PRELUDIO | Razones para odiarte

"Epígrafe... la he olvidado, quizás mientras lee sabrá la respuesta o, puede tal vez, que yo la recuerde al terminar de escribir. Puedo decir que es muy conocido y quedaría perfecto para ocasiones como éstas, pero sinceramente lo he olvidado en cuanto... bueno, usted sabe, un nuevo viaje.

Existe alguien, conozco una persona dentro de este universo inmenso, que me ha hecho ver que después de la metamorfosis la oruga se aleja, lo que las personas señalan en aquella chica ahora la hace la más bella mariposa que lucha contra todos por demostrar que sí tiene valor. Y las palabras ya no duelen porque han dejado de tener sentido, porque no tienen peso sobre lo que ahora es.

Nadie entiende los mundos que residen en su interior, la razón a sus tempestades ni mucho menos a la gama de pensamientos que la albergan. Nadie lo nota porque todos están recluidos en sus monocromáticas vidas, en rutinas inservibles que si se vieran desde su perspectiva entenderían que no son tan descabelladas esas ideas o las decisiones que llega a tomar; claro, culpar a las drogas, a la delincuencia, al mundo entero por destruir la cordura del ser humano es la opción más viable cuando no se quiere reconocer el error propio.

Y entonces olvida la misantropía que le corroe el alma completa cuando ingiere aquel polvillo blanco, ese que se encuentra sobre la mesa de cristal templado de su habitación. Todo se vuelve más relajado, el cuerpo se suelta mientras siente al corazón desbocarse, la misma sensación que cuando se halla sobre una pista de baile dando los mejores pasos.

De pronto aparecen de la nada esos ojos que ella conoce bien, son tan oscuros como sus pensamientos, esos ojos que la vuelven raramente inestable solo para recordarle la sensación reconfortante que creía olvidada, aquella que le recorrió en cuanto cruzaron miradas una tarde de abril; cuando un tornado se interpuso a la tempestad que parecía adictiva.

Cierra los ojos, sonríe y sabe que ese idiota es diferente a todos los que le han rodeado, a la mayoría de individuos que comparten el oxígeno con su persona. Entiende que hay algo que de verdad lo hace especial.

Y entonces todo se vuelve más claro tanto para ella como para mí, pues el epígrafe ha vuelto a mi memoria: ese hombre parece la presa perfecta para esa pobre presa. Sin saber que el verdadero cazador era él.

O quizá, el miedo le impedía diferenciar el bien del mal.”

Pidió un breve ensayo sobre algún tema de interés en conjunción con lo aprendido a lo largo de la carrera; pues bien, decidí hacerlo sobre los grandes males de la humanidad. Los enlistaré aunque sé que los encontrará más adelante dentro de mi redacción, lo anterior fue simplemente la introducción:

1) ADICCIÓN, porque se vuelve incontrolable y entra hasta lo más recóndito de tu ser haciéndote olvidar quién eres.

2) SEXO, porque corrompe tu alma atándote al deseo puramente carnal, olvidando tu valor como persona.

3) AMOR, porque te mata lentamente y aunque sobrevives, ya no eres lo que antes fuiste... en mi perspectiva, profesor Del Valle, este es el PEOR de los males que pueden encontrarse entre nosotros.

Para mi desgracia los tres me han corrompido lo suficiente desde hace años; sin embargo, me faltó el más importante:

4) ASHER DEL VALLE, y es aquí donde todo cobra sentido ¿no es así? Donde debo explicar por qué existen razones para decir que el amor te seca por completo, que el sexo no sacia y que la adicción jamás desaparece.

Le odio y eso es bien sabido por todos. Le he odiado desde el momento en que lo vi entrar al salón de clases y presentarse; le he odiado desde la primera vez que escuché su seductora voz. Le he odiado, señor, desde el día que descubrí también me había engañado... y tristemente, desde antes le he amado con todo mi corazón.

Esta es una breve historia de cómo el amor, el sexo y la adicción a una simple persona puede desembocar en el sometimiento, en ceder dominio total de la voluntad a ella.

En concreto, de cómo caí en rendición por usted.

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