Capítulo 5

Maia

Creo que ese día mi experiencia en Nigel Co. fue una que quedaría guardada en los anales de mi mente. Todo para mí ha sido difícil. Hace tan solo una semana que mi familia y yo habíamos regresado a este lugar al que habíamos prometido olvidar, pero la situación económica nos orilló a volver con el rabo entre las piernas: 

Estaba nerviosa sentada en el hall de espera del gran edificio ubicado estratégicamente en el centro de Valle Largo. Me sorprendió al no ver a las demás aspirantes al puesto, en mi experiencia laboral siempre tuve que luchar con una tanda de mujeres que, como yo, solo buscaban progresar y abrirse paso en la vida. Tenía muy en claro lo que era esforzarse al máximo...no sólo por lo laboral sino porque tenía muchas más responsabilidades que la mayoría de chicas de su edad. Volví a revisar la convocatoria con miedo de haberme equivocado de fecha y hora aunque era poco probable ya que siempre prestaba mucha atención a estos detalles. No, en efecto, era ese mismo día y a esa hora. "Aún faltaba un minuto", me dije mientras no quitaba la mirada del gran reloj digital empotrado en la pared...pero nadie llegaría tarde a una entrevista laboral tan importante. Pasaron otros quince minutos antes de escuchar mi nombre en la voz de la secretaria pelirroja y sexy sentada detrás de la mesa de entrada.

—Señorita Low, sígame por favor. El señor Nigel la espera.

Sentí escalofríos cuando escuché ese apellido. El señor Nigel tenía fama de ser muy estricto con sus empleados. Decían que con su voz podía paralizar a cien personas en una sala y su presencia era temible. Y estaba el otro Nigel...pero enseguida espanté el naciente pensamiento. Me acomodé los anteojos de montura negra y me alisé la falda que aún usaba dos dedos por debajo de la rodilla, solo que esta era de un estilo más moderno y de un color más vivo que las que usaba cuando aún estudiaba. A pesar de la experiencia vivida en el pasado, no cambié mucho, no permitiría que un tipo cualquiera que ni siquiera conocía me trastocara la vida. Por supuesto que me la cambió de una manera que jamás imaginé, pero siempre intento que mi esencia seguía siendo la misma.

La secretaria me hizo un ademán de que pasara a la oficina. Había un hombre parado de espaldas con las manos cruzadas que miraba por el gran ventanal que tenía vista a la mejor zona de la ciudad.

—Hola, Maia —me dijo dándose vuelta. —Hace tiempo que no nos vemos...

Me quedé muda. "Tragame, tierra", grité por dentro. Era la primera vez que me quedaba sin palabras en una entrevista. Con que este Nigel sería mi jefe. Pensé que tal vez estuviera en alguna isla afrodisíaca revolcándose con una rubia con tetas plásticas. Nunca se me pasó por la cabeza que fuera el "señor" Nigel.

—Hola, Josh. No esperaba encontrarte. Pensé que el señor Nigel era tu padre —espeté nerviosa, ni en mis más remotos sueños me hubiera imaginado estar frente al semental del instituto y con sus ojos oscuros mirándome fijamente.

—Y así es...pero la secretaria aún no se acostumbra a tutearme. Tal vez le falte un poco de intimidad conmigo para que aprenda, ¿no te parece?  —manifestó con sorna. "Es que este tipo no cambia más", bufé internamente pero me aseguré de no expresarlo en voz alta. 

No sé porque pero me ruboricé. Siempre supe que él era un patán con las mujeres..."y pensar que hubo un tiempo en el que soñaba con él"...

—Al parecer sigues siendo la misma Maia del instituto, ¿verdad? —aseveró de repente, sacándome de sus ensoñaciones, las que ya tomaban un rumbo indescifrable para mí.

—Y yo pensé que estaba aquí por motivos laborales, "señor" Nigel...no para que me contara chistes —expresé molesta, con el ceño fruncido pero aún colorada... obvio no podía verme pero lo sentía con muchas fuerzas.

Aquí mi día ya se había arruinado, definitivamente.

Relator 

Él aprovechó para mirarla más de cerca. Ya había visto sus ojos aquel día que chocaron en el pasillo cuando él se dirigía tarde a un entrenamiento y ella iba toda cargada con libros. Y se le quedaron grabados para siempre. Ahora observó la forma de su boca, de su nariz, de sus pómulos. Lo hizo descaradamente mientras ella buscaba un pañuelo en su bolso para limpiarse las finas gotas de sudor de su frente. Estaba...¿nerviosa? ¿o era solo su imaginación?.

—Bueno, entonces nos concentremos ahora en lo que nos convoca, señorita Low...¿o debo decir señora? —le preguntó al pasar, moría por saber más de ella aunque también se aseguró de no expresarlo.

—Señorita para usted, señor Nigel —le dijo sin levantar la mirada y resaltando el "señor". Ya se sentía molesta por la forma en que él la miraba a la cara. Sabía que tenía muchos defectos por lo que no le gustaba que se detuvieran a observarlos, en cambio, desviaba la atención en sus ocurrencias brillantes y charlas amenas. Sabía que debía compensar la falta de gracia física con la intelectual, aunque había aprendido que a los hombres eso no les interesaba.

—Esta es la propuesta de trabajo, señorita Low. los horarios, la paga y las tareas asignadas. Puedes analizarlas y darme tu respuesta mañana a primera hora.. —propuso altaneramente.

Maia se despidió sintiendo su oscura mirada pegada en su espalda y estuvo a punto de darse vuelta a replicar por ello pero lo pensó mejor, no valía la pena hacerse mala sangre por alguien como Joshua Nigel, el nombre que había repetido tantas veces en la oscuridad de su cuarto. Le costó mucho tiempo recuperarse del encuentro y de las sensaciones que le causó. Debía ser fuerte, siempre lo había sido y debía seguir siéndolo si quería que el pasado la atrapara.

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