IV -¡¿Eres mi guardaespaldas?!

LILIA

Lilia creía que su padre no estaba de acuerdo en tener una amistad con Franco, por lo que resultaba mucho más divino para ella. Se volvió parte de su círculo social. Macarena era otra caída bajo el efecto "FRANCO". Tanto se había vuelto su acoso que, ella lo ayudaba a escapar. Luego de correr en las motocicletas por la ciudad, ella lo llevó a un edificio que parecía vacío, no estaban lejos de su casa. Al entrar todo estaba cubierto por mantas y telas. -Ven rápido. -Lo llevó escaleras arriba hasta el último de los pisos.  -Y aquí, mi santuario. -Abrió la puerta que daba al techo y subió a la azotea por la escalerilla. -Taran. -Franco subió y Lilia extendió los brazos. 

- ¿Qué es este sitio? -Miró todo un tanto encantado. -Es algo... solitario. 

-Ya te lo dije. -Se sentó en una de las sillitas que tenía en su azotea. -Mi santuario. Es mi sitio de paz, aquí vengo cuando quiero pensar, o cualquier otra cosa que requiera soledad. Escribir música, tocar, pasar un corazón roto. -Se sentó con las piernas cruzadas y lo miró. -Solo siéntate. Disfruta. -Franco terminó sentándose frente a ella y suspiró relajado. -Nadie sabe de este sitio. Cuando huyo de los guardaespaldas, la mayoría del tiempo ando aquí. 

-Yo quisiera ser un guardia. 

- ¿Por qué? ¿Quieres andar de acosador vigilando chicas? -Casi estalla en risas, pero al ver la seriedad del rostro de Franco se quedó callada. -Digo, está bien. 

-No, no es por acosar, Lilia. -Suspiró echando su cabeza hacía atrás, cerró los ojos relajándose más. -Mi infancia fue un infierno, y siendo así, mi padre era el diablo. Tengo un hermano. Él sufrió mucho más que yo. El hombre que llamé padre por años se ensañaba contra él, lo golpeaba, supongo que con el tiempo desarrollé un... ¿Podría llamarlo gusto?, no sé... de cuidar a los demás. 

-Instinto. -Lo miró apenada y luego sonrió. -Y ¿Algún otro sueño?

-Ser médico. Solo que... no sé. Jaja, ¿Qué te digo? -Lilia se sentó al lado de él y puso una mano en su hombro.

-Yo digo que puedes ser lo que quieras. Oye, si quieres ser guardia de seguridad, policía, solo debes decirme... Bueno, tengo cinco guardaespaldas. Podría hablar con el jefe de la agencia de donde mi papá los clona y que te entrenen. ¿Lo considerarás?

-Lo consideraré. -Ambos se quedaron en silencio, solo mirándose. Lilia fue la primera en dar el paso y se abalanzó contra los labios de Franco, no supo en qué momento él la acercó poniéndola sobre él. 

El beso acabó solo en un abrazo tierno, Lilia miró a Franco a los ojos y sonrió. Al instante de ver su sonrisa se levantó rápido. -Será mejor volver. -Se había olvidado de su mejor amiga, Macarena. Se había besado con el chico que le gustaba y con el cual se andaba acostando. Juntos se fueron en silencio. Caminaron por las calles de España. -Dime ¿Irás a mi presentación? Eres un buen amigo, casi mi vecino. -Sonrió rompiendo el silencio. -Vienen mis hermanos desde Italia, Vivia es un amor. 

-Claro que iré. -Él lo daba por sentado, era parte de su trabajo. Ya su jefe le había avisado que su hija del medio era una "estrella naciente", y que en ocasiones daba pequeños conciertos de recaudación, iría encubierto, como siempre, pero estaría pendiente de toda la seguridad como los otros del equipo. Luego de comer perritos calientes regresaron a la casa. 

Al día siguiente llegaron los hermanos de Lilia. León y Vivia, el mayor, parecido a su padre, y la más pequeña, una dulzura de quince años, que podría ser comparada con una muñeca de porcelana. Se parecía a Lilia, solo que sus ojos eran verdes y su cabello, tan negro como una noche sin luna. Aquella mañana llevó a Lilia a clases y él luego se regresó a la casa. -Franco, qué bueno que llegas. Es la primera fiesta de la música a la cual irás. Son festivales más o menos privados. Habrá muchos invitados, se recaudan fondos para obras... de caridad. Bueno, Lilia cantará. Hay equipo de seguridad, pero hay dos que no quiero que se acerquen en absoluto. -Extiende dos fotografías en su escritorio. -William Moore. Su exnovio y este otro. -Le muestra la foto de un hombre adulto. -Se llama Steven. Ese hombre ni siquiera debe entrar a la fiesta, en ningún momento. Él en especial intentó violar a Lilia y secuestrarla. Mis hijas, Elle y Elisa son tu prioridad. 

- ¿Por qué se presentan por sus segundos nombres si...? Bueno, eso no me incumbe.

-Igual te lo diré. Las buscan. -Bebió de su vaso de jugo y suspiró. -Elle, Eleonor... Como quieras llamarla, como te dije, un hombre intentó secuestrarla y violarla, a los catorce años, pero no está solo, es un delincuente especializado en trata de blancas, ¿Sabes cuánto pagarían por ella?... Y Elisa, pasó por algo similar con el exnovio de mi Lilibeth. Él se quiso aprovechar de ellas. Como padre, haces lo que sea por el bienestar de tu familia.  A Elisa la mandé con mi suegra a Italia, estudia en un internado, con seguridad máxima las veinticuatro horas del día. Mi hijo mayor está con ella, mi Ellie es la más salvaje de los tres, por lo que me hice cargo personalmente, salí de Londres, dejé mi hogar, las traje aquí a ella y a mi esposa. Como quiere ser estrella, la cuido más. Los de seguridad dijeron que era mejor que tuvieran otros nombres, y, aunque quise convencerlas de usar unos diferentes, decidieron comenzar a llamarse por sus segundos nombres, y se hizo costumbre. 

-Entiendo. Pero no se preocupe, mantendré a sus hijas a salvo, señor. -Asintió y salió, encontrándose con una muchacha de no más de quince, vestida con un uniforme. -Disculpe señorita. 

- ¿Tú eres...? -La chica rápidamente gritó al sentir el abrazo de su hermana. -Wow, ¡EL! -Abrazó a la chica con fuerza. -Mírate, tan rubia. ¿Y tu cabello negro?

-Se fue, es parte del pasado. Hola Franco... Elisa, él es Franco, es un amigo, vive aquí por ahora, ya que se quedó sin un lugar donde... bueno... Franco, ella es mi hermanita menor, Elisa Vivia. 

-Es un placer. -Sonrió la joven. Franco sonrió y se terminó yendo a la casita de atrás, Elisa y Eleonor salieron con sus guardaespaldas luego de cambiarse. 

- ¿No crees que es lindo? -Preguntó sonriente. -Y me escucha, es asombroso. Es el mejor amigo que he tenido en la vida. 

-El primero y único si no nos cuentas a León y a mí. -Sonrió Elisa. -Pero tú no lo quieres de amigo... No, ya lo veo en tu carita. A ti te gusta. -Eleonor se sonrojó un poco y rió. -Te atrapé. 

-Mejor dime que cantarás conmigo en la fiesta. 

-Si. Te haré los coros. ¿Qué cantáremos? ¿Algo rock? -Rió junto a su hermana. 

-No, pensaba en usar tu canción, la que escribiste para el abuelo. -Ambas agacharon tristes la mirada y se abrazaron. -Lo extraño. 

-Yo más. Créeme, no es lo mismo estar allá en Italia sin él. No sé en qué momento todo se puso tan horrible, el abuelo murió, dejamos nuestra casa, pasó todo eso... lo perdimos todo... -Ambas llegaron a su destino, en la sala de ensayo de su padre se pusieron a practicar su canción, y al terminar, se fueron de compras, aquellos diez hombres las seguían. -Lo bueno es que si están ellos hay quienes carguen las bolsas. Amé tus tacones, Mary hará mi vestido. ¡Sabes cómo es!

-Igual que mi vestido, pero lo verás el día de la fiesta. 

-Estoy ansiosa. -Ambas volvieron a casa. Los días pasaron, esperaban ansiosas aquel fin de semana. En aquellos días, El solo pensaba en el beso que le había dado a Franco, había traicionado a su amiga. 

Salió de su casa evitando a los guardaespaldas, era de noche, llevaba su guitarra a sus espaldas, con la cabeza cubierta y con aquella ropa grande, terminó por subirse a su bici y conducir hasta su lugar favorito, aquel tejado donde tenía su santuario. 

Sentada en uno de sus banquitos y cubierta con una manta, sacó la guitarra y comenzó a tocar para aislarse. Conocía bien la canción. Su papá la había compuesto hacía años atrás cuando su banda estaba en la cúspide. 

Se imaginó como sería su vida se seguir en Londres, de no haber pasado nada de lo que sucedió. Ella seguiría los pasos de su padre porque siempre había tenido conexión con la música. Eran generaciones de músicos por ambos lados, era como tradición y pasión al mismo tiempo. Su abuelo había sido músico, su tío Roger, su papá, su mamá, su hermano mayor. Y si veían la genealogía por parte de su familia italiana, se encontraban con verdaderos artistas. No se sentía confundida respecto a la música, se sentía confundida acerca de su vida. Estaba lejos de lo que consideraba hogar, estaba sintiendo más de lo que conocía por amor. Tenía miedo, pero a la vez, quería seguir. "Cuando no sepas que hacer, solo canta una canción de Queen a todo pulmón." Sonrió ante ese recuerdo, eso haría. Su abuelo seguía guiándola desde algún lugar. Bajó del tejado y condujo en su bicicleta hasta ir a un bar, no dudó en subirse al escenario, le gustó la decoración, inglesa. La hacía sentir en casa. 

-Hello! -Suspiró y sintió los nervios, terminó por sacarse el abrigo que llevaba y mostró su camisa negra con brillantes, sonrió pues, era como si hubiera estado preparada para eso. Vio a su público y sin dudar comenzó a cantar. La banda la siguió, era su medio. Aquello era hogar, aquello era su mundo.  

***

Vivia se levantó al escuchar el escándalo en medio de la noche. - ¡SE FUE! Tenías que cuidarla. -Al asomarse por la oficina vio a su padre discutir con Franco. 

-La buscaré señor, no se preocupe. Estará bien. -La muchacha se ocultó al final del pasillo y al verlo seguir lo siguió. 

-Eres su guardaespaldas. ¡Eso tiene sentido! -Lo miró sorprendida. -El ¿Lo sabe? No lo niegues, acabo de escuchar todo. -Lo miró con los ojos entrecerrados y luego sonrió. -No se lo diré, pero si vas a salir debes llevarme. Yo sé dónde está. 

- ¿Por qué quieres salir?

-Por lo mismo que siempre quiere salir mi hermana, porque estamos atrapadas, encerradas en una torre sin derecho a respirar. Merecemos algo de espacio. Solo que ella se atreve, y yo no. Llévame. 

- ¿Cómo sé qué sabes dónde está?

-El solo sale cuando está triste o nostálgica, eso casi siempre desde que vino aquí a España, extraña Londres. Y si no está en su techo... -Sonrió. -Está en un bar inglés. Puedo apostar cinco euros a que ahí está. En Polo's Bar. 

-De acuerdo, pero si te equivocas es la última vez que arriesgo mi cuello por ti. -Elisa salió oculta gracias a Franco, ambos subieron a la moto del muchacho y la chica le indicó el camino. Franco se preguntaba como una muchacha de quince años sabía tanto sobre un bar. 

-El me trajo una vez, canta aquí en ocasiones. -La muchacha habló con el guardia de la entrada y ambos pasaron. Sonrió. -Me debes cinco billetes. -Ahí estaba, cantando a todo pulmón y siendo aplaudida por su público.    

Elisa seguía la canción, Franco no se la sabía, pero podía ver que Eleonor hacía lo suyo en el escenario. -Hay que llevarla a casa. 

-Tienes que pensar, porque si sospecha quien eres... Estás fuera del juego. -Bailó y rió. -¡¡¡ESO EL!!!

Simple, ya lo había hecho, le diría que él se ofreció a buscarla pues era su amigo, y como todos estaban preocupados accedieron. Al bajar del escenario miró a Elisa correr y abrazar a su hermana. -Tú, pequeña monstruo ¿Qué haces aquí? -La miró preocupada comprendiendo todo. -Me buscan. ¿Cuántos guardias hay?

-Ninguno. -Contestó Franco. -Están preocupados, sí, pero no saben que estás aquí, yo ofrecí ayudar, pero Elisa y yo nos separamos. 

- ¿Y no la dejaste sola? -Miró a su hermana y revisó su cara y brazos. 

-Estoy bien, nada me pasó, pero algo pudo haberte pasado a ti, las dos tenemos el mismo peligro ¿Lo olvidas? Vámonos antes de que papá entre en crisis nerviosa. Cantaste hermoso. 

-Gracias. -Miró a Franco apenada. -Gracias por cuidarla. 

-No es nada. ¿En qué viniste?

-Una bici, anda atrás. -Los tres la fueron a buscar y luego tomaron la motocicleta. Franco iba al paso que podía seguir Lilia en su bicicleta, algo lento, pero al final, llegaron a la casa. Las dejó adentró y regresó al bar, en busca de algo de diversión. 

-Ese chico es guapo y lo demás es cuento. -Elisa rió tras el comentario de su hermana, había hecho una promesa y la cumpliría ¿Pero hasta cuándo? -Y fue a mi rescate, que dulce. 

-Sí, muy dulce. Ya no te escapes, nos pones a todos de los nervios. -Ambas se acostaron a dormir juntas y abrazadas luego de una breve charla. 

***

FRANCO

Despertó y había una chica en su cama, si mal no recordaba, se llama Talía, en la noche después de unos tragos, un jugueteo y la seducción final, había acabado con ella en la casita detrás de la mansión teniendo sexo. Tenía sus marcas, su compañera había rayado en el salvajismo aquella noche. 

Esa mañana tenía que llevar a Lilia a clases, y lo hizo en cuanto ella se dignó a despertar casi a las diez de la mañana. Luego de eso, volvió con Talía, estaba dispuesto a disfrutar un poco más de su compañía antes de tener que trabajar. Y si él tenía marcas, no eran ni el 10% de lo que le había hecho a aquella mujer. 

Y era perfecta. Sabía de qué iba, en cuanto logró recomponerse de todos sus asaltos, salió y se fue, no sin dejar su teléfono...

...Aquello podía repetirse. 

***

LILIA

Aquello que vio en la mañana la hizo comerse de celos. Ni siquiera sabía por qué, no era su novio, ni siquiera lo era de su amiga Macarena, pero esas marcas en su cuello las había notado perfectamente. ¡SE VEÍAN A KILÓMETROS! Se concentró pues tenía evaluación en su clase de danza, con su equipo habían montado una coreografía, en cuanto las llamaron, comenzaron a bailar.    

- ¡APROBADAS! -Aplaudió su maestra de danza. Pasaron todos los grupos y encantada, les dio su calificación. Para cuando Franco la fue a buscar, parte de su enojo se había ido, aunque de inmediato volvió a ver sus chupetones. No dijo nada en cuanto él le preguntó que le pasaba, solo subió a su habitación, molesta. 

Aquel viernes era el día de la fiesta de música, ayudó a su hermanita a peinarse y maquillarse, así como ponerse su vestido, diseño de su prima, Mary, que, al igual que Elisa, tenía quince años, pero ya estaba metida en una escuela de diseño. 

- ¿Y tu vestido? ¿Algo boom revelador? -Vivia rió al ver cómo su hermana sacaba la caja con las letras doradas "M&L", la firma de su prima. -Quiero verlo, ahora, muero de ansias. 

- ¿Estás lista? -Abrió aquella caja y extendió el vestido de color negro en su cama, Vivia pegó un gritito al verlo, y comenzó a dar saltitos.

-Grita por completo Eleonor Lilia Lancaster Bethlem, sin ocultar ni un solo gramo de mí. Y eso es lo que me fascina, Mary capturó mi esencia. 

-¡¡¡ES BELLÍSIMO!!! Y a mi papá le dará un infarto, eso muestra demasiado. 

-Y se ve mejor puesto. -Lilia comenzó a cambiarse, con ayuda de su hermana se sujetó el cabello y se puso aquel modelo, y luego soltó su cabello. -Y por su diseño, va sin bra. -Dio una vuelta y vio a su hermana menor aplaudir. -Lo sé, provoca. 

-Y con ese vas a provocar a alguien que yo me sé. 

-Pero es solo la alfombra roja. Cuando cante voy a estar completamente diferente. -Ambas salieron de la habitación una vez estuvieron listas, su hermano mayor se había adelantado junto a su novia y quienes los esperaban eran sus padres. 

-A Elisa le asignaré un guardaespaldas para que pase por la alfombra roja. Mi El... -William miró a su hija bajar las escaleras con aquel vestido negro. -Estás preciosa. Un poco...

-Papá, gracias, y no digas más. -Miró de reojo a Franco en la sala, vestido de traje y sonrió al ver que no le había sido indiferente aquel vestido, se preguntaba que estaba pensando. 

-Tú irás con Franco, tiene mi pase, así que pasarán juntos por la alfombra roja ¿Pueden hacerlo?

-Si. -Dijo el muchacho. Vivia se fue con su guardaespaldas y Lilia compartió el auto con su acompañante. Ella iba en silencio, aún estaba enojada sin motivo. Franco se preguntaba si tal vez Lilia no sabía su verdadero empleo, pero no iba a mencionarlo tampoco, guardaría las apariencias, eso era todo. Su mirada se desviaba al escote de la chica y veía sus senos, en su defensa, si ella usaba un escote así era porque quería que le vieran los pechos. Podría acostumbrarse al traje, a casi todo, menos a aquel silencio incómodo que se formaba entre los dos. -Dime ¿Qué pasó?

-Nada. -Dijo dando por concluida aquella conversación. Pasaron la alfombra roja, las cámaras y entraron a la fiesta. Presentaron a todos los cantantes, uno a uno, primero subieron Lilia y Vivia a cantar. Luego de mucha música, alcohol y baile, subió Lilia sola. -Hola. -Saludó y todos estallaron en gritos. -Mi papá, papi te amo, es mi nuevo agente, decidió ayudarme con esta nueva etapa. -Dijo hablando por el micrófono. -Hace unos días escribí esta canción pensando en una persona, que él no sabe que es él. Pero, le agradezco la inspiración. -Franco la veía en el escenario, en cuanto la pista empezó a sonar ella comenzó a cantar, bailarinas salieron de la parte de atrás, entre ellas, su amiga Macarena, bailando al lado de ella. Entendió la letra completamente, lo poco que había podido estudiar de inglés lo hicieron entender que aquella canción iba dedicada a él.    

"Así que anda celosa". Pensó. "Da igual, es solo otra chica". Al termina la presentación, y la fiesta en general, se fue en compañía de Macarena, no podía darle espacio a Lilia de entrar a su cabeza. Él sabía que aquella malcriada niña estaba prohibida para él. La morena lo satisface, y de buena manera, pero en su mente estaba ese "CASI AMOR" que le prometía Eleonor Lilia. 

Lunes. 

Lilia seguía sin hablarle, él no se iba a desvivir por eso, luego de algunas clases que recién había iniciado de medicina, se fue con unas compañeras a una tarde de estudio. Aunque no acabó en estudio y eso, los disfrutó bastante. Lilia se iría aquella semana, estaba feliz, porque así no debería cuidarla en sus pequeñas vacaciones, estaría con su padre. 

Fue relajador para él, las chicas no faltaban y casi no pensaba en la chica que cuidaba. Podría ser bueno, solo que el karma le recordó para quien trabajaba. 

Estaba en París. 

Y estaba sacando otra de sus canciones sexys. 

Y aquel día, según los informes de su jefe, volvían. 

Esperó a que ella llegara y la saludó como amigo, al igual que ella. -Mañana te toca llevarme a la escuela ¿No?

-Sí, eso dice mi contrato de chófer de una súper estrella. Tu video, wow, subió veloz en números. 

-Sí, ni yo me lo creo. -Vio las habitaciones vacías de sus hermanos y supo que habían vuelto a Italia. -Ni siquiera me despedí. -Dijo triste. - ¿Ves por qué odio todo esto? Si viviéramos como antes...

-Estarías secuestrada en otro país, tu papá me dijo todo. -Suspiró al ver que ella lo miraba pálida. -Le pregunté el día que te escapaste. 

-Jam. Era de esperarse. Sí, casi pasa eso, pero yo pienso en mi casa, estaba feliz en Londres, aquí nadie me escucha, solo tú. Solo tú has visto mi santuario, mi música, todo. Eres lo único que tengo aquí. -Dijo triste. -Es una lástima...

- ¿Qué? -La siguió hasta su cuarto intrigado, aunque de inmediato se arrepintió, ya que ella aprovechó que estaba adentro para cerrar la puerta y mirarlo. -Lilia. 

-Dime ¿Larga noche con esos mosquitos? -Se acercó desabrochando los botones de su blusa y mirando fijamente sus chupetones, de inmediato Franco pensó en todo lo que había pasado. Lilia solo dejó caer su camisa quedándose en minifalda y el bralette. 

-Lili... -Sintió como ella, manipuladora y atrevida comenzaba a darle besos por el cuello marcándolo. -Oye... 

- ¿No te gusto? Porque puedo ser más divertida que tus mosquitos, te lo juro.  -Lo besó completamente consciente de lo que estaba haciendo, no lo dejó actuar, salvaje e intuyendo qué clase de cosas le gustaba a aquel muchacho, la camisa de Franco pasó a ser parte del suelo, excitado por la rubia, terminó por cargarla entre besos y lanzarla a la cama, su bralette y su minifalda igual fueron a parar al mismo sitio que el resto de su ropa, ella estaba consciente, él también, se traían ganas, y no lo iban a desaprovechar. -Soy mejor que los mosquitos, que todas las chicas, que Macarena incluso. 

-Lo sé, pero no puedo estar siempre contigo. 

-Me conformo con esto.  -Se besaron dejándose marcas, se arañaban, mordían, y probaban.  Franco aprovechando aquel instante, hizo sentir a Lilia su entera posesión. Adoró sus gemidos, su travesura, sus gritos, era una princesa al hacer el amor con cariño, pero una diabla, al reclamarlo para ella sola. -Dime entonces... -Su voz sonaba agitada aún por todo lo que habían hecho. - ¿Soy mejor que los mosquitos?

-Mejor. Mil veces. -Sintió sus besos en el cuello y como lo mordía, estaba excitándose nuevamente por sus caricias y sus toques. -No, El... No me provoques. 

-No me provoques tú a mí. -Terminó por colocarse sobre él mientras acariciaba sus pechos. Franco sonrió al verla. 

-Tú te lo buscaste. -La hizo girar para dejarla bajo su cuerpo, la besó y sintió como clavaba sus uñas en su espalda, dolía, pero a la vez conectaba todas las terminaciones nerviosas de su piel, se arrodilló y giró su pequeño cuerpo, sin siquiera pedirle permiso, alcanzó uno de sus preservativos en el bolsillo de su pantalón y tras colocárselo, la penetró sin tregua mientras tiraba de su cabello. Sus nalgas se teñían de rosa con cada una de sus nalgadas, disfrutaba a la par con ella, sus gemidos ahogados y la manera en la que apretaba las sábanas. Todo colmado de un éxtasis puro. -Tú, dime que no estás enamorada de mí. 

-No. -Rió y se mordió el labio mientras sentía las acometidas de Franco en su cuerpo tenso, se soltó en un gemido y se alzó pegando su espalda al pecho de él, apretándose contra él, sintiéndolo por completo mientras ambos llegaban al clímax. 

Se quedaron rendidos, agotados sobre la cama de Lilia. Abrazados, sus corazones acelerados se acompasaban al mismo ritmo. Al sentir como dormía, Lilia sonrió. Le dio un último beso antes de dormirse a su lado. 

No fue la única vez que se repitió aquella situación, de hecho, de algún modo habían iniciado una relación clandestina, se complementaban perfectamente en la cama, Lilia le pedía más a Franco y él sabía exactamente como dárselo. Estaba feliz con ella, al menos con lo mucho que le gustaba el sexo. 

Por gusto propio, se inscribió realmente en la academia de música. Las chicas lo seguían, aquella mañana Lilia, al salir de clases, lo vio rodeado de mujeres, los celos la invadieron, y enojada, se alejó de aquel tumulto de chicas, a ella le gustaba la exclusividad, no soportaba aquello. 

Aunque tampoco podía hablar, su relación era puramente sexual y, además, clandestina. 

Franco disfrutó la compañía de las chicas, y desde que cantaba se volvía popular. -No olvides quien eres... Eres un guardaespaldas. -"De la chica que te tiras todos los días...", se recordó. Llamó a la chica a la hora de la salida, pero, ella no contestó. No tardó en rastrear su celular para saber dónde estaba. Subió a su motocicleta encontrándola en un parque sentada en un banco. -Hay que irnos El. 

-No me digas El, nadie debe saber mi nombre ¿Y por qué mejor no te vas con las otras? Tienes bastantes y más que yo. -Se levantó molesta y caminó rápido mientras Franco la seguía en la moto. -Basta, ¿Si? No me hagas esto, no puedo reclamarte nada porque no somos nada y aun así ando celosa. 

- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no soy tu juguete exclusivo?! -Suspiró. -Sube a la moto, ahora. 

-Precisamente, me gustan los juguetes exclusivos, estoy acostumbrada a eso. 

-No firmé nada que diga que deba solo estar contigo. Eleonor, si, te llamaré por tu nombre porque sé que lo prefieres a que te digan Lilia. Tú y yo no somos novios, nos tenemos ganas, y las ganas siguen ahí, nos divertimos juntos, eso es todo, así que no te portes como novia. 

-Sí, tienes toda la razón, entonces no te portes como novio y déjame vivir en paz, deja de llevarme a todos lados, de buscarme en todos lados y fingir que te importo, y de paso, no te pongas celoso cuando me veas con otro. Hasta aquí llegan mis ganas por ti. -Caminó lo más rápido que pudo y Franco solo la observó, dio media vuelta en su moto, él no soportaba aquellas escenas malcriadas, le recordaban a su ex. Eleonor volteó sintiendo una extrañez en el estómago. Normalmente, a ella la seguían, pero no pasó en esa ocasión. -Tranquilidad al fin. -Siguió su camino, oscurecía, se sentía libre, pero algo en su instinto la hacía vibrar de miedo. Sintió aquel jalón de cabello y el filo contra su garganta. 

-Dame todo lo que tienes. -El mismo enojo, fastidio, y euforia hizo que se lograra soltar de aquel asaltante. 

-Ve a robarle a otro. -Dijo con fastidio. Sin prevenirlo en su molestia, sintió como aquel cuchillo se clavaba en su abdomen y el ladrón se llevaba su bolso entre carreras, la sangre brotaba de la herida y ella caía mareada al suelo. Intentó sacar su celular de su bolsillo, pero su vista se nublaba, apenas podía, su vista se volvió negra y terminó por ceder. 

***

FRANCO

No la dejó sola mucho tiempo, después de todo, cuidar a la chiquilla más malcriada de toda España era su trabajo. Fue detrás de ella media hora más tarde, trianguló su celular para saber dónde estaba, y al encontrarla se quedó en shock. -Eleonor. -Se agachó al lado de ella moviéndola, al verla medio despierta y sonriente quiso reír. -Estás loca. 

-Estaba por llamarte. ¿Me ayudas? -Franco terminó por cargarla y presionar con fuerza la herida para evitar que se desangrara, la llevó hasta su casa y le curó, ella se quejaba del dolor pues estaba haciendo aquella sutura sin nada de anestesia. -Me lastimas. -Dijo con los ojos completamente llorosos. 

-Si te hubieras regresado conmigo... No habría pasado esto. -El sonido de la puerta lo hizo ponerse en alerta, volteó a ver a los otros guardias de seguridad correr hasta donde estaban ellos. 

-No puedo creerlo. ¿Los llamaste? -Preguntó Eleonor mirándolos un poco apenada por cómo se encontraba. 

-Jefe, lo sentimos, la perdimos un momento. -Eleonor miró borroso a aquel guarda que llamaba "jefe" a Franco. 

- ¿Jefe? ¿Qué? -Franco no quiso dar explicaciones. Miró a los guardaespaldas y se levantó. -Franco ¿Qué está pasando? 

-Llévenla a su habitación y díganle al señor Lancaster que el diamante está a salvo. -Lilia abrió los ojos despertando por completo. "El diamante", era un guardia, un maldito guardia y estuvo cerca todo el tiempo. -Ahora. -Los guardias obedecieron mientras la chica lo miraba pálida. 

-No lo creo ¡¿Eres mi guardaespaldas?! -Suspiraba molesta. -Bájenme, ahora. Franco. ¡¡¡FRANCO!!! -Gritó con todas sus fuerzas mientras los dos "hombres de negro" se la llevaban a su habitación. -¡¡¡ME MENTISTE!!! ¡¡¡ERES UN MALDITO MENTIROSO!!! 

-Lo siento, pero es mi trabajo. 

***

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