29 de junio de 2013

Abro los ojos para encontrarme con una nueva sorpresa. Estoy en la cama, atada con una cadena corta que va de la cabecera a mi muñeca derecha.

—Por fin despiertas, querida.

Erick Covarrubias está sentado en una silla no muy lejos de mí.         

—¿No dijiste que no ibas a volver hasta que suplicara?

Mi mente no había medido el problema en el que me comenzaba a meter.

—Rogaste de una manera que no esperabas, rogaste porque te controlara, porque al parecer Nicole, te gusta estar atada.

—¿Qué te hice yo? —le pregunté acerca de la situación a la que me estaba llevando, ¿porque me había escogido a mí? ¿Porque era así?

—Tiraste la comida que se te estaba brindando, gritaste ofensas contra mí... —yo lo interrumpí.

—¿Y lo que tú me estás haciendo? ¿No es una ofensa? ¿Crees que esto es muy placentero?

—Es muy diferente, el que manda aquí soy yo.

Me siento en la cama para tratar de pararme.

—¿Porque? No tienes poder sobre mí, me voy a escapar... —él ríe.

—¿Eso crees? Recuerdo que viste lo que hay en tu muñeca ¿no? —yo le asiento viéndola temerosa—, es un localizador, puedo saber tu ubicación exacta en el momento que yo quiera, no se quita a menos que yo la desactive, y tiene un truco —lo miro extrañada—, cuando te alejas de un margen que yo creo pertinente, soltará un gas, que hará que te duermas, pero no te preocupes, sabrás donde, una pequeña descarga o electroshock como quieras llamarlo, será el aviso de que has llegado al límite, después solo te desmayas. Y de nuevo estarás bajo mi control.

—¡Eres un desgraciado! —le grito en el tono más fuerte que puedo hacer, tratando de levantarme nuevamente de la cama.

—Cuida tus palabras, Nicole, recuerda quien puede darte libertad o castigo. Además yo no vengo amenazar, vengo a decirte que mientras no cambies de actitud, estarás ahí, en esa cama. Y ya que te niegas a un acuerdo, no te sorprendas lo que vaya a hacer, atente a las consecuencias.

Se levanta y se va dejándome completamente desarmada. No puedo creerlo cada que este hombre se aparece, la situación se pone peor que la anterior, mis opciones se acababa. Me miro la muñeca, observo bien la pulsera, ¿cómo me la quito? ¿Con esto puedo saber cuál es mi límite, hasta donde puedo llegar? No quiero ni una cosa u otra, ni el electroshock, ni el gas que me pondría a su poder de nuevo. Mi cabeza entiende la situación, solo puedo alargar el proceso, y en ese punto es mi única opción, no voy a dejar que me venza tan pronto. Claramente, soy su prisionera.

                                                                      * * * * *

Las luces se apagan una vez más, pero esta vez por un periodo mucho más largo, luego de unos minutos y el tener todo en oscuridad y el hecho de haberme dormido me afecta y vuelvo a dormir otro rato más, Erick no aparece después que me despierto, recuerdo sus palabras, me sorprenderé con las consecuencias, odio estar aquí, lo odio a él, odio que se haya fijado en mí, ¿qué le puede interesar?

Me bajo de la cama y me siento en el piso, por alguna extraña razón siento cierto grado de confianza al estar aquí abajo, tal vez del piso no saldrá nada, o eso cree mi cerebro, aunque estar sin luz y tenerlo a él de captor, hace que todo sea incierto.

Después de un rato de estar en el piso tratando de idear algo para poder salir de aquí, comienzo a sentir algo de frío. Estoy en ropa interior y la temperatura me penetra por completo, me estoy comenzando a congelar en cuestión de segundos, me subo a la cama y me abrazo, o por lo menos lo intento, dado que la cadena no me deja. El aire aumenta a cada minuto y con abrazarme ya no es suficiente, estoy tiritando.

Cuando los labios me comienzan a doler por el frío, reconozco que ignoro el tiempo que llevo en este suplicio, pero se me está haciendo eterno y el frío aumenta cada vez más. Me pego lo más que puedo hacia la pared para recibir aunque sea un poco de calor, cierro los ojos y me balanceo para intentar entrar en calor, el frío no cederá. Mi piel está a este punto helada, pero tengo que aguantar, me lo repito una y otra vez a especie de mantra.

—Aguanta Nicole, aguanta, no le permitas ganar, no ahora, resiste un poco más.

Luego de un rato mi cuerpo no aguanta tanto como quisiera y me colapso en la cama. Todo se pone negro, me siento ya muy cansada y que estoy a punto de perder una batalla. Los sentimientos llegan a mí, estoy demasiado triste, pero sobre todo comprendo una cosa en específico. Estoy sola en esta guerra.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo