CAPÍTULO 5.

† COLORES SALVAJES †

Gia.

Me dediqué en conducir siguiendo todas las instrucciones del GPS y en menos de media hora ya me encontraba frente al enorme local en donde había una larga fila de personas. Bajé del Audi y algunas miradas cayeron sobre mí no pude evitar sonreír ante el hecho de que estaba causando revuelo con tan solo existir.

Caminé hasta la fila y me mantuve unos minutos en ella hasta que llegó mi turno de mostrar mi identificación, el seguridad me colocó el cintillo en la muñeca y luego abrió la puerta para mí.

Los colores salvajes del lugar dieron a mi rostro y no pude evitar entrecerrar mis ojos ante esos colores. Observé todo a mi alrededor y mis ojos dieron a las personas que se encontraban bailando en la pista de baile al ritmo de Belly Danza – Don Omar.

Caminé hasta la barra y tomé lugar en el tamburete para observar algunos de los tragos que servían en este lugar.

─Hola hermosa ─me saludo el bartender ─¿Qué te sirvo?

─¿Qué me recomiendas? ─coloqué mis codos sobre el mármol de la isla y mostré una sonrisa.

─Para una chica tan hermosa como tú que me des tu número telefónico ¿es mucho pedir?

Solté una risita y asentí.

El chico me tendió una botella de lo que parecía ser una cerveza. La examiné y la llevé a mis labios para darle un largo trago. El líquido amargo paso por mi garganta y arrugue mi frente ante ese sabor.

─Por tu expresión no eres de aquí ─soltó una risita. ─Y tú español no tiene acento.

─Soy italiana.

─¿Estás de viaje?

Asentí y llevé la cerveza a mis labios.

Me mantuve hablando con el bartender que llevaba por nombre Juan y el chico era un amor de persona, me cayó bien al instante.

Una cerveza se convirtió en cuatro y luego ya había perdido la cuenta. Mis hombros empezaban a moverse al ritmo de la música mientras observaba algunas chicas bailando de manera provocativa y en segundos le llovían chicos.

Nunca me había gustado estar rodeada de tantos hombres y menos cuando se encontraban más alcoholizados que otra cosa, pero por esa razón no me mantendría sentada en el tamburete sin bailar, aunque sea una canción.

Me giré hacia Juan y levanté mi mano para que se acercara a mí.

─¿Podrías decirme donde está el baño de chicas? ─pregunté.

─Pasillo a la derecha al fondo ─señalo el lugar y asentí.

Dejé la botella de la cerveza sobre el mármol sin ninguna gota, colgué mi bolso en mi hombro y empecé a caminar entre algunas personas para llegar al baño.

En cuanto estuve dentro arreglé mi cabello, junto a mi flequillo y coloqué un poco de brillo en mis labios y examiné mi rostro y luego salí del baño.

─Pero miren nada más ─una voz masculina se hizo presente y me giré para toparme con un chico rubio junto a uno de cabello castaño. ─A esto es lo que me refiero de buenas chicas en el local.

─¿Qué? ─fue lo que salió de mis labios.

─Nada hermosa, con ganas de conocerte ─se acercó un poco a mí y di un paso atrás.

─¿Conocerme?

─Sí, nunca te había visto por aquí.

Mostré una sonrisa.

─¿Es la típica frase que les dices a todas las chicas? ─pregunté.

La risa de su amigo se hizo presente y el chico se giró a él y luego a mí, pero ya había empezado a caminar nuevamente hacia la barra, pero esta vez me habían ganado el tamburete así que ya no tenía donde sentarme.

─Vine a distraerme a bailar ─hablé para mí misma. ─No a sentarme en un tamburete y ver a los demás bailar.

Caminé entre las personas que se encontraban bailando al ritmo de la música y llegué hasta la pista de baile. La canción Diva Virtual – Don Omar se hizo presente así que cerré mis ojos y empecé a mover mis caderas al ritmo de la música, llevé mis manos a mi cabello y dejé caerlo en cascadas. Me di la vuelta y empecé a mover mis caderas de manera provocativa.

Extrañaba demasiado sentirme libre.

Las parejas a mi lado estaban dándolo todo y eso solo me llevaba a dar más de mí ya que no tenía algún acompañante como ellos. Dirigí mi mirada a la barra y los ojos de Juan estaban sobre los míos, mostré una sonrisa y continué con mis pasos sin dejar de observarlo.

Buen punto focal, él era muy guapo.

La canción estaba por terminar así que empecé a caminar nuevamente a la barra y en cuanto llegué Juan me tendió su mano, la tomé y llevó el dorso de mi mano a sus labios para dejar un beso corto en ella.

─Buen baile ─soltó.

─Gracias.

Pedí otra cerveza y la llevé a mis labios y luego de unos minutos sentí que ya estaba llegando a mi estado de ebriedad así que me levanté del tamburete para volver a la pista de baile, pero choqué con el pecho de un chico muy alto.

Mis ojos subieron desde su cuello en donde un tatuaje de un ave se encontraba y luego di a una perfecta mandíbula, unos labios rojos, nariz perfecta y unos ojos azules que ahora estaban sobre mí.

─¿Y tú de quién eres? ─preguntó en inglés observando mi cuerpo de arriba a abajo.

─¿Eres un ángel? ─pregunté mirando a sus labios.

─Lo mismo te preguntó ─continuó hablando. ─¿Eres una princesa?

Nos mantuvimos observándonos y una persona pasó a mi lado logrando chocar con mi hombro y luego hizo lo mismo con el chico frente a mí. Él se recostó a la pared del pasillo y sin pensarlo me acerqué a él logrando quedar a centímetros de sus labios. Nuestros ojos seguían conectados y solo sentí la necesidad de estampar mis labios con los de él, pero no lo hice.

Su cabello era negro y se encontraba despeinado, llevaba una chaqueta negra y en cuanto bajé mi mirada para observarlo mejor él estaba todo de negro.

Mi cabeza le llegaba a su pecho, él era my alto o quizás yo era muy pequeña.

─ ¿Cómo te llamas? ─preguntó.

─ No es necesario que lo sepas ─dije antes de separarme de él.

─Estabas a punto de besarme así que puedo preguntarlo ─contestó con una sonrisa.

Él continuaba hablando en español y por su acento supe que no era de Estados Unidos.

─ ¿No eres de aquí? ─pregunté.

─No.

Asentí y me mantuve en silencio.

Me di la vuelta para caminar hacia la barra, pero el chico me tomó del brazo logrando que me volteará a él y esos hermosos ojos azules dieran a los míos.

─ ¿Vives por aquí? ─preguntó.

─Así es. ─respondí.

─ ¿Puedo invitarte un trago?

─Está bien ─respondí.

Nos dedicamos en caminar hacia una de las mesas del lugar y desde mi posición podía ver los ojos de Juan sobre el chico y luego los dirigió a mí. Tomé lugar en el sofá de color azul y él chico lo hizo frente a mí.

Sus nudillos llevaban tatuajes, tenía anillos y sus uñas muy bien cuidadas.

Se aclaro la garganta y paso una de sus manos por su cabello negro despeinándolo más de lo habitual.

─¿Y qué tomarás? ─preguntó.

Mi cerebro no se encontraba procesando las cosas que salían de sus labios ya que estaba tan ida admirando la maravillosa vista que él me estaba proporcionando.

─ ¿Sigues aquí? ─preguntó.

─Sí, yo... yo estaba pensando en otra cosa, es muy linda la discoteca.

─Que bueno ─soltó.

Una chica de cabello rubio se acercó a la mesa en donde nos encontrábamos y dirigió su mirada al chico para después mostrarle una sonrisa.

─Hola ¿Quieres algo de tomar? ─preguntó.

─Sí.

Él pidió su bebida en un perfecto español y yo pedí la misma cerveza que anteriormente estaba tomando.

─ ¿Me dirás tu nombre? ─volvió a preguntar.

─Gia ─contesté. ─¿De dónde eres? ─ahora pregunté yo.

─Reino Unido.

─Tu acento te delató ─aclaré y él asintió.

─Tú no eres de Republica Dominicana ─habló.

─Italia ─contesté y asintió.

Miré en dirección a sus labios y podía ver como estaban listos para tomarlos, morderlos y succionarlos a mi antojo.

La chica colocó nuestro pedido en la mesa y nos dedicamos en beberlo y en ese momento procesé que aún no sabía su nombre.

─¿Cómo te llamas? ─pregunté.

─Hummer Brands.

Asentí y llevé la cerveza a mis labios, él hizo lo mismo con su vaso y ambos nos mantuvimos observándonos a los ojos.

─Entonces eres de Italia ─continuó hablando. ─ ¿Estás aquí por trabajo? ─preguntó.

─No, estoy aquí por un viaje de corazón roto.

Que estúpida soy.

─ ¿Viaje de corazón roto? ─preguntó con una sonrisa.

─Sí, mi novio murió y bueno...

─Lo siento.

─No te preocupes, ya no está sufriendo ─solté.

─ ¿Estaba enfermo?

─Sí, tenía cáncer.

Él abrió sus ojos como platos y asiento ─Lo siento mucho de verdad.

─No te preocupes ya pasó.

Él asintió y soltó un suspiro mirando en mi dirección. En ese momento pensé; ¿Qué estaría pasando por su cabeza?

La música estaba más que increíble y mis piernas ya estaban deseando levantarse para continuar bailando, pero no quería dejar solo a esta preciosura frente a mí.

─Te vi bailando hace minutos ─llevó el vaso a sus labios y luego humedeció su labio inferior. ─Bailas fenomenal.

─¿Quieres bailar conmigo? ─pregunté con una sonrisa.

─Me encantaría. ─contestó antes de levantarse y tenderme su enorme mano.

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