Bienvenido al infierno, Alan Frank

Él rápidamente se aleja de mi rostro y se pone a mi lado para disimular—No, señor solo hablábamos—sostiene. 

Mueve su cabeza como entendiendo a lo que se refiere, lo saluda dándole la mano mientras que a mi madre me presionaba con un abrazo. La separo de mi cuerpo—Ya esto es mucho—digo sonriendo. 

Me toca la mejilla—Es que te extrañe hija, nunca hemos estado separadas tantos días y sabes cómo soy—asegura.

Diciendo esas cosas tenía razón porque éramos muy unidas antes de que suceda lo del casamiento y todo lo demás. Ahora no nos veíamos nunca y apenas nos enviamos mensajes. Mi padre se acercó a mi dándome un beso en la mejilla—Hola hija—dice serio. 

Ya estaba acostumbrada a ese trato de su parte, se acomodaron frente a nosotros y nos dispusimos a pedir la comida. A los pocos segundos, Alan y él comenzaron hablar de los negocios, indagar sobre cada socio de la empresa y ver cómo seguir en las negociaciones pendientes que tenían. Puse un codo encima la mesa, cansada de tener que aguantar aquellas conversaciones y viendo cómo mi madre se enviaba mensajes con sus amigas. Estuvimos así toda la comida, no entendía para que pedían que estemos juntos si cada uno haría la suya mientras que yo estaría como una idiota sentada observándolos, había tenía más charla con el chófer que con ellos.

Nadie me preguntó cómo me iba con la vida de casada, porque no nos fuimos de luna de miel y tampoco que iba hacer ahora. 

Intento levantarme de mi lugar pero una mano presiona la mía—No quieras llamar la atención haciendo una de tus locuras y quédate sentada hasta que terminemos este almuerzo—me susurra. 

Había aprovechado la oportunidad para querer irme cuando mis padres hablaban entre ellos sobre un evento que quería organizar pero Alan se encontraba ahí para arruinarlo todo. Para nada les gustó que sea de esa manera, mi madre me hace un gesto para que le haga caso a mi supuesto marido y en la cabeza se me vino su matrimonio. En mi niñez llegue a pensar que la mujer debía obedecer al marido en todo y hacer lo que se le pedía hasta que crecí. Fue ahí donde pude comprender la vida normal, lo que era real del mundo y ver más allá de mis padres. 

Me había propuesto a mi misma que no estaría con alguien que crea que la mujer solamente era para ser ama de casa y traer hijos al mundo. 

Suelto su mano—Papá quiero decirte algo—digo haciendo que todos se callaran. 

Alan se quedo mirándome, no había dicho nada antes y eso lo desorientaba más. Se quedan todos mirándome—¿Qué quieres decirme?—me preguntó. 

Suspiro y sonrió de los nervios—

Quiero trabajar también en la empresa—digo cortante. 

Eso hizo que mi madre negara rápidamente con su cabeza—No,no—repite. 

Alan también hace el mismo gesto, todos hacen eso creyendo que hice algo malo y que hable de divorcio. Tan solo quería trabajar de lo que me había recibido en la universidad y nadie entendía ese punto. 

Me señala—¿Por qué me pides permiso a mi?—pregunta. 

Elevo mis hombros—Es porque eres mi padres y dueño de todo—aseguro. 

Hace una seña para que mire a mi costado—¿Tengo que recordarte que estás casada?,es tu marido quién debe darte permiso para eso porque ahora él manda en tu vida, decisiones y en la empresa—sostiene.

Al decirme todo eso fue como estar en una prisión, él sonreía y parecía que me tenía en sus manos. Negué varias veces—No puede ser—susurro. 

Toma mi mano y la acaricia dejando mis padres vean eso—¿Y qué tienes que decirme?—pregunta haciéndose él que no escucho nada. 

Lentamente levanto mi mirada para conectar con la suya—Quiero trabajar en la empresa—repito de nuevo. 

Larga una carcajada—¿Estás jodiendo?,¿y para que te tendría en la empresa?—pregunta burlándose. 

Todo el mundo me tenía una persona que no sabía nada y el trabajo en mi vida sería un caos. No podía permitir que sigan pensando igual y lo observó detenidamente—Sabes muy bien que soy abogada y termine con honores, estuviste presente en la entrega de mi diploma—le digo enojada. 

Asiste—Si ya lo sé, amor pero te falta experiencia—dice tocándome la mejilla. 

Mis padres que estaban presenciando todo no decían nada, se mantuvieron en silencio y nos observan. Sin dejar que siga tocándome le saco sus manos de mi rostro—¿No dejaras que vayas a trabajar?— pregunté consultando. 

Poder ser una más de la empresa era mi plan A, sabía que no podía salir bien y tenía en mente un plan B que sería buscar empleo en otra empresa sin importarme nada. Se cruza de brazos—No puedo dejar que mi esposa trabaje—asegura. 

Me acerco a su rostro—Sino me recibes en la empresa, iré con Drake y buscaré empleo en otro lado. Te lo digo de frente para que no estés enterándote a lo último—le informo. 

Lo escucho quejarse y vuelve a mi—Te encanta jugar con mi cabeza,¿verdad?—pregunta. 

Me acerco a su rostro rozando nuestros labios porque sabía que me había salido con la mía y que pronto estaría en la empresa como tanto había soñado—A mi me encanta que jueguen mi juego y terminen perdiendo la cabeza, bienvenido al infierno Alan Frank—susurro. 

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