Capitulo 2. — Como llegue aquí...

Penélope se puso tensa al ver el gesto que le dedico su padre, arrastro la silla hacia atrás en alerta por si tenía que salir corriendo a encerrarse en su cuarto como lo había tenido que hacer mil veces, sabía que su hermano también estaba alerta por eso se mantuvo tranquila. — Ya hablamos sobre esto hace meses, te deje clara mi posición, mi hija no sera una actriz de cuarta, enseñando su cuerpo por cuatro duros ante miles de personas, eso no es un trabajo ¿Como puedes hacer eso? Dedicarte a fingir ante una dichosa camara y firmar dos autógrafos, que vergüenza, nos expondrás a todos, no pagare miles de dólares para eso, iras a estudiar administración y no hablaremos más del tema. — ¡No! No decidirás por mí, nunca más, somos tus hijos no tus soldados, nunca has estado con nosotros, ni siquiera nos conoces, nunca has ejercido como padre ¿Como te atreves? Como te atreves a decidir por nosotros, nunca has sido un padre, vergüenza deberías tener tú, nos maltrataste de pequeños cuando bebías sin control y nos golpeabas, ella te perdono no nosotros. — Penélope dijo perdiendo un poco la calma señalando a su madre, veía en la cara de Marcos la rabia, sabía que en cualquier momento podría levantarse así que se adelantó a él y se levantó de la silla, esta vez se dirigió a su madre. — ¿Piensas que quiero ser como tú? Una sumisa sin pensamiento propio que dejo a sus hijos por un hombre alcohólico que nos maltrataba, dejo su personalidad para complacer a un hombre, te dedicas a preparar té y galletas, nunca sere como tú. — Su madre aparto la mirada y no fue capaz de decirle nada. — ¿Como te atreves hablarle así a tu madre? Eres una sinvergüenza, debería dejarte en la calle. — Penélope se marchaba y comenzaba a subir las escaleras hacia su habitación cuando volvió a escuchar a su padre gritar. — Iras con tu hermano a la academia, allí te pondrán en tu sitio. — Entró en su habitación y comenzó a dar golpes a todas las cosas que tenía en su habitación, comenzó a llorar con rabia, debía encontrar un trabajo y salir de esa casa, debía ahorrar para estudiar lo que ella deseaba...

Penélope se había duchado y cambiado, comenzó a recoger las cosas que había tirado por toda la habitación cuando llamaron a la puerta, pregunto quién era sabiendo que era su hermano, este abrió la puerta lentamente y miro el interior, entro y cerró la puerta despacio, miró a su hermana que ya parecía más tranquila y la ayudo a recoger, después se sentó en la cama y espero a que ella hablara, esta se movía de un lado para otro pensando. — Tengo que encontrar un trabajo, ganar dinero y marcharme de aquí, no aguanto más Carlo. — Te entiendo, pero a dónde vas a ir, lo que te ha dicho de la academia va enserio, ha llamado mientras estábamos abajo. — Pues sera la excusa perfecta, buscare un trabajo de camarera por las noches, ahorrare y podré pagarme la carrera, no me dare por vencida Carlo. — Lo sé, yo tengo un cómbate mañana, si lo gano sera mucho dinero, podré ayudarte, tienes tiempo hasta septiembre de ahorrar, así que tranquila. — Carlo la abrazo y le dio un beso en la frente esta no pudo evitarlo y pregunto. — ¿Como esta mama? — Dolida pero no ha hecho nada, así que... No se puede enfadar por algo que es verdad. — Su hermano salió de la habitación para ir a la suya, Penélope se acostó y espero que el sueño la venciera.

Solo quedaban tres días para ingresar en la academia de policía, su hermano estaba totalmente preparado, pero ella no, ella solo era capaz de correr varios metros, pero no estaba preparada, ni había estudiado como su hermano, el día transcurrió demasiado tranquilo, ni su madre ni su padre estaban en la casa lo que parecía extraño, por la tarde llegaron los dos al parecer tenían algún evento, Carlo y Penélope se preparaban para ir al combate de boxeo que tenía Carlo, este era el sueño de su hermano llegar a ser campeón, se le daba bastante bien pero si lo decía le pasaría lo mismo que ella, así que lo mantenían oculto, Penélope lo ayudaba con maquillaje a tapar las heridas de su rostro, así habían conseguido que no se dieran cuenta, los dos bajaron a la cocina ya preparados, Penélope cogió una manzana para el camino, mientras Carlo preparaba el coche, cuando esta iba a salir por la puerta, se encontró con un hombre de joven pero más mayor que ella, quedo asombrada pues no esperaba que nadie estuviera en la puerta, paro en seco y lo analizo, era un hombre mucho más alto que ella, este iba informal con un pantalón de chándal negro y un jersey blanco, este dejaba ver sus musculoso cuerpo, este tenía una barba de dos días, con el pelo rubio, degradado y largo en la parte de arriba, este lo llevaba engominado hacia atrás, le llamo la atención sus tatuajes, las manos su cuello estaba lleno de tatuajes coloridos, incluso en su cara tenía debajo de su ojo derecho una pequeña cruz y en la parte superior de la ceja parecía tener un nombre pero no se distinguía ya que estaba escrito en cursiva, no parecía el típico chico que vivía en esos barrios ricos, sino todo lo contrario, parecía de lo más peligroso, la expresión de este cambio al ver a la chica que lo analizaba de arriba abajo. ¿Se había equivocado de casa? No, no lo creía, la chica era preciosa y era la primera vez que captaban su atención de esa manera tan brusca, estaba acostumbrado a que las mujeres quisieran con él, pero esta era una mirada diferente.

¿Le puedo ayudar en algo? — La chica le hablo, se sorprendió al escucharla tenía una voz cantarina muy agradable, se maldijo así mismo cuando la miro de arriba abajo analizándola, definitivamente era un ser muy hermoso. — Busco al comisario, ¿Vive aquí cierto? — Pregunto con inocencia. — Si, es mi padre, espere aquí voy a llamarlo. — Penélope entro de nuevo a la casa y busco a su madre, esta salía al salon y miro hacia la puerta, se asustó al ver a este dichoso hombre aquí y cerca de su hija le dio pánico. — Mama dile a Marcos que lo buscan, yo me voy con Carlo a dar un paseo. — Penélope se despidió dulce de aquel chico que no imaginaba quien era.

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