Dos

-Es el mejor dibujo que hubiera visto Zecus –dije-, me encanta esa película.

Estaba sosteniendo el dibujo de Victor, detallando los detalles de sus ojos y de su vestimenta, podía sentir la alegría, de verdad estaba emocionada.

-Lo hice para ti, Doctora Sirena –escuché en la oscuridad.

 Cuando alcé la mirada del dibujo para ver a Zecus, todo se esfumó, y abrí los ojos sobresaltada encontrándome con la habitación de paredes casi blancas. Esa voz se repetía y se repetía en mi cabeza, diciendo esas palabras, se sentía tan real, estaba segura que había sido un recuerdo, podía volver a recordar de lo que se trataba mi vida, tal vez Zecus era un paciente del hospital, después de todo yo era médico, puede que estaba haciendo mi especialidad en pediatría, por eso me dio aquel dibujo, era un niño, por eso me llamaba sirena, un personaje.

 Con la cabeza manteniendo ese pensamiento de Zecus y mi profesión, bajé a desayunar encontrándome a mis padres en el comedor, ellos no habían notado mi presencia, y parecían estar discutiendo algo acerca de mí porque dijeron mi nombre, así que me oculté detrás de una de las paredes para poder escucharlos.

 -…Bueno, tal vez si tu no la hubieras atosigado –respondió mi padre.

-Era lo mejor para ella, su vida brillante vuelta una perfecta m****a mal oliente –refutó mi madre-, no sabía lo que quería, era muy joven como para saberlo, todavía es muy joven para saber lo que quiere.

 -¡No estaba de acuerdo tampoco, pero no puedes manipular su vida como a ti te parezca mejor, Débora!

 -¡Prefiero manipular su vida como a mí me dé la gana, a darle la espalda y destruírsela como tú la hiciste, James!

 Silencio, silencio, solo el sonido de los cubiertos de metal chocar con los platos de porcelana.

 -Ambos tuvimos la culpa –dijo finalmente mi padre-, y puede que cuando ella lo recuerde…

 -No lo va a recordar, está muy mal –interrumpió mi madre-, y en dado caso, puede que nos perdone, esta Danna es más madura, analiza y absorbe todo sin objeción, no caerá en los mismos errores.

 Ahí estaba otra vez, ¿Qué habría hecho en el pasado que hubiera sido tan grave?

 -¿Quieres decir que ella maduró estos tres meses que estuvo inconsciente en una cama de hospital? –dijo mi padre con un eje de ironía.

 -Sí, ahora olvídalo –replicó-, se están haciendo las ocho y tengo que llevar a Danna a la terapia, no sé si debo despertarla o dejar que siga durmiendo...

 En ese momento decidí entrar a la sala de comedor, mis padres parecieron cruzar una mirada y luego me brindaron sonrisas ligeras vergonzosas de felicidad, mi madre comenzó a preguntarme como había dormido, si había soñado algo o como me sentía, preferí guardarme el secreto de lo que había soñado, pero sí mencioné que recordaba los conocimientos de medicina y eso fue al parecer lo único que les emocionó porque mi padre insistía que si iba a terapia dentro de unos meses podría comenzar a trabajar en el hospital de la ciudad.

 -¿No sería mejor regresar al hospital del oriente? –Pregunté-, ver si todavía la universidad me brinda esa beca de mi especialidad y residencia, podría tener la oportunidad de recordar algo más…

 Pude sentir como mis padres se tensaron, mi madre disimuló recogiendo su plato y el de mi padre para llevarlos a la cocina con una sonrisa tensa que no me pasó inadvertida.

 -Puedes continuar esa especialidad aquí –comenzó mi padre-, el dinero no es problema, nosotros te lo pagaríamos, estarías cerca de nosotros que creo es lo más conveniente posterior a tu accidente, Danna…

 -Además –intervino mi madre-, debes ir poco a poco, primero debes cuidar de ti para poder cuidar a otros.

Comencé a comer los huevos revueltos, mis padres tenían un buen punto, debía comenzar primero a acoplarme a todo, pero era consciente de que ellos no querían que recordara cosas de mi pasado, y eso me daba todavía más curiosidad por saber quién era verdaderamente Danna.

 -Tengo el presentimiento de que mi especialidad tenía que ver con niños –dije luego de unos segundos-, tal vez pediatría…

 Mi padre y mi madre sonrieron encogiéndose de hombros.

 -Tal vez… -corroboró mi padre. 

¨¨

 Mi madre me llevó a la clínica Flor del este, que quedaba cerca del centro de la ciudad, ella hablaba de que solo serían dos o tres terapias, todo dependería de mi desenvolvimiento y si me sentía cómoda o no, la verdad la idea de la terapia no me gustaba en lo absoluto y ya estaba predispuesta ante esto, incluso mi madre tampoco estaba muy de acuerdo pero en mi mente ella no quería que yo recordara nada de mi vida pasada, así que simplemente no me dejaría influenciar mucho por lo que ella dijera.

  -Toma, te lo compró tu padre –mi madre me entregó un teléfono celular-, la terapia dura una hora, vendré a buscarte, llámame si necesitas cualquier cosa o si simplemente ya no aguantas este lugar –miró despectivamente la sala de espera del elegante consultorio y sacó de su bolsillo un monedero y me lo entregó-, Ahí están tus tarjetas y dinero en efectivo en el caso de que lo necesites.

  Me dio un beso en la mejilla y esperó a que yo entrara a la oficina donde la puerta advertía “Psicólogo Ronald, W.” Al entrar, la puerta se cerró a mi espaldas sobresaltándome un poco, un hombre anotaba unas cuantas cosas en su libreta detrás de un escritorio en una esquina de la habitación, las paredes del consultorio eran grises, tenían unas cuantas macetas con arbustos y una pequeña biblioteca con muchos libros, también había un enorme ventanal que dejaba una deslumbrante vista de la ciudad.

  -Doctora Danna Wester –dijo el psicólogo quitándose los lentes-, tome asiento donde guste.

 Sabía que todo de mi estaba siendo evaluado en todo momento, de hecho, me dijo que me sentara donde me gustara para poder estudiarme, así que simplemente decidí que él hiciera su trabajo a ver si lograba conocerme más que yo misma, caminé examinando los diferentes asientos y escogí el mueble frente al enorme ventanal para poder ver los edificios y poder distraerme un poco de la aburrida charla que me esperaba.

 El psicólogo Ronald tomó haciendo a una silla a mi lado derecho, tenía una libreta y se colocó nuevamente los lentes sobre el rostro, era un hombre de tez morena con un toque hindú, era interesante observarlo, él anotó algo en su libreta y luego me brindó una pequeña sonrisa.

 -Tengo entendido que sufrió de un accidente que le afectó la memoria –comenzó-, no diré esas cosas aburridas de “cómo te sientes con eso” porque sé que debes sentirte confundida, frustrada y sobre todo abrumada, como si fueras una completa extraña.

 Me incliné un poco hacia adelante con interés, ahora sí que la conversación era interesante.

 -Ahora te basas únicamente en lo que lo demás saben de ti, pero desgraciadamente nadie nos conoce lo suficientemente bien –continuó-, ni siquiera nosotros mismos logramos conocernos lo suficiente…

   Sacó unas hojas que guardaba dentro de la libreta y las observó un momento para luego mirarme con una expresión entretenida.

 -Me tomé la libertad de decirle a la señora Débora que llenara este formulario hace unos días cuando despertaste de la inconciencia y te recomendaron venir a mi terapia –dijo-, son cosas básicas acerca de ti. Según tu madre, te gusta la música urbana y pop, así que… –se levantó y buscó algo en las gavetas de la biblioteca, sacó un reproductor y unos cascos- estudiaremos tus gustos musicales.

 Me coloqué los cascos y el psicólogo Ronald se sentó a mi lado guardando algo de distancia, el con sus largos dedos tocó los botones del reproductor y la explosión de sonidos llenó mis oídos de una manera perturbadora, la voz del sujeto era demasiado gruesa y sin gracia diciendo cosas sin sentido y hasta un poco obscenas, no resistí ni un poco más de esa canción y me quité los cascos con una mueca notable en mi rostro.

 -¿Esta es la música urbana? –Dije- no sé si a la antigua Danna le gustaba, pero a esta no le agrada en lo absoluto.

 El psicólogo parecía un poco entretenido de que hubiera hablado sin necesidad de que él me preguntara nada.

 -Lo bueno del ser humano es que a pesar de que cambia de preferencias, tiende a conservar la  misma línea peculiar de gustos Doctora Wester –dijo-, La chica que eras antes es la misma que la de ahora, solo que debes recordarlo, como ahora, al parecer no le gustaba ese tipo de género musical.

  Afirmé débilmente con la cabeza y sonreí a medias.

 -Por favor, solo llámame Danna –me volví a colocar los cascos y el psicólogo Ronald cambió a un tipo de género, en este la cantante tenía una mejor afinidad vocal, sin embargo no me agradaba, me aburría y le hice señas al psicólogo para que se detuviera.

 -Creo que mi madre no me conocía lo suficiente, estas músicas son… -terminé la frase haciendo una mueca de desagrado que le sacó una ligera carcajada al psicólogo.

 Probamos con otros géneros donde verdaderamente me llegué a preguntar si a mí me gustaba escuchar música, realmente parecía que no soportaba el ritmo de los instrumentos o las voces, lo rechazaba. Sin embargo en un momento donde ya me había dado por vencida y me preparaba para tirar la toalla dándole los cascos al psicólogo, sonó una extraña melodía donde solo el teclado era la estrella, suave, lento, sumergiéndome a otra dimensión desconocida, los violines se juntaron y luego me perdí en la voz melancólica que la acompañaba como apenas un susurro.

 -Así que la música clásica –dijo el psicólogo cuando acabó la canción-, eso me dice que eres un poco introvertida, te gusta disfrutar de buenos paisajes, o incluso de buenas conversaciones interesantes, profundas, disfrutas más la soledad o en su defecto con alguien que entienda tu  silencio…

 En ese momento me sobresalte cuando sonó una pesada música donde la guitarra eléctrica era acompañada con una estridente batería y unas voces rasposas que casi no se le entendía lo que hablaban, se me erizó la piel y sonreí alzando una mano para que el doctor no la detuviera, me gustaba que a pesar de que me perturbaba los oídos me hacía adentrarme en la canción con fuerza y me evitaba pensar en cualquier cosa que me abrumara, me hacía sentir viva y casi me dieron ganas de subirme a la mesa y agitar mi cabello como una completa histérica.

 -En ese caso –El psicólogo frunció débilmente el ceño por mi extraño gusto entre estos géneros tan diferentes-, tengo que estudiarte un poco más.

 -Es tan extraño psicólogo Ronald, creo que podemos llegar de verdad a conocer quién soy –esas palabras salieron de mis labios de la emoción que sentí en ese momento, el psicólogo tomó los cascos y el reproductor para volver a sentarse en la silla a mi derecha.

-Puedes llamarme William –estiró sus labios en una sonrisa-, la idea de todas estas sesiones es que llegues a conocerte y te abras a nuevas ideas para que avances en tu vida, no que te estanques.

 Hasta el momento creo que estaba funcionando, según el reloj ya había pasado una hora y el teléfono que me habían dado mis padres había llegado un mensaje de mi madre diciendo que estaba esperando afuera, había pasado muy rápido, no esperaba mañana para poder volver.

 -Pensé que la idea de esta terapia era devolverme la memoria –dije sintiendo familiaridad y confianza hacia él-, por eso mi madre no está muy de acuerdo con esto.

 -¿Crees que tu madre no quiere que recobres la memoria?

 Si, lo creo con certeza y no solo ella, todos.

-La escuché diciendo eso –respondí-, dice que mi vida brillante la desgracié, que cometí muchos errores, no sé si ella es confiable.

 Además de que tomando en cuenta de que falló en mis gustos musicales, me deja claro que no me conocía muy bien, o por lo menos no lo suficiente.

 -Eso es un poco preocupante ya que de hecho debes confiar en lo que ellos te dicen –dijo- puede que te estén protegiendo, ¿has pensando que andabas realmente por caminos peligrosos?, ¿Uno que no sea conveniente volver?

Fruncí el ceño analizando sus palabras, no creo que hubiera sido una chica errática y descontrolada, es decir, era médica, estaba haciendo una especialización becada por la universidad por mi excelente promedio, confiaba en que tenía un buen juicio, a menos que estuviera haciendo cosas ilícitas como vender medicamentos a adictos o hacer abortos ilegales, ¿sería posible?

 -Que hubiera andado en caminos peligrosos me preocupa, pero más me preocupa no saber lo que hice –dije-, que hubiera dejado una vida, o incluso una familia, no lo sé. Necesito saber quién era para poder avanzar, creo que es la única forma en la que lograré dejar de creer que vivo una falsa vida perfecta.

 -Si quieres recordar, entonces podemos ir progresivamente, primero necesito que te conozcas, y luego podremos seguir investigando –dijo-, puedes también preguntarle a tus padres a ver qué tienen para decir de tu antigua vida.

 Creí que la terapia sería una pérdida de tiempo, pero era realmente lo que necesitaba. Mi madre se sorprendió de que quisiera volver a ir e insistiera en aumentar las horas, sabía que ella no estaba muy cómoda con ello, pero no era como si me pudiera ocultar la verdad por tanto tiempo. Al llegar a casa conocí a Judy; una muchacha extranjera que le pagaban por limpiar la casa y cocinar, al parecer también vivía con nosotros, no la había visto esa mañana porque estaba limpiando la piscina, ¡La piscina! Ya me quería dar un baño ahí.

En la biblioteca de la sala encontré una laptop, decidí navegar un poco por los archivos que guardaba; solo fotos de conferencias o información de negocios, al parecer la laptop era de mi padre, me conecté a la red wifi de la casa, y busqué “Danna Wester” en g****e, me sorprendí de que saliera un link de F******k, abrí el hipervínculo y me llevó a mi perfil, estaba público, cualquiera lo podía ver, la foto de perfil no se había actualizado desde hace cinco años, era una foto de mí con una pequeña sonrisa al lado de mi peluche deformado; ese que le faltaba un ojo y que mi primo había rayado, vaya, debía tener mucho valor sentimental si me atrevía a enseñarlo en fotos.

Me devolví a g****e a ver si aparecía cualquier otra cosa, pero al parecer no era nadie importante socialmente o famosa. Me metí en imágenes, salía la foto que tenía de perfil en F******k y la de portada, pero había otra imagen, una que parecía ser yo completamente vestida de negro y con el maquillaje corrido, una perezosa sonrisa como de borracha invadía mi rostro, el subtítulo de la foto decía: “Mi loca y borracha amiga Danna Wester, en la noche del ahorcado.” Me sorprendí un poco y abrí el hipervínculo de la foto que me llevó a un blog que parecía satánico, fotos de cadáveres a los alrededores, títulos de ritos para invocar demonios, ¿que carajos era todo esto? Bajé y encontré mi foto ampliada, la había subido hace seis años, una muchacha llamada Abril.

Busqué en g****e de qué trataba exactamente la noche del ahorcado y decía que fue un rito entre jóvenes que consistía en despellejar animales callejeros y con la sangre pintar las paredes de las casas con palabras obscenas, para que los ahorcados no pudieran levantarse de la tumba y llevarse más almas consigo. La creencia era que; los ahorcados se levantarían exactamente el 2 de julio de cada año para influenciar a las personas a ahorcarse como ellos lo hicieron, pero si veían sangre de animales impuros no llegarían a tocar esa casa, por eso este grupo de neófitos crearon la tarea de matar animales callejeros y manchar las casas con la intensión de “proteger”. Su juicio legal: dejó de practicarse desde que se volvió ilegal a mediados del año 2013 donde se clasificó por los ciudadanos como actos vandálicos, debido a que el movimiento estaba adquiriendo más fuerza en todas las comunidades y los neófitos comenzaron a robar y saquear en masas.

-¿Que haces Danna? –Preguntó mi padre arreglándose la corbata dentro del elegante traje, mi mamá vino detrás de él con sus tacones de punta resonando con fuerza contra el piso. Me salí de todos los link y traté de actuar como si nada ocurriera, luego fue que recordé que esa era la computadora de mi padre, aunque podía usar la amnesia como ventaja.

 -Encontré esta computadora y decidí buscar libros electrónicos de medicina –dije.

 Mi padre sonrió espontáneamente, casi como si le hubiera traído un buen recuerdo.

 -Esa es la computadora que uso para el trabajo –dijo-, la tuya está en tu closet, creo que ya habías descargado todos los libros de medicina habidos y por haber…

 -Siempre te gustó la lectura –dijo mi madre-, en especial los libros de amor.

 Libros de amor, creo que me gustaba leer de todo menos literatura romántica, en lo poco que había conocido de mí, eso era lo que menos me atraía. Mi madre comenzó a ayudar a mi papá con la corbata y comencé a divagar.

  -¿Tengo una amiga llamada Abril? –la pregunta salió sin filtro y concisa. Mi madre pareció fuera de balance y mi padre frunció el ceño para decir:

 -¿Por qué dices eso?

 -Solo curiosidad, debo tener amigas ¿no? –Pregunté-, ese nombre me sonó familiar…

 -Tuviste una amiga llamada Abril –confirmó mi madre-. Debemos irnos, tenemos una reunión formal, te quedaras con July, Tolmer puede que venga después…

 -¿Cómo que tuve? –Refuté- ¿Dejamos de ser amigas?, ¿Prohibieron nuestra amistad?

No me parecía descabellado que nos hubieran separado porque mi amiga parecía ser satánica.

 -Ella se ahorcó –dijo mi madre y desinfló toda la valentía que se formaba dentro de mí.

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