16. Carlo y Gia discuten

Gia

Al principio, el acto fue rustico y voraz, luego fue descendiendo su velocidad y para cuando creí que se daría cuenta de lo que estaba sucediendo y se alejaría, por Dios que no fue así, al contrario, me sorprendió que se aferrara más a mí en ese momento. Como si no estuviese borracho y fuese completamente consciente de que me estaba besando.

No sé por qué y tal vez era demasiado pronto para saberlo, pero yo respondí al contacto de forma automática, como si también lo hubiese estado esperando por años. Llegados a un punto, mis manos estaban aferradas con fuerza a su cuello y las yemas de sus dedos buscaban con urgencia impregnarse sobre mis caderas. Quizá, si la bata del hospital no hubiese estado de por medio, sentiría el ardor que emanaba de sus dedos.

Tenía la mente nublada, pero lo que llegué a sentir en ese inst

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