Capítulo 1: Una mujer en el poder.

Dan Abbot para ella era solo un cliente más, pero uno de los que mejor pagaba, así que si el tipo le pedía que saltara en bungee desde la estatua de la libertad, ella estaba más que dispuesta a hacerlo, ya que gracias a trabajos como esos ella podía pagar a su gente.

-¡Díaz! – grita en cuando llega a su oficina y un hombre de metro ochenta, corpulento y con cara de pocos amigos se para en la puerta -. Hay trabajo – el hombre asiente y ella sube los pies al escritorio -. Tenemos que averiguar si alguien estuvo pasando droga en el centro Jackson anoche.

“Es muy importante que metas a los mejores en esto, porque ya sabes quién está a cargo de la mayor distribución de dr0ga en la ciudad y no quiero meter a los chicos en la boca del lobo.

-¿Algún síntoma de esa basura?

-Deja a la víctima consciente, pero sin voluntad. No es anestésico, ni alucinógeno.

-Ya me imagino para qué lo pueden usar – dice el hombre con desprecio -. Me encargaré de m****r a los mejores. Por cierto, tienes visitas.

-¿Yo? pero si ni siquiera tengo amigos.

-Es uno de los chicos, dice que necesita hablar contigo sobre tu padre.

-Que entre de inmediato – le dice ella poniéndose de pie y acercándose a la mesita donde reposa una bandeja con cuchillos -.

Toma uno de los cuchillos y lo lanza a la pared, algo que hace cada vez que alguien le dice que tiene información acerca de su padre, porque siempre es algo que no le sirve.

Esta vez le corresponde a Gamma, uno de los líderes de su organización que se encarga de espiar para ella. Ella ni siquiera lo mira, pero en cuanto ve que toma uno de los cuchillos y revisa el filo de la hoja, el hombre comienza a hablar.

-Llegamos a uno de los soplones que tenían la organización donde estaba tu padre, me dijo que ese día nadie estaba en sus puestos, por un…

-Supuesto llamado de ataque de la policía a la base – le dice ella terminando por él -. No me estás diciendo nada que no sepa, Gamma y eso no me gusta – le dice acariciando el cuchillo, para después lanzarlo a la pared -.

-Sí, pero este hombre me dijo quién hizo esa llamada – ella solo levanta una ceja y vuelve a tomar otro cuchillo -. La llamada la hizo Peter Barrick…

-¿El compañero de mi padre? – dice ella con sorpresa -. Eso es imposible.

-Lo es. Al parecer, tu padre ese día se iba a reunir con alguien importante, pero esa llamada hizo que se replegaran en la base. Cuando se dio cuenta que faltaban miembros indispensables, el jefe lo mandó a buscarlos, pero al parecer tu madre lo llamó.

-Sí, lo poco que habló mi madre aquel día fue que había unos hombres rondando la casa y que le avisó a mi padre. En ocho años, no dijo una palabra más de eso – ni de nada -.

La madre de Alfa, luego de perder a su esposo y su hijo, se quedó en un estado de fuga casi eterno. Solo hace dos años volvió a comunicarse, pero de aquel día no ha mencionado nada.

Alfa toma otro cuchillo, dejando uno en cada mano y los lanza a la pared. Uno le atina al blanco y el otro cae al suelo.

-Nunca consigo atinarle a los dos juntos – dice ella con molestia -.

-Es porque no eres lo suficientemente buena – eso la hace enfurecer y lanza uno de los cuchillos sin mirar hacia Gamma, rozándole la parte superior de la oreja -. ¡Estás loca!

Alfa toma un cuchillo en cada mano y los lanza en su dirección, uno le engancha la chaqueta de cuero y la otra una parte del pantalón.

-Al parecer soy muy buena, solo me falta algo más de motivación – le dice con la voz calmada, pero todo en ella le da alerta de peligro a Gamma -. Nunca digas que no soy buena en algo ni mucho menos me vuelvas a faltar el respeto – se acerca a él y quita los tres cuchillos de la pared -. Loca estoy, es cierto, pero no sabes cuánto y eso es muy peligroso.

-No deberías tratar así a tu gente – le responde con la voz temblorosa, limpiándose la sangre -.

-Pues mi gente no debería dudar de mis capacidades – le dice ella muy cerca de su rostro -. Ahora vete, hay trabajo que hacer y Díaz tiene los detalles.

Alfa se gira para limpiar sus cuchillos, mientras el hombre la ve con desprecio antes de salir de allí.

El teléfono de Alfa indica un mensaje, al revisarlo ve que es Matías, invitándola por enésima vez a salir por la noche.

-Este niño bonito no se cansa de los rechazos – dice con un suspiro cansado -. Al final un día seré yo quien se canse – saca los otros cuchillos que estaban en la pared -. Y termine borrándolo de mi vida.

Pero ella no hace eso.

Solo borra a los traidores y a los enemigos, a esos hay que sacarlos de la faz de la tierra, para que sencillamente no vuelvan a hacer de las suyas y le dañen sus planes.

-Estoy aquí por una razón… no se me puede olvidar.

Con su mantra de cada día, se va a la ducha para quitarse el sudor del entrenamiento y luego ir a casa, a ver qué de bueno le entrega el cable.

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