A Punto de Perder

                ¿Cómo se podría describir la noche que transcurría? Definitivamente hacía mucho frío y Lottie estaba enrollada en su edredón con la ventana cerrada. ¿Tenía intenciones de levantarse a charlar con Lion? No. Había decidido comportarse y hacer caso de la única orden expresa que la condesa le había hecho saber. ¿Por qué buscar problemas a su madre de forma innecesaria? Estaba bastante claro para ella que se trataba de una acción bastante inmadura.

Pero claro, hubiese seguido durmiendo plácidamente de no ser por el ruido del cristal. Parecían arrojar pequeñas piedras en intervalos de diez segundos y, luego de haber recibido unas quince piedritas, los ojos de la pelinegra se abrieron lentamente. Dejó salir un bostezo y talló su rostro intentando comprender el origen de aquel ruido.

No tardó mucho antes de darse cuenta que este provenía del cristal de la ventana junto a ella. Abrió las cortinas sintiendo como el enojo comenzaba a aparecer, porque si, Lottie odiaba que la despertaran de su noche de descanso. Fue entonces cuando sus ojos por fin vieron el motivo de aquel ruido. ¿Por qué Lion estaba fuera de la casa? Incluso, por un momento, la chica pensó que seguía soñando. Se pellizcó a sí misma ahogando un grito para no despertar a su madre.

No. Definitivamente no estaba soñando. Se trataba del hijo mayor de los Di Mort. No era una ilusión.

El peliblanco hacía señas hacia Marlote, señalándole el lugar en el que habían quedado a reunirse. Ah, ¿de verdad tenía tantas intenciones de sacarla de la cama? Miró hacia los lados solo para darse cuenta de que su madre seguía dormida. Era cierto que el entorno estaba listo para que ella rompiera las reglas y siguiera al joven.

¿Lo hizo? Vamos, ¿cómo podría rechazar la invitación de un chico tan apuesto y con tanto dinero? Estaba claro que la pelirroja no podía dejarlo pasar. Hizo una seña a Lion con el fin de que le esperara, para luego levantarse sigilosamente. No podía despertar a Hendrika o, de lo contrario, el molesto interrogatorio comenzaría.

¿A dónde vas? ¿Qué haces despierta a estas horas? ¿Por qué te estas arreglando? Y solo sabría Dios que clase de otras preguntas serian ideadas por su madre para averiguar sus motivos. Marlote amaba demasiado a su madre, pero estaba más que claro que no deseaba responder tantas preguntas.

Caminando en puntillas y agradeciendo enormemente haberse acostado con calcetines, tomó un abrigo del guardarropa y un pantalón. Entró al baño y se cambió la pijama intentando hacer el menor ruido posible y, por fortuna, Lottie era buena pasando desapercibida cuando lo deseaba.

Rápidamente salió de la habitación asegurándose de cerrar la puerta sin siquiera hacer vibrar el suelo. El trabajo de no ser vista apenas empezaba, y es que bajar las escaleras, abrir la puerta lateral para por fin salir de la mansión sin ser vista parecía un trabajo imposible. Favorablemente el lugar se encontraba a oscuras casi en su totalidad. Algunas lámparas permanecían dando luz a pocos lugares de los pasillos, nada que agravara su escape. Suspiró una vez que se vio en el gran salón. Era un gran progreso haber conseguido descender las escaleras sin hacer el más mínimo sonido.

Y claro, tan pronto como escuchó un ruido proveniente de la cocina sintió que su corazón daba un salto. ¿Quién demonios estaba despierto a medianoche?

Un par de pasos atrás fueron necesarios para alejarse de la enorme entrada que daba al lugar proveniente de aquel sonido. Por supuesto que Lottie hubiese deseado salir de allí sin ser vista, pero de inmediato sintió como alguien la sujetaba por el hombro, halándola con fuerza hacia uno de los pasillos más próximos para luego sentir como aquella persona le tapaba la boca con su mano.

Vio, desde allí, como Angelica salía de la cocina con una gran taza en su mano. Ni siquiera parecía haber dormido ya que seguía vistiendo aquel ostentoso vestido negro. Desde ese ángulo dejaba de parecer un hada madrina y evidentemente se mostraba como una bruja malvada de la cual necesitaba huir. ¿Cuál era la verdadera naturaleza de la condesa? Marlote sintió su respiración retenida en los pulmones y no fue hasta que la mujer salió de su vista que se permitió exhalar.

Claro, sus problemas no habían acabado ya que alguien la había pillado en su escape. Como pudo retiró la mano que le impedía hablar y, al primer intento, consiguió liberarse del agarre mirando por fin a quien la había sorprendido.

Tragó saliva avergonzada al ver aquellos ojos azabaches montados sobre ella. ¿Frederik? ¿Por qué estaba el menor de la casa allí? Más importante aún... ¡¿Acababa de abrazarla?!

—¿Te has vuelto loca? —susurró con firmeza el pelinegro—. Si mamá te pilla tendrás que responder muchas preguntas.

—¿Qué estás haciendo aquí? —la pregunta salió por si sola sin poder quitar los ojos de aquella tez pálida que definitivamente parecía traída del cielo, como si se tratara de su ángel de la guarda que había llegado en el momento oportuno para salvarle—. Es medianoche.

—A decir verdad creo que esa pregunta debería hacerla yo, Lottie —la chica se sintió aún más avergonzada al escuchar el diminutivo que tanto odiaba provenir de la boca de Frederik—. ¿A dónde pretendes ir? Te vi pasar y sabía que esto ocurriría. Por eso te seguí.

—¿Me seguiste? —la chica pareció ofendida al escuchar aquello—. Eso es acoso.

—El acoso iba a provenir de mi madre si no te hubiese ayudado —Frederik alzó una ceja—. Deberías estar agradecida en lugar de recriminar lo que hice.

¿Podía Marlote negar ese hecho? De no ser por la ayuda de este definitivamente estaría en un lugar muy incómodo. Además de que no podía molestarse al haber abrazado nada más y nada menos que al codiciado Frederik Di Mort. Era imposible decir que al ser envuelta por esos brazos se había permitido sentir algunas líneas de su cuerpo que le permitían entender lo que se ocultaba debajo de aquellas ropas anchas que solía usar. ¿Se trataba de una de las cosas que lo hacían tan codiciado? Quién podría saberlo. Lo único que ella sabía es que, a pesar de tan horrible susto su noche no estaba transcurriendo tan mal.

—Lo siento... —musitó por fin la chica dejando caer su rostro. Agradecía que el lugar se encontrara en absoluta oscuridad o de lo contrario él vería cuan enrojecido estaban sus mejillas—. Debería agradecerte. No reaccioné de forma debida.

—Descuida. Sin embargo... sigues sin responderme —Frederik miraba fijamente a la chica—. ¿Qué haces aquí?

¿Cómo podía decirle que había quedado con su hermano en el centro del jardín trasero? Imposible de explicarlo.

—Solo quería conocer el jardín trasero —mintió por segunda vez en la noche—. Desde la habitación se ve bastante hermoso.

—¿Te acompaño?

¡Sí! Pensó rápidamente la chica controlando su lengua para que esas dos letras no salieran en voz alta. Fueron rápidamente aplastadas por las palabras de Angelica, ordenándole que ni siquiera mirara a su hijo menor.

—No puedes hacer eso —soltó Lottie por fin bajando la mirada—. Tu madre me ha pedido que no tenga trato contigo.

—Lo sabía —reconoció el pelinegro apretando sus labios con fuerza—. Mamá siempre hace lo mismo. Se lo dice a todas. Incluso a las hermosas chicas que vienen por negocios —Frederik dejó salir una silenciosa carcajada—. Pero romper las reglas es mejor que seguirlas, ¿no crees?

—No, Frederik. Por favor, vuelve a tu habitación —era firme pero calmada. Sabía que tenía que dejarlo a un lado o las cosas se podrían muy feas para ella.

El pelinegro simplemente alzó una ceja dejando salir un suspiro antes de darse vuelta y comenzar a andar. Marlote deseaba detenerlo, pero se trataba de un chico con quien nunca tendría oportunidades y, además, ni siquiera le conocía.

Claro, ¿con que moral estaba pensando en algo como eso cuando justo ahora se dirigía a una cita con Lion? Porque si, una invitación para estar a solas en el jardín en plena medianoche no podía describirse mejor que una cita. ¿De verdad todo saldría bien?

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