2. Quiero morderlo.

Todo el ambiente se volvió tenso luego de esa revelación, en especial yo. Nunca había creído, ni en el sueño más loco, que me tocaría hacer mi tarea con alguien que me odia al límite de David. Claramente las cosas no iban a ser fáciles y solo me tomó observar un minuto a mi odioso compañero, para saber lo poco dispuesto que estaba y eso estaba comenzando a darme mucho miedo.

—No puede ponerme con esa asquerosa impura —las palabras de David mostraban desagrado y lo que más me hirió, fue la mirada comprensiva del profesor.

—Yo tampoco quiero estar con el —hablé más calmada, por la forma en que miró a David, me quedó claro que hay favoritismo.

—El sorteo esta hecho, así salió y así se quedan —habló serio y nos indico que nos sentemos, mientras el continuaba con el sorteo ya que quedaban cuatro chicos más.

¡Esto es muy incomodo!

Esperar en la biblioteca a que mi compañero apareciera, solo hizo que mis miedos se multiplicaran y me causara una extraña sensación. Nunca había estado tan nerviosa de algo como ahora, pero la verdad es que no había mucho que hacer. En eso lo veo venir, tenía la mirada caída y unas pocas ganas de verme, todo demasiado evidente, aunque sabía que tampoco tenía muchas opciones y hacer enojar al profesor más conflictivo que tengo, no era mi idea de opción.

—David —nerviosismo y el simplemente se sentó ignorándome. 

—Hola —soltó con una especie de gruñido y yo ya no supe que más hacer.

—Estaba pensando que podíamos hacer una maqueta o un vídeo con imagenes, para explicar los tipos de vampiros que existen —comencé a decir, pero pude ver que claramente no estaba interesado en nada de lo que decía.

—Como digas, tú eres la cerebrito, no yo —contestó el, ahora parecía menos grosero que antes.

—¿Qué te parece si tu hablas de los vampiros puros y mestizos? —pregunté calmada, quería evitarle el tener que hablar de los impuros.

—Como quieras —soltó de nuevo y realmente sentía que las cosas no funcionarían como debían.

—No te preocupes, yo haré la parte teórica —pensé que ya que le molestaba pasar tiempo conmigo, le evitaría las molestias.

—¿Y dejar que hagas un pésimo trabajo? Claro que no, yo haré mi parte y tú harás la tuya, problema resuelto —dijo el y yo simplemente asentí.

—¿Podrías bajar el libro de historia? —pregunté tranquila y el asintió de mala gana. 

Con mucha molestia se subió a la escalera y empezó a buscar el libro mientras yo sacaba los cuadernos para tomar algunas notas. De repente siento un sonido que me impacta y me pone en alerta. Al ser un vampiro, tengo habilidades que los humanos no, como un oído súper agudo, entre otras cosas. Una habilidad que tengo más desarrollada que David, quien es hijo de un único padre vampiro y debido a eso, solo tiene un miembro vampiro en su humana familia. Yo vengo de una larga generación de vampiros.

De repente me di cuenta de lo que pasaba y terminé lanzando la mesa a un lado cuando quise atrapar a David, quien indudablemente había caído de la escalera. Cuando lo sujeté con mis brazos, fui consiente de que mi fuerza era superior a la suya, pero presumir no es lo mío. Esos minutos en los que estuvimos en esa extraña posición, pasaron bastantes cosas que me da vergüenza recordar.

En primer lugar estaba su olor, ese aroma tan humano y tan propio de el que tenía. Cada ser en la tierra tiene un aroma y es aroma los caracteriza de otros seres de su misma especie. El aroma que tenía David era hechizante, no diré que es una droga porque no. En mi caso todos los aromas humanos son una droga, además mi pulsera maneja eso, pero lo que estaba experimentando con David era algo diferente. Un fuerte deseo estaba creciendo en mi interior y no era precisamente su sangre lo que me estaba afectando. En ese momento un pequeño flash me congeló entera.

Recuerdo que de niña tenia una muñeca, tan pequeña y tan querida. Recuerdo que la hice volar en pedazos accidentalmente cuando practicaba mis hechizos. Aun recuerdo las palabras de mamá

"A veces pasan cosas que nos demuestran que nuestra infancia llego a su fin"

—Delia —escuché una voz entre las rejas, pero no cualquier voz sino una verdaderamente fuerte.

Abrí mis ojos que hasta entonces habían estado cerrados, me concentre en ese cabello rubio que me miraba entre los barrotes. Con su mano me indicaba acercarme, pero yo simplemente me sentía desgastada y cansada, me dolía el cuerpo si, pero el dolor mas fuerte que sentía era emocional.

—Delia, no puedo ir hasta ti. Por favor intenta acercarte —insistió el, yo me limite a parpadear varias veces. Las lágrimas no me dejaban ver con claridad.

El insistía con su mano mientras miraba a su alrededor, decidí complacerle y a duras penas me esforcé por quitar mi cuerpo de la pared en la que estaba apoyada. Inevitablemente caí en el suelo, me di un fuerte golpe en la mandíbula. Ayudándome con las manos, me arrastre hasta la reja.

Fuertemente me sostuve de los barrotes, mientras el metía sus manos para ayudarme a incorporarme. Me deje caer sobre la reja, el me observaba con tristeza mientras abría una bolsa de plástico y sacaba algo que parecía comida, torta o algo así.

—Te traje comida Delia, estas muy débil, necesitas comer —me insistía el, al ver que yo me negaba a comer nada.

—No quiero nada David —lentamente pronuncié las palabras, me costaba tanto hablar.

—Tienes que comer y no acepto un no por respuesta —sus preciosos ojos me miraban con preocupación. Parecía triste y yo aquí siendo testigo de su pesar.

El comenzó a cortar con sus manos, la torta en pedazos pequeños. Llevo uno a uno los trozos a mi boca y hacia gestos para que yo comiera. Aunque eran unos gestos bastante graciosos, no tenia la energía suficiente para reírme

—Lo siento tanto, yo soy el culpable de que estés así —sus palabras me sorprendieron, abrí un poco mas mis ojos para verlo con claridad, el seguía siendo el mismo chico, solo que ahora más vulnerable.

—No es tu culpa, gracias por no intervenir —mis palabras seguían siendo lentas pero eran honestas. Si el hubiese intervenido, no se que habría pasado. Prefiero que el no hiciera nada.

—¿Te duele mucho? —preguntó al mismo tiempo que veía mis heridas, una por una, acaricio cada palabra escrita en mi cuerpo y mientras mas las acariciaba, sus dedos se ponían mas ensangrentados.

—El dolor físico no es el problema, la peor parte es el dolor emocional —Ahora me costaba menos hablar, mis ojos se cerraron y algunas lágrimas bajaron por mis mejillas. El las limpio con su pulgar.

Al principio David era un chico bastante cruel, incluso me deseo la muerte por ser una impura. Pero con el tiempo aprendí que el tiene buen corazón y que solo era un niño guiado por un mal camino. El no es cruel, no es un asesino, no es, ni será miembro de esa terrible secta.

Mientras salía con el aprendí mucho sobre su vida. Aprendí que el era solo un matón escolar más, entendí que el día que me deseo la muerte, el no tenia consciencia del peso que sus palabras tenían. Solo era un niño de catorce años, repitiendo como loro lo que oía en casa. El era una víctima y solo yo podía ver eso.

En mi mente el recuerdo volvió a cambiar y esta vez, aparecí en un bosque nevado. Ahí estaba el, con una rosa entre sus manos, al parecer había sido recogida del frío suelo y yo estaba ahí, si moverme, observando a ese chico y sintiendo un amor profundo. En ese momento pensé muchas cosas, como el hecho de que el también era un rosa en medio del frío, muriendo por intentar adaptarse a un lugar al que no pertenecía, un lugar al que habían obligado a estar, un lugar que moría por abandonar. 

Yo fui para el, lo que fue para lo rosa. El salvo a la rosa del frío y yo lo salve de convertirse en algo que no debía ser, algo que querían que fuera pero que no es. Eso lo entiendo ahora, no lo entendí en ese momento. El amor no se mide de cualquier manera, se necesitaba demasiadas cosas para estar completamente seguro de lo que deparará nuestro futuro.

—Es bonita ¿Verdad? —decía el, mientras la observaba. Me levanté de su lado y me coloqué enfrente, quería apreciarlo mientras contemplaba la rosa.

—Si, lastima que esta muriendo. El frío no es bueno para la rosa —el me dio la razón, la rosa no estaba hecha para sobrevivir al frío y eso ambos lo sabíamos.

—Hay que llevarla adentro, antes de que se muera —guardó la rosa en su bolsillo, parecía tan encariñado con ella, no sabía el porque pero me había enternecido muchísimo ese gesto.

—Delia —escuché una voz y sentí el fin del mundo acercarse.

De repente recuperé la conciencia y me di cuenta, de que habían pasado segundos desde que caí en ese extraño flash. Todo ocurrió en apenas unos segundos, lo que claramente resultó bastante traumante para mi. Un fuerte deseo de morderlo floreció en mi, pero era más que eso lo que me estaba pasando y lo solté de inmediato. Me alejé tanto de el como me fue posible, aunque tenga descendencia vampira, sigue siendo humano y eso es malo para mi autocontrol, más porque el rompe mis barreras de seguridad.

—¿Qué te pasa? —preguntó el y yo simplemente intenté no moverme, hasta que apareció André, mi nuevo amigo.

—Vete David, solo las estás poniendo peor —soltó el con mucha molestia y el chico pareció llenarse de curiosidad de repente— Eres humano idiota, ¿acaso nunca te enseñaron a mantener la distancia con los vampiros impuros? —preguntó molesto mientras se acercaba a mi y luego de que el otro entendiera la indirecta, se fue.

—Cálmate Delia, controla tus emociones —comenzó a decirme el y poco a poco pude relajar mi respiración. Esos deseos fueron abandonando mi cuerpo y podía sentir la éxtasis en todo mi cuerpo, la cual lentamente se fue esfumando.

—Ya me siento mejor, aunque esto es malísimo. Casi muerdo a David, no entiendo porque mi pulsera falló —Solté con algo de miedo y remordimiento, ero André simplemente lo entendió.

Cuando David y yo nos volvimos a ver en clase, fue todavía más incomodo de lo usual y no parecía querer burlarse de mi. Casi podía jurar que me tenía miedo, aunque tenía sentido. Intenté morderlo y me volví una loca desesperada por su sangre, tiene mucho sentido que tema de mi. Realmente odiaba esto, no sabía hasta que punto las cosas se desarrollarían bien y tampoco sabía que eran todas esas imágenes que me habían atormentado la cabeza por tanto tiempo. 

¿Realmente iba a poder controlarme en el futuro? 

No estaba para nada segura, también sabía que era un absoluto peligro. Pero no era mi culpa, el se cayó y tenía que sujetarlo, aunque sabía que pasaría. No por nada hay una regla, que dictamina que los puros y los impuros no deben tener contacto físico, ya que los últimos son más incontrolables que los primeros y pueden herirlos. Yo puedo herirlo y hasta este momento lo ignoré, no fui consiente de ello hasta que casi me lo como.

Me acerqué a el de inmediato cuando lo vi salir y se detuvo enfrente de mi con sus amigos y una mirada de superioridad. Sus ojos estaban asustados, aunque no quería demostrarlo. Es más normal para el tener miedo, que para mi. El es más humano que yo y el miedo es un sentimiento más que nada del animal y de los humanos, pero no es una caracteristica común en los vampiros. Esos que son total y absolutamente puros, no son capaces de sentir miedo o empatía. Creo que esa es la razón, por la que el gobierno humano incentiva tanto los matrimonios entre humanos y vampiros. 

—¿Nos vemos en la biblioteca mañana? —pregunté tranquila, a lo que el dio una seña y sus amigos desaparecieron de inmediato. 

—Nos vemos al aire libre. Eres demasiado peligrosa para mi gusto —fue lo único que dijo y simplemente se fue.

Comencé a caminar a mi habitación y me encontré a André charlando con otro chico fuera de la habitación. Me acerqué con bastante cuidado y el parecía muy sonriente y alegre. En ese momento me di cuenta de todo, porque vi a una chica irse sonriendo y chillando en voz baja. Había olvidado que en un par de semanas es el bailes de quince. Al parecer, todas las chicas que cumplen quince en el trascurso del año, tienen su fiesta de quince y todos tenemos que acudir, un evento bastante formal y aburrido. 

—¿Te invitaron? —pregunté riendo y el asintió.

—Delia —dijo una voz a la distancia, era un chico amable que ya había conocido hace un tiempo en la biblioteca.

—¿Quien la busca? —pregunté haciendome la interesante, no es común que me hablen los chicos. André se rió en silencio.

—Soy Jacob y quería invitarte a ir conmigo a la fiesta —a lo ultimo miro a un costado incomodo, yo estaba en shock, no podía creer que me hubieran invitado al baile.

—Impura —Habló un chico que venia corriendo, era uno de los amigos de David y eso me dejó perpleja.

—Hola —dije sin salir de mi asombro, el chico se tomó las rodillas para calmarse y luego se incorporo.

—Soy Never y quería invitarle a ir a la fiesta conmigo —el chico sonreía con mucha seguridad, miré a mi amigo, el parecía tan aturdido como yo.

—Espera, yo la invite primero —el chico de la biblioteca lucia molesto, pero no me hablaba a mi sino al amigo de David.

—Esto no se trata de quien llego primero, sino de con quien ella quiere ir —Contraataco el tal Never y sentí algo de miedo de que las cosas se pusieran violentas.

—Bien, ¿con quien quieres ir Delia? —Jacob me miraba impaciente, estaba claro que quería una respuesta. Yo estaba muy aturdida, no estaba con la mente para pensar en eso y menos tan rápido.

Eso era demasiado para mi, más de lo que era capaz de soportar. ¿Cómo empecé teniendo cero invitación para la fiesta y acabé teniendo dos?

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