27 de junio de 2013

Desperté, aunque eso es lo único que puedo hacer, abro los ojos lentamente, para descubrir que estoy atada a una silla y amordazada. No puedo decir ni una sola palabra, solo intentar gritar.

Todo está oscuro, casi no puedo vislumbrar nada, un poco de mi cabello está en mis ojos y eso me dificulta la visión. Las preguntas se comienzan a formular en mi cabeza. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? Yo había bajado del avión y todo estaba bien, ¿quién me tiene aquí amarrada? Solo recuerdo haber visto un poco de Roma, ¿era Roma? ¿Realmente llegué a Roma? ¿Porque estoy atada? ¿Qué diablos está pasando? Al tratar de mover la silla, confirmo que está asegurada al piso, no puedo voltearla ni hacer nada con respecto a ella, trato de gritar, pero gracias a la mordaza ni un gemido es audible.

De pronto una luz se enciende y un hombre entra, se le ve algo mayor que yo, no puedo calcular que tanto ya que me distrae lo que tiene en las manos, pero no alcanzo a observar del todo. Las luces se apagan nuevamente. Siento que algo me pincha a la altura del cuello, nada después de eso tiene sentido, todo se pone oscuro nuevamente. Lo que me inyecta me atonta, así que sin problema me da de comer. No logro verle el rostro y mucho menos escuchar algo, ¿quién es él? ¿Porque me tiene aquí? Pero sobre todo ¿qué es lo que busca al tenerme aquí? ¿Dinero? ¿Eso es lo que él desea? ¿Dinero por mi libertad? Pero... me está alimentando, le preocupa, aunque sea un poco, ¿no? A este punto y por mis condiciones no puedo saber quién es el enemigo y quién no.

                                                                              * * * * *

No sé en qué momento me deja de dar alimento, la oscuridad se apodera por completo de mí. Tengo mucho cansancio, dolor, los brazos no los siento. No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo llevo aquí y que ha pasado después de que salí del aeropuerto.

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