CAPÍTULO 4.

† CHICA NORMAL †

Santo Domingo, República Dominicana.

Gia.

Al bajar del avión solté un suspiró este lugar era más hermoso de lo que imaginé.

─Bienvenida señorita Russo ─dijo el piloto tendiéndome mis maletas.

─Gracias.

Disimuladamente metió entré una de mis manos un IPhone que era diferente al mío. Supuse que por ese medio me comunicaría con Sarah.

Arrastré mis maletas y caminé hasta el aeropuerto, pero antes el teléfono sonó sacándome de mis pensamientos lo llevé hasta mi oreja y contesté.

─ ¿Bueno?

Pero que perfecto español ─dijo al otro lado Sarah.

Mostré una sonrisa.

─Aprendí de alguien realmente buena ¿Recuerdas?

¿Supongo que ya estás en tu departamento?

─Acabo de llegar al aeropuerto e iba por mi auto para conducir hasta el departamento.

Está bien, actúa estos tres días como una chica normal, en un viaje de corazón roto.

─ ¡Oye! ─exclamé.

Escuché una carcajada al otro lado.

Te llamaré antes de la cena de beneficencia ─dijo antes de colgar.

Llegué hasta un botones y entregué mi identificación. Él se encargaría de entregarme las llaves de mi auto. Cuando me tendió las llaves casi caigo de culo frente a todas las personas en el aeropuerto, no podía creer lo que estaba en mis manos.

─ ¿Estás... estas son las llaves de un Audi? ─pregunté.

─Sí señorita.

Solté un largo suspiró junto a una sonrisa ─Gracias.

Caminé hasta el auto, no aguanté y solté un grito llamando la atención de todos los presentes, frente a mí estaba un Audi de color blanco. ─Disculpen ─dije frente a todas las personas.

Sarah dijo que me comportará como una chica normal, lo estaba logrando gritando al ver semejante belleza frente a mí.

El botones me ayudó con mis maletas y de inmediato entré al auto, pasé mis manos por el volante y solté un grito ya que nadie podía escucharme.

─Te amo Sarah ─murmuré con una sonrisa.

Puse el auto en marcha, pero antes encendí el reproductor de música la canción Daddy Issues - The Neighbourhood Se hizo presente y solté otro grito.

Coloqué la dirección del hotel en el GPS y conduje en dirección a ella acompañada de la espléndida canción y mis gritos de perra loca.

No podía estar más feliz que con esta preciosura que estaba a mi mando.

Media hora después aparqué en los estacionamientos del hotel, bajé del auto y miré el gran auto que estaba detrás del mío.

En conclusión, mi auto era una m****a comparado con ese. Una Range Rover en gris ocupaba gran parte del estacionamiento.

─El rico humillando al pobre ─solté a la nada.

Bajé mis maletas junto a mi bolso y caminé hacia la entrada del hotel con una sonrisa en mi rostro.

Actúa normal, actúa normal, actúa normal.

Me repetí mil veces.

Una seguridad abrió la puerta para mí y le di las gracias con una sonrisa.

Caminé hasta la recepción y me coloqué detrás de una chica ya que había una pequeña fila.

Mi teléfono sonó y lo saqué de mi bolso, el nombre de Sarah estaba en la pantalla.

─Dijiste que me llamarías dentro de algunos días ¿Ya me extrañas? ─contesté.

─Ni en tus sueños, quería saber cómo estás después del auto.

─Me encantó, muchas gracias, aunque sé que solo será por estos días, pero...

─Es tuyo.

─ ¡¿Qué?! ¡Oh Dios, no puede ser! ─grité en el lobby.

Por Dios Gia, deja los gritos.

─Es que... no puedo creerlo yo... muchas gracias Sarah.

─Te llamaré dentro de tres días ─dijo antes de colgar.

Removí mi cabello y todavía la sonrisa no se eliminaba de mi rostro, no podía creerlo.

Tenía un auto, tenía un Audi.

─Señorita ─dijo la chica de la recepción.

Caminé hasta ella.

─Buenas tardes.

─Buenas tardes, Señorita tenemos las habitaciones llenas, pero mañana algunas personas las dejarán y...

─Ella es mi amiga, puede quedarse conmigo hasta que una habitación esté disponible ─dijo una voz a mi espalda.

Volteé y me topé con un hombre que podía medir uno noventa, hombros anchos, cabello rapado, ojos verdes y llevaba un cigarro en su boca que quitó al hablar.

─ ¿Está de acuerdo Señorita? ─preguntó la chica.

Mis ojos todavía estaban sobre el hombre, pude visualizar un tatuaje que sobresalía de su pecho.

─Tomaré ese silencio como un sí ─dijo el hombre tomando mis maletas.

─ ¡Oye! ─dije arrebatándole una de mis maletas. ─ Yo no he dicho que sí.

─Si prefieres dormir en un motel o un hotel de tres estrellas ahí está la puerta ─la señalo y luego mostró una sonrisa.

Dirigí a la chica tras de mí y le mostré una sonrisa antes de tomar mis maletas y empezar a caminar hacia la puerta de salida.

No sé de dónde m****a había salido ese hombre, pero era más que obvio que no me quedaría en su departamento así que llegué nuevamente hasta mi auto y subí en el para conducir hasta otro hotel que quizás no sería tan sofisticado como este, pero el hecho era ser normal, estar encubierta, esperar los tres días hasta la cena de beneficencia, eliminar al enemigo y luego regresar a Rusia por otro trabajo.

Conduje por las calles de Santo Domingo y no podía negar que todo era hermoso. Sin pensarlo uno de mis sueños se estaba haciendo realidad y ese era el viajar.

Aunque no era de una buena manera, lo estaba haciendo ahora conocía más lugares que antes solo conocía por fotografías en internet.

En cuanto estacioné frente a un edificio un poco más pequeño que el anterior hice la misma operación de bajar mis maletas y caminar hasta la puerta de entrada donde el portero abrió la puerta para mí y se lo agradecí.

Llegué a la recepción y le tendí mis documentos a la chica tras el escritorio.

─¿Cuántos días? ─preguntó con una sonrisa.

─Tres días, dos noches.

Ella se dedicó en teclear en su portátil y luego tomó mi identificación la hojeo unas tres veces y luego dirigió su mirada a mí.

─Corte mi cabello ─dije refiriéndome a la fotografía de la identificación.

Antes llevaba mi cabello a la mitad de mi espalda y en cuanto entre a la agencia decidí cortarlo sobre mis hombros ya que quería dejar a la antigua yo en Italia.

La chica asintió y luego le tendí mi tarjeta de crédito para que cobrara la estadía. Me tendió una llave y me dirigí hacia el ascensor.

Mi habitación se encontraba en el piso dos por lo tanto no tenía que pensar en el tiempo que me tomaría llegar a los pisos superiores.

En cuanto entre al lugar en donde ahora sería mi hogar por tres días observé todo lo que se encontraba a mi alrededor y vaya que era hermoso.

Una pequeña sala, una cocina, un balcón, un pasillo que llevaba a la habitación. Caminé hasta mi lugar para dormir y coloqué mi maleta sobre la cama para empezar a desempacar.

Tomé las armas y las coloqué debajo de la cama junto a sus cargadores, una inyección letal y otras cosas importantes.

Me dirigí al cuarto de baño y me adentré en la enorme bañera con burbujas para relajarme mientras revisaba mi teléfono personal. Sarah me dejó en claro que tenía que ser una chica normal en este lugar así que coloqué en el buscador algún club, discoteca o un buen lugar para bailar en República Dominicana y en menos de dos minutos tenía la dirección de una discoteca.

Salí de la bañera rodeando mi cuerpo en una toalla, tomé el rizador y empecé a hacerme unos pequeños rizos en el cabello, luego me maquille solo un poco y visualice el closet por algo bonito para esta noche.

Tomé un vestido en color rojo, botas negras y lo coloqué sobre la cama para empezar a vestirme.

Me coloqué unas bragas negras y empecé a ponerme el vestido y decidí que no llevaría sujetador ya que iba a terminar marcándose. El vestido llevaba dos tiras en mis hombros y la espalda descubierta y en cuanto me observé frente al espejo supe que era el vestido adecuado.

Terminé de arreglarme, calcé mis botas negras que llegaban hasta mis rodillas con un tacón de punta y mi vestido se amoldaba a mis curvas llegando sobre mis rodillas. Apliqué un poco de brillo en mis labios y tomé un bolso pequeño metí mi identificación, los dos teléfonos y me debatí si meter una de las armas, pero a la final no lo hice.

Salí de la habitación y repasé una vez mi vestuario antes de salir del departamento y emprender mi caminata hacia el ascensor.

De tan solo pensar en las canciones latinas que sonarían en ese lugar mis caderas ya estaban lista para romperla frente a todos y así demostrar que las italianas sabemos bailar de todo.

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