Capítulo 5: Margaritas con mentiras.

–Reunión urgente en mi casa, con fiesta de pijamas incluida. —Advirtió Alexa por el grupo de W******p.

–Sí, que a mí me viene genial dormir fuera de casa –escribió Lola.

–Yo no sé si me dejen ir, como mañana hay clases… −añadió Enny

–Por favor Enny, convence a tus padres, las necesito. He roto con Matty. 

A las ocho en punto parqueó un BMW rojo en la entrada de casa de Alexa. Lola se bajó del auto, luego de estacionarlo junto al jardín. Llevaba un vestido de flores, muy ancho, con una chaqueta de mezclilla por encima. Calzaba unas botas negras, sin cordones, con un muy bajo tacón cuadrado. El cabello rojo intenso estaba bien acomodado en un chongo alto, en medio de la cabeza. 

Alexa que sintió el claxon del auto en cuanto llegó, bajó a toda prisa por las escaleras para dar la bienvenida a su amiga.

–Estoy realmente emocionada por la salida de esta noche. Es la primera que lo hacemos desde que somos mayores de edad.

Lola le regala una sonrisa, seguido tensa el rostro y le dice:

−¿Cómo llevas lo de Matt? 

Alexa suspira, se encoje de hombros y contesta:

–No muy bien, sabes lo mucho que le he querido –toma aire−. En el fondo siento que es lo mejor. Le he dado muchos chances de cambiar. He intentado ser paciente, pero a veces siento miedo de él. Hace tiempo no me pasaba. Pero hoy, en el baño, cuando vi a ese chico tirado en el suelo, golpeado, sentí que mi límite había llegado. Temí por mí, por el futuro que planeábamos juntos, por los hijos que soñábamos tener. Lo vi capaz de hacerme algo así a mí o a ellos. –añadió Alexa y lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

–No te aflijas. Hiciste lo que creíste correcto –le acaricia el brazo con gestos condescendientes.

–¿Sabes si viene Enny? –preguntó Alexa.

–Sí, creo que viene con su madre luego, le dijo que estabas muy mal y parece que al final la ha convencido –le respondió Lola mientras caminaban hacia el interior de la casa. 

Una hora después llegaron Hanna y Enny a casa de los Jones, tocaron la puerta y las recibió la madre de Alexa. La señora Fitzgerald se aseguró de dejar claro a Enny como debía comportarse antes de marcharse.

—No puedes llegar tarde mañana a la escuela.

—Si mamá, lo sé. Vete tranquila −respondió y la besó en la mejilla.

—No te preocupes, está en buenas manos –añadió Taylor (la madre de Alexa) antes de cerrar la puerta.

–Lo sé –dijo Hanna y sonrió.

Enny subió como torbellino las escaleras. Llevaba un chándal rosa, con una sudadera blanca debajo, unas zapatillas deportivas de color blancas y el cabello recogido en una coleta alta.

–Ya estoy aquí –anunció.

–Menos mal. Era hora de que llegaras −añadieron las chicas.

−Bueno, ¿Cuál es el plan? −preguntó.

–Esperar a que los papás Jones se duerman para ponernos guapas e irnos a bailar, como si no hubiera un mañana. —dijo Lola mientras bailaba graciosamente sin música. Las otras dos chicas se rieron de ella. 

Llegada la hora, se escabulleron de casa y se dirigieron al Pub más cercano, que casualmente era el que estaba en tendencia.

−¡Oh, no! miren quien está ahí −anunció Enny−. Alexa no voltees −le advirtió.

–Alex, ¿qué haces aquí? −preguntó Matt que se acercó a ellas a la velocidad de un rayo.

–No eres el único que tiene derecho a divertirse −dijo Lola furiosa.

Matt le giró los ojos y se dirigió a Alexa ignorando el comentario de su amiga.

−Yo solo quería decirte que lo siento.

−Si de verdad lo sintieras no estarías haciendo esto, déjala en paz, y si tanto la quieres, cambia, pero hasta que lo hayas hecho no te le acerques más. −añadió furiosa Enny.

−¿Alex, tú quieres eso? –preguntó viéndola a los ojos. Ella asintió−. Está bien, si es lo que realmente deseas, me marcho −dijo.

Las chicas se acercaron a la barra. Pidieron tres margaritas. Lola se quedó mirando al bartender mientras jugueteaba con el borde de su copa. Este le sonrió, y le hizo señas para que se acercara. Ella le lanzó una sonrisa desafiante y les dijo a las chicas:

−Vámonos que quiero bailar.

Se desplazaron a la pista de baile. Lola no apartaba su vista de la barra y dirigía a él cada uno de sus sensuales pasos de baile. Alexa no dejaba de perseguir con la mirada a Matt y Enny estaba paralizada tras divisar a Malcome hablando con otros chicos, no muy lejos de donde se encontraba ella. 

−Lola te está sonando el móvil −se percató Alexa.

−Es mi madre −colgó la llamada.

−Y a tus padres, ¿cómo les va en Berlín? −preguntó Enny

−Bien, creo que ya mamá logró que firmaran ese contrato tan importante para papá.

−Sí, tu madre es genial. −intervino Alexa.

−Sí que lo es –vociferó Lola.

Ahora vuelvo, voy al baño −dijo Enny.

−Yo voy a la barra, ¿Quieres otra Margarita? −preguntó Lola.

−No gracias. Estoy bien así –dijo alzando su copa, a la que aún le quedaba un poco.

Matt, que se había pasado toda la noche velando cada movimiento de Alexa, se acercó. 

−¿Podemos hablar?

−Sí, salgamos de aquí −contestó ella, tomándolo del brazo.

***

−Una margarita, por favor. −dijo Lola, recostada a la barra. 

−Todas las que quieras, cortesía de la casa.

Ella sonrió pícaramente y con la lengua tomó toda la sal que quedaba en el borde de la copa vacía. 

−Mi turno termina en 5 minutos. ¿Quieres que hagamos algo? –preguntó el chico detrás de la barra.

−¿Alguna idea?

−La azotea de aquí tiene unas vistas preciosas. Podemos subir y hablar más tranquilos allí.

−Me parece bien −añadió Lola y dio un sorbo a la copa llena.

***

−Señor Méndez.

−¡Hola, Enny! Por favor, en este lugar dime Malcome −susurró−. Creo que debo cambiar los sitios a los que salgo. Me he encontrado a muchos alumnos aquí.

Enny contestó con una sonrisa. 

−Este sitio es muy frecuentado por los de mi edad, es cierto. Pero, ¿tienes algún problema con ello?

−Para nada –dijo y bebió de su vaso con whiskey−. ¿Puedo invitarte a algo? –preguntó.

−Yo no bebo mucho.

−¿Tampoco me aceptarás un refresco?

−No gracias, estoy bien –sonrió−. Me gustó mucho hablar contigo esta tarde.

−A mi también.

 −Y lo siento si me puse brava, por lo de mis padres. −dijo ella apenada.

−No pasa nada, no debí entrometerme – hizo una pausa−. Por cierto, estás hermosa esta noche, me gustan las chicas en ropa deportiva. 

−Prefiero ir cómoda −sonrió y se quedaron hablando un buen rato.

***

−Alex perdóname por lo de Nando. Pero tú sabes que yo nunca te haría daño a ti –se pasó una mano por el rostro y suspiró−. ¿Por qué te empeñas en separarnos? El chico se lo buscó, no miento.

−¡Matty! –contestó Alexa−, porque te conozco mejor que nadie te digo que necesitas ayuda, no es la primera vez que te veo actuar así, tienes un problema y lo sabes.

−Entonces ayúdame tú. Me haces mucho bien. Ayúdame, enséñame a ser mejor ¡Te amo! −la tomó por la cintura y la besó en los labios. 

Cerró los ojos. No sabía por qué lo hacía, quizás la costumbre puede más que la razón.

−También te amo –acabó susurrando ella. 

Se besaron durante unas cuantas canciones. Alexa se apartó y le dijo que tenía que buscar a las chicas. Se despidieron con otro beso en los labios. 

−Prométeme que hablaremos mañana –gritó Matt. Ella se giró y desde la distancia asintió con la cabeza.

Alexa tomó a Enny de la mano y juntas salieron a buscar a Lola. Hicieron varios intentos de hablar con ella a través del móvil, pero no contestó.

−Apaga el teléfono −le dijo el chico del bar.

−No puedo, son mis amigas −contestó Lola, mientras se liaban.

Tomó el teléfono en las manos y contestó la llamada de Alexa:

−Estaré ahí en cinco minutos.

−¿Te vas ya? Pero acabamos de llegar –añadió el joven.

−Lo siento, tengo que ir a casa. 

−¿Volveremos a vernos? –preguntó.

−Es posible. −dijo, con aires de grandeza. −Por cierto, me llamo Lola.

−Eidan, mucho gusto.

Ella le estiró la mano para estrechársela y él se la tomó para atraerla contra su cuerpo. La atrapó con ambas manos, manteniéndola lo más cerca que pueden estar dos personas. Abrió su boca y la besó, apasionadamente, durante un largo minuto.  

Las chicas permanecieron en silencio durante todo el viaje de regreso a casa. Al llegar se cambiaron de ropa y se metieron a la cama. No lograban conciliar el sueño pensando en la noche que habían tenido, pero prefirieron mantenerla en secreto, ninguna se atrevió a cruzar palabra con las otras sobre lo ocurrido.

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