CAPÍTULO º1º

Kesha

El amor es un fastidio y más para mí, porque he tratado de encontrarlo, pero este siempre se me escapa, cuando creo que al fin lo tengo me engaña con una simple ilusión o lo que es peor una traición.

Quisiera encontrar a esa persona que me haga suspirar, que haga que mi corazon vibre y solo lata por el, que mi mente solo piense en el, enamorarme de verdad, pero que él me corresponda y no me engañe como los anteriores.

Salgo de mis pensamientos recordando que estoy en mi oficina, acordando con mi secretaria las reuniones para el día de hoy. ¡Uff! ¡ Y vaya que son muchas! tendré un dia muy pesado aunque no me importa porque en verdad amo mi trabajo. 

Mi empresa, llamada “Enchanted” no ha crecido sola, sino con mucho esfuerzo y trabajo de mi parte. Es mi bebé, mi creación, mi orgullo. La fundé hace cinco años justo en el tiempo que conocí a Carlos mi mejor amigo, con su gran apoyo pude cumplir mis sueños, dándome el ánimo para que nunca me rindiera, el siempre me dijo que yo nací para ser grande y vaya que me lo creí. 

Con la voz de mi secretaria Matha espabilo, ando distraída, tengo que centrarme si quiero que todo salga perfecto.

─Señorita Badia, ¿me está escuchando? ─no sé cuántas veces le diré que solo me llame por mi nombre, que deje las formalidades.

─Perdona, Martha, ¿En qué estábamos?

─Le recordaba que hoy tiene una reunión con el señor Ferré, el dueño de la revista Broken Hearts.

La revista de corazones más leída del país, es realmente muy buena y famosa. Será excelente para que mi empresa siga creciendo.

─Si, me acuerdo.─digo segura─ ¿A qué hora es la reunión?

─Exactamente en quince minutos, señorita. 

─¡Wow! Tan rápido se ha ido el tiempo arreglando las reuniones─ digo, pero se que es porque hoy me levante con la mente en la luna─ Martha, ¿Cuándo me llamarás solo por Kesha? tienes mucho tiempo trabajando conmigo, eres de confianza.

─Está bien─acepta, pero mi emoción queda a medias─ señorita Kesha─ruedo los ojos ─ Le avisaré cuando llegue el Señor Ferré. Me retiro ─y sin más, se va. Al menos cambió el apellido por el nombre, es un avance.

Me quedo pensando en que dijo Señor, osea que es un hombre, juraba que esa revista era de una mujer, pues los consejos que se dan en esta son muy buenos y acertados, pienso de esa manera porque la mayoría de esas revistas son dirigidas por mujeres y son para mujeres, he trabajado para algunas de ellas, es interesante, esto es nuevo, lo mas seguro es gay.

Mi secretaria me avisa que ha llegado. ¡Vaya! es puntual. Muy bueno para él o ella en cuerpo de hombre, me lo imagino todo flaco y vestido de rosa, se me escapa una risita con lo que mi mente inventa.

Le aviso que lo haga pasar.

A mi oficina entra un hombre a toda regla, ¿Por qué lo sé? pues la seguridad que desprende, su caminar confiado y mas por la mirada llena de lujuria que me brinda, no es gay, pero puede ser bisexual, no descarto ninguna posibilidad.

El es digno de admirar, cada parte de su cuerpo fue hecho a conciencia, este hombre es un jodido dios griego sacado directamente de atenas, busco detrás de él por si le siguieron todas las chicas de la empresa, esta para que le adoren de rodillas y pida lo que quiera.

Él es simplemente perfecto, calculo que puede medir un metro ochenta o más, se nota que es musculoso, se nota a leguas a través de ese sexy traje a medida que lleva, el cual me gustaría quitar como si estuviese destapando un exquisito regalo. 

Su piel es bronceada, su cabello es castaño con mechones rubios. Se ve que es suave, quiero tocarlo para arreglar ese rebelde mechón que le cae en su frente, o solo desordenarlo mientras hacemos cosas sucias, y sus ojos son de un azul claro como el cielo sin nubes, penetrantes, que me miran esperando a que deje de comermelo con los ojos.

¡Qué vergüenza! me sonrojo sin poder evitarlo.

Me aclaro la garganta, recobrando un poco la cordura.

─Señor Ferré, bienvenido a Enchanted, ─ me dirige una sonrisa de medio lado con esos labios hechos para besar, ¡Dios, tengo que concentrarme! no puedo volverme loca por un cliente─soy Kesha Badia. Tome asiento, por favor. ¿Le ofrezco algo de tomar? ¿Café, jugo, agua…?

─Gracias, señorita Badia. Soy Luther Ferré, encantado de conocerla ─se presenta ofreciéndome su mano, cuando esta toca la mía, la sensación es excitante, ¿Será de eso que hablaba Carlos?─. Un café, por favor. 

─Eh… Martha, tráenos dos cafés ─ a ver si me despierta. Se va, pero sin antes voltear a verlo y con esa acción casi chocar con el marco de la puerta─. ¿En qué puedo ayudarlo, señor Ferré?─vamos, primero soy una profesional, una cara bonita no puede venir a desequilibrarme. 

─Estoy aquí porque su compañía es perfecta para el nuevo proyecto de la revista, su trabajo habla por usted─ me siento halagada que una empresa con tanto trayecto hable así de nuestro trabajo.

─Gracias por elegirnos, su revista es una de las mejores del país, lo felicito.─soy sincera─ Ahora expliquenme por favor, ¿De qué trata su nuevo proyecto? ─veo que se le ilumina la mirada.

─La idea principal es que los lectores participen, le explico─se emociona─ sabe que en la revista se publican artículos que mayormente son consejos para corazones rotos─asiento─así que decidimos darle un toque de más realidad, queremos que nuestros seguidores nos envíen sus experiencias a través de mensajes, cartas anónimas u otras ideas, darle el toque de validez que necesita, que no serán inventados, aunque la mayoría nadie sepa quien es el destinatario, queremos que se sientan parte de la revista, porque sin ellos esta no sería lo que es─habla con tanta pasión de este proyecto que ya lo estoy visualizando, el te motiva con sus palabras, también su tono de voz tan sensual ayuda─y en eso entra su empresa, facilitar la manera de que todos se enteren.

¿Quién diría que un hombre se puede expresar con tanto sentimiento cuando se trata de problemas del corazón? ¿Será que le habrán roto el corazón antes? O solo es un romántico empedernido, naaa, se nota que por la seguridad que entró es un playboy, ya que descarte que fuese gay.

─Claro, señor Ferré─digo entusiasmada, su idea es genial─ Mi empresa le realizará la mejor publicidad, le prepararemos una propuesta con varias ideas y usted podrá elegir cuáles le gust…

─Ahora mismo sé exactamente qué me gustaría ─me interrumpe con esa frase que me deja completamente confundida.

─¿Perdón?

─¿Sabe usted que es una mujer muy atractiva? Tanto que cualquier hombre estaría a sus pies ─dice muy casual, ¿Y este de qué va? Me está poniendo nerviosa.─No lo pienses, sabes perfectamente que sentiste la misma atracción por mi.─el esta buenisimo y todo, pero su lanzamiento es una imprudencia.

En ese momento entra Martha con los cafés y me salva de no mandar a la m****a todo el proyecto por un hombre intenso y demasiado directo para mi salud mental.

─Gracias, Martha ─le agradezco cuando nos entrega el café y se retira sin antes echarle una última mirada al señor Ferré.

Me enfurezco. ¿Qué se cree este?

─Señor Ferré, ¿Está usted haciéndome una broma de muy mal gusto? Porque si es así, déjeme decirle que…

─No es ninguna broma ni me equivoco en lo que digo ─su voz sensual me hipnotiza, por un momento me olvido qué le iba a decir, el solo se muerde el labio provocándome desde el otro lado de mi escritorio─. Usted realmente es muy guapa, señorita Badia, y no se imagina las cosas que podría hacerle.

─¿Qué quiere decir con eso? ─Prácticamente jadeo al preguntar, este hombre es muy lanzado. 

─Quiero una cita contigo.

─Pues le tengo que decir que no. No me gusta su forma de pedir una cita. Disculpe, pero no estoy interesada ─digo esto con toda la frialdad que poseo.

¿Qué se cree? ¿Qué será fácil conmigo? Pues está muy equivocado. Estaré babeando porque de verdad esta buenisimo, pero no soy tan tonta para caer en esas garras y ser una más en su larga lista..

─Descuide, conseguiré esa cita y no se arrepentirá ─lo dice con arrogancia, como el que ya lo tiene todo ganado─. Mándame las propuestas de sus ideas. Gracias por atenderme, señorita Badia ─y sin más, se retira de mi despacho y yo vuelvo a respirar.

¡Dios Santo! Me dejó temblando y con la respiración entrecortada. No sé por qué tiene ese efecto en mí, pero no impidió que lo pusiera en su lugar. Se que hizo que mis bragas se incendiaron, pero no soy una chica fácil por muy guapo, alto, fuerte y que está para comérselo…

Dios, tengo que dejar de pensar en él y concentrarme en el trabajo. Debo hacer que le preparen una buena propuesta para la publicidad de su revista y con suerte volver a verlo, sigo divagando.

Consigo seguir trabajando y asistir a las diferentes reuniones que me esperan aunque en algún que otro momento su hermoso rostro llegue a mi mente..

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