Cap. 4 Eventos desafortunados p. 1

Malak estaba en el taller terminando el vestido café que había imaginado y ahora materializaba en esos momentos. Ali al verla trabajar con emoción le dijo a la joven.

—No veo porque te empeñas tanto, ella nunca te dará el crédito de nada de lo que haces.

—Lo sé, pero saber que alguien utiliza uno de mis vestidos es alucinante.

 Tal vez nadie entendiera que si algo disfrutaba era poder hacer cosas hermosas, con telas y todas las máquinas que su jefa tenía, piedras, encajes finísimos, botones de toda calidad y un sinnúmero de detalles que volvían a la ropa algo maravilloso. Cuando terminó, su jefa, Gaela entró, vio el hermoso trabajo  las capas del vestido café eran hermosas y comentó:

—Me quedó perfecto, hay que exhibirlo ahora—llamó a su personal y les dijo a todas—esta es una muestra de que podemos llegar más lejos si nos esforzamos y este vestido es una muestra de mi esfuerzo.

Las chicas que trabajaban allí se miraron todas, sabían que la mujer era una roba talentos, pero llegar a decir frases inspiradoras a costillas de ese talento era el colmo. Fue entonces que le anunciaron que una clienta importante había llegado. Cada vez que eso pasaba activaba un protocolo especial: Malak estaba a su lado, ella tomaba las medidas y hacia los diseños y sugerencias y ella se desvivía en elogios a las clientas; además de abrir la refrigeradora que contenía las bebidas exclusivas y cosas de picar para ofrecerle a las distintas damas que acudían. Todas dentro en el taller en silencio trabajando y su jefa cerrando negocios. Así hacia las cosas.

Kirvi Ansar llegaba acompañada de  guardaespaldas, cubriendo su cabeza con un velo, Gaela la recibió con una amplia sonrisa en el rostro.

—Señora Ansar es un honor recibirla.

Kirvi miraba los vestidos, como toda mujer era vanidosa y le gustaba lucir bien; pero, ahora tenía una misión específica y trataría de ser natural: la misión era Malak.

Sentía curiosidad por la joven que sería la nueva esposa de su cuñado, deseaba ver si en verdad daría la talla, conocía los gustos exquisitos de Laila y que dijera que una costurera era la indicada como esposa de Hanza le parecía de locos. Admiró uno de los vestidos, le gustaron esos tonos cafés en distintos tonos y como jugaba con el movimiento y la elegancia.

—Este está terminado recientemente, miré cómo me quedaron las capas.

—Es hermoso… Sin duda una obra de arte, me lo llevaré.

Kirvi era muy poco dada a fingir, pero el vestido era divino, fresco y atrevido al mismo tiempo.

—Me encanta el diseño… Se ve que usted innova  muy bien.

Gaela en tono humilde le dijo a la dama.

—Sí… Soy una mujer muy creativa, me encanta inspirarme en la mujer, principalmente si son mujeres como usted.

Kirvi admiró los diseños espectaculares y los acabados.

—Me hablaron mucho de usted y de su creatividad.

Entonces reparó en la joven de ojos verdosos que la miraba atenta se veía que era distinta  y diferente a lo normal, ¿sería esa la mujer que decía Laila? Comentó.

—Me encantaría que me hiciera un vestido exclusivo.

—Claro…—pensó un poco y soltó lo que se le venía a la mente—Estoy pensando en vuelos…

Malak que había estudiado la figura de la dama corrigió.

—Telas sueltas que remarquen su figura… Tal vez de seda… Colores vivos…

—Claro… Seda, la seda nunca pasa de moda, toma las medidas de la dama, Malak.

Así que esa era Malak, hermosa sin duda y joven, la tenía tan cerca, su piel tenía la frescura de la juventud, claro faltaba pulirla; sin embargo, notó que tenía posibilidades. La joven le sonrió y tomó las medidas diligentemente y dibujó algo con tonos vivos y Gaela se lo quitó:

—Mire lo que hice.

Kirvi miró el diseño y le gustó; pero, se había dado cuenta de todo,  la chica era la del ingenio y la mujer solo se aprovechaba de ella y comentó:

—Tienes talento, muchacha.

—Yo le enseñé todo lo que sabe—dijo Gaela—ella es una extensión de mí.

Kirvi salió muy desconcertada y fue a tomar el té en casa de su cuñada y le refirió todo lo que había visto.

—Fue muy emocionante, mi corazón latía veloz, en ese momento entendí a los espías—entonces se enserió para comentarle—pero me di cuenta de que esa Gaela es una bruja sin duda, se aprovecha del talento de la muchacha…

—¿Y qué te pareció Malak?

Tenía que reconocerlo y se lo dijo a su amiga.

—Es linda, joven, tiene tersura en la piel… Está descuidada, pero refinándola…—tomó las manos de Laila—Esa joven es peligrosa, un dulce puesto como tentación para un niño.

—Es perfecta, lo sé, lo vi ese día y supe que era a ella la que necesito.

—El vestido que diseño para mí es maravilloso— fijo sus ojos verdes en Laila— ¿qué vas a hacer con eso?

—Librarla de ese tormento.

—¿Crees que ella acepte ser la… la…—no podía ni decirlo sin trabarse— Segunda esposa de tu marido?

—Tendrá qué… Voy a ayudarla a decidir.

No entendió lo que quiso decir, solo esperaba que la joven se rehúse porque era demasiado hermosa y podría desbancar a Laila y para ella eso sería doloroso y Amed, cielos su esposo podría darle envidia y montarle otra esposa, de solo pensarlo le daba ansiedad.

Laila llamó a su chofer Rajan y le dio la siguiente orden.

—Quiero que vayas a esta dirección y vas a buscar a una de las costureras y le vas a dar esto y decirle lo que te voy a explicar a continuación.

Ella lo instruyó detenidamente y él asintió, consciente de que debía obedecer y no preguntar. La primera parte fue hecha.

La otra parte era…

—Quiero que vayas a esta dirección y hables con el dueño del inmueble y harás lo que te digo a continuación…

Malak terminó el vestido para la dama de sociedad, estaba cautivada con ese estilo de vida, al que sentía exclusivo, únicamente para afortunados. Ella no era de ese grupo; pero, de cierta forma le gustaba contribuir con la belleza de vestir bien a esas damas. Gaela admiró el vestido y era espectacular, entonces le dio la etiqueta:

—Pónsela, que quede perfecta ya sabes que me gusta la perfección.

Ella fue a ponérsela y Ali se ofreció a ayudarla.

—¿Te ayudo?

—Nada más tengo que ponerle la etiqueta.

—Yo lo hago, debes de estar cansada por el trabajo.

—Un poco, quedó lindo sin duda.

—Perfecto diría yo, lástima que Gaela no reconozca tu talento en nada.

Malak sonrió, un día todo cambiaría y podría ser todo distinto, no perdía la fe, accedió a la ayuda y su compañera cuando se vio sola sacó otra etiqueta, con el nombre de Malak y se la colocó al vestido, le habían pagado muy bien por ese trabajo y ella estaba necesitada. Cuando llegó Kirvi Ansar, vio el vestido y quedó encantada:

—Me siento como una reina.

—Usted  es una reina—secundó Gaela.

—La recomendaré con mis amigas.

Gaela estaba complacida y emocionada, Kirvi se probó el vestido y  admiró los detalles en el ancho espejo y comentó:

—Divino, único, me encanta.

—Se la ve como la reina que es.

Cuando se cambió miró la etiqueta, Laila había sido explícita en que reparara en ella y cuando vio el nombre de la joven se quedó en blanco, pero según Laila debía de hacerlo notar y salió muy desconcertada.

—El vestido es perfecto, la recomendaré—miró la etiqueta—Recomendaré a Malak, diseños exclusivos a todas mis amigas.

—¿Cómo dice?

—Su creación—le mostró la etiqueta.

—Cla… Claro, Malak—dijo entre dientes.

Gaela quedó impactada e intentó disimular y esperó a que la dama se fuera, entró al taller y agarró a Malak del brazo y la zarandeó:

—Pequeña bruja quieres robarme mi fama—la agarró y la tiró al piso—yo te hice y así me pagas Malak.

Malak la miró horrorizada y preguntó.

—¿Por qué me trata así?

—Intentaste robarte mi destino, eso no te lo perdonaré, quiero que salgas de aquí, perra, tú y tu madre se mueren de hambre por mi lado y ni creas que encontrarás trabajo en algún sitio te haré cerrar las puertas de todo Fez.

Malak no entendía, Gaela tiró sus cosas a la calle, estaba como una fiera y la joven intentó suplicar; pero, esa mujer estaba tomada por los demonios de la ira. ¿Qué sería de ella ahora sin trabajo? De nada valió jurar que fue un error, Gaela la botó a la calle y ella se quedó sin trabajo en minutos, no entendía nada. Estaba desmoralizada y al llegar a casa vio todas sus pertenencias fuera y a su madre en su silla de ruedas en la calle, corrió a ver lo que pasaba:

—Mamá, ¿qué pasó?

—El dueño nos botó…—sollozaba—dijo que alguien le iba a pagar el doble y se volvió como loco y mandó hombres a sacarme, no pude evitarlo.

Malak intentó hablar con Busy, el dueño, y este lo que supo decirle a la joven fue:

—Alguien me pagó el doble y en efectivo.

—¿Qué vamos a hacer ahora en la calle?

El cielo estaba en su contra.

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