyendo por que se supone que esta es una comida de negocios, pero otra parte de mi desea estar cerca de él.

Lo miro a los ojos fijamente.

—Lily, ¿has olvidado ya a Miguel Flores? —abro los ojos atónita. Miguel es mi ex novio, el que me rompió el corazón al irse a estudiar una especialidad a Alemania, estaba dispuesta a que mantuviéramos una relación a distancia, pero el decidido que lo mejor era terminar. Cuando Roberto y yo tuvimos sexo había pasado poco tiempo de la ruptura con Miguel, yo no me encontraba en mi mejor momento, por eso es que rechacé las invitaciones de él para salir. Pero ahora, después de casi dos años mi corazón ya se había hecho a la idea de que un futuro próximo con Miguel era imposible—Lily —Roberto repite sacándome de mis pensamientos.

—Ya lo he superado – afirmo con seguridad.

Estoy apoyada de espalda al barandal de cristal del restaurante Roberto frente a mí, ahora no me mira, tiene la mirada fija hacía el horizonte, bebe de su copa un enorme sorbo, después, voltea hacía mi ladeando un poco la cabeza. Mi corazón comienza a palpitar fuertemente, continua con su mano en mi cintura, pero ahora me atrae hacía él. De mi temor a las alturas en este momento ni me acuerdo.

—Lily, desde esa noche no he podido dejar de pensar en ti, en tus labios, no sabes cuanto deseo un beso tuyo ahora mismo —abro más los ojos, pone su mano en mi cuello y con su pulgar delinea el contorno de mis labios. Ahora mismo las personas a nuestro alrededor no existen, en la pequeña burbuja de mi mente solo estamos él y yo. La verdad es que yo también he pensado en él.

Roberto y yo nos besamos, un beso lento pero apasionado de esos que reviven el alma. Nos cuesta separarnos. Quiero más de él, pero de pronto la imagen de su rubia novia invade mi mente.

—¿Aún sigues con Andrea? —le pregunto sin rodeos.

—Si —dice sin algún atisbo de vergüenza.

Intento alejarme de él, pero me cierra el paso con su brazo. No me deja.

—Lily, mi relación con Andy no es formal, es algo complicado de explicar, yo le doy cosas que quiere y ella me da igual manera lo que requiero – me dice casi despreocupado.

Frunzo el ceño.

—¿Qué cosas le das tú? – le cuestiono.

Él me mira. Tuerce la boca.

—Dinero — responde secamente, sabía que esa mujer era una interesada.

—¿Y ella que es lo que te da? – no puedo ni quiero evitar preguntar.

—Sexo a veces—su manera de ser sincero me provoca bochorno, es algo muy incómodo. Ella debe complacerlo muy bien porque de otro modo como se explica que han durado un año en esa relación.

Comienzo a enfadarme, sé que no tengo derecho y ni si quiera sé porque me siento así.

—Si ella te da buen sexo, ¿entonces por qué buscas los besos de otra mujer? – le pregunto deseando saber la respuesta.

Intento alejarme, pero él no coopera.

—El año pasado mi padre estuvo insistiendo tanto en que yo buscara una pareja estable, soy el director de Grupo Rocamonte una empresa familiar, como tal, debo tener esa imagen y es lo que Andrea me ofrece, la imagen de una novia perfecta, nuestra relación ni si quiera es real, sólo estoy con ella para tener a mi padre contento – admite con aparente sinceridad.

Sonrío de manera irónica dándome cuenta del tipo de hombre que Roberto es, él no el hombre que quiero en mi vida, me siento decepcionada.

—Sabes que, creo que esta salida ha sido un error, adiós Roberto – le digo bastante molesta.

Lo empujo y me doy cuenta que hay personas que nos están viendo desde sus mesas, salgo lo más rápido que puedo del restaurante sin mirar atrás. Soy una tonta, me repito en mis adentros, por un momento pensé que Roberto ya no estaba con Andrea por la manera en que me beso. No estoy dispuesta a volver a ilusionarme por hombres que no valen la pena. Durante el trayecto a mi departamento, me trato de convencer de que el amor es un asco y es mejor estar sola, así no me preocupo por nada ni por nadie, me gusta la soledad, soy una chica solitaria, no necesito a nadie para ser feliz.

Llego a mi departamento. Siento seca mi garganta, lleno un vaso con agua y me dejo caer en el sofá. Miro a la pared fijamente. Mi móvil suena y es un mensaje de texto de mi padre.

[4:50 p. m., 07/08/2021] Papá: Hola hija, ¿ya le entregaste los documentos de las acciones a Roberto?

¿Por qué me viene a preguntar sobre él justo ahora? Tomo agua, pongo el vaso en la mesita de centro y le contesto.

[4:51 p. m., 07/08/2021] Lily: Si, ya.

La verdad es que no me siento con el humor para platicar con alguien, menos de trabajo y mucho menos de Roberto, estoy enfadada con él, pero más conmigo por comportarme como una niñata ingenua como si fuera una inexperta a mis 28 años.

[4:53 p. m., 07/08/2021] Papá: Podrías avisarle que mañana tenemos una reunión de accionistas en el hospital a las 5:00 p.m. tenemos que tratar un asunto importante.

Me acomodo en el asiento, ¿qué asunto tratarán en esa reunión?, yo he asistido todas las juntas en nombre de Roberto desde que inauguramos el hospital de mi padre, pensé que todo estaba bien. Pero es algo que ya no me corresponde saber, ya que ahora él es el accionista.

Resoplo. ¿y si piensa que es un pretexto para escribirle? No quiero que piense que estoy buscando un pretexto para hablarle.

[4:57 p. m., 07/08/2021] Lily: Mi padre me acaba de comunicar que hay una junta de accionistas mañana a las 5:00 p.m. en el hospital, te espera puntual.

Envío, releo el mensaje, es formal y seco, quedo satisfecha.

[4:57 p. m., 07/08/2021] Roberto: Ok.

¿Ok? Que significa eso, ¿Qué si irá? Lo más probable es que se haya enojado porque me fui del restaurante. Al menos ahora que le he cedido sus acciones ya no tendré que volver a verle la cara.

[Roberto Abad Rocamonte]

Después de que Lily me dejo solo en el restaurante, también me fui. Se me había quitado el apetito. Cometí el error de decirle que Andrea me daba sexo y una buena relación a cambio de dinero, pensó que soy el peor tipo del mundo. Creo que eso ya lo pensaba desde antes. Quise infundir algo de celos. Anteriormente ella me había rechazado varias veces, ese tipo de cosas un hombre no las olvida tan fácilmente.

Me detengo en un semáforo, estoy conduciendo en dirección al departamento de Andrea. Veo un nuevo mensaje en mi móvil, es un mensaje de texto de Lily, lo abro por inercia. Cuando lo leo, me molesto aún más por la frialdad en que lo escribió, le contesto con un ok y aviento el celular al asiento del copiloto.

Acelero de golpe en cuanto cambia a verde. Verla de nuevo removió en mí una mezcla de sentimientos, había olvidado el sabor exquisito de sus besos, la reacción que tiene mi cuerpo cuando ella está cerca. Pero lo que más me gusta de esa mujer, es que no me mira como lo hacen los demás. En mi familia todos me ven siempre con desconfianza, con cautela. De alguna manera, me siento cómodo de que tomen su distancia conmigo porque así, nos dejamos de sentimentalismos. Pero con Lily es diferente, ella me mira de manera tierna. Si no fuera porque Arturo me advirtió que no me le acercara ahora mismo estuviera pensando en la manera de relacionarme con ella.

Recuerdo muy bien que hace un año, mi hermano me pidió que no se me ocurriera acercarme a Lily porque ella estaba saliendo de una relación cuya ruptura la dejo muy dolida. En ese momento no estaba para andar reparando corazones de una mujer herida y rota, por lo que dejé todo hasta ahí, ella era una mujer atractiva que me llamaba mucho la atención, pero podía vivir con eso, sin necesitar más de ella. Luego, tuvimos aquella noche en que compartimos intimidad, yo sabía que ella estaba despechada y había bebido, pero quien era yo para no satisfacer sus necesidades de placer. Al día siguiente ella se despertó, dijo que la noche anterior había sido una equivocación que si hubiera estado sobria nunca se hubiera acostado conmigo, sus palabras golpearon directo a mi ego, estaba enfadado por lo que no volví a llamarla. En ese entonces, mi padre estaba muy insistente en que buscará una relación formal con una buena mujer, según él, ya era hora de que sentará cabeza, prometió que me daría un veinte por ciento más en las acciones si hacía lo que me estaba pidiendo así que cuando conocí a Andrea se lo planteé y ella gustosa acepto ser mi novia a cambio de una generosa remuneración mensual. Ahora el cincuenta por ciento de las acciones en Grupo Rocamonte es mío. Pero necesito encontrar la manera de quedarme con el otro cincuenta por ciento. Sé que mi padre planea heredárselo a mi hermano, pero él ya tiene su empresa, es justo que Grupo Rocamonte sea mío.

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