Capítulo 5

Escuché un pitido fastidioso, me duele demasiado la cabeza, abrí los ojos aunque mi vista es algo borrosa me di cuenta que es una habitación con paredes blancas y utensilios médicos, tengo unos cables en mis manos y agujas, unas imágenes vienen a mi mente de los hombres alcanzando y alguien intervino, mis manos se helaron y comencé a respirar agitadamente,  debo tranquilizarme, por suerte fui a terapia hace unos años y la psicóloga me enseñó a identificar el ataque de pánico y cómo calmarlo.

¿Por qué me pasan estas cosas a mí?

Me tranquilicé después de unos minutos, odio los hospitales, tengo que salir de aquí, me levanté colocando los pies fuera de la cama, tengo una bata blanca y veo a los lados buscando mi bolso que está en el sofá cerca de la puerta, intenté pararme, pero justo en ese momento alguien me detuvo.

–No hagas eso, debes guardar reposo –escuché esa voz conocida de nuevo.

Me recosté en la cama levantando la mirada y ahí está él… Es el chico rico del restaurante, pero esta vez tiene una bata blanca ¿Es médico? ¿Trabaja aquí? Nunca lo había visto por la ciudad. Tampoco es que sea muy sociable, pero es una ciudad chica y sencilla, estoy segura que lo recordaría.

–¿Qué estoy haciendo aquí? – pregunté un poco desorientada o creo que la verdadera pregunta es ¿dónde estoy? Mi mente no logra formular nada.

–Anoche unos hombres te atacaron, iba pasando por ahí y logré detenerlos.

Su voz fue bastante suave y sentí sus dedos revisando mi cabeza, no quiero que me toque, pero me siento demasiado débil para pelear.

–¿Me estás siguiendo o algo así?

Una sonrisa se formó en sus labios sabiendo que lo recordaba.

–Veo que tu memoria está intacta así que no –respondió –. Yo trabajo aquí y estaba de turno anoche, decidí salir un momento justo cuando pasó todo.

Su rostro quedó frente al mío y pude notar sus ojos azules muy bonitos, creo que estoy drogada, llevó una luz a mis ojos y la seguí.

–Está bien, te creo –suspiré queriendo cerrar mis ojos. 

Solo quería dormir un poco, eso hasta que recordé que tengo que ir a trabajar, hoy es mi turno de tarde, abrí los ojos e intenté levantarme de nuevo.

–Debo irme.

–Dije que no –me detuvo –. Fue un golpe bastante fuerte y te quedarás hasta mañana.

Y a este chico que le pasa queriendo darme una orden, tampoco podía enojarme de todas formas me había ayudado. Me calme y trate de explicarle.

–Estoy bien, además tengo que ir a trabajar y nadie sabe dónde estoy.

–Soy el médico aquí y ordenó que necesitas quedarte.

Lo observé que tiene ese gesto serio, esa linda sonrisa ha desaparecido, pero bueno sé que no me dejará ir, de cualquier modo tengo que llamar a Marine.

–Bien, pero debo llamar a una amiga para avisarle –señale mis cosas.

–Bien, avísale.

Me alcanzó mi bolsa, mientras yo busco mi celular y llamó a Marine, el médico anotó algo en unos papeles.

–Hola mejor amiga del mundo mundial –escuché a Marine.

Intente ignorar su ridículo saludo, porque solo escuchar su voz es bastante molesto para el dolor de cabeza.

–Marine, necesito que me cubras está tarde –hable mientras escucho unas risas y la voz de un hombre –. Veo que te fue muy bien anoche.

–¡Siii! Está bien, te cubriré, pero ¿pasó algo? –Pregunto dudosa por mi débil voz.

–Escucha estoy bien, cuando iba de regreso a casa unos hombres me golpearon la cabeza, pero alguien llegó a tiempo y ahora estoy en… en… –titubeé viendo al médico para que me dijera dónde estoy.

–En la clínica Evenson –susurró el médico.

–En la clínica Evenson –repetí al teléfono cuando reaccioné y repetí exaltada –. ¡En la clínica Evenson! Olvidalo Marine, te veo en casa –corté la llamada –. Pero qué m****a… ¡Estás loco! ¡Cómo voy a estar aquí, me quedaré endeudada de por vida! Pero ni donando toda mi sangre podría pagar este lugar… Suficiente yo me largo.

Sujeté mi bolsa y cuando intenté levantarme me detuvo.

–No lo harás –negó –. Y por el pago no te preocupes.

Ahora soy un caso de caridad o algo así, recordé cuando me quiso dar el billete en el restaurante.

–Cómo que no, ya dije que me voy –gruñí.

–Escucha, ya dije que no te vas y si es necesario llamaré a psiquiatría para que te amarren a la cama, no te preocupes por el dinero.

Un suspiro salió de mis labios, creo que habla en serio y no me va a dejar ir, me recosté en la cama, además no me gustan los hospitales, pensaré en como salir cuando se vaya y me deje tranquila.

–Buena chica –susurró con una sonrisa cinflona.

–¡Al menos me dirás tu nombre! –exclamé antes de que llegara a la puerta. 

Recordé que él sí sabía el mío por el restaurante, pero jamás se presentó.

–Soy Derek –respondió y siguió caminando.

Imbécil... cruzó por mi mente, bueno al menos ese imbécil me salvó, debería estar agradecida que al menos estoy bien.

*

Han pasado unas horas desde que estoy en la clínica Evenson, ni yo puedo creer que termine aquí.

Si se lo preguntan, por supuesto que le mentí a Derek, una llamada me basta para pagar mi atención, pero he salido adelante con mis propios medios y esa llamada me costaría mis amigos y todo esto que he logrado, además no sé si ya me hicieron alguna prueba de sangre o algo así, donde podrían descubrir quien soy realmente, estoy súper aturdida, preocupada y desesperada, quiero volver a casa, es decir ya me siento bastante bien y solo tengo un bulto en la cabeza que por suerte cubre mi cabello. Veo hacia la puerta y pensaba la manera de salir de aquí cuando un niño pasó.

–Hey niño –alce la voz esperando que me oyera.

–Si –regresó a mi puerta.

–¿Quieres ganar dinero?

–¿Qué debo hacer? 

Eso fue muy fácil.

–Consígueme algo de ropa y te lo daré.

–¿Ropa? –dudó.

–Si, ropa para ponerme –le aclaré señalando mi cuerpo.

El niño movió su cabeza a un lado parecía pensativo y se fue. Pensé que se asustó quiero decir que mujer loca en una camilla de hospital le pediría ropa a un niño pequeño; mi sorpresa fue que un momento después regresó con un vestido grande y unas zapatillas.

–Esto –mostró y movió su cabeza a un lado.

–Claro, gracias chico.

Me levanté y tomé el vestido, le pagué, me dirigí al baño para cambiarme, me queda gigante, pero funcionará para salir.

–En serio, gracias –repetí al chico que todavía tenía los zapatos y me incliné por ellos cuando retrocedió.

–Son diez por los zapatos –extendió la mano.

–Pero ya te di los cinco del vestido –aclaré.

–No es negociable –dice el pequeño mafiosillo.

–Vamos chico, tengo que regresar a casa y no ajustó –mentí.

Estaba cerca del apartamento y podía regresar caminando.

–Diez por los zapatos –extendió su mano.

–Bien.

Tomé mi bolso sacando el dinero y me dio las zapatillas que me quedaron exactas.

Caminé por los pasillos tratando de parecer lo más normal, parece que estoy en el tercer nivel, encontré unas escaleras y comencé a bajarlas evitando el ascensor, al llegar a la salida observé a todos lados por fortuna no ví a Derek cerca, es el único que me conoce, salí tranquila a paso apresurado y solté un suspiro hasta que estoy fuera de ahí; observé el enorme edificio al caminar por la acera.

La Clínica Médica Evenson es un edificio en el centro de la ciudad que por supuesto solo los más adinerados pueden pagar y tiene los mejores especialistas y calidad en medicina. Aún recuerdo la primera vez que vine aquí y quería entrar para llamar a casa y que vinieran por mí, parece que no fue hace mucho y ya pasó más de un año.

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