Capítulo 2 “Flores”

Ojos cafés.

No eran azules, ni verdes, ni grises. Sólo eran unos simples ojos cafés; pero los más hermosos que había visto en mi vida.

¿Por qué pensaba en eso? Yo nunca me había fijado en los ojos de una chica. Debería estar pensando en fiestas o cualquier otra cosa.

— Hey, hermano, ¿qué pasa? — me preguntó Nathan golpeando mi hombro — Nunca habías estado más de cinco minutos sin contar un chiste.

— Sabía que en el fondo amabas mis chistes — comenté.

— Muy en el fondo.

Estábamos caminando por los pasillos.

La campana sonó indicando que debíamos entrar a nuestra siguiente clase.

Entramos y vi a una chica sentada al fondo que cubría su rostro con un libro.

Sin darme cuenta ya me encontraba caminando hacia allá y sentándome junto a ella.

Y como era de esperarse se encogió más en el libro.

— ¿Está ocupado?

Ella negó levemente con la cabeza.

— ¿Podrías responderme con palabras? — pregunté amable.

Volvió a negar.

Me decidí a hacer la siguiente pregunta que me carcomía desde la clase anterior.

— ¿Me tienes miedo?

No se movió.

El profesor entró haciendo que todos calláramos.

La aburrida clase comenzó y la partida en mi celular también.

La chica a mi lado escribía en su cuaderno, cuando noté que eran dos. Estaba escribiendo en dos cuadernos.

Fruncí el ceño y traté de enfocar más mi vista para ver qué escribía.

En uno de los dos anotaba la clase. Y en el otro hacía garabatos, también vi su firma escrita varias veces y un trozo de letra de una canción. Decía: "Wise men say".

Conocía la canción. Era Can't help falling in love de Elvis Presley.

De repente sentí como una bombilla se encendía sobre mi cabeza al estilo caricatura y sonreí.

Saqué un cuaderno, arranqué un trozo de hoja y escribí: "Only fools rush in".

Le pasé el papel, ella lo leyó y divisé una sonrisa a través de su negro cabello.

Me mandó una nota que decía: "But I can't help falling in love with you".

Su caligrafía era bonita y ordenada, pero lo que más me llamaba la atención era como hacía flores en los puntos de las íes.

Flores.

Ella no hacía puntos normales, ni corazones como cualquier otra chica, ella hacía flores.

Sin duda esta chica es diferente a todas las demás.

Y eso me intrigaba mucho.

Ya me estaba aburriendo de lo mismo, el mismo tipo de fiestas, los mismos tipos de chicas, las mismas clases aburridas. Por fin veía a alguien diferente y me daba tanta curiosidad saber más de ella.

— Oye, hola. — le saludé en un susurro tratando de formular una conversación con ella.

No respondió, no giró, sólo se removió incómoda.

— No es un secreto que seas tan tímida, pero yo sólo quiero hablar — me encogí de hombros — Estoy aburrido, ¿te cuento un chiste? Escucha: ¿Cómo se queda un mago después de comer? Magordito.

Reí.

Ni siquiera se movió.

— Bien, bien, público difícil — dije — Tengo otro. Hola, ¿está Agustín? No, la verdad estoy un poco incomodín.

Tampoco se movió.

— ¿No? Bueno, la tercera es la vencida — hablé — Cariño, ya acosté al niño y la cena está en el horno.

— Pero si en la cama hay un pollo.

— ¡Apaga el horno! ¡Apaga el horno!

Escuché una leve risa.

Misión cumplida.

— Sabía que te gustaría. Es de mis chistes favoritos.

Ella escribió algo en el cuaderno donde hacía garabatos y me lo mostró: "Me gustó. Me hizo mucha gracia".

De nuevo las flores en las íes.

— Podrías responderme con tu voz — le dije.

— Señor Martínez, ya que veo que le gusta hablar bastante con su compañera, ¿por qué no pasa adelante y traduce todo lo que está escrito en el pizarrón? — el profesor de español interrumpió justo cuando ella iba a hablar.

Me levanté y me dirigí hacia el frente del salón.

— Lo que usted desee — dije antes de empezar a traducir todo perfectamente.

El profesor me vió sorprendido.

— Excelente, puede sentarse.

— Gracias.

Sonreí.

Lo lamento, profesor, pero no puedo salir mal en su clase, soy latino.

Volví a sentarme.

— Muy bien — dijo mi compañera de asiento en un susurro que apenas pude escuchar.

Sonreí.

Al menos habló.

~~~

Apenas sonó la campana mi compañera salió casi corriendo del salón, sin pensarlo dos veces corrí tras ella.

No sabía porqué.

Sólo quería escuchar su voz de nuevo.

— ¡Oye, tú! — la llamé, pero estaba bastante lejos como para poder escucharme — Hey.

La tomé del brazo y le di la vuelta quedando ella justo frente a mí.

Bueno, no "justo frente a mí". Era mucho más baja.

Quedó justo frente a mi pecho.

— Wow — dije.

La había girado tan de repente que no le había dado tiempo de cubrirse y pude ver su rostro por completo.

Su piel era trigueña, ni muy clara, ni muy oscura. Si estatura era baja, no podía llegar al 1,60. Sus mejillas eran grandes ya que tenía unos kilitos de más. Tenía su cabello negro un poco más arriba de los hombros, millones de pecas en todo su rostro, sobre todo en su nariz y unos enormes ojos cafés.

Era tan común como cualquier otra persona.

Pero yo la veía hermosa.

No la veía guapa, ni buena. La veía hermosa.

Y no tengo idea de porque.

— Así que éste es tu rostro — sonreí — Eres muy linda.

Ella se cubrió al instante.

— Oye, no tengas vergüenza. No te cubras — dije.

Ella quitó el libro de su rostro lentamente.

Estaba avanzando.

— Así que ya que sé cual es tu cara no creo que necesites más cubrirte con esos libros de... — lo tomé — ¿Cincuenta sombras de Grey? Al parecer no eres tan inocente como pensaba.

Ella se sonrojó y lo arrancó de mis manos.

— No toques mis libros — dijo mirándome con el ceño fruncido.

Se veía tierna cuando estaba molesta.

— ¡Oye! ¡Hablaste! Tendré que agarrar más seguido tus cosas — dije sonriendo.

Ella negó.

En ese momento Chloe pasó junto a mí y no pude quitarle la vista de encima.

— Bueno, ha sido un placer escucharte decir unas cinco palabras, señorita, nos vemos luego. — me despedí de la pequeña chica — Hey, preciosa, ¿acaso estamos en el cielo? Porque me iluminas como el sol.

Escuché a Chloe reír.

— Bien, esa estuvo buena — dijo deteniéndose y girando hacia mí — Ahorita yo te digo una. Oye, ¿ya es de noche? Porque estorbas como las estrellas.

Vi de reojo como la chica tímida encogida en su lugar habló:

— L-las es-estrellas no estorban, acompañan a la luna...

— ...a iluminar la noche. — completé.

¿No les pasa que conocen a alguien y simplemente les cae de maravilla. Así no la conozcan a profundidad o tal vez ni sepan su nombre, pero todo en esa persona les agrada?

Pues eso era exactamente lo que pasaba con esta chica.

Lo única que sabía de ella era que le hacía flores a los puntos de las íes, pero había algo en ella que me encantaba.

Sin duda, esta chica tiene que ser mi amiga.

— ¿Y tú eres..? — preguntó Chloe.

— N-nadie importante — respondió ella bajando la vista.

— Exacto, nadie importante. No opines.

— Oye, Chloe, ¿qué te pasa? No le hables así — hablé entre enojado y sorprendido.

— No perderé mi tiempo en esta conversación — digo la rubia antes de seguir caminando.

Me giré a la pequeña chica de las flores y las estrellas.

— Hey, ¿estás bien? — ella asintió — Discúlpala, no sé que le pasó, ella no es así.

— No te preocupes, ella tiene razón — dijo antes de salir corriendo hacia cualquier otro lado.

Bien, esto fue raro.

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