Capitulo 6

Tres años después…

Sergio Ramos se encontraba en su oficina en las instalaciones de ORQUIDEATV, cuando llamaron a la puerta.

— ¡Adelante! —dijo Sergio en voz alta.

La puerta se abrió, era su secretaria, la señora Eva.

—Hola Eva, te dije que estoy ocupado, si son los productores de la novela “Mi primer amor”, diles que la reunión se pospuso para mañana en la tarde. Por favor tráeme un café…

—Si enseguida se lo traigo, señor, pero no son los productores de la novela, a ellos ya les envíe un mensaje de que se pospuso la reunión. Es otra persona…

Súbitamente, la puerta se abrió y entró una mujer hermosísima, con una figura glamorosa y seductora, que le dijo.

— Buenas tardes, Señor Ramos. Disculpe la intromisión, mi nombre es Gabriela Castillo, necesito hablar con usted, es importante, es sobre su amigo Juan Carlos Quintana.

—Señor, disculpe, yo le dije que esperara afuera un momento…—explicó Eva.

Sergio la miró con duda y su primer impulso fue pedirle a Eva que la sacara o llamara a seguridad, pero cuando dijo el nombre de Juan, llamó su atención, estaba muy ocupado, pero podría ser importante y su amigo era como un hermano para él. Así que decidió recibirla.

—Tranquila Eva, voy a recibir a la señorita. Déjanos solos, por favor.

—Está bien, señor—Eva, al pasar al lado de Daniela, la miró con cara de desconfianza y agregó— Si necesita algo pegue un grito, voy a estar pendiente a cualquier ruido extraño.

Sergio sonrío, divertido, Eva lo cuidaba como perro guardián, llevaba mucho tiempo trabajando como su secretaria y él la apreciaba.

Cuándo Eva salió, Sergio le pidió a Daniela que tomara asiento.

—Siéntese, señorita, veo que me lleva ventaja porque no recuerdo que nos hayan presentado.

Gabriela habló con arrogancia.

—¿En serio no me reconoce? He realizado varios comerciales para una famosa marca de cerveza, pasarelas para los diseñadores más famosos del país y Europa, ¿Cómo es posible que no me reconozca?

—Tiene razón, eso es imperdonable de mi parte, siendo yo el Gerente de Producción de este canal. Pero para mí es un placer conocerla. Me ha dejado intrigado, ¿Qué es lo que tiene que decir sobre mi amigo Juan?

— Señor Ramos, me imagino que está muy ocupado y yo también estoy apresurada. Así que no le quitaré mucho tiempo. —Gabriela sacó un papel de su bolso y se lo entregó.

Sergio desdobló el papel y la miró confundido.

—No entiendo, ¿De qué se trata esto?

—Quiero que le envíe este mensaje, o mejor pregúntele si recuerda haber tenido una aventura sexual en un auto, en el estacionamiento del Hotel “Ondas do mar” en Brasil hace tres años, con una joven hermosa de cabello castaño. Porque esa aventura de una noche, tuvo sus consecuencias y hoy en día su amigo es el flamante padre de un niño de dos años.  Ese papel tiene el nombre y la dirección de la madre del hijo de su amigo, Juan Carlos Quintana.

Sergio se quedó pasmado.

—¿Esto acaso es una broma?

—Por supuesto que no, señor Ramos, estoy hablando muy en serio. Dígale a su amigo, que acuda a esa dirección a reclamar la paternidad de su hijo, después de todo es su derecho.

—Aquí dice Daniela Castillo, ¿Es familia de usted?

Gabriela no respondió, se puso de pie y Sergio hizo lo mismo.

—Bueno señor Ramos, eso es todo, me voy de viaje y no quiero perder el avión. No le quito más su tu tiempo. Fue un placer haberlo conocido—le dijo sonriendo. Se dio la vuelta y salió de la oficina de Sergio, al pasar al frente del escritorio de Eva, la secretaria la miró con cara de pocos amigos. Se dirigió rumbo al pasillo, Gabriela iba pensando con una sonrisa de satisfacción.

“¡Ya está hecho! Ahora es solo cuestión de tiempo, cuándo Juan Carlos Quintana se entere de que es padre, irá apresurado al apartamento de Daniela y Víctor Manuel. ¡Y hasta ahí llegará tu matrimonio hermanita! ¡Ya me imagino tu cara cuando Víctor se entere de que eres una zorra que lo embaucó con el hijo de otro! Lo siento hermanita, pero no debí haberme apartado cuando te casaste con Víctor. ¡Creí que mi carrera de modelo sería suficiente para olvidarlo! ¡Pero lo amo demasiado! ¡Y cuándo Víctor Manuel quede con el corazón destrozado, yo estaré allí para consolarlo!”

****

Daniela se encontraba dándole su papilla a Lucas, cuando Víctor Manuel telefoneó para decirle que llegaría tarde a casa porque iba a desviarse a La Quinta Los laureles, la casa que había remodelado para un cliente. Después de acostar a Lucas a dormir, se bañó, luego con el cabello brillante y el rostro limpio, vestida con pantalones blancos de lino y una blusa roja, Daniela puso la mesa en el comedor, montó las papas a cocer, sacó el pollo del horno, sacó del refrigerador un frasco de mayonesa casera, preparó una ensalada. Cuando Víctor Manuel al fin llegó, todo estaba en orden.

—El almuerzo está listo.

Víctor Manuel se acercó y le dio un beso.

—¡Vaya mi bella cocinera, huele muy bien!

—Gracias ahora lávate las manos antes de que se enfríe—le dijo sonriendo.

—A la orden, señora Gutiérrez, ¿Y Lucas?

—Está dormido, ¡Es tan inquieto! Estuvo jugando toda la mañana con la pelota que le regalaste, como te lo dije es una mala idea, pudiste haberle regalado un carro de juguete, ¡Pero una pelota dentro del apartamento!

—Es solo un bebe, ¡Dejalo ser!

—¡Qué gracioso, soy la que tuvo que guardar los adornos de porcelana!

—¡Jajajajajaja!—se rio Víctor Manuel y Daniela lo miró con mala cara, él se puso serio y le dijo—Mejor me lavo las manos.

Justo en ese momento, al frente del edificio, donde vivía Daniela y Víctor, acababa de llegar Gabriela en un taxi, completamente ebria.

El taxista le dijo.

—¡Ya llegamos señorita!

—¡Vaya ya llegamos!... Está bien, está bien. Tome su dinero, quédese con el cambio.

—Señorita muchas gracias.

Gabriela, tambaleándose, se subió al ascensor y se puso a hablar para sí misma.

—A ver… es el piso tres—con dificultad pisó el botón— Es increíble que ese idiota de Sergio Ramos no le dijera nada a Juan Carlos… ¡Ese estúpido! Y yo que pensé que cuando llegara al país, todo se habría descubierto ¡Y Víctor Manuel estaría solo! ¡Ni modo tendré que hacerlo yo misma!  

Se bajó del ascensor y se dirigió a la puerta del apartamento de su hermana.

De repente sonó el timbre y Daniela se dirigió a la puerta.

Miró por la mirilla, pero no reconoció la figura, abrió la puerta con cuidado con la cadena puesta y para su sorpresa era su hermana gemela, a quien tenía tiempo que no veía. Después que Daniela se casó, Gabriela se retiró de la universidad y se dedicó a la profesión de modelo con bastante éxito, se la pasaba viajando al exterior. Daniela abrió la puerta con duda y Gabriela, que se le notaba unas copas de más, le exclamó.

—¡Hola hermanita!

—Hola… Que sorpresa… No esperaba verte.

—¡Vaya que entusiasmo! Llegué hoy mismo, mamá me dijo que todavía siguen juntos y felices—dijo y entró sin que la invitaran a pasar— Y dónde está Víctor Manuel de seguro él se alegrará de verme…—Y empezó a llamarlo en voz alta—¡Víctor Manuel Cariño! ¡Víctor Manuel!

—¡Baja la voz! ¡Vas a despertar a Lucas! —la reprendió Daniela.

— ¡Ay sí! Claro mi sobrino, tengo tiempo que no lo veo. ¿Tengo una duda hermanita? ¿A quién se parece Lucas a Víctor Manuel o al periodista de televisión con el que le fuiste infiel hace tres años?

Daniela palideció súbitamente y deseó que se la tragara la tierra, cuando vio el gesto de perturbación que hizo Víctor Manuel parado atrás de Gabriela.

—¡¿Qué fue lo que dijiste?! — gritó Víctor Manuel.

Gabriela giró y miró a Víctor Manuel acercándose a ella.

—¡Hola cariño, allí estás!

Víctor Manuel las sujetó des muñecas sacudiéndola.

—¡Que fue lo que dijiste! ¡Estás loca! ¿Por qué dijiste eso de Lucas? 

—¡Ay, suéltame! ¡Me estás lastimando! —y se zafó del agarre de Víctor Manuel mirándolo con reproche y le exclamó—¡Lo dije porque es la verdad! ¡Pregúntale a Daniela como se casó embarazada, cuando ni siquiera se había acostado contigo! ¡Cómo le entregó su virginidad a otro hombre en Brasil!

Daniela se llevó las manos a la boca, mirando a Víctor Manuel con horror cuando se acercó a ella mirándola fijamente.

—¿Por qué te pones así? ¿Acaso Gabriela está diciendo la verdad? ¿Te entregaste a otro hombre?—Daniela se quedó muda y Víctor Manuel la sujetó con fuerza gritándole—¡Responde, no te quedes callada! —Daniela comenzó a llorar con angustia, luego Víctor Manuel cerró los ojos y la soltó maldiciendo. —¡No, no, no, no! ¡Tú no me puedes haber traicionado!

Gabriela, un poco asustada al ver encolerizado a Víctor Manuel, trató de calmarlo.

—¡Víctor tranquilízate! Es mejor saber, la verdad que vivir en…

Víctor Manuel se le acercó amenazante y le gritó.

—¿Quieres que me tranquilice? ¡Vienes y sueltas esa bomba y esperas que me tranquilice! ¡Estás loca! — Gabriela retrocedió con miedo.

Mientras Daniela veía como su esposo daba vueltas por la habitación caminando furioso, sentía que su mundo se derrumbaba, no podía articular palabra.

 “¿Qué podría decirle? ¡Ella le había mentido!, hasta se había creído su propia farsa, convenciéndose de que Lucas era hijo de Víctor Manuel. Había sido una cobarde, pero ahora tenía que decir la verdad y esperar que su esposo la perdonara. ¿Todavía no entiendo como Gabriela supo la verdad? ¿Y por qué me hundió de esta manera?

Daniela respiró profundo y le dijo a su esposo.

—Víctor Manuel necesitamos hablar.

Él la miró con rabia y se le acercó.

—Lo único que quiero que me respondas, ¿Lucas es mi hijo? ¡Responde! ¡No te quedes callada!

Daniela le sostuvo la mirada y le dijo.

—No, Lucas no es tu hijo.

Daniela observó la expresión desilusión en el rostro de Víctor Manuel, que en seguida se puso a llorar como un niño. Ella se cubrió el rostro con las manos llorando.

Gabriela se acercó a Víctor Manuel y lo abrazó diciéndole.

—Ya no llores, ven conmigo, vámonos de aquí.

Súbitamente, Víctor Manuel empujó a Gabriela arrojándola al piso.

—¡No me toques! ¡Después de tres años vienes a decir la verdad! ¡Eres tan falsa como tu hermana!

Víctor Manuel se secó las lágrimas, tomó su chaqueta, sus llaves y salió dando un portazo. Gabriela comenzó a llamarlo, se levantó del piso para ir tras él, pero Daniela se lo impidió sujetándola del brazo.

—¿Por qué me hiciste esto? ¡Tú eres mi hermana! —preguntó Daniela furiosa.

—¡No, tú dejaste de ser mi hermana cuando te casaste con el hombre que yo amo! —gritó Gabriela.

Daniela la miró atónita.

—¡Pero…! ¡Eso no puede ser!

—¡Si, si puede ser! ¡Pensabas que te iba a dejar ser feliz por siempre! ¡Tú no te lo mereces! ¡Yo te vi cómo te besabas con ese periodista, también los seguí y observé como te revolcabas como una zorra en su auto! —la miró de arriba abajo — ¿Quién iba a decirlo? ¡La gemela seria resultó ser toda una p**a!

Daniela rabiosa le dio una bofetada, y Gabriela se la regresó, cuando Daniela se le iba encima, escucharon el ruido de un golpe estruendoso frente al edificio. Daniela corrió hacia el balcón y desde el tercer piso, pudo observar con claridad, en medio de la calle el cuerpo inerte de su esposo, lanzando al aire un grito desgarrador.

— ¡AAAAAGGGHH! ¡NOOO! ¡VICTOR MANUEEEL!

Y salió corriendo despavorida hacia la calle, seguida de Gabriela. Al llegar al lado de su esposo, lo abrazó desconsolada pidiéndole que abriera los ojos, Gabriela se sujetó de las piernas de Víctor Manuel y grito su nombre una y otra vez diciendo que lo amaba. Algunos vecinos de Daniela apartaron a las gemelas, diciéndoles que ya vendría la policía.

****

Carolina De la Fuente, de Quintana, se encontraba por enésima vez tocando la puerta de Juan Carlos, con margarita el ama de llaves parada a su lado.

—¡Juan Carlos, por favor abre la puerta! ¡No puedes seguir así sin comer nada! ¡Margarita te cocinó las arepas que tanto te gustan¡¡Te vas a enfermar! ¿Eso es lo que te quieres convertir en un borracho? ¡Juan Carlos, soy tu madre, te lo ordeno!

Inesperadamente, escucharon un golpe y vidrios rotos contra la puerta, y las dos mujeres gritaron sobresaltadas cuando se oyó a Juan Carlos gritar desde adentro de la habitación.

—¡¡DÉJENME…! ¡EN PAZ!! ¡NOO… ¡QUIERO VER A NADIE!

—Señora, hágame caso, cuando el señor Juan se deprime, el único que lo saca de ese estado es el señor Sergio, déjeme llamarlo.

Carolina suspiró resignada,

—Está bien llámalo.

En media hora Sergio Ramos, el mejor amigo de Juan, estaba tocando a su puerta.

 —¡Juan, ábreme soy yo, Sergio!

—¡Ah…! ¡Vaya! Llamaron… la artillería… pesada. ¡Está bien, pero solo… entras tú! —gritó Juan.

Sergio, espero que quitara todas las cosas pesadas que puso detrás de la puerta. Y como pudo pasó por la pequeña abertura que le dejó para que entrara.

Cuando Sergio observó lo demacrado y delgado que estaba juan, se sintió apenado, pero disimuló porque cada gesto que su amigo confundía con compasión, lo ponía histérico y comenzaba arrojarlo todo con furia. Desde que hace tres años Juan Carlos sufrió ese terrible accidente, en el que milagrosamente escapó con vida, Sergio le había insistido que necesitaba ayuda psicológica, pero era muy terco, incluso había desechado la cirugía reconstructiva, aferrándose solo al licor. A su madre le aterraba la idea de que se convirtiera en alcohólico.

—Muy bien juan, veo que te pusiste el parche de pirata que te regalé. 

—¡Así…esss! ¡Un pirata…! Monstruoso! —dijo Juan tambaleándose completamente ebrio.

—¡Cuidado que te vas a cortar! ¿Por qué estás descalzo? ¡Esta habitación huele horrible? ¿Desde cuándo no te bañas?

Lo sujetó por la cintura y lo arrastró al baño. Diez cafés y tres arepas después, Juan se encontraba sentado al lado de la piscina mirando con cara de pocos amigos a Sergio.

—Hasta cuándo vamos a seguir con esta rutina tan tóxica, tu encerrándote, negándote a comer, emborrachándote, y yo sacándote de tu enclaustro.

—Tendrías que tener mi cara de bestia, para comprender.

—¡Ya basta de autocompadecerte, hace tiempo que te hubieras hecho una cirugía reconstructiva, no vas a quedar tan lindo como antes, pero lucirás mejor!

—De que me sirve, si no voy a recuperar mi vida de antes.

—Sabes perfectamente, que si la puedes recuperar, después de varias cirugías, lucirías casi igual a lo que eras. Solo que te niegas a salir de este hoyo, porque tienes miedo de regresar a las zonas de guerras.

—¡YO NO SOY UN COBARDE!

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