Capítulo 2 El alcohol y la rabia son malos consejeros.

Aisha miró el trago que tenía servido enfrente, había perdido la cuenta de los que se había tomado. Pensaba que eran muchos porque estaba mareada a pesar de tener la resistencia al alcohol de un albañil.

―¡Maldito cabrón! ―murmuró para sí misma

Aun estaba furiosa a pesar de haberse desquitado cortando en tiras todos los elegantes trajes de su pronto exesposo y sacando toda su porquería de la casa. También cambió la cerradura de su apartamento, porque era suyo, regalo de su madre y pagado con la fortuna de su familia.

Un hombre se sentó a su lado y enseguida el cantinero se acercó a atenderle.

―¿Qué desea tomar, señor Lombardi? ―preguntó el barman con mucha deferencia.

 ―Ponme un bourbon ―dijo el hombre con voz muy varonil.

Aisha gimió en su interior ante lo que le produjo en su centro íntimo el tono de voz del señor Lombardi, ¡Maldito tratamiento hormonal! La tenía cachonda todo el tiempo, pensó apretando las piernas para tratar de calmar la excitación. Se inclinó un poco hacia él cuando un olor a macho vernáculo inundó sus fosas nasales. «Y pensar que no tengo a nadie que me rasque esta picazón» pensó con rabia. Sin girarse lo miró por el rabillo del ojo. Sin darse cuenta de que él podía verla por el espejo que estaba detrás de la estantería de licores.

Una sonrisa asomó a los labios del señor Lombardi al verse observado por la chica que estaba sentada a su lado. Se sentía halagado porque la mujer era espectacular, con esa piel color caramelo acompañada de unos ojos verdes preciosos y un largo cabello negro que le llegaba a la cintura.

Como si fuera lo más natural del mundo él giró su silla para conversar con ella. El movimiento hizo que ella volteara la cabeza para mirarlo «¡Por Dios! Es guapo como Thor» Pensó admirándolo embobada «Me puede dar con su martillo todo lo que quiera» siguió elucubrando en su mente mientras inspeccionaba a ese metro noventa de pura masculinidad.   

―Gabriel Lombardi para servirla ―se presentó extendiendo la mano.

―Aisha Sing ―respondió dando su apellido de soltera.

«En fin, pronto volveré a usarlo cuando me divorcie de la escoria de Nimai» pensó frunciendo el ceño al pensar en su esposo.

―Es un placer conocerte, Aisha  ― agregó él en plan seductor.

―El gusto es mío  ―dijo distraída pensando que ese nombre le sonaba de algo, pero en ese momento no lograba ubicarlo. ¡Lo tenía! El principal competidor de las empresas de su familia era de apellido Lombardi, pero de seguro era un viejo horrible y no era este dios griego ¿o era nórdico?

―¿Thor era griego o nórdico? ―preguntó de pronto Aisha.

Gabriel volvió a sonreír, a menudo le decían que se parecía a Thor o por lo menos al actor que protagonizaba la película, por lo que se dio cuenta de que la mujer que tenía al lado pensaba lo mismo.

―Nórdico  ―respondió Gabriel.

Aisha tomó lo último de su trago y puso el vaso en la barra, solícito Gabriel le pidió al cantinero que le pusiera otro. Aisha negó con la cabeza y sacó su tarjeta para pagar su bebida.

―Gracias, pero no necesito que un hombre me pague el trago, soy una mujer independiente que no necesita a un hombre para sobrevivir  ―declaró orgullosa.

―¿Eres del movimiento feminista? ―preguntó Gabriel.

―¡No, por Dios! Soy tradicional y liberada  ―replicó mientras se inclinaba un poco más de lo normal hacía él.

Gabriel pidió una soda de cola para ella y se la puso delante, ella agarró el vaso y siguió tomando como si fuera bourbon mientras seguían discutiendo sobre el movimiento feminista.

―Voy al baño un momento  ―informó Gabriel levantándose de su silla, pero dejando su abrigo para indicar que el asiento estaba ocupado.

Cuando salió del baño se encontró con que Aisha venía hacia el aseo meneando sus caderas en un andar absolutamente sexy. Se quedó recostado en la puerta admirándola, era una mujer realmente exótica. Tenía un cuerpo de infarto que combinaba con una elegancia que pocas veces había visto juntas en una mujer. Aisha se paró frente a él, se puso en puntillas y lo besó. Durante unos segundos se quedó sorprendido hasta que su mente reaccionó, con una mano la pegó a su cuerpo y con la otra abrió la puerta que había a su espalda y la haló hacia dentro del aseo. Un beso sucedió a otro, con la pasión corriendo por sus venas la subió a la encimera del lavabo. Aisha no opuso resistencia alguna, sus sentidos estaban embotados por el alcohol y por el sabor de ese hombre que besaba como los dioses. La química hizo su magia y un par de minutos después se encontró teniendo el mejor orgasmo de su vida, a pesar de que Gabriel era un desconocido. Un segundo después él la siguió, jadeando recostó la cabeza en el hombro intentando recuperar las fuerzas.

El teléfono de Aisha sonó sacándola de su letargo postsexo, miró la pantalla y vio que quien la llamaba era Nimai que de seguro acababa de llegar a la casa. En ese momento se dio cuenta de lo que había hecho, horrorizada empujó a Gabriel, se subió la ropa y salió huyendo del baño, ante la mirada sorprendida de él. Trató de seguirla, pero su huida lo había pillado con los pantalones abajo, literalmente.

Aisha corrió fuera del aseo, recogió su abrigo y bolso que continuaban en la silla y salió a la calle. Tuvo suerte porque en ese momento un taxi se estacionó frente a ella y una pareja descendió del mismo. Sin pensarlo dos veces se subió al coche y se marchó del lugar sin mirar atrás, se dijo que se olvidaría de esa noche y nunca más se comportaría de esa manera.

Su teléfono volvió a sonar. ¡Maldición! De nuevo era Nimai. Todo eso era su culpa, si no le hubiese dicho todas las cosas que le dijo por la mañana, si no lo hubiera visto con su nueva familia no se habría ido a ese bar a beber como cosaco y no se habría acostado con Thor.

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