Matrimonio arreglado

Todo cambio, pensé. A veces creía que podía ser la misma mujer que sabía cuál era el momento perfecto para elegir con quién casarme, formar una familia y tener hijos. Eso fue hace unos años atrás, más específicamente, dos años atrás. Pero en fin, mi infierno había comenzado desde que lo vi entrando en el living de mi casa, recuerdo que miré a mi madre —¿Qué pasa aquí?—pregunté. 

—Debes sentarte,hija—me pide. 

Conversando con mi padre aparece la persona que más odie estando en el instituto y hasta tener que soportarlo en la misma universidad por nuestras familias. De repente estaba frente a mi con un ramo de flores y simulando una sonrisa —Harper—susurra. 

Entrecierro mis ojos, aprieto mis manos contra la tela del sillón y volteo a mirar a mis padres—¿Alguien me va a explicar que hace aquí este imbécil?—pregunte de nuevo. 

—Te lo diré con gusto—sostiene.

Suspiro varias veces, ya me había sobrepasado la paciencia tener que estar ahí callada y observando a mis propios padres que me explicarán todo. Ese sujeto se pone a mi lado y le entrega las flores a mi madre —Nos casaremos, niñata— me dice serio. 

Lo empujó con todas mis fuerzas hacia atrás y cuando tengo un espacio puedo pararme para enfrentar a mi padre —¿Qué está diciendo?¿Es verdad?—pregunte desesperada. 

Me toma los hombros—Lo siento,hija. No teníamos opción y lo sabes, nuestra familia perdería todo—le explica rápido. 

Mi madre acaricia mi espalda lentamente—Ayudanos,hija. Sé que puedes hacer esto por la familia— sostiene. 

Ella me conocía tan bien, sabía que haría lo que sea para mantener a la familia a salvo de todos y que nada más suceda. Respiro hondo, intento no escandalizar la situación y me volteo a verlo. Él estaba ahí parado sonriendo, aparentando que todo venía bien y que nuestro amor venía de hace ratos. Lo señaló con la mano—No te creas que ganaste— le dije con un gesto enojada. 

Abre sus brazos —¿Aceptas venir esta noche conmigo a nuestra cena de compromiso?—pregunta. 

Pese a tener que estar así, todo venía sumamente rápido y nadie me explicaba lo que ocurría. Observó que mis padres estaban esperando una respuesta de mi parte y sonrió—Nos vemos esta noche— dije con mi mejor cara posible frente a esa situación. 

—Dile a tus padres que iremos esta noche, gracias— lo saluda. 

Me tomo la cabeza y maldigo varias veces sin dejar de caminar de un lado hacia el otro. Mi madre parece estar hablando con mi padre —No deberíamos tener que hacer esto con nuestra hija—le pide.

—No tenía otra salida, sabes que la familia Frank puso todas las condiciones—asegura.

En ese momento supe toda la realidad, mi familia estaba en bancarrota y todo el dinero que un día habíamos tenido se esfumó en malas inversiones. Ya no podíamos mantener el mismo nivel de vida, eso a mis padres lo destruían por completo y la empresa familiar se estaba yendo a la ruina en picadas. La única solución que les dieron era unir a las familias, es ahí donde entra Alan. Ese sujeto que tan mal me había hecho en mis tiempos de universidad y del cual en un instante pude sentir algo más que odio. De tanta información que recibía de golpe, supe que sus padres debían hacer que Alan se casará con alguien del mismo nivel social y que pudiera hacerlo sentar cabeza, ya que era un tipo de la noche. Amaba salir de fiesta con sus amigos, beber, estar en la empresa casi borracho atendiendo a los socios y hacer puros desastres. Esas cosas ponían en evidencia la seriedad de la familia y los dejaban mal delante de toda la sociedad. Es por eso que habían arreglado un pacto para que cumpla el matrimonio como ellos querían, ayudaría a que Alan madure, sepa valorar la familia y mis padres aceptaron. Pues ahí estaba viendo cómo mi madre preparaba mi vestido, el espejo me dejaba ver lo largo que era —Disfruta, ya verás que con el tiempo lo amarás—me susurra.

Revoleo los ojos—Lo dices como si fuera fácil, mamá. Esto que estoy haciendo es por la empresa familiar—le digo mirándola. 

Sonríe—Ya lo sabemos hija y agradecemos demasiado esto que haces—sostiene.

Ya sabía que mi padre nunca me dejaría que tome el mando de la empresa, estaban terminando de preparar todos los papeles para unir las empresas. Tuve que soportar a Alan en la misma universidad de leyes para darle una alegría a mis padres pero eso nunca bastó y siempre me faltó algo, seguía en la misma postura que una mujer no podía ser la gerente de ninguna empresa y menos una tan prestigiosa como la de ellos. Pero ahora sí, estaba Alan quien se ponía al mando de todo para controlar y permanecer como uno de los abogados más importante del país, mientras que por mi parte seguía en las sombras de mi padre sin poder ejercer la profesión por ser mujer y no tener el coraje de enfrentarlos. 

Una mujer peinaba mis cabellos, otra maquillaba mi rostro y mi cabeza quería asimilar todo el cambio. Levanté mi mano —No me puedo casar—digo agitada. 

Mi respiración era cada vez más acelerada, mis manos sudaban mucho y no podía mantener mis piernas quietas de los nervios. Todo se nublaba, escucho las voces de esas mujeres con mi madre que se alejan y tragó saliva, me tocó el pecho y hago lo que veo de los gestos de las demás, respiro hondo intento hacerlo varias veces. Una mano encima de mi hombro hace que mi cabeza gire y vea un vaso de agua, lo agarro y me lo bebo en solo sorbo —¿Mejor?—pregunta.

Asisto —Si,no puedo hacerlo—le repito. 

Los ojos de mi madre ahora estaban abiertos más de lo común, camina hacia mí —Tienes que hacerlo—asegura.

Sin dejar que pueda seguir opinando exige que traiga vinos finos para beber. Me entrega una copa y otra la toma ella —¿Esto porque?—pregunto mirándola.

Suspira—Mi niña hermosa se casa, hay que festejarlo y debes estar con otra cara en tu casamiento. Sonríe —me ordena. 

Bebí esa copa de vino como si no existiera un mañana, observó que mi madre sigue bebiendo y la sigo, esperando que sea la hora exacta de salir de esa habitación y dirigirme al salón donde me estaría esperando mi infierno hacía lo oscuro. Tocó mi pecho —Esta bien que sientas nervios, todas pasamos por lo mismo pero es tu casamiento y no siempre se puede tener un día tan hermoso como este, disfruta—me pide una de las chicas. 

Le devuelvo el gesto sonriendo—Claro debe ser alegre pero si tú estás enamorada de verdad porque yo a ese hombre no le tengo ni una pizca de amor—aseguro. 

Poder decir eso hace que mi cabeza deje de pensar en todo lo que vendrá, pude colocar a esa chica en otro sitio completamente sorprendida porque todas creían que lo amaba a ese hombre y sonreí disfrutando de sus rostros. Mi padre me espero en la entrada —Estas hermosa, hija— me dice poniendo su brazo para que se lo agarre. 

No le respondo nada, solo pido que esté circo termine rápido y poder irme a casa. Caminamos lentos, varias personas habían y a medida que íbamos atravesando todo ese largo pasillo puedo ver qué a la mitad ni conocía, solo me quedo callada y bajo la mirada cuando encuentro a las mismas personas de la Universidad parados y murmurando entre ellos. Presiono más el brazo de mi padre, respiro agitada y no puedo ver hacia adelante. Necesitaba salir corriendo de ese sitio y la realidad me golpeó tan fuerte que de un tirón pude levantar la mirada.

—La cuidas porque serás hombre muerto si le pasa algo—le advierte delante de todos y se pueden escuchar las risas pensando que es un chiste que se hacían entre ellos. 

Mueve su cabeza—La cuidaré,señor—sostiene.

Mi padre entrega mi mano para que ese hombre la tomé y lo hace, fue la primera vez que pudimos conectar nuestras miradas. Ya no veía al mismo diablo sino que tenía una mirada llena de dulzura y sonreía, parecía estar contento con la unión. Pero solo basto que mi padre se retire para acercarse a mi oído—Hare de tu vida un infierno, niñata—susurra.

Trago saliva, observó como se aleja de mi rostro y se pone delante del cura. En toda la ceremonia pude estar concentrada, solo pedía a gritos por dentro que acabe y así poderme alejarme de él. La hora del beso, todos aplaudían y pedían beso pero mi cara decía otra cosa. Alan toma mi rostro, me besa con violencia y hace que me duela un poco, me quejo y lo alejo —Basta—susurro.

Sentía que todo lo que hacía era para provocarme cómo solía hacerlo antes pero está vez no iba a permitir que logrará lo que buscaba. Él me abrazo por la cintura y beso mi mejilla con fuerza —Te odio—me susurro y después sonrió para la foto de boda. 

Había sido mi peor día. Desde chiquita pensé que un matrimonio, la boda y los colores serían mi sueño pendiente pero ahora viéndolo desde esta perspectiva lo odiaba demasiado. En la fiesta de boda todos bailaban, mientras que yo me saque los zapatos y sentada en mi lugar bebiendo pude ver todo alrededor. Mis padres se acercaron para que bailemos pero me negué, no quería festejar algo que no era mío y mucho menos cuando era sin amor. Alan por su parte brindaba con sus amigos, se acerca abrazados a ellos —¿Pueden creen que está mujer sea mí esposa?, dios mio — grita riéndose. 

Las burlas que venían de él parecían de un nene chiquito, mire hacia otro lado y cuando no se detenia, pude levantarme de mi asiento y tomar aire. Atrás mío escucho unos aplausos—¿No me dejaras en paz?—pregunto mirándolo.

Niega con su mano, estaba completamente borracho y fuera de sí. Intenta caminar pero se tambalea—Nunca te dejare en paz,¿sabes que esté es el peor día de mi vida?— pregunta mirándome.

De la bronca que tenía acumulada, me acerco a él y lo golpeó en el pecho haciendo que retroceda —El mío también imbécil—grito con la voz entrecortada. 

Ya no habían pasado 24horas y lloraba por él. Desde ese día nunca pude conseguir la paz, cada vez era peor y no se detenia. Lo único que agradecí era que se quedó dormido en nuestra primera noche de bodas, asique no pudo hacerme nada y logré descansar. A la mañana siguiente, observó que estaba sola en la cama y que él ya se había ido. Recibí todo el desayuno de recién casados sola y mire televisión por un largo rato. 

Al terminar de bañarme unas personas entraron en la habitación y empezaron acomodar toda la ropa—No toquen mis cosas—grito. 

—El señor Frank ordenó que vengamos por todas sus pertenencias y que la llevemos a casa—me informa. 

Termino de secar mí cabello y me río—Que caballero su señor—sostengo. 

Comienzan a guardar las pocas pertenencia que había llevado a esa habitación de hotel y bajan con las valijas. Abren el baúl delante de mí, habían valijas y puedo reconocer varias—¿Qué hacen mis valijas acá?—pregunto.

Me señalan la puerta que ya estaba abierta—Por favor, señora Frank—dicen —Vamos ingresé que se nos hace tarde—vuelven a repetirme. 

Señaló todo—Que no soy Frank. Me llamo Harper, joder—grito.

—Esta bien, señora, por favor ingresé— ordena. 

Niego con mi cabeza—Hay algo que está mal porque pensé que íbamos a mi casa—digo nerviosa. 

Sonríe—Si, señora. Vamos a casa—asegura. 

—A mi casa con mis padres—les informo.

Hacen que ingresé al auto y abra la ventanilla por los golpes, era el chófer que sonreía—Su casa es donde vive el señor Alan Frank, señora—me dice yéndose. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo