8. NASA

VILKANK

Sin embargo, no detuvo a su hermano cuando conectó el aparato a la nave. Se registraron entonces miles de señales provenientes de la tierra, pero no parecía como si ninguna fuera capaz de acceder a sus datos. Un poco más calmados absorbieron toda la información que estaba disponible en las redes de comunicación, era impresionante como las imágenes que encontraron mostraban al planeta y su belleza antes de que la guerra iniciara cambiándolo todo, incluso en una galaxia distinta.

Su hermano gritó y celebró cuando leyeron todos los productos que se cosechaban en el suelo fértil del planeta, algo que no se había descubierto desde hace demasiado tiempo como para contarlo. Para el Consejo y la población general solo existían dos planetas registrados que tuvieran una tierra fértil donde cultivar comida real, y por supuesto solo las personas realmente ricas eran quienes tenían el acceso a estos alimentos. El resto de la población tenía que conformarse con lo que daban los procesadores, sabía bien, pero nunca como lo real.

Si resultaba que había descubierto un nuevo planeta agricultor, los créditos, lujos y prestigios que recibirían serían demasiado para ellos, más de lo que habían imaginado con anterioridad. Todo el universo los conocería, serían tan famosos como los mismos miembros del Consejo.

-No te adelantes, Velkank- pidió él intentando sofocar su propia emoción -no estamos seguros de lo que el cambio climático y los desastres han hecho, puede que el suelo ya no sea el mismo.

-Tendré esperanzas hermano- dijo Velkank con una sonrisa brillante -porque si este planeta puede producir alimentos reales, tu descubrimiento será el más nombrado en ciclos universales completos. Las hembras le pondrán tu nombre a sus hijos creyendo que pueden tener un futuro tan exitoso como el tuyo, serás mejor que un miembro del Consejo. Un emperador como el de las viejas historias en nuestro planeta origen.

-Estás soñando hermano, pero puede que los frutos de este descubrimiento sean mucho más grandes de lo que pensamos inicialmente- los gritos de Velkank no lo dejaron terminar.

Tiempo más tarde ambos estaban cansados y tan llenos de emoción que era imposible ocultarlo. Los recursos de la tierra parecían ser infinitos, cada cosa que leían sobre el planeta los llenaba de esperanzas. Eso hasta que llegaron a la información social de la especie, y su corazón se aceleró cuando la imagen de una hembra junto a un macho nativo apareció en la pantalla holográfica. Ambos resultaban tan atractivos como los Rexias, la especie más solicitada en las galaxias centrales, era común que se escucharan casos de secuestro debido a la codicia de su belleza. Los humanos no tenían nada que envidiarles, eran hermosos.

No pudo evitar imaginarse a la humana Alisa como la hembra de la imagen y en un impulso sorpresivo su falo hizo amago de levantarse, algo que lo avergonzó. Su hermano, quien no dejaba de ver las imágenes con un interés lujurioso que nunca antes había observado en sus ojos movió a las dos figuras para poder verlas desde todos los ángulos haciendo que la excitación en su cuerpo se hiciera mucho peor.

-No hay dudas ahora, Vilkank- afirmó su hermano -has encontrado una joya entre los escombros de una guerra. Incluso aunque este planeta no tenga recursos naturales valiosos, que creo que sí los tiene y de sobra, con esta simple imagen lograríamos que cualquier especie venga a rescatar a los humanos. Son divinos, incluso el macho.

-Tienen cierto parecido a los Rexias- comentó él intentando ser objetivo.

-Tienes mucha razón y por algo son considerados como los más hermosos en las galaxias- convino su hermano -espero que tu Alisa sea tan atractiva como esta hembra, porque no podrás resistirte a ella.

-Vamos a ayudarlos y a explorar su planeta, Velkank- afirmó él contrariado porque la excitación que de pronto sentía ya no tenía nada que ver con los descubrimientos científicos y sí con la hembra humana con la que había mantenido comunicación -no ha copular con ellos, ni nada parecido.

-¿Por qué no?- Inquirió su hermano riendo -solo míralos.

-Eso sería poco ético- argumentó Vilkank -y rompería con un millón de procedimientos científicos hechos para estos casos.

-A la m****a los procedimientos, hermano- exclamó su hermano -si subes a una de esas hembras a esta nave, te juro que haré lo que sea por seducirla. No voy a perder una oportunidad como esa, ni aunque los procedimientos no sean los correctos.

-De nuevo te adelantas, Velkank- intervino él -hay un dato que estás dejando pasar.

-¿Cuál?- Preguntó su hermano algo exasperado.

-Tal vez ellas no te consideren atractivo- ofreció él -sucede con los Rexias, no veo por qué los humanos no serían iguales.

El silencio llenó el espacio mientras parecía que Velkank reflexionaba sobre las implicaciones de sus palabras. Él realmente esperaba que Alisa no lo considerara odioso a la vista, porque ya estaba un poco obsesionado con la hembra y el misterio que representaba.

-No importa si las hembras no me consideran atractivo, eso no lo sabemos- dijo finalmente su hermano -pero hay algo de lo que sí estoy seguro: seremos asquerosamente ricos y famosos.

Eso los hizo reír como dos desquiciados hasta que su hermano corrió para abrazarlo. El viaje estuvo lleno de una conversación interesante sobre todas las cosas que harían cuando por fin dieran la noticia sobre la tierra. Las reacciones que se imaginaron de su madre los hizo reír y se imaginaron las personas y especies que estarían disponibles para ellos luego de aquello. De pronto, su futuro como científico estelar se veía brillante.

****************************************************************************************************************ALISA

Alisa no había perdido el tiempo, otro día había pasado desde que habían logrado reparar el motor eléctrico, algo que Josep seguía celebrando y ella también. Tiana los había obligado a comer y a salir de la sala de café cuando se hizo demasiado evidente que ambos estarían allí sin prestarle atención al tiempo que transcurría, incluso Mildred había tenido que intervenir cuando se dieron cuenta de que ellos hacían turnos en la palanca del motor mientras el otro buscaba la información necesaria en el computador.

Al final todos esos esfuerzos habían rendido sus frutos porque habían conseguido un contacto con la NASA que parecía real y ella había enviado el mensaje por fin. Ahora se encontraban de nuevo en la habitación esperado a que el motor le diera la energía necesaria a los aparatos eléctricos para que comenzaran a funcionar, por lo que cuando la pantalla se iluminó y cargó la información ambos se emocionaron.

Ella abrió la página del contacto donde su mensaje se leía y para su orgullo un mensaje de respuesta se leía en la pantalla.

“Tengo información importante del científico Víctor Porter. A cualquiera que tenga lo medios para ayudar, conteste por favor”.

“Soy la doctora Virginia Cortés, científica de la NASA. Estoy contestando este mensaje por información fiable, pero debo dar a conocer que el nombre de Víctor Porter no figura en nuestros archivos”.

Por un segundo ella no supo cómo reaccionar a aquellas noticias, había querido tomar en serio la información del supuesto científico porque era como un faro de esperanza entre tanto desastre, tal vez había sido un error, pero no era momento de echarse para atrás. Luego habría un millón de momentos para considerar sus pasos y su confianza en un extraño, en ese momento le daría la información a la mujer esperando que fuera lo más acertada posible.

 Luego de enviar un largo mensaje explicativo sobre Víctor Porter y la veracidad de la información se sintió mucho mejor, la doctora Cortés no contestó de inmediato, pero su respuesta la dejó con algo de esperanza en el pecho.

“Muchas gracias por los datos. Estaré en contacto si resulta que su información es verídica y útil”.

Con una sonrisa le contó lo que sucedía a Josep antes de que la energía se detuviera con el movimiento de sus brazos. Ahora tenía que considerar quién era Víctor Porter y cómo era que ese hombre poseía la información que le había dado sin figurar en los registros de la NASA. Se trataba de una hazaña o de un dato perturbador que le demostraba con hechos que aquel hombre era un fantasma, alguien peligroso.

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