La pena.

Arely. 

Desde joven aprendí que hay que luchar por lo que uno quiere, mis padres se separaron cuando yo tenía quince años, mi madre trabajaba y yo tenía que cuidar de mi hermana pequeña la cual tenía diez años. 

Al cumplir mis diecisiete años conocí mi primer y único amor con el cual hoy en día pienso contraer matrimonio, soy la mujer más dichosa por que al fin podré compartir mi vida con el hombre que amo.

Mi madre está feliz siempre simpatizo con mi novio y mi hermana ni que decir, ella está más que feliz. 

Me doy una última mirada en el espejo de cuerpo entero y sonrió, no puedo esperar para dar el si y convertirme en la señora de Valmiera. 

—Te ves hermosa hermanita, no puedo esperar para convertirme en una novia también, de seguro me veré mucho más hermosa—. 

—Y lo serás cuando encuentres al indicado—. 

—Ya lo encontré pero él está interesado en una sonsa que no lo merece, ella no es más mujer de lo que yo lo soy—. 

—No hables así Valeria tal vez ellos se aman no te vayas a meter entre ellos—.

—No yo esperaré paciente por él, se que pronto se dará cuenta que su querida novia lo engaña—. Negué antes las palabras de mi hermana. 

—Niñas ya es hora—. 

—Si mami verdad que me veo mucho más hermosa que la novia—. La miro con el ceño fruncido. —Estoy bromeando, pero debes saber que soy mucho más agraciada que tu, esos ojos bicolor dañan tu belleza—. 

—Ariel dice que son hermosos y a mi me gustan mis ojos bicolor—. Y no era falso amo mis ojos uno es de un color miel y el otro es de un verde olivo. 

—No le hagas caso a tu hermana, estás preciosa mi amor, vamos él novio ya llegó y se ve muy guapo y ansioso—. Sonreí como lo vengo haciendo desde que él me pidió que fuera su esposa. 

Tenemos nueve años de ser novios y tres años de estar comprometidos. 

Y hoy al fin nos daremos el si. 

Lleno mis pulmones de aire y salgo al lado de mi madre, los nervios vuelven atacarme pero se que ese hombre que me está esperando en el altar no me abandonara como lo hizo mi padre con mi mamá. 

Me acercó al altar donde me espera el amor de mi vida, le sonrió sin recibir su sonrisa habitual, debe ser que está nervioso como yo. 

—Demos inicio a la ceremonia—. Anuncia el juez. 

—Disculpe señor juez antes que de inicio la boda quiero anunciar algo—. Me mira. —Arely te amo pero no puedo casarme contigo, jamás pensé que fueras capaz de engañarme de esta manera—. Me quedé petrificada ante sus palabras, hasta creo que escuché mal. 

—¿De que hablas Ariel?—. No entendía de que estaba hablando. 

—Y encima te vas hacer la inocente, aquí están las pruebas de tu infidelidad yo no puedo estar con una mujer como tú—. Me estrelló un sobre en el pecho y salió sin decir mas nada, sin dejarme ver sus dichosas pruebas. 

Caí sentada en el piso, y mire como se alejaba él hombre que amaba, me dejó sin alguna explicación, vuelta un mar de lágrimas y con un vacío en el pecho, no me importaba la vergüenza que me estaba haciendo pasar delante de nuestros invitados, familias y amigos. 

Mi hermana se acercó. —Yo iré por él no te preocupes—. Me dijo. 

Estaba en un trance mire a mi alrededor todos me miraban, sobre todo su familia que me miraban con pena y otros con enojo. 

—Levántate Arely—. Me dijo mi madre tomando me del antebrazo. 

Como pude me levanté y salimos de la iglesia, afuera no había rastros de él o de mi hermana. 

Al llegar a nuestros hogar me encerré en la habitación y tire el sobre, lloré a mares toda la noche y todo el día. 

A los tres días me levanté sin ánimos de nada, tome el sobre entre mis manos y lo abrí, unas fotografías era lo que había pero eran unas fotografías donde estábamos con nuestros amigos, no entendía que había de malo en ellas. 

—¡Al fin te levantas!—. 

—¿Que deseas Valeria?—. 

—Nada mamá me mandó a verte, esta muy preocupada y.. eso ¿que es?—. Me arrebató las fotografías. —¿Y esto?—. 

—Se supone que son las pruebas de mi infidelidad pero no veo nada de malo en ellas—. Me levanté como un rayo y me duche. 

Me vestí lo más rápido posible, tome mi bolso, tenía que haber una explicación para el cambio tan repentino de mi ex prometido o prometido. 

—¿A donde vas?—. 

—A enfrentar Ariel él me debe una explicación de por qué me hizo todo esto—. 

—Que no lo ves está más claro que el agua Arely, él no te ama de verdad, tal vez nunca lo hizo por eso invento tu infidelidad delante de todos solo para dejarte en ridículo delante de ellos—. Tal vez ella tenía razón pero quería escuchar de sus labios él ¿por que?

—No me interesa quiero escuchar de sus labios por que me planto delante de todos y por qué dijo que le había sido infiel—. 

—Solo te van a lastimar más de lo que estás—. No hice caso a sus palabras salí de casa. 

Llegué al lugar donde íbamos siempre los fines de semanas, era el único lugar que se me ocurría que él podría estar. 

Lo busqué con la mirada por todo el parque hasta que di con él, camine hacia él pero me detuve al verlo como otra chica besaba sus labios. 

En ese instante se terminó de romper mi corazón, si su abandono en el altar me dolió en este instante me dolió mucho más. 

Regrese a mi hogar con el alma por el suelo y el corazón vuelto añicos. 

A los días me hicieron una propuesta de trabajo la cual no rechace, hice mis maletas y me despedí de mi madre y hermana. 

Preferí estar lejos de todo lo que me recordaba a él y lo que me hacía daño. 

A los días descubrí que no estaba sola en este lugar desconocido, tenía a alguien que me haría compañía por un buen tiempo y quizás hasta el día de mi muerte.

Ariel. 

El día que se supone sería perfecto para ella y para mi ese día descubrí lo falsa que ella era, ella me había engañado con otro y estuvo la desfachatez de aparecer en el altar vestida de blanco y aunque quise olvidar su engaño no pude. 

Antes que el juez diera inicio a la ceremonia les hice saber a todos que mi futura esposa no era más que una mentirosa. 

Salí sin mirar atrás, sin pedir explicaciones, en el estacionamiento su hermana me abordo. 

—Siento mucho que mi hermana te haya visto la cara—. Ella no había venido abogar por su hermana, vino a corroborar su infidelidad. —Espero que podamos seguir siendo amigos sin importar lo que haya pasado entre mi hermana y tu, yo te aprecio mucho, además ella y yo no somos iguales—. Tomo mi mano. 

—Gracias Valeria—. Quite mi mano y puse él auto en marcha. 

Días después estaba en el parque donde solíamos ir los días soleados, estaba contemplando los patos en el lago, de pronto una chica llegó y me beso. Al separarse me dijo que se había equivocado de chico y se fue como si nada. 

Los días pasaban, ella me hacía tanta falta, nada era igual sin ella, fuimos novios desde los diecisiete años no nos habíamos casado antes ya que primero queríamos tener un buen trabajo para poder formar nuestra familia. 

—Si la extrañas tanto por que no vas con ella y hablan, no creo que ella te haya engañado, y si esas fotografías solo fueron un montaje—. 

—¿Y quien haría eso, con que propósito?—. 

—Vamos Ariel de todos nosotros él único que sigue con su novia de preparatoria eres tú, Arely no te engaño en todo ese tiempo y de la noche a la mañana ella te puso los cuernos—. Me decía Marcos mientras yo pensaba en sus palabras. 

Y era cierto nunca Arely me dio signos de que me engañaba, ella siempre alejaba a los chicos que se le acercaban, siempre les decía que si la conquistaban a ella entonces tenían que conquistarme a mi.

Me levanté dispuesto a ir por ella y pedir una explicación. Conduje hasta su casa baje y toque la puerta, espere a que ella saliera. 

—Ariel y esa sorpresa—. 

—Valeria puedes llamar a Arely, necesito hablar con ella—. 

—Arely debe estar en los brazos de su amante, lo siento tanto Ariel pero ella se fue de casa con él, no espero ni la semana para irse con él—. Mi alma cayó al suelo y mi corazón se partió en dos. 

Ella no solo me engaño si no que se fue con él. 

—Quien sabe desde cuando te estaba viendo la cara, pero yo estoy aquí para ti, estoy para cuando quieras desahogarte cuenta conmigo para lo que sea—. Solo asentí. 

No sabía que hacer mi única solución fue ir a un bar y desahogar mis penas… 

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