Nuevo Encargo

Por Dante|

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos, Hace solo dos días que termine mi último encargo y deje muy claro en el contestador que me tomaría dos semanas para descansar, pero m*****a sea... ¡Quien carajos no entiende eso!, Al parecer este número que nuevamente no lo entiende ya que esta desde ayer escuchándolo y no para, Quien puede ser tan insistente.

Dejo mi vaso de whisky en la mesa que tengo a mi lado y reviso el número, si, como pensaba, es el mismo de ayer. Abro la aplicación de rastreo y pongo el número que muestra la pantalla espero a que cargue y se despliega un informe

Efraín Miranda Presley, 50 años. Tres detenciones por peleas, dos por entrar en propiedad privada y una por asesinar a una mujer pero fue absuelto al año de su condena... sospechoso. Ahora trabaja como Guardia de Ernesto Riviera, creo que he escuchado ese nombre antes.

¿Qué quiere ese hombre de mí?, esa pregunta ronda en mi cabeza, si pudiese apagar el teléfono lo haría, pero lamentablemente no puedo.

Tendré que aguantar esas malditas llamadas lo que me resta de semana, prefiero no trabajar con alguien que tiene ese prontuario policial. Dejo el teléfono de lado y voy hasta la reserva de licores, me sirvo otro trago, necesito descansar la última misión me dejó agotado.

— ¡Dime maldito... que se siente!- No,  esto no es contra ella... Este cuchillo podría entrar por aquí

Nooo... Quería gritar pero no podía, ver esa arma filosa en su cuello, sus ojos estaban cada vez más apagados, sus bellos ojos grises estaban rojos, su rostro suave y pálido ahora estaba lleno de moretones y rasguños. Sangre bañaba Su frente... ¡Resiste! si le hubiese hecho caso esto no estaría pasando. El conde te manda saludos Dante. ¡Noooooo!, no a ella, no lo hagan... Veo como entierran el cuchillo lentamente, solo me mira, ya no grita, no se queja, su sangre empapa el piso, su ropa... su mirada... Esa mirada jamás se borrará de mi memoria, solo veía en ellos tristeza y dolor. Lloro como un niño, ese maldito.

Me siento rápidamente mirando a mi alrededor agitado y desorientado, era sólo un sueño, un amargo recuerdo que aunque quiera borrar siempre estará ahí, atormentándome, recordándome siempre ese fatídico día.

Limpio las lágrimas que se han acumulado, hace mucho tiempo que esto no pasaba, me paro y voy hasta mi balcón no sin antes servirme una copa de vino, necesito saber que no estoy ahí nuevamente. Respiro profundamente mirando hacia las montañas, todo es oscuridad, solo las estrellas me acompañan el silencio del campo trae la calma, necesito olvidar... Solo por ahora.

— ¡No me rendiré! — grito a la nada, como si alguien me escuchara, como si el... solo el estuviera en frente escuchándome. — Te encontraré maldito bastardo, lo juro — Y yo cumplo mi palabra.

El maldito teléfono vuelve a sonar, ¡mierda!, Es que no te cansas, lo tomo y contesto

— ¡¿Tienes problemas de audición?! ¡¿O no entiendes lo que es un receso?!

— Es importante, mi jefe necesita sus servicios.

— Que espere, no dejaré mi rutina por él ni por nadie, ¿entendido?

— Es urgente, le pagaremos el doble... lo que quiera.

— ¡Me importa una m****a su puto dinero! Si requiere mis servicios debe esperar a la próxima semana y no cambiaré de opinión, ¿entendido?

— Si señor, estaré pendiente.

— Espero así sea — y cuelgo, no quiero escuchar nada más, gente así es la que me irrita. Miro la hora y ya es media noche de seguro no podré dormir más.

Por Ernesto|

— Efraín, espero sean buenas noticias. — Lo miro furioso — No quiero sorpresas

— Señor — aclara su garganta — el no cede, que si requiere sus servicios debe esperar hasta la próxima semana.

Me paro sobresaltado, golpeando la mesa que tengo en frente, quien se cree que es para rechazar mi oferta.

— M*****a sea Efraín, te dije que lo convencieras, que le ofrecieras el doble o lo que quisiera y aun así no hay respuestas positivas, ¿Cómo es posible? — acercándome a el tomo un objeto de cerámica y lo golpeo en su frente, su sangre salpica mi preciada ropa manchándola completamente. — M****a Efraín, mira ahora lo que provocas, esta ropa era carísima animal.

— Señor... Amo discúlpeme. — Se limpia con el dorso de su camisa — hice lo que me pidió, le ofrecí más y aun así no quiso. Él sabe que es bueno y que nadie realiza mejor trabajo que el señor.

Veo como su sangre corre por su rostro y aun así no se quejó es un buen perro... un muy buen perro.

— Lo sé... la m****a que lo sé ¿porque crees que lo quiero trabajando para mí? ¡Por la p**a madre! — grito enfurecido.

— Lo siento amo, pero no hay nadie que lo haga cambiar de opinión. Debemos esperar, el amo… el la encontrará

— Eso espero Efraín, eso espero. — Golpeando su hombro lo dejo ahí, necesito descansar pero solo un momento, porque jamás descansare bien hasta que encuentre a esa p**a y la tenga de rodillas implorando perdón.

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