Capitulo 03

El viejo Ramiro había ordeno que todo fuera perfecto esa noche así que había mucho movimiento en la mansión lo que puso nerviosa a la nana de Arya, las chicas limpiaban y arreglaban todo porque todo debía de verse impecable y sabía que algo iba a suceder algo que no le iba a beneficiar a su niña.

Mientras las chicas organizaban absolutamente todo en la sala y el comedor, ella caminaba hacia el segundo nivel de la mansión, en busca de Arya, tenía que hablar con ella así que tocó la puerta dos veces y al no responder, entró inmediatamente a la habitación, pero Arya no se encontraba allí.

"¿Donde podrá estar?" Se preguntaba angustiada, cuando el niño estaba en la casa, ella nunca salía de la casa sin el niño, era demasiado extraño que ella no estuviera ahí pero el niño si. Se devolvió a la cocina para inspeccionar el trabajo de las empleadas como de costumbre, pero nada le quitaba de la cabeza a Arya.

—Señorita Carla — le llamó a una  interrumpiendo su labor de trabajo —. ¿Sabe a donde fue la niña Arya? — le pregunta al detenerse frente a ella—. Es que la encuentro en la casa — Aún tenía esperanza que le dijera que estaban en otro sitio pero dentro de la casa

— No, señora. Lo único que sé, es que salió con el señor. Los vi salir hace un rato.

La nana bajó la mirada y murmuró preocupada:

— Algo está pasando

— ¿Sucede algo, señora?— le pregunta la señorita Carla

Levanto la mirada y respondió:

—No, nada. No pasa nada— le mostró una sonrisa—. Continue con su trabajo, al rato regreso.

—Si, señora como órdene

*****

Arya viajaba con su abuelo en uno de sus autos personales, no tenia escapatoria. Estaban de camino a un lugar que Arya desconocía totalmente. Su abuelo no le quiso decir absolutamente nada del lugar al que iban pero en todo el camino solo tenía en la cabeza a su hijo y es que se había quedado con la preocupación de haber dejado a su pequeño solo en la casa, solo sin ella.

— ¿A donde vamos?— le preguntó a su abuelo por segunda vez, esperando que esta vez sí respondiera

— Cierra la boca y no preguntes más— le ordenó—. Me molesta cuando abres l boca impertinente, solo ciérrala de una buena vez y deja de fastidiar — Le dijo fuerte y alto

— ¿Por qué siempre tengo que callar?— le reclamó—. Tengo derecho a saber a donde me llevas y mucho más si es obligada que me llevas

—Vamos a la empresa de la familia Lee.

—Y eso ¿para qué?

—Ya verás— la miró —. Ya verás— volvió a decir sonriendo al desviar la mirada.

Nada bueno iba a suceder y ella lo sabía más que bien.

El silencio se hizo presente y el ambiente se puso aun mas tenso lo que ya estaba para ella.

El señor Camilo esperaba en la sala de juntas muy animado a sus invitados especiales, una sonrisa no muy agradable, se dibujaba en su rostro, una sonrisa de que algo tramaba y que eso le estaba divirtiendo mucho. Las secretarias entraban y salían de la sala de juntas una y otra ves y el cerdo de Camilo se disfrutaba el desfile que tenían sus secretarias, las miraba como si las pudiera desvistier y comérselas con la mirada.

Todo un asco.

— Eres tan repugnante y asqueroso — le dice Alan mirándolo con asco

—Para ti, si. Para ellas, no— se burlo riendo—. Son unos bizcochos.

—Imbécil— murmura Alan tomando asiento—. ¿Los invitados llegarán pronto?— pregunta. — ¿O tardaran mucho más?

—¿Ansioso?— le pregunta Camilo por curiosidad.

—En lo absoluto— responde negando con su cabeza — Solo estoy fastidiado de seguir esperando.

Mientras esperaban por sus invitados, Camilo recibe una llamada telefónica, así que se levanto de su silla y salió de la sala de juntas, dejando a Alan solo, poco a poco Alan comenzaba a desesperarse por la larga espera, odiaba esperar y este hombre solo lo hacía esperar más y más, Se levanto de su lugar para marcharse, pero fue detenido al abrir la puerta por una de las secretarias, quien venia a avisarle sobre los invitados y dejar unas botellas de agua para los invitados.

— Joven Lee, los invitados acaban de llegar. En unos minutos estarán aquí — le informa, dejando sobre la mesa unas botellas de agua —. El señor Camilo los esta recibiendo en estos instantes.

— Gracias — le dio una sonrisa forzada y antipática —. Ahora, lárguese — le ordeno de mala gana.

— Si, joven— hace una reverencia y luego se marchó.

Alan volvió a tomar asiento y esperar la bendita llegada de los invitado especiales como Camilo les llamaba, pasaron 6 minutos desde que revisó y segundos después la puerta se abrió, dejando ver Camilo entrar con un caballero mayor y arrugado en compañía de una joven, y que a pesar de odiar a las mujeres a su alrededor, la veía muy bonita aunque podría decir mejor que hermosa, con unos ojos bastante llamativos.

— Alan, ellos son nuestros invitados— les presentó—. El caballero es mi viejo amigo, el señor Ramiro Castillo y la señorita es su nieta, Arya Castillo, tu futura esposa.

Alan frunció el ceño del gran coraje que estaba sintiendo por dentro, Camilo sonreía victorioso al ver el terrible aspecto que puso, estaba rojo como un tomate, Camilo sabia perfectamente como hacerlo enojar, y esta había sido la mejor de todas las que ha logrado.

— ¿Que? — pronuncio furioso.

— Yo...— pronunció Arya nerviosa con la situación —. Mejor espero afuera— dice intentando huir de la situación, pero le fue imposible, su abuelo la tomó del brazo, para que no diera un paso más y se quedará ahí junto a él

—No— sentenció su abuelo —. De ninguna manera saldrás, tu te quedas aquí — le ordenó.

No tuvo más opción que quedarse ahí aún encontrá de su voluntad, ella sabia que tarde o temprano, esto llegaría a pasar por muchos años le recalco que la casaria, aunque ella no sintiese ningún tipo de afecto por el hombre que le pusiera en frente, eso a el poco o menos le interesaba.

—Sabes lo que pasará si no obedeces — le susurró al oido amenazándola.

Ella suspiró, lo sabía, si que lo sabía

*****

La nana de Arya estaba demasiado preocupada, le había marcado innumerables veces, pero no lograba encontrarla de ninguna manera.

—Mi niña, por favor, responde— hablaba sola, sosteniendo el teléfono pegado a su oido—. Por favor, Ary, mi niña responde estoy muy preocupada y necesito saber que estás bien — mordía la yema de sus dedos, mientras movía su pie con desesperación.

—Señora Maria— le llamó una de las sirvientas a sus espaldas. La nana se giró y la miró—. ¿Logro comunicarse con la joven Arya?

— No— negó—. Aún no.

— Le traeré algo, la noto muy alterada y necesita calmarse un poco — le dijo la chica marchándose hacia la cocina.

— ¡Nana!— le llamaba el pequeño Liam

— Mi niño— termino la llamada para atenderlo a el —. ¿Necesitas algo, mi niño hermoso?— Le pregunta, pero el pequeño negó con su cabeza —. Entonces ¿que pasa?

— ¿Donde esta mi mami?— Le pregunto el pequeño pero ella no sabia que responderle.

Él no entendería lo que esta pasando, y ella debía protegerlo de cualquier cosa y mas, si su bisabuelo estaba tramando algo con Arya, sabia que el niño saldría perjudicado si intentaba algo porque era justo con eso que mantenía calmada a Arya

La nana se marcho con el pequeño Liam a su habitación para jugar con él para distraerlo un poco.

*****

En la empresa de los Lee se había desatado un caos. Las secretarias y el resto del personal estaban como buenos entrometidos, escuchando detrás de las puertas todo el alboroto que estaba ocurriendo dentro de aquella sala de juntas. Los gritos y los golpes se escuchaban en los pasillos, era terrible.

— ¿Que esta pasando allá adentro?— pregunto uno de los empleados.

— Ni idea — respondió otro — Solo sé que algo malo debe estar pasando, el joven Lee esta como bastante alterado.

Todos continuaba pegados a la puerta, averiguando todo lo que estaba pasando.

— ¡No me pienso casar con esta mujer!— exclama irritado señalándola con desprecio.

— Debes hacerlo, de lo contrario, pierdes todo; la casa, la empresa, el dinero, los autos y tu no quieres que te quiten tus autos de lujo, ¿no?— se burlo de Alan—. Esa fue la condición que tu madre. Casarte a los 26 años, cosa que ya tienes. Así que es momento de que te cases querido Alan, no hay que esperar más para eso.

— De ninguna manera, no lo haré y mucho menos porque tú así lo quieres — negó nuevamente.

— Creo que será mejor que nosotros nos marchemos, en lo que ustedes terminan de conversar el asunto— dice el viejo Ramiro

Arya se levanto sin ánimos, no se sentía nada bien, la vida de su pequeño estaba en juego, recordó aquellas palabras que si abuelo le había dicho en el auto.

"— Piensa bien lo que vas hacer Arya porque te juro que si no haces lo que te digo voy a quitarte a Liam— Me amenazó mientras me miraba a los ojos, el miedo me invadió aún así negué con la cabeza negándose a esa posibilidad

¿Eso era posible?

— Ni lo pienses abuelo, no te atrevas a tocas a mi hijo. Con el no te metas viejo asqueroso porque te juro que me vas a conocer si le llegas haces algo— le advirtió al borde de las lagrimas.— por el soy capaz de cualquier cosa

— Tus amenazas no me hacen nada Arya pero en cambio mis amenazas te prometo que si las voy a cumplir tal cual y como te las digo, así que te juro que si no te casa, lo pierdes— le amenazo—. ¿No te acuerdas que ese niño no tiene padre? Que yo le di mi apellido, ¡yo!— grito furioso.

— Aun así es mi hijo, no es tuyo, tu no tienes ningún derecho sobre el, yo lo di a luz. ¡Yo le di vida!— pocas lagrimas bajaban por sus mejillas.— Tu ni lo soportas

— Aún lo entiendes — exclamo con burla— No importa si es o no es mío ¿Sabes porque? Porque bajo la ley del estado, ese bastardo es mi hijo te guste o no— se burlo de ella una vez más.

—No, abuelo por favor — mas lagrimas bajaban por sus mejillas de miedo de impotencia porque no podía hacer nada—. No lo hagas, por favor abuelo, Liam es mi vida, no me lo arrebates te lo ruego

—Todo va a depender de ti Arya de que decidas hacer, es una decisión tuya ¿te casaras?— le pregunto chantajeando con el niño.

El sabia perfectamente que esta amenaza funcionaria y que ella no iba a poder decir que no, no cuando Liam estaba en juego.

— Haré lo que me pidas, te lo prometo pero no me alejes de mi niño por favor— sollozaba.

—Eso es, hasta que por fin tomas una buena decisión — Dijo"

—No— Cuando eso salió de su boca, tanto su abuelo como Camilo la miraron inmediatamente —. ¿Me permiten hablar con él sí son tan amables?— pregunto mirándolo, ninguno se movió —. Por favor.

—¿Para que?— pregunto su abuelo rápidamente—¿Que  es lo que estas tramando Arya?

— Te prometo que nada abuelo, Solo quiero hablar con él pero quiero hacerlo a solas si es posible— hablaba con suavidad, sin quitarle la mirada a Alan de encima

—No sé de que demonios querrá hablar usted conmigo, y no piense que me convencerá de casarme con usted, porque no quiero casarme.

—Tal ves...

Se detuvo a pensar y organizar las palabras antes de decirlas, tomo aire para poder continuar.

—Tal ves usted no quiera casarse, porque prefiere estar solo y lo entiendo.

—Así es— confirma—. Prefiero mil veces estar solo, sin ninguna mujer que me engañe como lo hizo esa mujer, todas son iguales.

—Yo también prefiero estar sola, pero hay algo mayor que me esta obligando a casarme.

—Nadie puede obligar a nadie a casarse, niña— remarco la palabra "niña".

— Un poco de respeto, por favor, no quiero hacer más tensa esta situación. Por favor se lo pido amablemente

— ¿De que quería hablar? Aun sigo esperando que comience ha hablar. No tengo todo el día— la apresuraba para que hablara.

— Será breve— indico ella—. Usted no desea casarse y yo menos, pero realmente necesito su ayuda.

— ¿Ahora eres chantajista?— comenzó a reírse irónico.

— Por favor, casémonos — le rogó —. Prometo no tratarlo como un esposo. Seré invisible si es necesario, pero por favor casémonos— le pidió arrodillándose, pero Alan la detuvo para que no se humillara de esa manera.

— No se humille así— le pidió incomodo—. Y ¿por que debería de ayudarle? Otra persona lo puede hacer.

— Por que si no me caso con usted, perderé a mi hijo — respondió tapándose el rostro con sus manos mientras lloraba de la frustración.

—¿Su hijo?— cuestiono incrédulo—. ¿Como que perderá a su hijo?

—Mi hijo esta registrado ante el estado por el apellido de mi abuelo— sollozaba.

—¿Por que no lleva el apellido de su padre?— pregunta por curiosidad—. ¿El desgraciado no se quizo hacer cargo del mocoso?

—No. No es eso— serbio su nariz a la misma ves que negaba con su cabeza—. Mi niño no sabe quién es su padre. Y yo... Y yo tampoco lo sé — Admitió aunque le costó hacerlo

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