Capítulo Diez

Amaya Bezos

Su lengua no fue directamente al clitoris, sino que marcó círculos alrededor de este. Acarició como un experto mis zonas más delicadas hasta que por fin llego a acariciar el punto clave. No estaba dando lametones a diestra y siniestra, sino que sabía dónde debía tocar. Era como si yo misma me estuviera masturbando por la exactitud de sus toques. En ningún momento sentí molestia o dolor. Era Perfecto en cada avance. Cuando su boca succionó mi clitoris termine por enloquecer. Él lo intuyó y me penetro con dos dedos.

¡Demonios, Diablos!

Su mano libre presiono mi vientre sobre el monte de Venus, y en ese momento descubrí lo que era el Punto G por primera vez en veintidós años.

Un chorro de líquido le baño su boca, derramándose por su pecho desnudo. Yo no pude reaccionar, él continuó atacándome con su lengua mientras que yo jadeaba entre temblores. Otra vez el orgasmo provocó un inmenso chorro de mis fluidos, y me hubiera avergonzado a no ser por la satisfacción que veía
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