2

Capítulo dos 

—Lo siento, Elizabeth—me apresuró a decir y aspiro nuevamente —Eso huele delicioso y mi estómago está más pegado que las veces que teníamos que esperar a las doce un veinticuatro de diciembre—digo agitada y emocionada por comer algo.

—Si, sabía que tenías hambre por el amor a Dios, pero no tenías que entrar así, me asustaste pendejita—camina hacia a mí y toca mi nariz en una pequeña caricia con su dedo índice.

—Bueno Elizabeth, sirve la comida que tu hija tiene hambre—mando con voz autoritaria, aunque sé que esto le jode un chingo. 

—Lo que usted diga hija gruñona, aunque yo debería ser la que está en esa posición y tú en esta—entorna sus ojos y camina hacia la alacena.

—Nada de eso, sabes que si lo hago, todo sería un desastre—la señalo con mi dedo, —nunca es bueno que yo esté en tu lado más práctico ni que tú estés en el mío más... —busco la palabra adecuada para decirle que no es muy inteligente que digamos, pero simplemente termino por decirla sin tapujos cosa que ignora —bueno, tú sabes a ll que me refiero... No eres racional. 

Coloca un plato de pasta frente a mí y con ansias empiezo a deborar mi comida. Ella me mira con nostalgia y preocupación; limpio mis manos con mi pantalón y tomo las suyas entre las mías; rápidamente cambia su aspecto y se hace a un lado para comer tranquila.

—Y Elizabeth, dígame como fue que conoció a ese tal Wade para darle las gracias por esto—señalo a mi alrededor.

—Pues, ya sabes—agacha la mirada y en acto seguido me vuelve a mirar.

Dios, osea que mi mama y él ya...

No me lo imaginaré porque me dará asco—Servicio especial—digo y ella asiente, pero rápidamente niega.

—Lo iba a hacer, pero ocurrió otro improviso—claro —no te confundas, no tuvimos sexo.

Como me duele que mi mamá estuviera en eso por ese puto que no tiene la dicha que se llame padre—Vale, pero por como me dices ¿te importo, no es cierto, Elizabeth?—me observa fijamente.

—La verdad al principio si porque lo vi guapo y lo demás, pero ya te dije que ocurrió un improviso y luego de eso nos hicimos buenos amigos, todo cambió y ahora soy su gran amiga—mete un mechón rebelde detrás de su oreja—Ya me gusta otra persona—dejo caer el tenedor y creo que esta vez mi boca si está bien abierta.

¿Mi madre, enamorada?

Sonrío, estoy emocionada por ella, que se quiera dar otra oportunidad es importante y me lo quiera compartir, es importante. Me mira con cautela y miedo, achicó mis ojos y me levanto de la silla, llego a su lado y la abrazo —Eso es genial mamá—toca mi espalda y jala mi traje.

—¿Este es tu vestido cariño?— asiento.

—¿Está bien para la cena?

—Es jodidamente perfecto. Ni tan p**a, ni tan santa—¿desde cuando ella habla así?

—Elizabeth, esa palabra—achicó mis ojos.

—Y tu niña muy madura para su edad, deja de decirme Elizabeth, soy tu mamá.

—Está bien mamá, ire a prepararme—le doy un beso en la mejilla y camino hacia mi habitación, abro la puerta y me despojo de toda mi ropa, pongo el vestido dentro de un cuarto gigante y cierro la puerta.

¿Nunca les ha pasado que se sienten libres cuando se quitan toda la ropa?

Mis ojos viajan a través de las cajas y paran repentinamente en una colcha, sin pensarlo dos veses la agarro, me envuelvo en ella y me tiro al suelo. Mis párpados comienzan a pesarme y cuando trato de levantarme mi cuerpo no responde, dejo de luchar y todo a mi alrededor se vuelve completamente nulo.

Despierto gracias a unos tacones resonando al lado de mi cara, me enrollo más a la colcha y me tapo hasta la cabeza, de un tirón siento como me la arrancan y me levanto de golpe haciendo que mi cabeza duela, trato que mis ojos se acostumbren a la luz y miro a mi madre justo a mi altura.

Frunzo las cejas —Mamá, déjame dormir—trato de jalarle la colcha y automáticamente mi cerebro hace un recorrido anterior.

¡Mierda!

Salgo corriendo para el baño—Madre ¿cuánto falta para que tu amigo llegue?—grito desde el gigantesco baño a mi disposición.

—Dentro de quince minutos, más te vale salir en diez o te la verás conmigo — escucho como cierra la puerta de un portazo y me achico en mi lugar. Rápidamente me baño y salgo toda mojada salgo de ahí, busco en una cajeta las toallas y me seco, las lanzo lejos de mi vista y cierro los ojos tratando de recordar en dónde dejé mi vestido.

¿Nunca antes sintieron que cuánto más rápido hacen las cosas, peor quedan o salen mal?

Bueno, esta es una de esas situaciones.

Con mi mente en juego, recuerdo el armario vacío y encuentro mi traje inmediatamente, me coloco toda la ropa y busco el escaso maquillaje que tengo para ponerme un poco.

Algo me dice que hoy es uno de esos días entre buenos y malos.

...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo