Capítulo 2

He conducido toda la noche, mis pensamientos divagan en los recuerdos del pasado con mi vida en casa y las últimas horas, especialmente las palabras de mi madre.

No sé a dónde voy, sólo sé que no quiero regresar a ese lugar; no quiero tener esa vida, casada con Saúl siendo solo una mujer de revista viviendo bajo su sombra. 

¿Cuántas veces he tenido que hacer esto? 

Podría irme a Europa otra vez, ya lo he hecho antes, pero tendría el mismo resultado, porque tendría que volver a casa, estoy cansada de tener esta vida, estoy cansada de ser Eliane Black...

*

Un leve sonido me hizo reaccionar, bajé la mirada y me di cuenta que me estoy quedando sin gasolina, me tengo que detener en una gasolinera, aproveché a comprar algo de golosinas y llenar el tanque del auto.

En lo que estoy en la tienda me doy cuenta que mi auto empezó a rodearse de unos chicos asombrados por el Maserati Levante de lujo color vino que está afuera.

Los observé en ese instante y pienso en todas estas personas, ellos desean carros de lujo, joyas, ropa de marca y dinero, pero no saben el precio que deben pagar y yo estoy aquí con todo eso deseando ser como ellos, ser normal… ¿Quién sería sin estos lujos?

Una idea viene a mi mente, subo a mi auto y sigo conduciendo mientras pienso en abandonar todo lo que tengo y comenzar de nuevo; sin madre ausente, sin mi odioso padrastro, sin amigas interesadas, sin matrimonios por obligación, sin lujos...

Conduzco hasta ver el rótulo de bienvenida de una ciudad y encuentro un taller mecánico en dónde estaciono el auto.

–Que hermoso auto señorita.

Un chico sale con una sonrisa limpiándose las manos, tiene una camiseta y un pantalón azul.

–Te gusta– respondí.

–Es magnífico, ¿desea algún servicio?– Preguntó.

–Mmmm… no… En realidad, venía a regalarte el auto– contesté al lanzarle las llaves.

–¿Qué? No señorita, no juegue. – Se sorprendió al recibir las llaves y querer devolverlas.

–Descuida, no lo necesitaré más.

Tomé mi bolsa de adentro y comencé a caminar hacia la ciudad sin darle tiempo de responder.

*

Casi llego al centro de la ciudad puedo distinguir los edificios y las luces brillantes, voy descalza porque los tacones me lastiman, se supone que sería una buena idea. 

Estoy cerca cuando mi teléfono comienza a sonar, me detengo un poco para contestar es mi hermano John, no sé que hacer, si le digo lo que estoy haciendo estoy perdida, me encierra en un sótano por el resto de mi vida por está locura, pero quiero hablarle y tal vez saber si tiene alguna idea de la locura de mamá, tomó un poco de aire antes de contestar.

–Hola John– saludé tratando de estar tranquila.

–Hola princesa, ¿qué haces?

Casi me da un ataque hasta que me di cuenta que no podía ver lo que hacía.

–Pues ya sabes lo de siempre, viendo las redes– mentí.

–Claro princesa, escucha te llamo porque me iré a Tokio por unos negocios no sé cuánto tiempo, así que estaré fuera unos meses– mencionó de prisa.

Eso es un golpe de suerte, ya que él es único que vendría por mí, seguro mamá ni se da cuenta que no estoy y hasta le da felicidad por no tener que aguantarme más en casa.

– Sí hermanito, felicidades por tu nuevo proyecto.

–Ya me tengo que ir, te quiero princesa– se despidió.

–Yo también te quiero hermanito– terminé colgando el teléfono y dando un suspiro.

Recordé que para empezar de nuevo debo deshacerme de todo, así que arrojé todo lo de mi bolso incluyendo el teléfono a la basura y continué mi camino hacia el centro de la ciudad, el vestido empieza a ser incómodo y ni hablemos de mis pies descalzos,  encontré a una chica de mi estatura con sus curvas debajo de su vestimenta floja, su cuerpo es parecido al mío y además no puede desviar la mirada de mi vestido rosa marca Balenciaga.

–Niña, te gusta el vestido –me acerque.

–Sí señorita, disculpe por verla– se sonrojo.

–Sabes es un hermoso atuendo que tienes.

La chica lleva unos Jeans sencillos y una playera rosa un poco floja con unas zapatillas negras.

–Muchas gracias señorita, pero no sé compará a su elegante vestido –señaló.

–Me llamo Eli ¿y tú?

–Soy Mimi.

Está apenada y su rostro está rojo totalmente, al menos no soy la única que le pasa eso.

–Mimi, a ti te gusta mi ropa y a mí la tuya, ¿te gustaría cambiar?

–No señorita, cómo cree –se sorprendió dando un paso atrás, pero yo estoy decidida.

–Vamos Mimi, llévame a algún baño cerca y nos cambiamos –insistí alzando las manos –. ¿Acaso no te gusta mi ropa?

La chica lo pensó un rato y volvió a ver mi vestido.

–Está bien –cedió.

Casi doy un brinco de felicidad, me guió a una cafetería con unos baños en donde intercambiamos vestuario; ella se fue con mi hermoso vestido rosa y yo tenía sus jeans azules y blusa rosa muy cómodos.

Caminé por todo el centro de la ciudad hasta que comenzó a anochecer, estoy muy cansada y empiezo a pensar que esto es una muy mala idea, me estoy muriendo de hambre y me duele todo el cuerpo, me detengo en una esquina recostando mi espalda a una pared, dirigí mis ojos hacia arriba donde distinguí un gran edificio con el rótulo en letras grandes Clinica Medica Evenson. Se ve que es un lugar para personas con buen status social, puedo caminar hasta ahí y llamar a casa.

Bajé la cabeza y di un suspiro, llamar y volver a casa; de pronto sentí el delicioso olor a comida y observé al frente un rótulo grande que dice Deni´s Restaurant, abajo en una ventana dice 'se necesita empleada'. 

Es perfecto pediré el puesto y así conseguir algo de dinero para comer y un lugar donde quedarme, porque claramente había tirado todas las tarjetas para que no me puedan localizar, debí sacar algo de efectivo, si lo hubiera pensado mejor.

Caminé al restaurante y al entrar veo a pocas personas por las horas de la noche, giré la mirada alrededor buscando al encargado, hasta que un hombre robusto y algo calvo se me acercó.

–Oye niña, ¿qué quieres? 

Su gesto duro me hizo retroceder.

–Lo siento –titubeé –. Ví el rótulo afuera y quería pedirle el trabajo.

Entrecerró los ojos y se cruzó de brazos.

–¿Cómo te llamas?

–Yo… yo me llamo –titubeé pensando que decir.

No diría que me llamo Eliane Black todos saben quienes son los Black, es un apellido poderoso y poco frecuente así que debía cambiar mi nombre, pero no pensé en eso antes.

–Olvídalo niña, vete no te daré el trabajo –se dio la vuelta.

–Por favor –suplique. 

Si no me daba el trabajo tendría que volver a casa y eso era algo que ya no quería hacer. Mi estómago dio un rugido fuerte que sentí mis mejillas arder. 

¿Acaso esto podría ser más vergonzoso?

–Vamos Denis, ayudala, ni que fueras el ciudadano modelo –sonrió una joven de cabello negro y rizado, morena con ojos negros que salió de la cocina con un plato de comida que huele delicioso –. Ven aquí y come algo.

Me dí cuenta que me está hablando a mí, me acerque a la mesa en seguida sin ninguna vergüenza tomé la hamburguesa para darle una mordida, estaba riquísima.

–Gracias –devoré cada bocado.

–Mmmm… Está bien, comenzarás mañana –escuché a Denis, el dueño del restaurante.

Le agradecí con la boca llena, creo que no me entendió solo le indico a la chica que ella se haría cargo de mí y ella aceptó con gusto.

–¿Tienes donde quedarte? –murmuró la chica que parecía de mi edad.

–Bueno… no –le comenté.

–Bien, mi turno termina en una hora y vendrás conmigo –me sonrió.

Terminé de comer y esperé a la chica, creo que hacer todo por impulso no fue una buena idea, dejarme dominar por mi enojo y no pensar con claridad lo que iba a hacer me colocó en una situación difícil, agradecí por encontrarme a salvó con ayuda de una chica que no sabe nada de mí y aún así está dispuesta a ayudarme, algo que yo jamás hubiera hecho en el pasado.

Las pocas personas comenzaron a retirarse, incluso el hombre que me dió trabajo, por un momento me pregunté si la chica había salido y no me había dado cuenta, pero finalmente salió al terminar de trabajar y me ve aún sentada en la mesa.

–Sigues aquí –volvió a sonreír al verme y yo asentí –. Bien, vamos.

Cerró el restaurante y comenzamos a caminar, no tenía idea de cómo hablarle.

–Me llamo Marine, por cierto –se presentó comenzando la conversación.

–Soy Lana –le respondí con el nombre que había pensado.

Lo sé, es ridículo, pero fue lo único que se me ocurrió.

–Mucho gusto, empezarás mañana te prestaré algo de ropa y te enseñaré un poco, no te preocupes por Denis, es un gruñón, pero es buena persona y siempre ayuda con lo poco que tiene.

Llegamos a un edificio grande con la estructura un poco desgastada, abrió la puerta, subimos muchas gradas hasta llegar al cuarto nivel, entramos a un sencillo apartamento con tres habitaciones y un baño; la vista comienza con un sofá un poco viejo y una pequeña televisión enfrente con una mesita en medio, luego una pequeña cocina al lado derecho, la pared con una ventana viendo a las escaleras al lado izquierdo tres puerta en donde al fondo está el cuarto principal, luego el baño y otra habitación pequeña.

–Estás de suerte, tengo una habitación extra –señaló el pequeño cuarto.

–Muchas gracias, Marine.

–Veo que no traes equipaje –me dió un vistazo de pies a cabeza.

–No, es que yo huí de casa –murmuré un poco avergonzada.

Abrió los ojos con sorpresa y nos quedamos en silencio por un momento.

–No te preocupes, todos hemos tenido familias horribles –comentó –. Aunque lo hiciste un poco tarde no… ¿Qué edad tienes?

–Tengo veinticuatro –respondí.

–Bien, entonces bienvenida a tu nueva vida Lana –suspiró –. Ahora ve a dormir –señaló la cama.

Camine a la pequeña habitación y me recosté en la cama que ciertamente no se compara con mi cama de la mansión, pero me acostumbraré. Pensé en las palabras de Marine 'Mi nueva vida' ahora está va a ser mi nueva vida y pienso ser mejor cada día.

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